—¿Y entonces murió, señor Yamato? —preguntó Saito con preocupación, completamente absorto en la historia, incapaz de pensar con claridad.
—Desafortunadamente, sí… ¡Pero logré sobrevivir! —exclamó Yamato, levantando el puño en el aire con un dramatismo aún mayor que antes.
—Uf, qué alivio. ¡¿Y qué pasó después?!
—Bueno, estaba a punto de llegar a esa parte —dijo Yamato, preparándose para continuar con su relato.
En el pasado...
—¡¡¡Yamato!!! —El desgarrador grito de Karin resonó en el aire. Su angustia era tal que gruesas lágrimas rodaban por su rostro al contemplar la escena ante ella.
—Je, je, je… Espero que con esto hayas aprendido cuál es tu lugar, idiota. ¡Nadie me falta al respeto sin sufrir las consecuencias! —se burló Mahairu, completamente orgulloso de su acción.
—No… No… No… Esto no puede estar pasando… Yamato, tú no puedes estar muerto. Tú… tú no… —balbuceó Karin en estado de shock. Sus lágrimas caían sin control mientras el humo que cubría el lugar comenzaba a disiparse.
—Vamos, Karin, no llores por ese inútil. Sabes bien que yo soy el hombre indicado para ti, no ese pobre y estúpido pescador que ni siquiera valía mi tiempo. Lo que me recuerda… —Mahairu se acercó con una sonrisa maliciosa—. ¿Por qué no terminamos lo que empezamos hace rato? Te prometo que borraré todo ese sufrimiento y haré que solo sientas placer.
—¡Eso no va a pasar nunca, maldito sinvergüenza!
El grito, firme y decidido, paralizó a todos.
Emergiendo del humo que se desvanecía poco a poco, apareció una figura imponente. Cuando la neblina se disipó por completo, todos quedaron boquiabiertos.
Era una mujer de impresionante belleza, de pie con la elegancia de una diosa vengativa. Vestía un kimono rojo adornado con brillantes pétalos escarlata. Su largo cabello rojizo ondeaba con la brisa, reflejando la luz como hilos de fuego, y sus ojos azul marino, hipnóticos y penetrantes, se clavaron en Mahairu con un destello de furia contenida. Su mera presencia heló la sangre de los presentes.
Karin pareció saber quién era ella y gritó algo que hasta a mí me sorprendió por cómo la llamó: "¡¡¿Mamá?!!"
Al parecer, la mujer que me había salvado de morir era en su momento la actual líder del clan de los Pétalos de Sangre y la madre de Karin, Hana Yamamoto. Vaya hombre afortunado que soy, ¿no? Luego continuó diciendo: "Al parecer los niños de hoy en día piensan que pueden hacer lo que quieran sin recibir ninguna consecuencia por sus acciones. Parece que tendré que darte una lección para que esto no se vuelva a repetir."
"—¡¡Cállate, maldita vieja, tú no eres nadie para hablarme de esa manera como ese maldito pescador que está detrás de ti!!" —exclamó Mahairu con ira, haciendo lo que posiblemente fuera el acto de estupidez más grande que vi en toda mi vida.
El instinto asesino de la madre de Karin aumentó de tal forma que hizo temblar incluso al mismo suelo, algo que atemorizó incluso a las mujeres que acompañaban a la líder de dicho clan como sus guardaespaldas.
"—'Vieja', dijiste" —dijo Hana con una risita que señalaba de todo menos buenas intenciones y continuó diciendo—: "Nadie, ni siquiera mi antiguo amante, me dijo algo como eso. Que un niño maleducado como tú me diga algo así es... ¡inaceptable!"
La madre de Karin levantó su mano derecha y de ella convocó una enorme cantidad de pétalos rojo brillante que parecían una ola gigante hecha de pétalos.
Mahairu no se quedó atrás y ordenó a su león gigante que lanzara llamas de su boca, provocando una enorme corriente de aire por el impacto de ambos poderes.
—"Ja, ¿de verdad piensas que con ese nivel tan mediocre de habilidad te crees capaz de enfrentarme? Debes de ser bastante orgulloso como para pensar que puedes vencerme por tu cuenta" —dijo Hana, incrementando el poder de su técnica al punto de que poco a poco estaba ganando terreno, hasta que el león de Mahairu no tuvo oportunidad de resistir el enorme poder de dicha técnica de Hana, quien se estaba conteniendo para no matar a su única hija con él.
El león gigante de fuego de Mahairu quedó hecho pedazos y Mahairu, como estaba en la cabeza de su bestia, no sufrió mucho daño. Cayendo al suelo adolorido por la caída, la madre de Karin se acercaba poco a poco a él con un aura asesina y atemorizante, y le dijo: "¿Te atreves a hacerle daño a mi hija, mi bebé, mi tesoro más preciado con tus sucias manos? No conformándote con eso, ¿también te atreviste a intentar abusar de ella a pesar de que se negó a estar contigo tantas veces? Parece que la muerte es demasiado buena para alguien como tú. Antes de que acabes con tu miserable vida, haré que experimentes tal infierno que me rogarás que te mate."
