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El Amor De Yu

1. Yu

Miré a mi alrededor en el departamento vacío y suspiré. Me había hecho ilusiones de tener este lugar para mí solo cuando me mudé para asistir a la universidad. Pero la semana pasada, mis padres me informaron que mi primo Daoming, a quien no había visto en más de diez años, también asistiría a la misma universidad que yo. Así que tendríamos que compartir el departamento.

Recordaba vívidamente la última conversación con mis padres antes de irme.

—Yu, sé que esperabas privacidad, pero no nos sentimos cómodos dejándote solo ,— dijo mi madre con preocupación.

—Además, será una gran oportunidad para que tú y Daoming se conozcan de nuevo,— añadió mi padre con entusiasmo.

No estaba nada contento con el arreglo, pero no tenía más remedio que aceptarlo. Así que aquí estaba, esperando la llegada de un primo casi desconocido con quien tendría que compartir mi espacio.

Esa noche, mis amigos Vinh y Jie me convencieron de salir para distraerme. Fuimos a un bar popular donde la música retumbaba y la gente bailaba sin parar. Tomé algunos tragos para soltarme y pronto me olvidé de mis problemas. Reímos y bailamos toda la noche, dejando atrás todas mis preocupaciones.

Aunque sabía que volvería a una realidad diferente, esa noche fue un escape que necesitaba. Mañana sería otro día para enfrentar la situación, pero por ahora, me dejé llevar por la música y la compañía de mis amigos.

Aquella noche en el bar, entre el gentío, mis ojos se posaron en una hermosa chica sentada sola en la barra. Tenía el cabello largo y negro que enmarcaba un rostro delicado. Sus ojos cafés destellaban con las luces del lugar.

Me acerqué para invitarle un trago. Ella sonrió tímidamente y aceptó. Nos presentamos, su nombre era Mei. Hablamos un rato y descubrí que también estaba empezando la universidad en otoño. Teníamos tanto en común que la conversación fluía naturalmente.

Cuando sonó una canción movida, la invité a bailar. Mei se mostró reticente al principio, pero la convencí de unirse a mí en la pista. Bailamos muy juntos, siguiendo el ritmo. Podía sentir la química creciendo entre nosotros.

Mei se soltó y me impresionó con sus pasos de baile. La tomé de la cintura acercándola más a mí. Ella me miró a los ojos y pude ver un deseo reflejado en su mirada. En ese momento supe que esta noche podía terminar de una forma muy especial.

La música seguía sonando fuerte en el bar, pero Mei y yo nos habíamos perdido el uno en el otro. En un momento, me acerqué a su oído para hacerme escuchar sobre la música.

—¿Te gustaría ir a otro lugar más tranquilo para seguir la noche?— le pregunté.

Mei me miró con sus grandes ojos cafés y asintió con una sonrisa pícara.

—Me encantaría,— respondió.

Salimos tomados de la mano del bar y paramos un taxi. Durante el viaje, no podíamos mantener las manos alejadas el uno del otro. Llegamos a mi departamento riendo y coqueteando.

Apenas cruzamos la puerta, Mei me empujó contra la pared y me besó apasionadamente. Le devolví el beso con la misma intensidad mientras mis manos recorrían su espalda y cintura. Ella enredó sus dedos en mi cabello, atrayéndome más cerca.

Entre besos, le susurré al oído:

—Me vuelves loco, Mei.—

Ella se rió suavemente.

—Tú también me vuelves loca, Yu.—

Nos movimos a tientas hacia mi habitación, dejando un rastro de ropa por el camino. Sabía que esta noche de pasión era justo lo que necesitaba para olvidarme de todo lo demás.

Los rayos de sol que se filtraban por la ventana me despertaron. Me estiré somnoliento y sentí un cuerpo cálido a mi lado. Mei dormía plácidamente, su largo cabello negro extendido sobre la almohada. Los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente: nuestro apasionado encuentro, besándonos con urgencia mientras nos deshacíamos de la ropa.

Sonreí para mis adentros, había sido una noche increíble. Pero también supe que estas diversiones en mi departamento llegarían a su fin una vez que mi primo se mudara. Suspiré, deseando poder congelar este momento para siempre.

