Demián Mehmet.

Veo a Amalia sorprendido. Es la primera vez que me defiende o que previene cualquier golpe en mi contra. Es común que en la política se aprovechen de las grietas.

La relación de los Emperadores suele ser muy delicada dependiendo de los clanes a los que pertenece. Durante décadas el Imperio que formó el primer Emperador Ruess, era pequeño, para ir agrandando se fueron formando alianzas con matrimonios.

Hoy en día, el Imperio es extenso, es común que en un lugar grande, haya facciones o clanes, hay más de diez clanes, pero entre ellos están los dos más fuertes y competitivos. El clan de la familia de la Emperatriz, los D'Autriche y el clan del que pertenece originalmente Amapola, mi concubina. Amapola es del clan Dohna, aunque el padre de Amapola originalmente era un simple vasallo que consiguió tierras gracias a un familiar de los Dohna, al final el padre de Amapola enloqueció por las riquezas y lo perdió con facilidad, una vez que su familia fue a la bancarrota, Amapola fue vendida a un burdel para prostituirla.

Sin embargo, di con ella por coincidencia y termine vinculándome con ella, trayéndola al palacio como mi concubina, en cuanto un sirviente reconoció a Amapola, el clan de los Dohna intentó aprovecharse y tomar ventaja, si no tenían a la Emperatriz, al menos obtendrían el favor de la protegida del Emperador, eso es lo que creyeron, no obstante, el corazón herido de Amapola no loa pudo perdonar por haberla abandonado a ella y a su familia.

Siguen intentando acercarse a ella y adoptarla, para intentar derrumbar a la Emperatriz, pero Amalia siempre ha sido más inteligente.

Sin un plan que funcione, los nobles han intentado obtener ventaja separándonos más, nuestra relación es un asco, llena de grietas que ellos quieren convertir en abismos.

Lo estaban logrando antes de que bebiera el veneno, cada reunión del consejo que se hacía, aprovechaban para desacreditarme, causarme problemas, todo gracias al respaldo de la Emperatriz.

Como Amalia me resentía por nuestras diferencias y mi falta de atención, aprovechaba cada oportunidad que tuviera para atacarme y arrinconarme. Aunque es un Imperio mayormente del patriarcado, con las habilidades de Amalia, eso puede cambiar.

Hubo un tiempo en que quisieron cambiar los papeles y hacer a Amalia Emperador, aunque en título general seguiría siendo Emperatriz, pero la importancia que causaría y todo lo que haría serían los deberes del Emperador. Darle a Amalia el Imperio, sería derrocarme, casi lo consiguen, pero Amalia se envenenó y terminó perdiendo sus recuerdos.

Aunque creo en lo que me dice, me sigue sorprendiendo sus actitudes, los nobles saben de la condición de Amalia, pero no estaban al tanto de su cambio drástico de personalidad, incluso el gran duque D'Autriche parece sorprendido por las palabras de su hija.

—Mama, perdone nuestra osadía al ir en contra de sus deseos —pide el gran duque Dohna, aunque intenta cubrir su boca, puedo ver su sonrisa, veo de reojo a Amalia, parece que también lo notó.

—No he terminado de hablar, yo no perdono las osadías irrespetuosas en contra de mí o del Emperador —intentan murmurar y opinar sobre sus palabras, sin embargo, Amalia no los deja—. Parece que se han olvidado de los niveles que nos separan —sonríe burlonamente—. ¿Cómo se atreve un siervo responderle a su amo? Ustedes viven por y para el bien del Emperador, para que de esa forma el Emperador pueda vivir por y para el bien de su gente, no de ustedes, de los necesitados. Quien vuelva a sacar el tema e intente culpar al Emperador de un error en conjunto, sufrirá las consecuencias —Witten parpadea varias veces sorprendido hacia Amalia, todo están sorprendidos por su cambio, yo estoy confundido, por medio de su mayordomo me he enterado de que se la pasa estudiando las leyes, entonces, ella sabe que el deber de la Emperatriz no es solo el cuidado del palacio o de almacenes en las ciudades, también es el de los castigos. Si Amalia quiere y tiene una justificación medianamente aceptable puede castigar a todos los nobles de la mejor manera que le parezca, es un poder y un deber difícil de manejar y fácil de manipular, nunca antes lo uso, ni siquiera para amenazar.

>> ¿Hemos terminado? —pregunta, algunos carraspean, sonrío divertido de que al fin una reunión del consejo termino en menos de una hora.

—El tema ya esta resuelto, se pueden retirar —ordeno, los nobles se levantan y hacen una reverencia, se van marchando de a poco, cuando volteo a ver a Amalia y es solo cuando ya no hay nadie, ella se esta intentando quitar su corona.

—Ayuda... —murmura, me ve amenazadora—. Quíteme esto antes de que me rompa el cuello —habla entre dientes, parpadeo, intento reaccionar, acercando mis manos a la corona y quitándosela, suspira aliviada, mueve su cuello y algo chasquea, sonríe—. Sentí que moriría si me quedaba un poco más con esa cosa, es demasiado pesada para mi cuello delicado —masajea su cuello golpeándolo con sus puños.