Luego de decir tales amenazas, la madre de Karin convocó una ventisca de pétalos muy afilados que parecían cuchillas y las dirigió hacia donde estaba Mahairu, quien del miedo a morir no pudo moverse en absoluto. Pero justo antes de que el ataque llegara hacia él, fue salvado de convertirse en carne molida por alguien extremadamente veloz, quien lo llevó a un lugar seguro y lo sujetaba de atrás de sus vestiduras por el cuello mientras hacía una reverencia.
"—Me disculpo, señora Yamamoto, pero me temo que no puedo permitir que mates a mi hijo y futuro heredero de mi clan" —dijo un hombre adulto de cabello castaño con ojos marrones. Vestía un kimono tradicional japonés de color negro y rojo, y también tenía una capa negra con el símbolo de un león rugiendo en su espalda, mientras se observaba a un puñado de hombres del clan León del Fuego detrás de él.
Este hombre era también el líder actual del clan León del Fuego, Khaled Shimura, quien era reconocido por sus asombrosas hazañas en la tercera gran guerra elemental de hace años.
"—Khaled, no me sorprende que estés aquí. Después de todo, sabías bien lo que estaba haciendo tu malcriado hijo estos últimos días y cómo acechaba a mi hija cada vez que podía para aprovecharse de ella, ¿no es así?" —dijo Hana con una mirada y tono bastante molestos e iracundos.
"—Señorita Hana, por favor discúlpeme. No tenía idea de que mi hijo estaba haciendo tales cosas como esta. Si lo hubiera sabido antes, lo habría reprendido severamente."
"—¡No quiero tus inútiles disculpas, Khaled! ¿Que no lo entiendes? Tu hijo no solo intentó aprovecharse de mi hija, sino que también intentó asesinar a un civil inocente solo para borrar todo rastro de evidencia de lo que estaba a punto de hacer, ¡y esto no lo voy a dejar pasar!"
"—Por favor, Hana, dame la oportunidad de corregir a mi hijo. No hace falta matarlo y tú lo sabes. Solo dame la oportunidad de hacerlo y te prometo que nunca más volverás a ver a mi hijo tratando de hacer algo como esto. Además, me debes un favor por aquella vez que te salvé la vida en la última guerra de hace años, ¿o acaso lo olvidaste?" —dijo Khaled con una seriedad profunda en su voz y en su rostro.
Hana solo pudo apretar los puños de la ira y la frustración, ya que aunque quería matar a Mahairu justo en ese momento, no podía negar el hecho de que Khaled le había salvado la vida en la Tercera Gran Guerra Elemental de hace años contra el País del Fuego. Habló a Khaled diciendo, enfurecida: "¡Bien, lárgate entonces, llévate a tu hijo, y si vuelve a tratar de acosar o siquiera acercarse a mi hija otra vez, te prometo que lo mataré yo misma en frente de ti, ¿entendiste?!"
"—¡¡Maldita vieja, ¿quién te crees tú para dirigirte así a mis padres?! ¡Tú...!" —Mahairu no terminó de gritar cuando un puño pesado lo golpeó tan fuerte en la cara que lo dejó en el suelo con la cara hinchada.
"—¡¡Cállate!!" —ordenó Khaled con una voz tan autoritaria y firme que hasta me hizo temblar a mí por cómo sonó.
"—¡¡Estoy tratando de sacarte de esta situación tan complicada en la que te metiste y tú, en lugar de ayudarme, complicas más las cosas insultando a la líder de los Pétalos de Sangre!! ¡Estoy muy decepcionado de ti, hijo! Esta actitud tuya es inaceptable, más siendo el futuro líder de mi clan algún día. Pero si sigues con esta actitud, voy a quitarte el puesto de sucesor del clan León del Fuego y se lo daré a alguno de tus hermanos. ¡¡¿Entendiste?!!"
Mahairu, al escuchar eso, se quedó inmediatamente callado y pálido por las palabras de su padre.
"—Con su permiso, señorita Hana, nos despedimos" —dijo Khaled dando una reverencia hacia la madre de Karin, y ella solo asintió con la cabeza. Después de unos segundos, Khaled y Mahairu, junto con sus amigos que habían sido noqueados en el suelo, se habían ido y Hana se acercó preocupadamente a su hija malherida que yacía sentada en el suelo.
"—¡¿Hija, estás bien?! ¡¿Te duele algo?!" —preguntó Hana con una expresión en su rostro muy preocupada y angustiada por su única hija, muy diferente a la Hana autoritaria que amenazó al líder del clan León del Fuego sin miedo hace unos momentos.
"—Sí, mamá, estoy bien. La verdad es que si no hubiera sido por Yamato, quien me ayudó enfrentándose valientemente contra los amigos de Mahairu, no hubiera estado con vida para hablar contigo" —respondió Karin con una voz algo cansada por lo sucedido.
Esas palabras sorprendieron en gran manera a Hana, quien no creía lo que su hija le decía.