Decidí dejar a Mei dormir mientras me levantaba sigilosamente para ir a la cocina. Puse la cafetera y saqué los huevos y el tocino del refrigerador. Quería sorprenderla con un buen desayuno después de nuestra actividad nocturna.

Mientras cocinaba, pensaba en lo afortunado que era de haber conocido a alguien como Mei. Aunque nuestro tiempo juntos fuera breve, estaba decidido a disfrutar cada momento.

Cuando Mei finalmente se despertó y entró a la cocina en una de mis camisas, con su cabello alborotado, no pude evitar sonreír.

—Buenos días, belleza,— le dije dándole un beso. Ella se rió.

—Huele delicioso aquí. Eres todo un chef, Yu.

Comimos el desayuno entre risas y caricias. Atesoraría estos momentos por siempre.

Después del desayuno, tomé valor y le pregunté a Mei:

—¿Te gustaría quedarte un poco más y seguir divirtiéndonos juntos?—

Ella me miró con una expresión de disculpa.

—Me encantaría, pero tengo que regresar a casa.

Mi corazón se hundió, había olvidado que Mei solo era otra chica que pasaba por mi casa.

—Entiendo... ¿crees que podamos vernos de nuevo antes de que te vayas?— le pregunté esperanzado.

Mei sonrió y sacó su teléfono.

—Dame tu número y definitivamente nos mantendremos en contacto.— Intercambiamos números y luego nos quedamos mirándonos por un momento, ninguno queriendo decir adiós.

Finalmente Mei se puso de pie y empezó a recoger su ropa esparcida por la habitación. Se vistió rápidamente, su cabello negro luciendo despeinado y su vestido arrugado. Pero incluso así se veía hermosa.

La acompañé a la puerta donde nos dimos un largo y apasionado beso de despedida.

—Te voy a extrañar, Yu,— Mei susurró.

—Y yo a ti,— respondí, acariciando su mejilla.

Con una última mirada triste, Mei se dio la vuelta y se fue. Yo me quedé en la puerta, viéndola alejarse con el corazón lleno de emociones encontradas. Esa había sido una noche mágica, era una lástima cuando empezó a sonar mi teléfono indicando que tenía que recoger a mi primo en la estación de autobuses.

2. Yu

Con un suspiro, me subí a mi auto y conduje hacia la estación de autobuses. Era el día que tenía que recoger a mi primo Daoming, recién llegado de su pequeño pueblo en el campo.

Manejé sin prisa, pasando por las calles de la ciudad, saboreando estos últimos momentos de libertad. Pronto mi departamento se llenaría con la presencia de un primo que no había visto en años. Un primo que, según mis padres, nunca había salido de su pequeño rancho desde que era niño.

Me imaginaba tener que enseñarle todo como a un niño pequeño, llevándolo de la mano por la gran ciudad. Explicándole cómo usar el metro, cómo cruzar las calles, presentándole la tecnología moderna. Suspiré con frustración, no tenía tiempo para esas niñerías.

Mientras manejaba sin rumbo, pensaba en los últimos dos días que había pasado con Mei. Nuestras risas, nuestra pasión...todo eso terminaría ahora. Mi departamento ya no sería un espacio privado para entretener a hermosas chicas.

Finalmente, cuando no pude retrasarlo más, me dirigí a la estación. Era hora de recoger a mi primo y empezar esta nueva e incómoda situación de compañeros de cuarto. Adiós a mi privacidad y libertad.

Miré el reloj y ya llevaba 15 minutos de retraso para recoger a Daoming. Rápidamente le envié un mensaje:

"¡Hola primo! El tráfico está terrible, llegaré unos minutos tarde a la estación. ¡Perdón por la demora, espera por favor!"

Daoming respondió: "No hay problema, te espero aquí."

Golpeé el volante con frustración mientras avanzaba lentamente entre el tráfico. No podía creer que tuviera que recoger a este primo infantil. Su foto de contacto era un dibujo de un personaje de anime, ¿quién mayor de 12 años usa eso? Claramente no estaba listo para vivir en la ciudad.

