En la ciudad de la capital imperial, comenzó a correr un rumor: se decía que la baronesa Loretta había pedido el divorcio al marqués Rocher, pues este abusaba de ella físicamente, llegando a golpearla tanto que la dejaba inconciente, y era apoyado por su madre Joanna Rocher. La pobre baronesa, temiendo que la vida de ella y su pequeña hija corriera peligro, se había arriesgado a pedir el divorcio, aunque eso significara una mancha en su reputación. El marqués había sido tan cruel, que había azotada a la barones 50 veces, y que incluso las mandó a la calle sin nada más que lo que llevaban puesto. También se dijo que la hija del marqués era una niña caprichosa y terrible, que hacía rabietas por cualquier nimiedad, y que maltrataba terriblemente a Chantal, la hija de la baronesa Loretta.
Los sirvientes de la mansión, que cada día antes del ámanecer compraban los ingredientes para las comidas y otras necesidades diarias, respondieron a los rumores que decían sobre sus señores: en efecto el marqués azotó a la mujer, pero fueron 25 veces, y eso porque se descubrió que estaba robando los bienes y riquezas de la familia Rocher; por este mismo motivo el marqués solicitó el divorcio, y con el afán de no afectar la reputación de la mujer y no hacer un escandalo, se hizo por mutuo acuerdo; cuando la mujer salió de la mansión Rocher, sus joyas y vestidos fueron vendidos para recuperar lo robado por ella, pero aún así se llevaron algunos baúles con pertenencias y se les dio una compensación. Tambien aseguraron que Loretta y su hija eran las prepotentes, y que su salida de la mansión Rocher sólo causó felicidad a los habitantes y sirvientes de dicha mansión.
Sin embargo, las palabras de los sirvientes no fueron suficientes, por lo que los rumores siguieron esparciendose tan rápidamente que, a tan sólo unos días de inaugurar su boutique, Joanna se entero de los malisiosos rumores que circulaban sobre su familia. Ese mismo día habia sido invitada a una fiesta de té organizada por la condesa Blake. Al llegar vio como todas se cayaron inmediatamente y le dirigían miradas de disgusto a ella, y palabras de aliento a Loretta que estaba al otro lado de la mesa.
- Muchas gracias por su invitación, condesa Blake, sus fiestas siempre son amenas, pero no sabía que su estándares incluían invitar a gentuza como la señora Loretta.
- Que descaro tiene para hablar así de la condesa cuando en su familia la trataron tan vilmente -dijo la baronesa Murphy, quien siempre se daba aires de grandesa y superioridad.
- No entiendo de lo que habla, baronesa Murphy, por favor dígame de que se me acusa, y esta manera yo puedo defenderme.
Loretta estaba tan nerviosa por ser expuesta, que empezó a temblar, e incluso llorar por la desesperación.
- Calma, querida, nosotras te defenderemos -habló la duquesa Dumer, quien era una dama muy superficial y daba gran importancia al estatus social de las damas.
- Hablen entonces -exigió la anfitriona de la fiesta-, Joanna es una gran amiga mía, y ustedes trajeron a la baronesa Loretta a mi fiesta sin mi invitación, por cortesía no la corrí, pero tampoco me quedaré de brazos cruzados mientras ofenden a mi invitada y amiga.
La baronesa Murphy y la duquesa Dumer, contaron los chismes qué se decía en la ciudad, y que la baronesa Loretta no había negado.
- Mis sirvientes me dijeron que una mañana en las compras del mercado, oyeron como los sirvientes de los Rocher decían que todo era mentira, que la baronesa robó al marqués y quiso envenenar a su familia -dijo la esposa de un rico comerciante.
- Los sirventes siempre son testigos de lo que pasa en su mansión, si los sirvientes defienden a su familia, quiere decir que los Rocher no han hecho nada malo -dijo una dama que Joanna no había visto antes.
- Así es, estimadas damas. Mis sirvientes tienen razón, de hecho mi hijo pidió el divorcio por el robo descarado de Loretta. ¿Ustedes como se sentirían si a sus hijas legales les dieran 40 espadas de plata mensuales y a la hija de la nueva esposa 200 coronas de oro? -inquirió Joanna con altivez en su voz. Inmediatamente, todas las presentes jadearon sorprendidas y susurraron entre ellas- Mi hijo y yo tenemos las pruebas de sus fechorías, nunca quisimos hacer un escándalo, pero veo que es necesario para limpiar el honor de mi familia.
- Joanna, yo jamás esparci esos rumores, ni los confirmé -dijo con miedo Loretta, temerosa a que sus hechos fueran descubiertos por todos.
