Los Siete Tronos

Los Siete Tronos

El joven valiente

Zabdiel se encontraba encima de la muralla, observando la negra noche, una brisa desde el Sur, procedente del mar, despeinaba sus cabellos. Sintió el típico frío de cualquier persona luego de que pasara la media noche. Estaba solo, cansado y somnoliento.

Era su turno de guardia, lo había empezado en la mañana del día anterior, y para esas horas, el sueño se apoderaba de todo su ser. Estiró sus brazos, los huesos sonaron, bostezó y con la mano izquierda rascó sus ojos.

La fatiga iba en aumento, debido a las largas horas de entrenamiento que eran sometidos los reclutas, no le molestaba entrenar, pero en ese momento sintió el fruto del esfuerzo.

A sus veinte años era un joven fuerte, aunque nadie hubiese dicho que guapo, ni mucho menos; tenía los ojos igual que la mayoría de los melchores, oscuros; su cara afilada dejaba ver una ganchuda nariz de la cual muchos se burlaban; una barbilla puntiaguda adornada por una insípida barba rala, que según él, era muestra de su hombría.

Nunca entendió la razón para esas estúpidas guardias en la muralla, ^ Al Este de aquí no hay nada, entiendo la guardia fronteriza del oeste, por los diversos ataques de las tribus nómadas^.

Los Tárcasos eran una de esas tribus que tanto dolor de cabeza le daban al magnífico rey Yahir, anualmente para la fecha de la siembra eran atacados por ellos, secuestraban a sus mujeres, saqueaban sus ciudades, pueblos y aldeas, secuestraban a sus hijos para convertirlos en esclavos, y sus hijas para convertirlas en objetos.

^ Malditos bárbaros, y yo aquí, en el fin del mundo^ sus ojos comenzaron a cerrarse, el cansancio ganó la pelea y sin quererlo quedó plenamente dormido de pie.

Los gritos lo despertaron, asustado intentó descifrar de donde venía semejante bullicio, percatándose de la alarma miró hacia el Este y comprendió lo que acontecía, los estaban atacando.

Vio muchos fuegos encendidos entre los arbustos, miles de flechas pasaron silbando por encima de él, algunas bañadas en fuego, otras no.

No distinguía bien el proceder de las flechas, solo sabía que eran disparadas desde la maleza del bosque Tierno, no logró identificar nada más.

A su lado se encontraban Lamec y Set, amigos suyos desde la infancia; recordó los miles de aventuras y travesuras que protagonizó junto a ellos; como aquella vez que robaron toda la lana de las ovejas del viejo pastor Ofir, aunque luego la devolvieran.

Pero en aquella ocasión estaban siendo atacados, no sabían quiénes eran sus enemigos, solo de una cosa estaban seguros: Tendrían que defender la muralla.

El capitán Enós dio orden a los arqueros para que tomasen posición encima de la muralla, Zabdiel fue relevado por una hermosa arquera, al verla de cerca, se percató de que la muchacha no tendría más edad que él y hasta cierto punto sintió pena hacía ella; con una amable sonrisa le orientó la orden del capitán Enós para todos los guerreros: Decía que los esperaba en la armería.

Bajó junto a sus amigos las largas escaleras de piedra, como estaba asustado, no se percató cuando llegó al suelo, ni cuando descendió las otras escaleras hasta llegar a la armería.

Allí encontró al capitán, dando órdenes en voz alta a unos arqueros que pronto abandonaron el lugar; detrás de ellos, llegó otro grupo de guerreros:

_ ¡Melchores! _ dijo con solemne voz el gallardo capitán _ todos saben que estamos siendo atacados, no me pregunten quiénes son nuestros enemigos, porque no lo sé _ alzó la voz _ ¡Pero saben lo que sé! _ dio un golpe en la mesa que tenía enfrente _ Yo sé que son nuestros enemigos, sé qué nos quieren derrotar, sé que si no nos defendemos seremos la deshonra de los nuestros y sobre todas las cosas ¡ Sé que los tenemos que derrotar! _ el capitán desenvainó su espada _ ¿Quién está conmigo para esta amenaza? _ los guerreros unánimes juntos, gritaron en señal de aprobación.

En fila se ubicaron para recibir sus armas, el maestro de armas de la muralla un hombre calvo de grandes brazos, iba otorgando aleatoriamente armas a cada Melchor.

Zabdiel el cual blandia una espada en la diestra y en su siniestra portaba un escudo con una muralla dibujado en forma de blasón, formó en el quinto pelotón, junto a sus amigos ; Lamec obtuvo un gran martillo de guerra y Set dos espadas cortas.

