En casa, Emma envolvió los regalos que había comprado, y se dispuso a entregarlos al día siguiente por la mañana. Aunque no había comprado un regalo para Lucía, ella tenía un bonito collar que había pertenido a su madre, era un listón de terciopelo negro con un colgante de flores de diversos colores. Después de enterarse que el cumpleaños de Máx había sido hace un mes, se dio cuenta que nunca le había regalado nada a nadie por su cumpleaños, así que esos obsequios eran de disculpa por los cumpleaños pasados, y de ahora en adelante, tendría presente cada festejo. Primero fue con su padre, quien le agradeció por el detalle tan elegante, y le anotó su cumpleaños en una hoja. Emma también le dijo a su papá si podían tener un registro del cumpleaños de los sirvientes, y darles el día libre así como una compensación o un obsequio para celebrar el día. El marqués consideró que era una buena idea, por lo que permitió a Emma hacer lo que deseaba. Después se dirigió con la abuela, quien la abrazó y la lleno de besos por su lindo regalo, tambien habló sobre su idea de los cumpleaños y descansos de los sirvientes, así como una compensación en año nuevo, Joanna lo aprobó, pues creía que esas ideas eran basta te novedosas y haría a los sirventes más leales a ellos, Emma también le pidió que anotará su fecha de cumpleaños y su nombre, para no equivocarse. Al final se dirigió a la casa de huéspedes con Lucía y sus hijos: Betsy agradeció el detalle y dijo que nunca había leído esa novela y que los romances con aventuras eran sus favoritos, Justin brinco de alegría y le dijo a Emma que si un día se enfermera acudiera a él para que la atendiera, y Lucía lloró por el regalo tan precioso que le ofrecía Emma, pues ese collar perteneció a su difunta amiga. Al final todos escribieron sus cumpleaños y nombres en la hoja que llevaba Emma.
Emma también esperaba pedirle a Lucía que le enseñera a bordar para poner las iniciales de Max y su hermano en los pañuelos. Lucia aceptó, pero le dijo que si quería entregarlos a tiempo, ella se ofrecía a bordarlos, por lo que llegaron a un acuerdo. El pañuelo rojo fue bordado con un hilo rojo con las letras ML, mientras que el pañuelo azul fue bordado con hilo azul con las letras MR. El bordado era muy hermoso, se veía un perfecto relieve en la superficie del pañuelo y ningún hilo estaba cruzado ni mal puesto. Lucía tenía una increíble habilidad.
En su habitación, Emma pensaba como darle su regalo a Max, cuando llegó Annie con una nota para ella.
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...Querída Emma: te espero esta tarde en el jardín del Este, bajo el gran árbol frente al lago, a las dos de la tarde....
...Máx...
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Emma estaba intrigada del porque Max la citaba tan misteriosamente, pero ahora tenía la oportunidad perfecta para entregarle su obsequio de cumpleaños. Como aún faltaba un poco de tiempo, fue a buscar al ama de llaves, la señora Potts, para hablar sobre los cumpleaños de los sirvientes. En cuanto la vio le preguntó cuantos sirvientes trabajaban en la mansión, siendo un total de 52, contandola a ella y al mayordomo Lou. Luego le pidió que hiciera una lista de los sirvientes así como su puesto de trabajo, y que cada uno indicara su fecha de cumpleaños. También dijo que ese día, cada trabajador tendría el día libre y se les daría tres monedas de plata adicionales a su pago mensual. Así como una moneda de oro en el año nuevo.
Cúando Máx se acercó a la cocina por la canasta de comidas y bebidas que había pedido, escucho como todos los sirvientes hablaban maravillas de Emma.
- La joven señorita, no solamente es hermosa y talentosa, también es generosa con los empleados, ¿recuerdas lo horrible de esa niña Chantal? No se pueden comparar -dijo una cocinera.
- Así es, la otra semana es mi cumpleaños, con lo que me den, iré a comprarle ropa nueva a mis hijos y alcanzará para una buena comida -dijo uno de los cocheros.
- La señora Potts dijo también que para finalizar el año nos darían una corona, y que la señora Joanna estaba planeando darnos vacaciones turnadas en los cinco días de gracia después del año nuevo.
Máx escuchaba atentamente la platica de los trabajadores. Cuando le entregaron su cesta terminada, se dirigió al árbol frente al lago, puso una manta y dispuso la comida sobre ella. Sus padres tenían tardes así y siempre se veían felices, por lo que creyó que a Emma también le gustaría una tarde así. Cuando dio la hora acordada, Máx divisó a la niña caminado por el corredor, y luego se acercó corriendo hacia él con una caja en la mano.
- Max, todo se ve delicioso, has preparado un picnic fantástico -Emma sonreía felizmente mientras se sentaba-. ¿Cuál es la ocasión?