—¿Por qué hiciste eso? —quiero saber sus verdaderas intenciones, incluso si ha perdido todos sus recuerdos, es más fácil de manipularla en ese caso, quienes eran sus enemigos intentarán sacar provecho, quienes son sus aliados tomarán las ventaja.

—Ya se lo dije, me dolía el cuello. ¿Cuánto pesa esa cosa? —hace un sonido extraño con su boca—. Ah, maldita sea. Tengo un cuello delicado —susurra para sí misma.

—No me refiero a la corona, hablo sobre tu comportamiento hace unos momentos, ¿por qué te pusiste de mi lado? —pregunto directamente para que no intente desviarse, ella suspira y hace una mueca. Me arrebata la corona y la pone en su regazo.

—Bueno, estamos casados, es natural, ¿no? —se encoge de hombros, mi ceño se frunce y la duda crece más.

—Esa nunca ha sido una excusa para ti, siempre que podías me atacabas usando a los nobles y ellos usándote a ti para poder arrinconarme, en esos momentos hubiera sido sencillo atacarme y atrincherarme, la vida de la Emperatriz vale lo mismo o tal vez más que la vida del Emperador —su expresión de alivio cambia por una que no logro identificar.

—Escuche, Majestad. No sé cómo era nuestra relación antes de que despertará, bueno, solo sé un poco. Antes debí tener mis motivos para actuar de esa manera, ahora no.

—¿Por motivos te refieres a tu enfermo amor unilateral?

—¿Tiene que ser tan explícito? No quiero saber más sobre mi pasado oscuro —sus expresiones son raras al hablar, lo había notado antes—. Sí, sí... era un amor enfermo. Pero ahora no siento nada, no hay motivo para atacarlo, además ¿cree que estoy loca? Si lo atacan, me atacan a mí, si muere, de alguna manera alguien me matará. Usted es mi escudo, así que yo debo ser su espada o su escudo... como sea —hace un movimiento con su mano, quitándole importancia a sus palabras.

—No lo hiciste por eso —pienso en todos los motivos y encuentro uno, ella me mira sin ninguna expresión en su rostro—. Tú... si investigaban y descubrían que bebiste el veneno por voluntad propia, serías castigada —carraspea con fuerza, y me siento aliviado, no lo hizo por nada.

—Ejem... bueno, una cosa lleva a la otra. A veces cuando planeas algo, sale otra cosa diferente —me guiña un ojo y yo me echo para atrás, rueda sus ojos—. Sí, en parte, lo hice por eso.

—¡Entonces sí recuerdas que te envenenaste! —exclamo molesto, no puedo evitar señalarla con un dedo, me da un manotazo con total confianza.

—No señale con el dedo, es grosero y le saldrán granos —veo a Witten para ver si él entendió lo que dijo, ella no parece querer aclararme lo que dice—. ¿O era cuando apuntabas a un arcoiris? Hmm... no puedo recordarlo —sujeta su barbilla con su mano por unos segundos, hasta que se voltea para encararme y acercarse más de lo normal—. No puedo recordar, eso es verdad... pero no dudo que tenga una parte de razón, si yo no tome el veneno, ¿fue usted quien me envenenó? No lo sé, no creo que sea de los que se ensucian las manos, tal vez es más de los que pide que alguien más se ensucie las manos, después de todo, usted es el Emperador. En todo caso, ¿qué piensa si hacemos un pacto de paz?

—¿Un pacto de paz? —retrocede emocionada, sonríe.

—Sí, yo no lo molesto, usted no me molesta, ambos vivimos felices hasta que nos divorciemos —arqueo una de mis cejas y me cruzo de brazos.

—¿Insistes con el divorcio? —mira a otro lado en modo de culpabilidad—. Ya te lo dije, divorciarnos es complicado. Además, nunca en la historia de los Emperadores se han divorciado.

—Porque ninguno de ellos tiene amor propio, pero a mí me sobra. De todos modos es normal, el divorcio es normal. Un proceso por el que muchas parejas casadas pasan, a veces te casas con la ilusión de que todo será color rosa pastel, pero en realidad es un asco y ¡está bien! Porque la gente prefiere su paz mental, su amor propio que estar en un lugar donde ninguno es feliz —me explica moviendo sus manos de un lado a otro—. ¡No quiero vivir mi vida con arrepentimientos! ¡Tengo que aprovechar tanto como pueda esta segunda oportunidad! —se escucha desesperada.

—¿Es por el hombre del retrato? —sus ojos se agrandan.

—James... —murmura, a penas y puedo escucharlo.

—¿Su nombre es James?

—Era... pero eso no importa, no se involucre en eso, Majestad —su mirada gélida me da una advertencia, sacude su cabeza—. Quiero vivir, y estando a su lado, no podré hacerlo. Si acepta el divorcio, puedo encargarme de que mi familia lo acepte, no le causaré problemas —niego con la cabeza.

