14. Daoming

Después de esa intensa sesión de entrenamiento, mi cuerpo estaba casi a punto de desvanecerme. Sabía que tendría que irme a casa, de volver a sentir aquella incomparable calidez con Yu me mantenía ansioso por regresar lo antes posible.

Con el agua corriendo por mi rostro y una sensación de hambre creciente, noté como el entrenador se acercaba hacia mí, con una sonrisa en su rostro.

—Daoming—, me dije el profesor, —lo has hecho estupendo—.

Yo sólo pude asentir, en el campo era normal que corriera la mayor parte del tiempo.

—Estamos organizando un fogueo en la universidad vecina la próxima semana. Espero que puedas venir—.

—Gracias por la invitación—, le dije al entrenador, —me apuntaré—.

Después de decir adiós al entrenador y observar a Yu conversando con su amigo, me dirigí a las duchas. El calor y la humedad me hacían sentir una sensación incomparable.

Desvestido y con la aguada corriendo sobre mis piel, noté cómo los demás compañeros de atletismo se retiraban del lugar, dejándome solo en el baño. Ese momento me pareció ideal para perderme en mi pensamiento y olvidar por un momento a Jian.

Me sumergí en el agua, disfrutando de su frescura contra mi piel cansada. La

Pero mientras disfrutaba de aquel momento tranquilo, súbitamente me topé con algo inesperado: la mano de Chen, tocando suavemente mi espalda y bajándose por mis muslos.

Chen me mantuvo mirándome durante un silencioso instante. Su expresión era de confianza y deseo simultáneos, como si estuviera seguro de que podía manipular mi respuesta a su presencia en aquel momento inoportuno.

—Podemos aprovechar que estamos solos—, le dije Chen con una voz rasgada.

Mi corazón se agitó al oír esas palabras.

—No—, le dije a Chen, —Es mejor si simplemente vuelves a vestirte y te vas—.

El hombre me miró con una expresión de sorpresa antes de acercarse de nuevo: esta vez, comenzó a besar mi cuello, suavemente pero insistente. Mi mente se volvió tormentosa; deseaba escapar de aquella situación, pero el recuerdo de lo que había sido entre Chen y mí me mantenía atrapado en ese momento.

En ese instante, la ira y la indignación tomaron mi control.

—Deja de eso—.

Y así, con un codazo rápido, lo derrumbe en el suelo.

Chen me miró, con una mirada que mostraba confusión y desesperación. No podía importarme poco.

—Pensé que teníamos algo— Dijo Chen, negué con la cabeza, —te acercaste a mi, tu fuiste quién me siguió al atletismo—.

—Olvídalo Chen, lo has malinterpretado—.

—Ya veo, es por tu primo—.

No dije nada, salí de la bañera tan pronto como pude, tratando de evitar cualquier conversación que me hiciera hablar de más. No era por Yu, era por Jian, quería sacarlo de mi cabeza como fuera posible y sabía que con Chen nunca lo lograría, no quería sentirme usado, más bien amado.

Pero al salir de la bañera y observar a Yu todavía platicando con su amigo, un sentimiento agridulce agravó mi pecho, tan solo lo ignore lleno de cólera y lo evite con la mirada.

Corrí hacia el vehículo, vi a Yu salir de las gradas y acelerar su andadura para alcanzarme. Su mirada expresaba preocupación y angustia.

Sin embargo, no quise darle atención hasta llegar al auto; mientras corrí, Yu desactivo la alarma para poder entrar al auto. Al abrir las puertas del vehículo, me subí al interior con rapidez.

Vi a Yu abriéndose camino para subir junto a mí. Su mirada era insistente, como si quisiera hacerlo percibir que no podía dejar ir a alguien tan importante para su corazón y vida.

—Pareces alterado—, le dije a Yu con una voz tensa, —si es por ese chico con quién estaba platicando, no te preocupes, tu eres quien me gusta—.

Mi primer impulso era rechazarlo, pero al ver el desvelado de sus ojos y su cara fría, comprendí que no podía dejarlo solamente así. Me volví hacia él.

—Te creo— dije, acercando mis labios a los suyos y permitiendo que el ambiente me reconfortara. Le mostraría a Yu que no existiría nadie mejor que yo, era al único que podía amar, el único que le mostraría lo que en verdad quería.

—Espera—, dijo Yu, —algunas personas pueden vernos—.

—No importa—, dije, —Nadie va a saber quiénes somos—.

En el auto, esa sensación de deseo e irresistible se volvía cada vez más fuerte. Mi mente se enfocaba exclusivamente en aquel momento con Yu; todo lo demás dejó de existir, ya que nuestros cuerpos se entrelazaban y nos sentíamos en armonía como nunca antes.

Nuestras manos se entrelazaban con fuerza y pasión, mientras Yu apoyaba la cabeza sobre el asiento del auto, permitiéndome continuar dando aquel placer que no podía esperar hasta llegar a la casa.

Mi boca no abandonó sus labios hasta que Yu empezó a perder la paciencia por haberlo arrinconado en un lugar donde nos podrían ver, tal vez era lo mejor, que todos supieran que Yu ya tenía dueño.

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