- Y tampoco los negaste -sentenció Joanna-, hablaré con mi hijo de esto para que lo llevemos ante la justicia. Lo que más me duele son las habladurías sobre mi pequeña nieta, tiene solo ocho años, y estas cosas la pueden afectar más de lo que parecen -Joanna hablaba con tristeza en su voz.
Todas las damas presentes voltearon a ver a Loretta y sus amigas con asco y disgusto. A ninguna le gustaban las amantes descaradas, y mucho menos que quisieran dañar a los hijos legítimos, por lo que estuvieron de acuerdo con Joanna en que debía tomar medidas legales para borrar esos rumores infundados. Loretta y sus amigas se despidieron inmediatamente y abandonaron la fiesta antes de que sirvieran la segunda taza de té.
Joanna se vio inundada por preguntas respecto a Emma y a las increíbles habilidades que tenía para las artes, pues muchas de las damas ahí presentes tenían hijas cuyos maestros fueron convocados por los Rocher para determinar cuál era el nivel de sus habilidades, y todos habían dicho que parecian los de una señorita mayor de edad (15 años) con años de rigurosa práctica. Joanna estaba complacida de que alabaran a su nieta, pero no olvidó los modales y la prudencia, así que les dijo que en efecto Emma gustaba mucho de pintar, tocar el piano y cantar, pero que aún tenía mucho que aprender de las talentosas hijas de sus amigas. Todas asintieron satisfechas con la respuesta, pues aunque los maestros lo dijeran, dudaban que una niña pequeña pudiera ser superior a sus propias hijas.
Después de una amena charla, Joanna ratificó su invitación a todas las presentes para pasar por su nueva boutique que abriría en cuatro días, y que también podían a hablar con su diseñadora o lady Lucía por si querían un diseño especial o cambiar algún detalle de sus vestidos. Todas las damas aseguraron que estarían presentes en la inauguración, y le desearon lo mejor para que su proyecto fuera un éxito.
Al día siguiente, en la ciudad de la capital imperial corría un nuevo rumor. Loretta había robado en la mansión del marqués y se portó cruelmente con sus jóvenes hijos, incluso ella y su hija gastaron más en un mes, que lo que le dio a los hijos de su esposo en tres años. Se rumoreaba que ella tenía veneno en su habitación y que había comenzado a envener a la marquesa Joanna, y que seguramente ella envenenó y mato a la marquesa Sophie, pues era bien sabido que antes eran cercanas y la iba a visitar seguido a su mansión. También se dijo que el marqués iba a llevar las pruebas de sus fechorías al departamento de Justicia, y la tratarían de acuerdo con la ley.
La gente no era tonta, y empezó a atar cabos sueltos, en dos días todo el mundo repudiada a Loretta, y al tercer día, se supo la noticia de que ella se fue de la ciudad sin despedirce de nadie, y que nadie sabía tampoco a dónde se había dirigido.
Al cuarto día de la fiesta de té, dio lugar a la gran inauguración de la boutique de Joanna y Lucía. Las damas más nobles y más ricas se dieron a la tarea de ir a ver la nueva boutique, que les ofrecía tres pisos completos de los más bellos y exclusivos vestidos. El primer piso tenia vestidos de diario de telas frescas y ligeras con bordados delicados propios de jóvenes doncellas, también habían medias, ropa interior, pañuelos y guantes. El segundo piso ofrecía vestidos de mejor calidad con mejores telas y bordados aún más exquisitos para las damas más exigentes. El tercer piso ofrecía vestidos de gala, para novias, así como diseños personalizados de acuerdo a los requerimientos de la usuaria. Cada piso contaba con vestidores y un área de espera, así como bonitas señoritas que atendían a las invitadas. Fue un día muy movido, mucha gente entró y salió de la nueva tienda, y cada persona decía lo maravillosa que es la experiencia de compra en ese lugar, y que volverían pronto para ver todos los diseños que ofrecían.
Al regresar a casa Joanna le dio una noticia a Emma, pues le dijo que el cincuenta porciento de las acciónes eran de Lucía y el otro cincuenta por ciento era para Emma. Joanna se ofrecía a sí misma para llevar las cuentas de sus ganancias hasta que la propia Emma pudiera llevarlas por su cuenta. De esta manera, si Emma necesitaba algo, ya no sólo contaba con la asignación mensual de parte de su padre, si no que también tendría sus propiedades independientes. Joanna quería alentar a su nieta a ser una empresaria, y ella misma le enseñaría todo lo que sabía sobre cómo dirigir un negocio exitoso. Quería que su nieta fuera una mujer de bien.
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Comments
yrasy (Omega )
ooohhhh yo quisiera una abuela asi, me encanta gracias sole actualizar 😸😸❣️❣️
2021-03-09
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