El pescador.

Como era costumbre, Ezequiel, lanzó la red con fuerza, esta, calló completamente abierta a varios metros de distancia de la barca; poco a poco fue sacando la red del agua jalando la soga:

_ Nada _ dijo en voz alta como si estuviera acompañado _ otra vez sale sin un pez _ cargó la red y comenzó a prepararla para otro tiro _ si sigo así no tendré que comer hoy _ con fuerza, volvió a lanzar ka red _ ¿Qué pensaría si me viese mi maestro ahora?, de seguro sentiría pena y vergüenza.

Subió el ancla y navegó unos metros con el ancla aún en el agua, sabía que era peligroso hacerlo, pero estaba desesperado por pescar.

Subió la red con fuerza, estaba pesada, al parecer traía algo en ella, alegrándose alzó la red y soltó una maldición:

_ ¿Un tronco? ¡Maldita sea! _ tiró hacia un lado la red, notando que estaba rota _ ¡Ahora sí!, voy a perder tiempo arreglándola.

Tardó varias horas cosiendo la red; primero tuvo que desamarrarla, extraer el tronco, juntar los espacios destruidos y luego cocerla.

Faltaba mucho tiempo para que saliera el sol; pero aun así había perdido las mejores horas de pesca, su maestro siempre lo decía ^ En la madrugada el pez sale a comer, por eso, nosotros nos los comemos ^, se repitió en su mente, pero con la voz de su maestro.

Navegó rumbo sur, acercándose a la niebla, sintió un poco de miedo, recordó las historias de otros pescadores sobre los que entraban, muchos inexpertos pescadores traspasaban la niebla en busca de grandes cardúmenes de peces, y otros que aunque expertos se dejaban llevar por la emoción de la pesca, como su maestro: que adentrándose en busca de un Marlín, nunca más piso tierra:

_ Fue por mi culpa _ hablaba consigo mismo _ yo iba a ir con él, pero aún me encontraba en duelo.

Dejó la red un tiempo más en el agua, preparó un cordel, enganchó una carnada en el anzuelo y lo lanzó muy lejos, sintió hambre, ^ La mejor manera de no tener hambre es comer, y estamos rodeados de comida^ pensó nuevamente con la voz de su maestro.

Sintió un pez en el anzuelo; con la habilidad de un buen pescador, luchó contra él, era grande, fuerte y un buen luchador, pero Ezequiel era mejor, en poco tiempo estaba arreglando el pez en cubierta.

Aún recordaba las veces que pescó junto a su maestro, fueron muchas, pero la más memorable, fue la primera, Ezequiel, era un simple niño huérfano que pedía limosnas en Noah-Zuriel, el viejo pescador, pasó frente al niño luego de una gran pesca, al mirarlo sintió pena, así que le regalo un pescado, esa tarde el muchacho cenó como nunca; al otro día esperó al pescador en el mismo sitio, este al verlo sonrió diciéndole:

_ Si te doy otro pez comerás hoy, pero tendrás hambre mañana; pero si te enseño a pescar nunca más pasarás necesidad _ cuando el sol se ocultó Ezequiel y su maestro montaron en una barca y dirigiéndose mar adentro comenzó la faena; esa noche pescaron cientos de peces; comió hasta saciarse y ganó unos carneros de bronce por su trabajo.

Una lágrima resbaló por sus mejillas ^ Es verdad, nunca más tuve hambre, ni volví a mendigar ^

Luego de comerse al pez recogió las redes; estas seguían vacías, así que decidió lanzar una vez más para luego irse hacia su casa.

Mientras la lanzaba observó a la orilla, vio a varias personas sentadas en la arena, con antorchas y hogueras, como si esperaran algo:

_ Que raro, desde hace varios días estoy viendo personas en la orilla que no son pescadores, son gente extraña, como si vinieran de otras ciudades _ miró a su alrededor y percatándose añadió _ no veo ninguna barca, no hay ningún otro pescador en estas aguas.