—Suena tentador, pero es más complicado de lo que parece —me pongo de pie con un suspiro, me quito la corona y se la entrego a Witten.

—¡Tiene que haber una manera! —grita, me giro un poco para verla y ella se tira de rodillas—. Por favor, solo firme el divorcio —junta sus manos en una súplica, su mirada ella de desesperación.

—¿Por qué antes no me pediste el divorcio? —de haberlo hecho, se lo habría dado, poniendo como excusa la locura de la Emperatriz, su inestabilidad psicológica y emocional que pondría en peligro su vida y la mía, sin futuro para traer a un heredero, sería sencillo divorciarme de ella, pero eso fue antes. Talla su rostro con desesperación.

—Está bien, está bien —repite varias veces—. Fue mi culpa, lo acepto. Entonces, ayúdeme —me acomodo para verla de frente, se levanta con dificultad y apoyándose se su asiento—. Ayúdeme a encontrar al asesino.

—¿A cuál asesino? —ladeo la cabeza, se para erguida y con la barbilla en alto.

—Quiero encontrar a quien intentó matarme.

—Bebiste el veneno por voluntad... —me interrumpe antes de que termine de hablar.

—¿Está seguro de eso? No estoy muy segura de mi actitud antes de casi morir, pero creo saber que yo no tome el veneno por voluntad. Alguien me persuadió.

—¿Por qué estás tan segura?

—Porque yo no obtuve el veneno con mis propias manos —mi ceño se frunce, veo a Witten y ya está pálido.

—Entonces...

—¿Puede contarme lo que paso esa noche? Sin perder detalle —no había considerado esa idea, por lo que acepto. Si alguien va detrás de la cabeza de Amalia, significa que también va por la mía, atacar a la familia imperial, es una declaración de guerra.

—Vamos a mi estudio —niega con la cabeza.

—Quien intentó asesinarme descubrirá de nuestros planes por encontrarlo y escapará, necesito que esto sea lo más discreto posible Majestad.

—¿Cómo quieres que te cuente si no quieres que nos vean juntos?

—Venga en la noche a mi habitación.

—Creí que tenía prohibido entrar ahí sin su autorización o de otra forma me decapitarán —entrecierra sus ojos molesta.

—No a esa habitación —se cruza de brazos—. Después le diré dónde, de todos modos, usted sabe todo lo que hago gracias al señor Thread —evito sorprenderme, ella sonríe divertida—. Soy más astuta de lo que imagina, Majestad —me guiña un ojo. Hace una reverencia—. Por ahora, volveré a hacer mis actividades, luego podemos hablar —se da la vuelta y mueve su mano por encima de su hombro—. Está es una señal de que me estoy despidiendo, byebye —parpadeo varias veces confundido, mientras la veo salir de la sala, le entrega su corona a Bell—. No quiero volver a ponerme esa cosa de nuevo —refunfuña.

—¿Entendiste algo de lo que dijo?

—Lo siento, Majestad. No entendí lo que dijo —es muy extraña.

—¿Qué piensas? ¿Crees que ella realmente no tomó el veneno por voluntad propia? —veo de reojo a Witten pero mi vista vuelve a la salida por donde se fue Amalia.

—Revisando los registros de compra y venta de la Emperatriz y sus sirvientes más cercanos, no hubo ninguna pista.

—Es cierto. Por eso no pudimos comenzar con su castigo en cuanto despertó.

Intente castigar a Amalia luego de que despertará, envíe al primer ministro para que le anunciara, creyendo que ella sola se delataría, pero perdió su memoria y además se puso a la defensiva de una manera muy inteligente. Eso y el hecho de que no había pruebas contundentes a parte de mi declaración, no pude continuar con la sanción.

Intentar dañar a la Emperatriz, es más difícil, no se trata como a un noble de alto rango, no como si ahora yo tengo ganas de molestar a una casa y me inventó pruebas, podría hacerlo. Fue un tema difícil, iba a ser muy provechoso, pero no tenía pruebas.

Así como ella dijo, incluso si la hubiera intentando sentenciar, los nobles que la apoyen bien pudieron decir que yo la obligue a tomar el veneno o que lo prepare e intente culparla al ver que mi plan había fallado. Pensé en todas las posibilidades, menos en el hecho de que podía existir un tercero. Me concentré en la molestia que me generaba sus acciones, estaba furioso por su acto estúpido, y porque pensé que todo lo estaba haciendo para molestarme.

Ahora que lo pienso, aunque hubiera sido agradable que hubiera muerto en el proceso, su muerte hubiera sido un dolor de cabeza para mí, el clan D'Autriche me culparían de su muerte y perdería su apoyo militar, el clan Dohna intentaría aprovecharse para poner a otra mujer de su clan como la nueva Emperatriz.

Al final, que siga viva tiene una ventaja.

—¿Quiere que investigue de dónde vino el veneno, Majestad? —pregunta Witten sacándome de mis pensamientos.

—No, la Emperatriz dijo que se haría cargo sola, quiero ver si lo logra —sonrío.

Creo que ahora me es un poco más tolerable, Amalia.

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