Resistencia en Lavi-Lavi.

Aureliano estaba de pie observando como la mayor parte de los ciudadanos de Lavi-Lavi partían, semanas antes, el profeta Abel había llegado a la ciudad y cenó en casa de Lavar el viejo comerciante, al día después, convenció a todos para que partiesen de allí, la razón: Una invasión bárbara desde el este; claro está, no todos se marcharon, Aureliano, sus hijos y otros nobles ricos no quisieron partir:

_ Eso es una mentira dicha por nuestros enemigos _ decía Aureliano en un discurso _ para que abandonemos la ciudad y así ellos, poder tomarla _ las venas de su cuello se pinchaban y su rostro se tornaba rojo de la furia _ ese profeta está aliado con los nómadas, ya verán que cuando no halla nadie en la ciudad, ellos vendrán y se asentaran aquí, burlándose de nosotros _ ese fue el primero de varios discurso que el alcalde dio a sus subordinados, al principio lo escuchaban muchas personas, pero luego fueron partiendo uno a uno y más adelante se marcharon familias completas, pero no todos se fueron, los nobles de la ciudad contrataron a varios mercenarios, pagándoles grandes sumas de dinero para que los protegieran.

Ese día se marchaba la última familia, eran unos taberneros que iniciaron su negocio apenas un año antes, el alcalde lo sabía, puesto que era allí donde frecuentaban sus secretarios y espías para obtener información.

Luego de la gran cena los nobles montaron una asamblea improvisada en la plaza:

_ Me ha llegado la información _ dijo una mujer alta de rostro afilado _ de que es cierto _ la mujer alzó la voz _ la invasión es cierta mis señores _ un murmullo de voces hablaron a la misma vez

_ Entonces debemos partir cuanto antes _ dijo un comerciante _ si nos quedamos podemos morir _ el rostro de los presentes cambió, había miedo, terror y pronto comenzarían a irse

_ Y eso que importa _ gritó Aureliano _ no importa si son bárbaros o son nómadas _ caminó entre los presentes con las manos entrelazadas en la espalda _ simplemente lo que has dicho apoya mi hipótesis, el profeta está aliado con nuestros enemigos, ¿No me creen? ¿Por qué creen que nos ordenó que nos fuéramos? _ encabezó a todos _ Amigos míos, les voy a dar una pequeña clase de historia, mi bisabuelo fue un afamado guerrero que luchó contra los Maldalos en la batalla de Lavi-Lavi, cuando yo nací él aún vivía, y me contó que esta ciudad es casi imposible de tomar _ apuntó a las torres de la primera muralla _ en cuanto intenten tomar la primera muralla, una lluvia de flechas, piedras encendidas caerán sobre las cabezas de esos malditos bárbaros y nosotros quedaremos libres _ las caras de los presentes comenzaron a cambiar, pero un historiador tomó la palabra:

_ Mi buen alcalde _ decía con calmada voz _ todo lo que has dicho es verdad, pero yo estudié la historia de esta ciudad y las demás, mira, hace mucho tiempo, los Topór, tomaron la ciudad, ni siquiera la segunda y tercer muralla lograron detenerlos _ en la multitud hubo quien habló en voz baja

_ Amigo historiador _ la voz del alcalde era pasmosa _ estoy enterado de esa historia, pero hay algo que no nos estás diciendo _ una sonrisa sarcástica brotó de sus labios _ en esa época no había el desarrollo bélico que existe ahora y de más está decir que los Topór nos tomaron por sorpresa _ una anciana alzó la mano pidiendo la palabra

_ He vivido más que cualquiera de ustedes _ decía entre pausas _ y solo se una cosa, el día que salga de esta ciudad será en una caja _ varios vítores se alzaron, entonces el alcalde tomó la palabra

_ Bien ha dicho la señora _ gritó _ ¿Quién está conmigo? _ todos levantaron las manos _ Todos a sus puestos, ordénenles a sus mercenarios que tomen posiciones encima de las murallas, seremos héroes.

Cuatro días después vieron en el horizonte la horda bárbara acercándose, todos mantuvieron su posición, eran miles de enemigos los que venían a por la ciudad, parecían hormigas negras que iban a devorar una presa.

Los mercenarios tensaron sus arcos y apuntando a sus enemigos dispararon, pero estos estaban muy lejos y las flechas no hicieron daño.

Aureliano estaba de pie sobre la tercer muralla, la más alta de todas, y se encontraba en una torre, desde donde estaba contemplaba todo lo que acontecía. Pronto notó como rodearon la ciudad, pero no sentía miedo, todo lo contrario, se sentía seguro entre sus murallas; acariciaba a su gato gordo cuando se percató de una extraña maquina que arrastraban los bárbaros, nunca habia visto nada similar, así que no tenía ni la más mínima idea de para que se utilizaba; todo eso cambió cuando vió una roca gigante impactar contra la primera muralla, la máquina lanzaba rocas desde una distancia alejada.

Su mundo se derrumbó al mismo tiempo que caía la primer muralla, miró alrededor de Lavi-Lavi, pero era muy tarde, estaban rodeados y sin posibilidad de huida.

Los supervivientes de la primer muralla corrieron a resguardarse en la segunda, pero fue inútil, la segunda cayó con la misma facilidad que la primera y la tercera siguió a sus hermanas.

Aureliano estaba aterrorizado, inmóvil veía como su majestuosa ciudad estaba siendo destruida; la infantería enemiga cruzó los escombros de las murallas, entraban a las casas, saqueando todo lo que encontrarán; tomaron la plaza, la oficina de correo, el banco, se habían adueñado de todo excepto de la alcaldía, allí junto a él se encontraban los demás nobles:

_ No se preocupen _ dijo asustado _ la alcaldía no se puede tomar desde afuera, está bien atrancada _ todo eso era cierto, la alcaldía era imposible de tomar, así que los nobles subieron a la torre del techo y se burlaron de sus enemigos. Estos rieron a carcajadas mientras rompían mesas, sillas, cuadros y todo lo que fuese de madera; y fue en ese instante que Aureliano comprendió cuál sería su final.

Pensó que lo mejor hubiese sido irse, de todas formas, a esa altura ya lo había perdido todo, bueno, todo menos la vida, pero esa se la iban a quitar en un momento.

Desde toda la tierra de los melchores se pudo observar la gran antorcha que se volvió Lavi-Lavi, el incendió comenzó en la alcaldía y borró hasta los cimientos la ciudad.

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