5. Yu

Era el primer día de clases y pensé que sería una buena oportunidad para mostrarle a Daoming las instalaciones de la universidad. Pero cuando se lo propuse en el estacionamiento, él negó con la cabeza.

—No es necesario Yu, ya hice el recorrido de inducción en la semana pasada y conozco bastante bien el campus ahora. Acorde con mis nuevos compañeros de clase encontrarnos antes de la primera lección, así que me iré con ellos.—

Sentí una punzada de celos al pensar en Daoming relacionándose con otros chicos, riendo con ellos como solíamos reír en esa semana. Pero no podía detenerlo, yo también debía enfocarme en mis propios estudios y amistades.

—Está bien primo, nos vemos luego entonces.— Le dije con fingida tranquilidad.

Daoming se despidió alegremente. Lo vi alejarse charlando y bromeando con ellos, totalmente inmerso en sus vidas. Suspiré con una mezcla de melancolía y anhelo.

Pero no podía aferrarme a algo imposible. Debía darle su espacio y confiar en que solo eramos primos. Con eso en mente, me dirigí a mis propias clases, esperando que el estudio me ayudara a poner en orden mis turbulentas emociones.

Me costaba concentrarme en la lección de administración. Garabateaba distraídamente en mi libreta, mi mente vagando en otros asuntos. Nunca imaginé que la universidad podría ser tan aburrida. Extrañaba las tardes de aventuras por la ciudad con Daoming, riendo sin parar a su lado.

Mi amigo Wei se sentó a mi lado cuando la clase terminó.

—Oye Yu, no pareces tú mismo últimamente. ¿Qué te tiene tan distraído?

Suspiré, incapaz de confesarle la verdad.

—No es nada, supongo que aún no me acostumbro al ritmo de las clases.

Wei me dio una palmada en la espalda.

—¡Anímate! Tengamos una noche de diversión como en los viejos tiempos. Las clases no lo son todo, ¡hay que disfrutar la vida universitaria!

Le sonreí agradecido por tratar de levantarme el ánimo. Tal vez tuviera razón y necesitaba distraerme.

—Suena bien, vamos a divertirnos esta noche.— Le respondí, aunque sabía que en el fondo ninguna fiesta o chica podría llenar el vacío que sentía desde la indiferencia de Daoming. Pero debía intentarlo, o terminaría hundiéndome en la miseria.

Caminé por el campus junto a Wei, quién no paraba de señalarme chicas atractivas. Pero por más que lo intentaba, no sentía ninguna chispa de interés o atracción. Sus coqueteos no despertaban en mí más que indiferencia.

Luego mi mirada se cruzó con la de un chico alto y de rasgos finos que pasaba cerca. Sentí un vuelco en el estómago que hacía tiempo no experimentaba cuando nuestras miradas se cruzaron y de pronto me sonrió. Wei siguió hablándome de chicas, pero yo no podía apartar los ojos de ese desconocido.

Me di cuenta entonces que tal vez me había estado engañando todo este tiempo. Mi obsesión por Daoming no se debía solo a nuestro parentesco, sino a un genuino interés por los hombres que había estado suprimiendo.

Quizás nunca tendría una oportunidad real con mi primo, pero nada me impedía intentar explorar esta nueva vertiente de mi sexualidad. Si conseguía reunir el valor para dar un paso al frente y dejar los prejuicios atrás, un mundo de posibilidades se abriría ante mí.

Mientras Wei se alejaba ante mi indeferencia, me quedé pensativo, contemplando abordar este atractivo desconocido y presentarme.

Armándome de valor, me acerqué al chico atractivo para presentarme. Pero a mitad de camino, la mirada reprobatoria de unos estudiantes me hizo detenerme, intimidado.

En lugar de hablarle, di media vuelta y me escabullí por los pasillos de la universidad, necesitando estar solo. Sin saber cómo, terminé en una zona apartada del edificio de ingeniería. Miré alrededor buscando a Daoming por instinto, también debían haber terminado sus clases.

Mientras vagaba por los pasillos casi desiertos, vislumbré en la distancia a Daoming caminando y riendo con otro chico. Los seguí discretamente hasta que entraron juntos a un salón de clases, cerrando la puerta tras ellos.

Impulsado por la curiosidad, me acerqué de puntillas y me asomé por la pequeña ventana de la puerta. Contuve el aliento al ver a Daoming besando apasionadamente a ese muchacho, sus cuerpos entrelazados. Sentí una puñalada de dolor en el pecho ante esa visión cuando el beso termino en una abrupta sonrisa y Daoming se inclino en frente del chico.

Me alejé de la puerta. Así que Daoming sí estaba interesado en los hombres, pero no en mí. Me sentí como un tonto por fantasear todo este tiempo con la posibilidad de que pudiéramos estar juntos, yo era su primo, no podiar ver algo más.

Bajé la mirada, intentando contener el llanto. Sabía que no tenía derecho a sentirme así, Daoming no me debía nada. Pero el rechazo dolía profundamente.

Necesitaba urgentemente sentirme deseado, olvidar mi fijación con él. Estaba decidido a buscar mi propio romance esa noche, probar al menos por una vez los besos y las caricias que acababa de ver.

En mi huida, me crucé nuevamente con el apuesto desconocido de antes. Esta vez, cuando nuestras miradas se encontraron, él se me acercó con una sonrisa coqueta.

—Hola, soy Jin— me susurró en un tono seductor, rozando sutilmente su mano contra la mía.

Me sobresalté ante su proposición directa, pero la visión de Daoming aún estaba fresca. Necesitaba urgentemente sentirme deseado aunque fuera por un rato. Así que asentí y lo guíe hacia mi auto, con el pulso acelerado.

Antes de subir, le envié un rápido mensaje a Daoming avisando que llegaría tarde a casa. Luego arranqué el motor y conduje nerviosamente hasta un hotel, con Jin observándome en silencio.

Sabía que estaba actuando impulsivamente, pero ya no podía seguir negando mis deseos. Quería explorar esta vertiente desconocida, entregarme al placer carnal que me fue negado con Daoming. Esa tarde descubriría un mundo nuevo, lejos de primos inalcanzables y amores no correspondidos.

Apenas crucé la puerta, Jin me empujó contra la pared y me besó con fiereza. Cerré los ojos y le devolví el beso con la misma intensidad, dejándome llevar. Sus manos recorrían ávidamente mi cuerpo mientras nos dirigíamos a tropezones a la habitación.

Caímos sobre la cama desvistiéndonos con urgencia. Por un momento pensé en Daoming y sentí una punzada de culpa, pero rápidamente la acallé concentrándome en las sensaciones. Los labios de Jin en mi cuello, mis manos sujetando sus caderas, nuestros cuerpos desnudos frotándose.

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