Suspiré pesadamente, no tenía ganas de ser niñero de un adulto que no sabía valerse por sí mismo. Preferiría estar con una chica como Mei, viviendo libremente en mi departamento.

Finalmente llegué a la estación de autobuses. Me quedé unos minutos en el auto, juntando energía antes de enfrentar esta nueva e indeseada responsabilidad familiar. Con gran esfuerzo, salí y me dirigí adentro para recoger a mi primo. Era hora de conocer a este infantil e incómodo nuevo compañero de cuarto.

Levanté la vista del teléfono después de llamar a Daoming y decirle que nos viéramos en la entrada principal. Escaneé a la pequeña multitud, preguntándome cómo reconocería a un primo que no había visto desde que éramos niños.

De repente, un chico apuesto se acercó.

—¿Yu?— preguntó con una voz profunda y melodiosa. Era la misma voz que había escuchado por teléfono.

Asentí sorprendido, incapaz de hablar por un momento. Daoming era increíblemente atractivo. Su cabello rizado y negro enmarcaba unos impresionantes ojos azules. Su piel estaba bronceada por el trabajo al aire libre. Y su camisa desgastada de campesino iba de acuerdo con su piel.

Tragué saliva, de repente consciente de los latidos acelerados de mi corazón. Daoming no se parecía en nada al primo infantil que había imaginado. Era un hombre joven, y muy apuesto.

Finalmente recuperé la compostura y extendí mi mano.

—Soy Yu, un gusto en volver a verte— dije, esperando que no notara el temblor en mi voz.

—El gusto es mío, primo.— Su sonrisa hizo que mis rodillas se sintieran débiles.

—Déjame ayudarte con el equipaje,— ofrecí, necesitando una distracción de mi atracción creciente.

Esto ciertamente sería más complicado de lo que esperaba. Tendría que mantener bajo control estos confusos nuevos sentimientos.

Mientras manejaba de regreso al departamento, mis ojos se desviaban continuamente para mirar a Daoming en el asiento del pasajero. Trataba de ser discreto, robando solo breves vistazos de reojo. Él estaba concentrado en su teléfono, tecleando rápidamente.

Me preguntaba con quién estaría hablando. Una parte de mí tenía curiosidad, aunque sabía que no debía entrometerme. Después de todo, a mí nunca me habían gustado los hombres. Pero Daoming despertaba extrañas emociones en mí que no podía explicar.

—Mis amigos y yo nos juntaremos esta noche para ponernos al día,— comentó Daoming de repente.

—Oh, no sabía que tenías amigos aquí,— respondí casualmente.

—Sí, varios de mis compañeros de escuela se mudaron a la ciudad este año también,— explicó. —Será genial ver caras familiares.

Cerré los ojos, sintiendo una punzada de celos. Daoming ya tenía planes para salir y divertirse, mientras que yo estaría atascado en el departamento solo. Suspiré internamente. Esta situación ciertamente sería más complicada de lo esperado.

—Esperaba que tú y yo pudiéramos hacer algo esta noche, ya sabes, para conocernos mejor.

Daoming me miró con sus penetrantes ojos azules.

—En realidad, puedes venir conmigo y mis amigos si quieres. Me encantaría presentarte.

Titubeé por un momento. No me hacía ilusión pasar la noche con un grupo de extraños. Pero como el primo mayor, sentía cierta responsabilidad de vigilar a Daoming.

—Está bien, iré con ustedes,— accedí finalmente. —Aunque creo que también llamaré a algunos de mis amigos, por si acaso necesitamos refuerzos.

Daoming soltó una carcajada, su risa cristalina hacía eco en el departamento. Sentí que mi corazón daba un vuelco ante ese sonido. Luego me regaló una sonrisa radiante que hizo estremecer todo mi cuerpo.

—Espero no le digas a mi padre, le prometí que me portaria bien la gran ciudad,— dijo con sinceridad. —Significa mucho para mí.

Tragué saliva y aparté la mirada, abrumado por la calidez que sentía en su presencia.

—Tranquilo, será nuestro secreto.

