La tabernera.

"Las tres lanzas" en la ciudad de Camarín estaba a rebozar de personas; las taberneras tenían mucho trabajo desde que el profeta Aziel dijo en las ciudades de Ittaigil y Elonislam que debían partir hacia la capital por una inversión bárbara, como Camarín quedaba de camino, todos los viajeros tenían que llegar allí:

_ Dos jarras de hidromiel preciosa _ dijo un hombre calvo sentado al fondo de la taberna _ y rápido o si no tendrás que acompañarnos _ Arlen llevaba las jarras hacia la mesa del fondo, desde hacía cinco años que trabajaba en"Las tres lanzas", la muchacha se acercó sonriendo a la mesa, les sirvió su bebida, acto seguido sacó un puñal de la faja de su cintura y lo colocó en el cuello del hombre calvo

_ La próxima vez que te hagas el machote de esa forma, te rebano el cuello como a un cerdo _ el rostro del hombre palideció y asintió con un pequeño movimiento de cabeza _ disfruten sus bebidas, caballeros _ dijo una vez enfundado el puñal, y se alejó sonriendo con educación. Cada día ella y sus compañeras taberneras tenían que lidiar con esas faltas de respeto:

_ Creen que por ser fuertes pueden imponerse contra los más débiles, ja, pues no _ siempre decía a sus compañeras, las cuales quería y respetaba mucho.

Su turno comenzaba muy temprano en la mañana, alrededor de las cuatro, mucho antes de que saliera el sol y terminaba alrededor de las tres de la tarde, no era un mal trabajo, además comía y bebía gratis, sin contar que la paga era buena:

_ Más vino por acá _ gritaba una arquera desde el fondo

_ Pasa por aquí tabernera _ gritó una guerrera desde el lateral derecho _ Arlen rápidamente sirvió las bebidas y luego puso manos a la obra para preparar los corderos.

_ Desde que el profeta Aziel dijo que emigraran para la capital todas las personas _ dijo el jefe cuando entró en las cocinas _ nosotros nos hacemos más ricos

_ Y no solo es eso _ intervino una camarera _ según tengo entendido no quedará piedra sobre piedra en estas ciudades.

_ Si _ agregó un cocinero _ el profeta ordenó refugiarnos en la capital, dicen que allí estaremos a salvo.

Antes de salir, el jefe pagó a la tabernera por su día de trabajo, al guardarse los pescados de plata en el bolso preguntó

_ ¿Por qué no seguimos el ejemplo de nuestros compatriotas y partimos hacia la capital? _ el jefe suspiró

_ Muy fácil Arlen, mira, cuanto más viajeros pasen por mi negocio, más rico me hago _ alzando su dedo juró _ hasta que no se vaya el último Melchor de esta ciudad yo no me iré, y si le tengo que vender comida e hidromiel a los bárbaros, así lo haré.

Aunque no estaba de acuerdo con su jefe no le respondió, prefirió dirigirse hasta su humilde morada. Las calles estaban a rebozar de personas, todos los habitantes de Camarín salían de sus casas para vender algo, hubo quienes subastaron sus ropas, regalos, armas y hasta parientes para ser usados como siervos; era una fiebre, una obsesión.

Abrió la puerta de su casa, era sencilla, rústica, pequeña, pero segura. Lanzó el zurrón para un costado, acomodó su ropa, recogió su pelo, quitó la daga del cinturón y acto seguido rebuscó debajo de la cama encontrando un objeto envuelto en trapos, salió de su casa y fue hacia el bosque.

Una vez allí, esperó que el bosque comenzara a susurrar, cuando comprobó que estaba sola, desenvolvió el objeto que traía en sus manos, era una majestuosa espada, digna de una protectora, ^ Eso fue hace mucho tiempo ^, pensó Arlen con intensa amargura, ^ hoy soy una simple tabernera.

Alzó la espada y comenzó a lanzar tajos al aire, izquierda, derecha e intercambiaba el movimiento, arriba, abajo y volvía a empezar, pie derecho delante, y moviéndose hacia los costados lanzaba diversas estocadas.

Practicó durante horas, como era su costumbre luego de salir de la taberna, en sus años de gloria fue una afamada guerrera protectora, protegió a cientos de señores hasta que una vez todo cambió.

Arrodillada frente a un cerezo meditaba sobre su vida, la magnífica espada la acompañaba descansando a un lado suyo, por su mente desfilaron cientos de imágenes, hasta qué una lágrima negra rodó por sus mejillas

_ ¿Por qué lloras? _ Arlen levantándose rápidamente alzó su espada al hombre

_ Estaba recordando tiempos mejores _ dijo mientras recogía el trapo del suelo con intención de guardar el arma

_ Es una bonita espada _ dijo el hombre _ seguramente de una guardiana o de alguien que lo fue.