Con más preocupación que duda lanzó la red, está cayó con hermosura, abierta como los vestidos de las bailarinas de Noah-Zuriel, como el vestido de su amada esposa.

La esposa de Ezequiel bailaba sola, bailaba magistralmente, con hermosura; la primera vez que la vio fue en la plaza, bailaba y bailaba a gran velocidad, daba vueltas y vueltas, al terminar él acercándose pidió otro baile y esta luego de cobrarle gustosamente asintió.

Mil bailes vio, algunos en tabernas, otros en plazas y en muchos pueblos, pero el baile que prefería el pescador era cuando estaban a solas:

_ Todo lo bueno tiene un final _ dijo la red mientras levantaba la red _ Nada, nuevamente nada _ furioso recogió la red y puso rumbo al oeste, hacia la orilla.

Sintió el aire en su cara que traía un extraño olor a azufre, en el horizonte divisó algo parecido a un fuego, pensó ^ Eso de allá es un gran incendio ^ .

Al desembarcar en la orilla un hombre anciano, que portaba un nudoso bastón en sus manos, acercándose dijo:

_ Tiraste la red en el lugar equivocado _ Ezequiel al hombre, no parecía pescador, por aun así, al ver lo mayor que era, decidió hablarle con respeto tal como lo había aprendido de su maestro:

_ Señor, no sé quien es usted, pero yo llevo muchos años pescando en este mar, la pesca está mala, en ningún lugar hay peces ahora _ el hombre sonrió y montándose en la barca añadió:

_ Vamos, no pierdas _ de muy mala gana el pescador subió en la barca, levó el ancla y preparó la vela, en pocos minutos retornaba a la mar.

El anciano orientó que tomara rumbo este, muy cerca de la niebla, ^ Este señor a de estar loco, pero yo lo estoy aún más por seguirle la corriente ^:

_ Señor _ dijo mientras orientaba la nave hacia el este _ en ese lugar nunca hay peces, los demás pescadores dicen que está maldito _ el anciano no hizo más que sonreír.

Una vez en el lugar, tiró el ancla y bajó la vela, preparó la red, tomó un poco de agua y sosteniendo la red en sus manos la lanzó lejos:

_ ¿Sabes quién soy?

_ Lo siento señor, pero no lo sé _ el anciano levantándose sacó un polvo del zurrón y lanzándole en el mar dijo algo en otro idioma, para luego volver a sentarse.

_ No puedes regresar a tu pueblo, joven pescador _ al escuchar estas palabras Ezequiel abrió los ojos como platos, antes de formular alguna pregunta, el anciano prosiguió _ una horda bárbara está atacando la tierra de los melchores, tu tierra, donde viven tus seres queridos _ antes de que el pescador pudiera hablar algo, sintió como la barca se volteaba hacia un lado, intentó levantar la red, pero no pudo, eran muchos peces, con alegría comenzó a prepararlos en el bote, para ganar tiempo:

_ ¿Cómo sabías donde encontrar los peces?

_ Soy un profeta, joven pescador _ al escuchar estas palabras Ezequiel se arrodilló

_ Mi maestro me habló de usted y de las maravillas que puede hacer un profeta _ levantándose _ yo quisiera _, pero el profeta interrumpiéndole añadió

_ No puedo revivir a tu esposa muerta, lo siento mucho _ la luz se apagó en los ojos del pescador _, pero si tú quieres puedes ayudar a otros esposos para que no les suceda lo mismo que a ti _ por un momento recordó el trágico accidente, el fuego, el humo, la desesperación y el olor a muerte:

_ ¿Qué tengo que hacer? _ preguntó decidido el pescador mientras se levantaba

_ Primero recoger la red o si no nos volcaremos _ la barca estaba levantándose por proa, el pescador con mucho esfuerzo logró subir la red a bordo

_ ¿Y luego? _ preguntó secándose el sudor que le corría por la frente

_ Irte con un barquero a través de la niebla

_ ¿La niebla? _ preguntó asustado _ ¿En el mar de la niebla? No, lo siento, mi maestro murió allí.