- Bueno, la última vez que me diste un regalo, yo no te di nada. En esta ocasión he conseguido un regalo adecuado para ti -Max sacó la caja de madera negra que estaba a un costado suyo-. Se que al ser la hija de un marqués, tienes grandes riquezas y que puedes tener joyas mucho mejores, pero este obsequio es la muestra de que siempre contarás conmigo en el futuro, y pase lo que pase, siempre estaré ahí para aopyarte y cuidarte.
Con voz ligeramente temblorosa, Max dijo su pequeño, aunque no había confesado sus sentimientos, le había hecho la firme promesa de estar siempre a su lado. Emma tomó la caja en sus manos y vio que tenía extraños símbolos como el arco de Max, cuando abrió la caja, vio un hermoso collar de perlas blancas y unos pendientes de perlas también colocados sobre un fino terciopelo morado. Era un regalo verdaderamente hermoso, se veia sencillo pero elegante, ideal para una persona joven. Desde ese día, lo usaría cada día, solamente se lo quitaría para dormir y bañarse.
- Es precioso Máx, ¿me lo puedo poner de una vez? -Max asintió complacido por la aceptación de su regalo-, ayúdame a abrochar el collar en lo que me pongo los pendientes -una vez terminado se volteo para mirar a Max-. ¿Como me veo?
- Te ves muy linda. Te queda bien -respondió Max, ligeramente sonrojada por la belleza de la niña.
- Yo también te traje un regalo. Papá me dijo que el mes pasado fue tu cumpleaños, no nos dijiste nada, por lo que hasta hoy te puedo traer un presente -Emma le extendió una caja sencilla con un vidrio en la parte superior, que mostraba el interior de la caja.
- No era necesario -dijo Max admirando la navaja y su funda, era una navaja con excelente equilibrio y un filo mortal. También sacó el pañuelo rojo y admiro el bordado con sus iniciales-. Pero muchas gracias, es bonito y práctico.
- La navaja la puedes usar en tus botas, el tendero dijo que es un arma oculta. Y el pañuelo combina perfectamente con tus ojos, es un color precioso que resaltará tu mirada. Además, si cortas la garganta de alguien, puedes limpiar tu navaja con el pañuelo y nadie lo notará -dijo Emma con una brillante sonrisa.
- Hablas de cortar gargantas mientras sonríes, eso es muy extraño. Esta es la segunda arma que me regalas, ¿de verdad crees que soy tan salvaje para arreglar todos los problemas peleando? -pregunto Max con un resoplido.
- Papá le dijo a la abuela tus aspiraciones en la milisia, así que te di un regalo que puedas usar -en realidad esa mañana Otto y Joanna habían hablado de eso, pero Emma compró el regalo antes porque ya conocía el futuro del chico-. Cuando cumplas 15 años, en tu ceremonia de mayoría de edad, te entregaré una espada forjada por magos. Así que promete que la única espada que utilizarás será la que yo te regale, en tus retratos aparecerás con esa espada, yo misma la he diseñado. Tengo un boceto. En un mes me entrevistaré con el gran mago Ruxi para hablar sobre mi pedido, y estará lista para tu cumpleaños 15.
Max estaba muy sorprendido. Se decia que ese mago tenía más de mil años, y que incluso los reyes peleaban por tener un arma hecha por él, pero esa niña hablaba como si fuera sencillo ser atendido por el mago. Sin saberlo, Max ya poseía un arco elaborado por ese milenario hombre.
- Sería un honor para mí poseer un tesoro hecho por el gran mago Ruxi -Max no le diría sus pensamientos verdaderos, pues no quería romper la ilusión de la niña-. Dime cuando es tu cumpleaños, para que yo te pueda preparar un regalo también.
- El segundo día del quinto mes.
- Entonces también comenzaré a preparar un regalo para ti. Mientras disfrutemos de la comida y de la tarde, ¿te parece?
Emma asintió alegremente y Max le mostró todo lo que habían preparado en la cocina para ellos: habían pasteles dulces de fruta, pastel de carne, puré de papá, ensalada y nectar de durazno y uva. Los dos comieron animadamente y platicaron de sus proyectos. Max le contó que el marqués quería buscarle maestros para su entrenamiento, y que él y Matthew estudiarían juntos. Emma también le dijo que su abuela estaba buscando un maestro para ella, pues no quería ser educada como las otras damas que solo soñaban con casarse con un hombre rico y tener a su heredero. Cúando el atardecer llegó y las primeras estrellas adornaban el cielo nocturno, los dos se levantaron de la manta y regresaron a la mansión. El siguiente día sería agitado, y cada uno debía seguir su día por su lado.
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