_¿Quién eres? _ preguntó asustada Arlen _ ¿Me conoces? ¿Sabes quien fui? _ el hombre sentándose debajo del cerezo dijo

_ Se dé tu pasado al lado de un generoso comerciante y una afamada guerrera, sé que intentaste proteger a esa pequeña niña de diez años, pero no lo lograste, sé que no te perdonas por eso y ahora vagas por esta tierra buscando redención, hace cinco años estas en Camarín trabajando de tabernera _ el hombre sonrió agregando _ lo sé porque soy un profeta

_ No soy digna de que usted hable conmigo _ dijo mientras se arrodillaba

_ Yo solo soy un hombre, un elegido como tú, pero con distintas misiones, por eso estoy aquí _ la tabernera levantándose dijo

_ ¿Cuál es mi misión?

_ Debes ir hacia el mar Agudo, rumbo este y allí sabrás que hacer.

En la mañana partió la tabernera rumbo al mar, tenía cientos de preguntas en su cabeza y muchas dudas atormentaban su ser en especial aquel triste recuerdo de camino a Azielpa.

Cuando llegó al mar observó a un hombre montado en una barca, Arlen caminó hacia él:

_ ¿A dónde vas? _ fue la pregunta que salió de sus labios

_ Arlen _ dijo él barquero _ hija de Amos, guerrera, guardiana, traidora, tabernera y elegida _ el barquero poniéndose en pie añadió _ Yo voy a donde mismo vas tú, monta.

La travesía no fue rápida, todo lo contrario, pero fue agradable sentir la brisa de mar despeinado sus cabellos y chocando contra su cara; el barquero no emitía ninguna palabra, se dedicaba únicamente a remar, hasta un momento que dejó de hacerlo, subió los remos y una corriente los llevó lejos de allí.

_ ¿ Qué debo hacer? _ preguntó la tabernera cuando desembarcó en un muelle e madera blanquecina, el barquero amarrando el barco respondió

_ Hablar, pensar y luchar.

Caminó durante mucho tiempo y no encontró nada vivo, ni siquiera un animal, las plantas parecían observarlos y sentía un extraño temor.

A los lejos vio las ruinas de un castillo, la vegetación estaba muy tupida y por primera vez vio a un animal, era un cuervo, que graznaba como si estuviese advirtiendo algo. En el interior de las ruinas vio una gran piedra y encima una silueta humana que le dijo:

_ Quita tu calzado de los pies _ dijo una voz ronca de hombre, Arlen hizo caso _ desenvaina tu espada

_ Espera un momento, no soy tu enemiga, quiero ayudar a mi pueblo.

_ ¿Qué pasa con tu pueblo?

_ Está en peligro, unos bárbaros quieren destruir, todo lo que conocemos, todo lo que queremos.

_ ¿Y tú que quieres? _ preguntó mientras bajaba de la roca _ ¿A ti quien te quiere? _ el hombre era alto, fuerte, su semblante era como de águila en todo su esplendor _ eres Arlen, la guardiana, hace mucho tiempo estabas en una misión rutinaria para tu mejor amiga y su hija, tu ahijada, entonces unos bandidos los sorprendieron, tu corazón sintió miedo y dejaste a tu ahijada atrás para huir _ la tabernera desenvainó su espada

_ ¿Cómo sabes esas cosas? _ preguntó furiosa _ ¿Acaso estabas allí?

El guerrero caminó hacia ella y la embistió con un golpe, ella se defendió, luego golpe tras golpe era recibido por la tabernera, Arlen se defendía como podía, pero el guerrero era más fuerte y se impuso, con un puñetazo la mujer cayó al suelo

_ Quédate ahí, en el suelo _, pero ella no le hizo caso, levantándose continuó con su ataque, ambos mandobles chispearon en el aire, las espadas bailaron al ritmo del hierro furioso, aunque Arlen puso todo su empeño, no pudo evitar caer al suelo una vez más _ Quédate en el suelo _ dijo el guerrero mientras daba vueltas alrededor de la tabernera _ no te levantes _ con la boca llena de sangre y golpeada por doquier, volvió a arremeter contra el guerrero, pero ya estaba cansada y con un empujón volvió a caer, en ese momento sintió miedo, duda, desesperación, estaba siendo derrotada como aquella vez, ace diez años, el día que perdió a su mejor amiga y a su ahijada ^ Ahora debe estar muerta por mi culpa ^ se culpó Arlen mientras lloraba.

_¡Quédate en el suelo! No te levantes, no te lo voy a volver a decir _ Arlen cerró sus ojos derrotados, en ese momento recordó a su amiga, y pensó en la cantidad de personas que dependían de ella en ese momento

_ ¡No! _ gritó levantándose como pudo _ Personas dependen de mí, no me voy a rendir como la última vez, ahora voy a luchar _ el guerrero envainó su espada, todo a su alrededor comenzó a cambiar, donde estaba la piedra apareció un hermoso trono, un castillo se levantó y ellos quedaron dentro, las ruinas desaparecieron y se encontró en la sala del trono de un hermoso castillo.

_ Bien _ dijo el guerrero, esta vez parecía más tranquilo, ya no tenía armadura, sino un traje de lino fino _ ya te perdonaste _ caminó hacia ella y colocó una mano en su hombro _ ve hacia la playa y espera ayuda _ dándose la vuelta se alejó, pero pareció recordar algo y volteándose añadió _ tu ahijada estará allí esperándote.

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Comments

Yenisvel Ricardo

Yenisvel Ricardo

Me quedo sin palabras, sigue así escritor

2024-01-06

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