_ Tu maestro entró sin permiso _ dijo el profeta mientras apretaba su bastón nudoso _ en cambio, tú estás invitado, tú pueblo te necesita.

En la orilla, el pescador arreglaba los peces, la barca yacía en la arena a pocos metros del agua, a su lado se encontraba el profeta

_ ¿Ves esas siete personas de allá? _ dijo el profeta mientras los señalaba _ seis de ellos navegaron hacia la niebla y míralos están vivos _ Ezequiel alzó la vista y viéndolos reconoció a uno que noches atrás lo vio en una barca.

_ ¿Qué tengo que hacer después de pasar la niebla?

_ Llegarás a una isla y pedirás audiencia con el rey, esperarás y cuando sea el momento te dirán que retornes.

_ ¿ Corro algún peligro en ese lugar?

_ No te voy a mentir, puedes morir _ el pescador respiró hondo, terminó de preparar el último pescado y parándose se dirigió al mar, limpió su cuerpo, mojó su cabeza e incorporándose preguntó al profeta, que no había apartado la vista

_ ¿Puedo ir en mi barca? _ el profeta negó con su cabeza _ mira que mi barca es muy buena y fuerte, creo que sería una muy buena idea irnos en ella, pero bueno, si no es en la mía ¿ en cuál voy?

_ Te diré joven pescador que yo no voy a ir contigo, ya te dije que te irás con un barquero _ apuntó al mar con el nudoso bastón _ en aquella barca partirás _ al mirar hacia la dirección que le enseñaba el profeta, el pescador vio una barca, por la forma, diría que solo pueden montar dos personas, observó con mucha atención la vela, que le pareció segura y también tenía una buena velocidad.

Montó en la barca, como había comprobado antes, era más pequeña que la suya, el mástil era mediano y la vela blanca tenía como blasón un pez; el barquero tenía una mirada seria y tranquila que le resultó familiar.

Miró con atención al barquero, le resultaba conocido, quería preguntarle si alguna vez habían pescado juntos, su forma de remar era curiosa, remaba más fuerte con su brazo izquierdo que con el derecho y Ezequiel había visto a alguien hacerlo.

Pronto sintió como aumentaba la velocidad de la nave, no tuvo que mirar al mar para saber lo que acontecía, ^ Entramos en una corriente, pero me resulta algo extraño, junto antes de aumentar la velocidad, sentí algo raro, como un cruce de corrientes, debían ser unas seis o siete, no estoy seguro^, el barquero subió los remos y mirándole a los ojos le dijo:

_ No fue tu culpa _ los ojos de aquel hombre se tornaron rojos _ estabas de luto, y yo te respeto por eso _ reconociéndole la voz Ezequiel le abrazó y juntos lloraron.

Su maestro le contó lo acontecido luego de cruzar las extrañas aguas del mar de la niebla:

_ Iba detrás de un Marlín, cuando llegué al límite del mar Agudo, justo donde las dos aguas se juntan, el cordel seguía corriendo y de seguir así, no hubiese atrapado al animal, en verdad valió la pena, era grande y fuerte, me costó mucho trabajo, pero lo saqué de las oscuras aguas, justo cuando lo estaba preparando, me percaté que estaba completamente perdido, alrededor de mí solo veía niebla y el miedo me superó, caí presa de la desesperación, remé de un lado a otro, me enojé, grité y lloré, pero no pasó nada. Aquí el tiempo transcurre diferente, así que no sé cuánto tiempo estuve perdido, el hambre me golpeo con fuerza y sentía mucha sed. Finalmente, observé que alguien se acercaba sobre las aguas a mí, era un joven siervo que me llevó a una hermosa isla, la cual te voy a llevar a ti

_ Pero maestro _ dijo Ezequiel con ojos llorosos _ ¿Por qué no has regresado?