Me observé en el espejo del baño, apenas reconociendo al joven de mirada febril que me devolvía la mirada. Me pasé las manos por el cabello una y otra vez, intentando darle la forma perfecta. Luego me rocíe generosamente con mi mejor colonia, inhalando su aroma almizclado.

Estaba actuando como un loco, lo sabía muy bien. Nunca me había esmerado tanto en arreglarme para una salida nocturna. Pero no podía evitarlo. Quería verme lo mejor posible esta noche. Quería impresionar a Daoming.

Agarré mi teléfono y le escribí a mis amigos: —Reunión de emergencia a las 8. Los necesito esta noche, chicos.—

Me miré al espejo una vez más. Mis mejillas estaban sonrojadas y mis ojos brillantes por la anticipación. Estaba cayendo rápidamente en este enredo con Daoming.

Necesitaba controlarme y pensar bien qué estaba haciendo. Esta atracción era nueva y confusa para mí. No quería apresurarme y hacer algo de lo que me arrepintiera.

Respiré profundamente para calmar mis nervios. Debía tener cuidado y abordar la situación con madurez, sin importar la locura que sentía.

3. Yu

Me encontraba en el bar con mis amigos, bebiendo y charlando en nuestra mesa habitual. Se suponía que podría tomar la oportunidad de la noche para relajarme y divertirme. Quizás conocer a alguna chica linda con la que pasar un buen rato. Pero una y otra vez, mis ojos se desviaban al otro lado del bar, donde Daoming reía con su grupo.

—Oye Yu, esa rubia de la barra no ha dejado de mirarte. Deberías invitarla un trago,— me codeó mi amigo Wei.

—Ah...sí, tal vez en un rato,— respondí vagamente, mi atención puesta en como Daoming le susurraba algo al oído a un chico sentado junto a él.

Sentí que los celos me carcomían por dentro. Se suponía que yo debía estar persiguiendo chicas esta noche. En cambio, solo podía pensar en ese magnetismo que sentía hacia Daoming, por más incorrecto que fuera.

Mis amigos continuaron metiéndose conmigo por ignorar los coqueteos de la rubia. Traté de reírme y seguirles la corriente, pero en mi mente solo había espacio para observar a hurtadillas al chico que me tenía hechizado.

Decidí que tenía que distraerme de mirar a Daoming, así que me levanté de la mesa y me acerqué a la barra donde estaba la chica rubia que me había señalado Wei.

—Hola, soy Yu,— le dije con mi sonrisa más encantadora.

Ella me devolvió la sonrisa.

—Ween, un gusto.

Pedí un par de tragos y comencé a conversar con Ween. Al principio mantuve toda mi atención en ella, riendo de sus bromas y rozando su brazo sugestivamente. Pero mi mente seguía vagando hacia la mesa de Daoming.

En un momento, mientras Ween me contaba sobre su trabajo, mi mirada se desvió distraídamente y para mi sorpresa, me encontré con los ojos de Daoming fijos en mí. Sentí que me ruborizaba ante la intensidad de su mirada.

Cuando volví a prestar atención a Ween, ella me miró con el ceño fruncido.

—¿Me estabas escuchando siquiera?— preguntó con irritación. Antes de que pudiera disculparme, se levantó molesta y se alejó de la barra.

Suspiré con frustración. Ni siquiera podía concentrarme para coquetear.

Cuando regresé derrotado a la mesa de mis amigos, supe que se burlarían de mí.

—Vaya Yu, ahí se fue tu oportunidad de pasar una buena noche,— se rió Wei.

—Sí, es raro verte fracasar con una chica así,— agregó Lin.

—Es que ha estado muy distraído mirando hacia esa mesa de allá,— señaló Wei pícaramente.

—Ah, ya veo. Oye Yu, no nos habías dicho que también te pueden gustar los hombres,— bromeó Lin dándome un codazo.

Me puse rojo ante ese comentario tan cercano a la verdad. Ellos no sabían que uno de esos chicos era mi primo Daoming.

—Jaja, sí...supongo que podrían gustarme,— respondí nerviosamente, tratando de seguirles la broma. Mis amigos se carcajearon, pero sentí un nudo en la garganta.

