El Amor De Yu
Miré a mi alrededor en el departamento vacío y suspiré. Me había hecho ilusiones de tener este lugar para mí solo cuando me mudé para asistir a la universidad. Pero la semana pasada, mis padres me informaron que mi primo Daoming, a quien no había visto en más de diez años, también asistiría a la misma universidad que yo. Así que tendríamos que compartir el departamento.
Recordaba vívidamente la última conversación con mis padres antes de irme.
—Yu, sé que esperabas privacidad, pero no nos sentimos cómodos dejándote solo ,— dijo mi madre con preocupación.
—Además, será una gran oportunidad para que tú y Daoming se conozcan de nuevo,— añadió mi padre con entusiasmo.
No estaba nada contento con el arreglo, pero no tenía más remedio que aceptarlo. Así que aquí estaba, esperando la llegada de un primo casi desconocido con quien tendría que compartir mi espacio.
Esa noche, mis amigos Vinh y Jie me convencieron de salir para distraerme. Fuimos a un bar popular donde la música retumbaba y la gente bailaba sin parar. Tomé algunos tragos para soltarme y pronto me olvidé de mis problemas. Reímos y bailamos toda la noche, dejando atrás todas mis preocupaciones.
Aunque sabía que volvería a una realidad diferente, esa noche fue un escape que necesitaba. Mañana sería otro día para enfrentar la situación, pero por ahora, me dejé llevar por la música y la compañía de mis amigos.
Aquella noche en el bar, entre el gentío, mis ojos se posaron en una hermosa chica sentada sola en la barra. Tenía el cabello largo y negro que enmarcaba un rostro delicado. Sus ojos cafés destellaban con las luces del lugar.
Me acerqué para invitarle un trago. Ella sonrió tímidamente y aceptó. Nos presentamos, su nombre era Mei. Hablamos un rato y descubrí que también estaba empezando la universidad en otoño. Teníamos tanto en común que la conversación fluía naturalmente.
Cuando sonó una canción movida, la invité a bailar. Mei se mostró reticente al principio, pero la convencí de unirse a mí en la pista. Bailamos muy juntos, siguiendo el ritmo. Podía sentir la química creciendo entre nosotros.
Mei se soltó y me impresionó con sus pasos de baile. La tomé de la cintura acercándola más a mí. Ella me miró a los ojos y pude ver un deseo reflejado en su mirada. En ese momento supe que esta noche podía terminar de una forma muy especial.
La música seguía sonando fuerte en el bar, pero Mei y yo nos habíamos perdido el uno en el otro. En un momento, me acerqué a su oído para hacerme escuchar sobre la música.
—¿Te gustaría ir a otro lugar más tranquilo para seguir la noche?— le pregunté.
Mei me miró con sus grandes ojos cafés y asintió con una sonrisa pícara.
—Me encantaría,— respondió.
Salimos tomados de la mano del bar y paramos un taxi. Durante el viaje, no podíamos mantener las manos alejadas el uno del otro. Llegamos a mi departamento riendo y coqueteando.
Apenas cruzamos la puerta, Mei me empujó contra la pared y me besó apasionadamente. Le devolví el beso con la misma intensidad mientras mis manos recorrían su espalda y cintura. Ella enredó sus dedos en mi cabello, atrayéndome más cerca.
Entre besos, le susurré al oído:
—Me vuelves loco, Mei.—
Ella se rió suavemente.
—Tú también me vuelves loca, Yu.—
Nos movimos a tientas hacia mi habitación, dejando un rastro de ropa por el camino. Sabía que esta noche de pasión era justo lo que necesitaba para olvidarme de todo lo demás.
Los rayos de sol que se filtraban por la ventana me despertaron. Me estiré somnoliento y sentí un cuerpo cálido a mi lado. Mei dormía plácidamente, su largo cabello negro extendido sobre la almohada. Los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente: nuestro apasionado encuentro, besándonos con urgencia mientras nos deshacíamos de la ropa.
Sonreí para mis adentros, había sido una noche increíble. Pero también supe que estas diversiones en mi departamento llegarían a su fin una vez que mi primo se mudara. Suspiré, deseando poder congelar este momento para siempre.
Decidí dejar a Mei dormir mientras me levantaba sigilosamente para ir a la cocina. Puse la cafetera y saqué los huevos y el tocino del refrigerador. Quería sorprenderla con un buen desayuno después de nuestra actividad nocturna.
Mientras cocinaba, pensaba en lo afortunado que era de haber conocido a alguien como Mei. Aunque nuestro tiempo juntos fuera breve, estaba decidido a disfrutar cada momento.
Cuando Mei finalmente se despertó y entró a la cocina en una de mis camisas, con su cabello alborotado, no pude evitar sonreír.
—Buenos días, belleza,— le dije dándole un beso. Ella se rió.
—Huele delicioso aquí. Eres todo un chef, Yu.
Comimos el desayuno entre risas y caricias. Atesoraría estos momentos por siempre.
Después del desayuno, tomé valor y le pregunté a Mei:
—¿Te gustaría quedarte un poco más y seguir divirtiéndonos juntos?—
Ella me miró con una expresión de disculpa.
—Me encantaría, pero tengo que regresar a casa.
Mi corazón se hundió, había olvidado que Mei solo era otra chica que pasaba por mi casa.
—Entiendo... ¿crees que podamos vernos de nuevo antes de que te vayas?— le pregunté esperanzado.
Mei sonrió y sacó su teléfono.
—Dame tu número y definitivamente nos mantendremos en contacto.— Intercambiamos números y luego nos quedamos mirándonos por un momento, ninguno queriendo decir adiós.
Finalmente Mei se puso de pie y empezó a recoger su ropa esparcida por la habitación. Se vistió rápidamente, su cabello negro luciendo despeinado y su vestido arrugado. Pero incluso así se veía hermosa.
La acompañé a la puerta donde nos dimos un largo y apasionado beso de despedida.
—Te voy a extrañar, Yu,— Mei susurró.
—Y yo a ti,— respondí, acariciando su mejilla.
Con una última mirada triste, Mei se dio la vuelta y se fue. Yo me quedé en la puerta, viéndola alejarse con el corazón lleno de emociones encontradas. Esa había sido una noche mágica, era una lástima cuando empezó a sonar mi teléfono indicando que tenía que recoger a mi primo en la estación de autobuses.
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