Como su número indicaba fueron los quintos en salir por la gran puerta de madera de cedro, la cual daba al bosque Tierno, como era conocido por los guardianes de la muralla tan tupida arboleda.

Corrieron tropel gritando a todo pulmón lo primero que pasara por sus atolondradas cabezas; Zabdiel gritaba, lloraba, reía, no tenía control sobre sí, en su estómago, sintió una mezcla de miedo y ansiedad, sudoraciones frías recorrían todo su cuerpo, mientras que su corazón latía más a prisa.

Tropezó en más de una ocasión con cadáveres de sus compañeros, algunos tenían flechas encajadas por doquier, otros yacían cortados y alguno más agonizaba en el suelo ^ Pero no por mucho tiempo ^ pensó Zabdiel abrumado.

Una flecha encendida pasó silbando sobre su cabeza, se volteó al oír un grito conocido, era Set, que se retorcía del dolor en el lodoso suelo; pero no tuvo tiempo de volver a ayudar a su compañero, pues sobre ellos cayó una oleada de bárbaros.

Logró esquivar una lanza y detuvo otra con su escudo, su espada se encontró con un escudo enemigo y pronto comenzaron a bailar las espadas; su enemigo era horroroso, mientras luchaba sonreía, mostrando una dentadura negra y faltándole varias piezas, la barriga rebotaba al descubierto, era inmensa y tenía calvicie pronunciada; a pesar de su peso, era un guerrero habilidoso y su fuerza era comparable a la de un toro; esquivaba con facilidad las estocadas que con mucho esmero lanzaba el cansado guerrero, en cambio, el horrible bárbaro reía cada vez que atacaba.

Zabdiel retrocedió pasando por encima de Set, que yacía en un charco de sangre, paradójicamente fue eso mismo lo que ayudó a que ganara la batalla, pues su enemigo resbaló con la sangre de su compañero muerto y cuando tropezó el cadáver, el astuto guerrero clavó sumandoblee en el estómago del bárbaro que cayó estrepitosamente.

Las vísceras de su enemigo cayeron frente a él, por un momento pensó que iba a vomitar, un poco de la cena subió hasta su garganta, pero no tuvo tiempo, otro enemigo cayó sobre él y tuvo que defenderse.

Nunca había estado en una batalla, nunca había visto la muerte, ni percibido el olor a sangre, ni el sonido de los huesos al quebrarse; nunca había asesinado a ningún ser humano, pero en ese momento, todo cambió; de sus manos corría la sangre, sus ropajes olían a muerte y por su mente solo pasaba una idea: matar o morir.

Cuando salió el sol, había perdido la cuenta de la cantidad de seres humanos que pesaban en su conciencia, en el campo de batalla vio miles de cuerpos inertes, tanto de Melchores como de bárbaros, pero la batalla aún no había terminado.

Parecía que los Melchores ganarían la batalla, pero en ese momento, sintió el sonar de un cuerno y frente a él, observó como miles de bárbaros corrían con sus armas levantadas.

Así que cuando el capitán dio la orden de retirada, Zabdiel la acató sin rechistar, corrió sin mirar atrás, solo, preocupado y con mucho miedo.

Cuando llegaron a la guarnición, volteándose observó a los supervivientes y dándose de cuenta que Lamec no regresó temió lo peor y cayó de rodillas a llorar, sus mejores y posiblemente únicos amigos, estaban muertos y él estaba solo, no quería vivir.

A la orden de su capitán se recompuso y levanto secándose las lágrimas del rostro, fue entonces cuando notó un fuerte dolor en el brazo izquierdo y comprobó que estaba sangrando, aún tenía la punta de la flecha encajada en el hombro cuándo el doctor de la guarnición lo examinó.

Gritó cuando la flecha fue extraída por el doctor, un poco de sangre negra, brotó de la herida, el doctor mirándole con mala cara se levantó apresuradamente de la cama y caminó hacia la puerta, el guerrero no hizo nada por detenerle y mucho menos por preguntarle el significado de la sangre negra.

Fue por una conversación entre dos enfermeros, que creyendo que el soldado dormía, hablaron de lo que acontecía, las flechas enemigas estaban envenenadas, con un veneno muy extraño y potente; al escuchar esto Zabdiel no logró conciliar el sueño durante toda la noche., así fue como vio a decenas de soldados como morían a su lado, a causa del extraño veneno.

Las luces del alba llegaron con muy malas noticias, según oyó decir al capitán Enós, que era imposible detener las tropas bárbaras

_ Necesitamos un escuadrón suicida _ dijo el capitán _ para intentar eliminar al jefe tribal _ pasó la vista por todos ellos _ ¿Quiénes son los más valientes para la misión?