Seguía lanzando miradas furtivas a la mesa de Daoming, observando cómo él y sus amigos bebían y reían sin parar. En un momento dado, noté que Daoming parecía bastante ebrio, tambaleándose un poco en su silla.

Uno de los chicos sentados junto a él, alto y de cabello oscuro, se inclinó para susurrarle algo al oído. Vi cómo posaba su mano en la rodilla de Daoming de una forma que se me hizo demasiado íntima.

Sentí una punzada de celos ante esa imagen. Sin pensarlo dos veces, me disculpé rápidamente con mis amigos y me levanté para dirigirme a la mesa de Daoming. No estaba seguro de lo que haría, sólo sabía que tenía que intervenir.

—¡Primo!— exclamé con falsa alegría cuando llegué a su lado, pasando un brazo alrededor de sus hombros. —Creo que has bebido suficiente por hoy, deberíamos irnos ya.

Daoming me miró con confusión por un momento antes de asentir lentamente. Me despedí fríamente del resto y saqué a Daoming del bar, con mi brazo aún protectoramente sobre sus hombros.

Afuera respiré aliviado. No estaba seguro de qué me había poseído, pero no podía soportar ver a ese chico tocando a Daoming de esa manera.

Con cuidado, ayudé a Daoming a recostarse en el asiento del copiloto de mi auto. Estaba muy ebrio, riéndose tontamente, con la mirada perdida. Sin embargo, no pude evitar notar lo hermoso que se veía incluso en ese estado, con su cabello despeinado y sus mejillas sonrojadas.

Mientras manejaba de regreso al departamento, Daoming divagaba sin parar, diciendo incoherencias y riendo como un niño pequeño. Normalmente me hubiera molestado tener que lidiar con un borracho, pero encontré encantadora su desinhibición.

—Sabes ... eres el mejor de todos,— balbuceó, para luego soltar una carcajada. —Pero no le digas a nadie que dije eso.

No pude evitar reírme también ante sus ocurrencias.

—Tu secreto está a salvo conmigo,— le respondí, mirándolo con ternura.

Seguía parloteando sinsentidos, pero yo lo escuchaba con atención, sintiendo un calor en el pecho al verlo tan despreocupado y alegre. Mi atracción por él crecía a cada minuto, pero no me importaba.

Cuando llegamos al departamento, ayudé a Daoming a recostarse en su cama, quitándole los zapatos y cubriéndolo con una manta. Me disponía a retirarme a mi habitación cuando sentí que me agarraba de la mano.

—No te vayas, Jian,— murmuró, mirándome con ojos vidriosos.

—Por favor, no me abandones otra vez,— continuo suplicando con voz quebrada. —Me portaré bien esta vez, lo prometo. No me dejes solo...te amo...

Sentí una punzada en el pecho al verlo así de vulnerable. No sabía bien a quién creía estar viendo, pero claramente era alguien muy importante para él. Mis emociones encontradas luchaban dentro de mí. Quería marcharme, pero la angustia en su voz me lo impedía.

Finalmente me recosté a su lado y lo abracé con fuerza, susurrándole al oído:

—No te preocupes...no te dejaré jamás. También te amo.

Daoming se relajó en mis brazos, tranquilizándose al escuchar esas palabras. Después me atrajo hacia él en un abrazo, no esperaba lo que vino después. De repente, sentí el roce suave de sus labios sobre los míos en un beso dulce y lento.

Me quedé paralizado, mi mente entrando en pánico. Esto estaba mal, era mi primo y los dos éramos hombres. Pero a pesar de la voz de alarma en mi cabeza, no pude evitar devolverle el beso, cerrando los ojos y fundiéndome en la calidez de sus labios.

Finalmente, Daoming se quedó profundamente dormido, ajeno a la tormenta de emociones que había desatado en mí con ese beso. Sabía que esto estaba prohibido, que él probablemente no recordaría nada en la mañana. Pero una parte de mí anhelaba quedarme a su lado.

Así que, en contra de mi buen juicio, me acurruqué junto a él y cerré los ojos, escuchando el latido relajante de su corazón. Poco a poco, el sueño me fue venciendo, hasta quedarme dormido en sus brazos, postergando al menos hasta el amanecer la culpa y la confusión.

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