_ Muchacho _ suspiró el barquero _ entré sin permiso, de no ser por el joven siervo, ahora estuviese muerto, no puedo salir aunque quiera, de hecho, desde el día en que llegué aquí no había ido al reino de los melchores, únicamente fui cuando el siervo me lo pidió, fueron con esta siete veces, pero basta de hablar de mí, ahora debes de ir hacía aquella isla que vez allá _ apuntó a una más de tierra lejana _ y pasar la prueba, después de eso, regresaré por ti.

Una vez en tierra, se despidieron con un fuerte abrazo, Ezequiel observó como el barquero se alejaba sin remar en la barca que lo había llevado hacía allí.

Miró hacia el frente, el castillo quedaba a varios metros, interiorizó en todo lo acontecido, un escalofrío recorrió su espalda, tenía miedo y no sabía por qué. ^ Yo solo soy un simple pescador, como yo hay cientos, mejores, miles, y tengo que hablar con un rey, pobre de mí ^, aún con esas dudas caminó hacia el castillo.

El suelo estaba lodoso, pasó por encima de varios charcos de agua, en ellos vio reflejados el sol y las nubes, pero pareciéndole ver algo más se detuvo a observar, arrodillándose miró el interior con mucha atención, le pareció ver un vestido, agudizó su vista y en el fondo vio como si alguien bailase, intentó tocar el agua, pero fue sorprendido por una apacible voz detrás suyo:

_ Buenos días _ al voltearse Ezequiel observó a un hombre joven, tenía el pelo por los hombros, una barba bien arreglada y una sonrisa que trasmitía seguridad, pero lo que más llamó la atención del joven pescador fue su penetrante mirada, tan imponente como la de un toro listo para atacar _ Soy el siervo del rey, ¿Me puedes decir que haces por aquí?

_ Vengo de parte del profeta _ dijo levantándose Ezequiel _ Necesito hablar con tu rey

_ Me temo que eso no será posible, el monarca no se encuentra, pero si quieres yo te puedo ayudar _ caminó unos pasos hacia el castillo.

Saltó dos o tres veces por encima de los charcos de agua, percatándose que había llovido mucho, pues el camino estaba lodoso y sobre todo muy resbaloso.

La gran puerta del castillo estaba abierta, Ezequiel miró el interior, se percató que no había nadie, ni siquiera otro siervo.

Entraeon al interior del palacio y el sorprendido pescador no logró disimular, la cara de susto que plasmó su rostro.

Nunca había visto tantos lujos, vio candeleros de oro, plata y bronce; cuadros de personas, animales y paisajes; mesas, sillas y sillones bien tallados, escaleras por doquier; adentrándose vio por una puerta entre abierta la sala del trono, pero no lo logró observar bien el trono; sus manos comenzaron a sudar.

Finalmente, el siervo lo condujo a una habitación en el ala oeste del palacio y luego de mostrarle el interior de la misma se marchó apresuradamente.

Ezequiel prefirió tomar un baño, refrescarse un poco; el agua caliente acarició su cansado cuerpo, el cual estrujó con una esponja.

Encima de la cama, como le había dicho el siervo estaba una muda de ropa recién lavada, al ponérsela sintió un agradable olor a limón, en ese momento no parecía un pescador.

Cuando hubo caído la tarde, el siervo se acercó a la habitación de Ezequiel en su búsqueda

_ Veo que eestáslisto _ dijo luego de que el pescador abriera la puerta _ por favor, sígueme _ los dos hombres caminaron por un largo pasillo hasta la sala del trono, esta vez estaba iluminada y Ezequiel comprobó su inmensa hermosura; era espaciosa, una docena de armaduras custodiaban la entrada, la sala circular hizo que el pescador sintiera un poco de mareo; en el centro había un gran mapa en una mesa, el cual estaba tallado en una sola pieza de madera, pero desde donde estaba no logró contemplarlo bien. El trono era de madera fina recubierta de oro puro, tenía incrustaciones de gemas y rubíes, era lo más bonito y majestuoso que hubiese visto nunca:

_ Ezequiel _ dijo en tono solemne el siervo _ tienes que ir al pozo rojo con esta caña de pescar _ la caña estaba debajo de la mesa, alargando la mano el siervo la sacó y se la entregó _ es completamente necesario que traigas al único pez que habita en esas aguas _ Ezequiel tomó la caña de bambú en sus manos y recordando la voz de su maestro aceptó la misión.