_ Los que estemos a punto de morir _ dijo Zabdiel _ señor _ agregó _ ¡Yo quiero! De todas formas moriré, ¿Quémejor manera de morir que luchando?_ un hombre mayor levantó su mano y una joven lanzará lo secundó

_ ¿Tres guerreros?_ preguntó el capitán _ ¿Sólo tengo a tres valientes?_ rascando su cabeza agregó _ Bueno, me parece bien.

Los tres valientes fueron armados como desearon, Zabdiel pidió la espada y el escudo usado anteriormente por él, el anciano un hacha y la joven su lanza característica.

Al caer la noche, los tres guerreros, se internaron en el bosque Tierno, así comenzaron su aventura, bordearon el campo de batalla que como vieron era saqueado por carroñeros de las hordas, nadaron por las frías aguas del río negro y finalmente llegaron al campamento enemigo para el anochecer.

No hablaron ni una palabra durante todo el viaje, Zabdiel tenía fiebre, sentía frío por todo su cuerpo, temblaba, pero no podía retroceder, tenía que concluir su misión.

Pecho en tierra raptaron entre los matorrales, en silencio corrieron como sombras que bailan en la noche, hasta llegar al centro del campamento.

Divisaron una gran tienda de campaña, estaba fabricada con piel de uro, custodiando la entrada vieron a dos impresionantes guerreros de anchos hombros y alta estatura, en sus manos portaban dos enormes mazos de combate.

Los tres valientes intercambiaron miradas, cada uno notó en el otro cansancio, pero nadie se rajó, sin decir palabra, todos entendieron el plan.

Corrieron como verdaderas gacelas, abalanzándose sobre los guardias, el señor mayor impactó el hacha contra el mazo de su enemigo, los guardias actuaron de manera rápida, la lancera combatió contra el segundo, mientras Zabdiel entraba en la tienda del jefe.

Cuando entró perdió el aliento, vio a diez altos hombres reunidos frente a otro que parecía su líder, de pie frente a un mapa se encontraban estos. Fue en ese momento que comprendió que estaban perdidos, entró justo cuando estaban efectuando una reunión de guerra.

Aun así corrió con espada en mano, los generales enemigos abrieron paso a su líder, el joven guerrero lanzó su escudo, que desvió el jefe con facilidad, pero más fácil aún fue cuando lo desarmó y lo lanzó contra el suelo.

Se despertó con la cabeza dándole vueltas, ^ Todo fue un sueño, anoche bebí de más y hoy estoy pagando las consecuencias ^, pensó el joven guerrero, pero pronto unas cuerdas amarradas a su cuerpo, y notó un fuerte dolor en su brazo.

Desde dondecestaba observó como cuatro bárbaros jugaban a empujar a su viejo compañero, el cual como comprendió el guerrero, estaba ciego

De una tienda salió un hombre semidesnudo, que gritó algo en una lengua extraña, cuando abrieron la puerta de la tienda vio a la lancera amarrada en una cama, acto seguido, Zabdiel se desmayó.

Cuando volvió en sí, todo el campamento enemigo estaba reunido en pis de él, frente vio como un bárbaro tensaba un arco, era él líder de la onda, que riendo, lanzó una flecha, que se encajó en la pierna de él joven guerrero, un fuerte grito de dolor salió de sus labios y toda la onda comenzó a reír. Nuevamente,, el tirano líder tenso el arco y entre comentarios extraños clavó otra flecha en el pobre Zabdiel, que por un momento, pensó que se iba a desmayar. Otra vez, el líder tensó el arco, esta vez apuntó a su cabeza, miro sus ojos y lanzó la flecha.

Antes de que la flecha impactase, Zabdiel pensó en su familia, en su cariñoso padre, su querida hermana, sus dos mejores amigos y maldijo la hora que había entrado al ejército.

Luego de esto sintió un fuerte dolor de cabeza, vio oscuridad y no volvio a sentir nada.

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Comments

badboys

badboys

Que increíble que acabo de derrame tu impresionante autor me impresiona tu manera de pensar Este primer capítulo estuvo lleno realmente un comienzo explosivo/Scream//Hey//Hey//Hey//Hey//Hey//Hey/😳😳😳

2024-01-18

6

Ebenezer Pantoja

Ebenezer Pantoja

Siempre eriza leer un cuento tuyo. Nunca sabes cómo va a terminar hasta que lo terminas. 100% impredecible. /Angry/

2024-01-06

4

Eriel Ricardo Velázquez

Eriel Ricardo Velázquez

Empezamos fuerte

2023-12-29

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