"—Entonces, ¿eso significa que esos dos muchachos que estaban tirados como costal de papas en el suelo fueron derribados por ese pescador?" —preguntó Hana, incrédula ante la posibilidad de que un civil pudiera derrotar a dos miembros del clan León del Fuego él solo y sin la ayuda de nadie.
"—La verdad es que hasta a mí me sorprendió cuando lo hizo... Un momento, ¡¿dónde está Yamato, mamá?!" —preguntó angustiada Karin, quien sorprendió a su madre por lo preocupada que estaba por un hombre de cuya existencia ni siquiera sabía.
"—No te preocupes por él, hija, está a salvo. De hecho, él está ahí, mira" —la madre de Karin señaló a donde estaba yo, arrodillado en el suelo por las heridas que recibí antes.
"—¡¡Yamato!!" —gritó Karin con mucha preocupación y angustia, y corrió y se abalanzó sobre mí envolviéndome en un abrazo tan fuerte que pensé que iba a morir por falta de aire.
Esto sorprendió a todas las mujeres que habían acompañado a Hana para buscar a Karin, en especial a la misma Hana, quien estaba sorprendida en gran manera por lo que estaba viendo.
"—Me alegra que estés vivo. Estaba tan preocupada por ti que pensé que habías muerto en ese ataque que Mahairu te dio. Parece que te gusta hacerme preocupar tanto, ¿verdad?" —preguntó Karin, llorando a un costado de mi hombro derecho.
"—Qué puedo decir, ese es uno de mis superpoderes: hacer que chicas lindas se preocupen por mí" —dije yo, tratando de sacarle una sonrisa, mientras veía cómo la madre de Karin se acercaba poco a poco a donde estábamos nosotros con una mirada de repudio y desaprobación en su rostro.
"—Karin, ¿puedes explicarme qué está sucediendo aquí? ¿Cómo es que estás tan apegada a este pescador como para abalanzarte sobre él de esa manera? ¿Y por qué no me dijiste siquiera a dónde ibas cuando te dije que te quedaras en el palacio de los Pétalos de Sangre? ¡Lo que hiciste fue inaceptable y poco profesional! Si no hubiera usado mis habilidades de rastreo para encontrarte, quién sabe qué te habrían hecho esos desgraciados. ¡Exijo una explicación y la quiero ahora!" —dijo Hana con un desprecio muy serio y autoritario.
De repente, mi visión se volvió borrosa y oscura, y me desmayé por las heridas que recibí por parte de los compañeros de Mahairu. Lo último que pude ver fue mi cabeza golpeando el suelo y a Karin gritando de angustia.
Más tarde me desperté en una cama con vendajes en la cabeza y en los brazos. Me sentí algo mareado por alguna razón y vi a mi alrededor, notando que estaba en una habitación muy bonita y lujosa hecha de madera, con ventanas que mostraban una hermosa vista a una parte de la ciudad y también había un hermoso aroma que olía a rosas.
Al voltear a mi izquierda, pude ver a una Karin dormida en una silla usando la cama donde yo estaba acostado como almohada. Al despertar, pude ver cómo su rostro decaído y adormecido se volvía muy feliz y contento por verme despierto.
"—¡Yamato, estás despierto!"
Karin se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo tan fuerte que me dejó sin aire otra vez. Incluso si alguien no me mataba con llamas o con golpes mortales, lo haría Karin con la asombrosa fuerza que tenía.
"—Sí, estoy despierto, pero me temo que me volveré a desmayar si no me sueltas ahora mismo para que pueda respirar..."
"—¡Aaah, perdón, perdón, perdón!"
Cuando me soltó, empecé a inhalar aire otra vez, como si mi vida dependiera de eso.
"—Perdón, Yamato, no quería hacerte daño, es solo que a veces no controlo mi fuerza del todo, perdón" —dijo Karin, algo apenada por el abrazo.
Al ver eso, le devolví el abrazo para que no se sintiera mal de ninguna forma, y le dije: "No te preocupes por eso, de hecho me encanta que te lances sobre mí y me abraces con tanta fuerza que hasta el punto en el que me estrangules a veces. Mi mamá también lo hacía y déjame decirte que te quedas corta comparada con la fuerza que ella tenía. Mi papá casi se murió una vez por uno de sus abrazos cuando le regaló un chocolate que tanto le gustaba a ella para su aniversario."
Ella comenzó a reír y su hermosa risa se convirtió en una carcajada, y ambos nos reímos esa vez durante unos minutos que quería que duraran para siempre, hasta que ella tomó un tono más serio y dijo: "Yamato, tengo algo que decirte."
Esas palabras me sorprendieron bastante, y más la repentina actitud de Karin con la que las decía, y pude notar, aunque no lo pareciera, un poco de tristeza en sus ojos encubierta en su rostro serio. Supe en ese momento que era algo muy serio lo que estaba pasando.
"—¿De verdad? ¿De qué se trata?" —pregunté yo con bastante seriedad.
Karin suspiró profundamente y luego dijo algo que nunca imaginé que diría: "Lo lamento, Yamato... pero ya no podemos vernos nunca más..."
...Continuará....
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