Siguió las indicaciones del siervo para llegar a ese viejo pozo; primero cruzó el lodazal de la entrada, caminó dentro del bosque tenebroso, dejó atrás un pueblo abandonado, cruzó un puente de madera, hasta que llegó a una cueva, luego de adentrarse en ella, llegó a un lugar que decía en el marco de una puerta de hierro" El pozo rojo" y adentrándose lo observó.

No era tan grande como lo hubiese imaginado, era más parecido a un claro, pero dentro de una cueva, unas antorchas iluminaban el lugar, dándole un aspecto muy escalofriante.

Sentándose en una piedra preparó la caña de pescar, acomodó la carnada sobre el anzuelo y lo lanzó a las negras aguas.

El corcho rojo flotaba sobre el agua, sin emitir ningún movimiento, una brisa besó sus mejillas, escuchó cantar al aire en la cueva y de repente todo se calmó.

En ese momento escuchó el canto de una mujer, era muy familiar, tanto que lo hizo llorar, levantándose apresuradamente del suelo, miró a su alrededor, al no ver nada y ya no escuchar la voz, volvió a la roca.

Pareciéndole que el corcho se moviera, agarró la vara con fuerza, pero al cabo de un rato se percató que no era nada.

Fue entonces cuando vio reflejado en el pozo algo extraño, las aguas se aclararon de repente; observó una silueta que bailaba en el fondo del pozo, la silueta traía puesto un vestido rojo como el fuego intenso, el pelo era negro y estaba recogido en un moño; la figura fue acercándose lento, al ritmo de sus caderas con el baile, hasta que sus caras quedaron una frente a la otra: era su esposa, las lágrimas brotaron de sus ojos, era tan hermosa como aquel triste día; la bailarina salió del agua y bailó alrededor del pescador, Ezequiel recordó los cientos de veces que lo había hecho para él; intentó abrazarla, pero la bailarina se alejaba de él, la persiguió dentro de la cueva, pero era más rápida que él; la bailarina comenzó a llamarlo, pero cuando él contestaba, ella reía y seguía bailando, sola y triste, bailando con la muerte, Ezequiel no apartaba la vista de su esposa, quería bailar con ella; la siguió sin observar hacia donde le llevaba, hasta que comprobó que habían llegado al lugar del inicio, la bailarina se detuvo cerca de la orilla del pozo y mirándole con tristeza se lanzó, él se apresuró a imitarla, la camisa del pescador cayó al suelo, mientras observaba a su amada descender, los zapatos volaron detrás de él, las aguas empezaron a oscurecerse, su esposa estaba bailando su último baile, cuando estaba a punto de lanzarse al agua, vio la caña de pescar, el corcho se estaba hundiendo y en ese momento tomó una decisión.

La tarde cayó detrás del palacio, el sol, con sueño, decidió dormir detrás de unas colinas, mientras que la luna se despertaba; el siervo esperaba al pescador a las puertas del castillo, este sabía que algo importante había acontecido, aun así esperó, antes de que el búho ululara y el lobo aullara, Ezequiel el gran pescador, volvía de un muy bien día de pesca, en su hombro derecho reposaba la caña de bambú y en su mano izquierda deslumbraba un hermoso pez de fuego.

Más populares

Comments

Estrella Mustelier

Estrella Mustelier

¿Cómo sería un pez de fuego?

2024-01-18

5

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play