La sierva

Como todas las mañanas, Tamar vestía a su reina, no era tarea difícil, puesto que la reina era muy buena con sus siervos:

_ Señora _ dijo Tamar mientras cargaba dos vestidos de fina tela _ ¿Cuál prefiere, el azul o el rosa? _ la monarca observó con atención ambos vestidos, el rosa tenía tres franjas blancas de encajes con rubíes rojos pálidos incrustados cerca del pecho y el azul simulaba el color del mar cuando está molesto, cuando está indomable

_ Desde niña trabajas aquí _ sonrió la reina _ ¿Cuál crees que combina conmigo? _ la sierva dudo por un momento, pero luego dijo confiada:

_ El azul majestad, ese es el que combina con usted _ cuando terminó de servir a su reina volvió a las cocinas del gran palacio y quedó pensativa.

Habían transcurrido dos días desde que el profeta le contó que era una elegida. Al principio no entendía que le había dicho el sabio, hasta que este le explicó:

_ No tengas miedo pequeño, ve con tu reina y pídele permiso para partir _ el profeta sacó del zurrón un trozo de pergamino, un tintero y una pluma, escribió algo y luego se lo entregó a la sierva _ si tienes miedo de pedírselo entrégale esto, pero te aconsejo que no utilices mi ayuda, y sobre todo _ agregó _ no lo leas.

Tuvo muchas oportunidades: cuando le sirvió su comida; cuando le preparó la bañera; mientras cepillaba su pelo; a la hora de arroparla en la cama y finalmente cuando la vistió, pero en ningún momento se atrevió, sentía vergüenza y un poco de miedo.

_ ¿Tienes sueño? _ preguntó la cocinera mientras golpeaba su hombro _ En verdad eres una haragana _ desde el primer día que piso el palacio, Sara, la cocinera, no la dejaba tranquila.

_ ¡Vasta ya, Sara! _ dijo defendiéndola Anahí, otra cocinera, que fue amable siempre con ella _ nuestra pequeña Tamar trabaja mucho para nuestra reina, deja que descanse _ en ese momento entró un eunuco en las cocinas:

_ Sierva Tamar, la reina solicita su presencia en los baños.

Caminando hacia los baños pensaba la forma de decirle todo, en el brazo llevaba una toalla de fina tela, y en el bolsillo la carta del profeta

_ Te estaba esperando Tamar _ dijo la reina mientras se desnudaba _ hoy quiero que traigas mucha agua caliente _ dicho esto se sumergió en el agua y dándose la vuelta quedó flotando boca arriba.

Tamar cargó varios cubos de agua desde la cocina hasta el baño, que no quedaban tan lejos, la reina no se movió de su posición

_ Vasta ya _ murmuró la reina _ ven y estruja mi cuerpo _ mientras la joven sirvienta pasaba un paño por el cuerpo de su reina suspiró, la reina asombrada le dijo _ Hace quince años te encontramos el rey y yo cuando veníamos de Camarín

_ Lo recuerdo señora

_ Si, parece entonces tendrías unos diez años, estabas llorando a un lado del camino, el carromato en que venías fue atacado por unos bandidos, tus padres murieron ese día, también ganaste esa cicatriz _ Tamar tocó su ojo izquierdo _ y nosotros te recibimos bajo este techo

_ Lo sé, mi señora y estoy completamente agradecida con usted por eso, pero ¿Por qué lo recuerda hoy?

_ Es que es la primera vez en quince años que suspiras _ sacándola Tamar añadió

_ Es cierto mi reina _ dudó un instante, pero pensó que tenía que ser valiente _ el profeta me encomendó una misión _ la reina abrió los ojos como platos

_ ¿ Y cuál fue dicha misión? _ contándole Tamar la conversación que sostuvo con el profeta la reina fue perdiendo el color de su rostro _ ¿ A que esperas? _ preguntó la monarca _ vete ya a cumplir tu misión, pero antes de irte ve a la cocina y dile a Sara qué te prepare provisiones para el viaje.

Al llegar a las cocinas dió la orden de la reina, y de mala gana Sara la cumplió, en cambio Anahí se despidio con lágrimas en los ojos y con un abrazo la dejó ir.

^ Tengo que ir a la orilla del mar Agudo ^ pensó Tamar despidiéndose de los soldados apostados en el gran portón de la entrada, con un suave agitar de sus manos y una sonrisa

^ Creo que el profeta me dijo que debía de seguir el camino hacia el este ^ meditaba mientras caminaba, de repente vió a un mendigo sentado sobre una gran roca, a un lado del camino:

_ Por favor _ le imploró el mendigo _ deme algo de comer, hace más de tres días que no como nada _ Tamar observó al hombre, tendría unos treinta años, su aspecto aunque pobre era solemne, sintió como si fuese alguien de confianza

_ Esta bien _ dijo la joven sonriendo _ vamos debajo de aquel árbol, para comer sirviéndonos de su sombra _ el hombre la acompañó y se sentaron a comer.

Del zurrón sacó un trozo de pan untado en miel, que acompañaron con un delicioso jugo de frutas. El mendigo comiendo el pan le dedicó una sonrisa y tomaba el jugo de uvas, pero Tamar encontró extraña la forma de comer del hombre ^ Para ver pasado tres días sin probar nada el hombre no come con desesperación, todo lo contrario ^, pensaba la joven, pero cuando se llenó de valor para preguntárselo al mendigo este le preguntó:

_ ¿ Hacía donde te diriges? _ la joven estaba consternada por la pregunta, percatándose el mendigó agregó _ Sí se puede saber claro

_ Bueno, creo que no importa que se lo comente _ tomó un poco de aire e inspirada le contó todo lo rélacionado con la misión, él hombre reflexionó unos instantes para luego agregar

_ He escuchado cientos de historias acerca de las siete islas _ rascándose la barba preguntó _ ¿Quiéres que te cuente una ? _ sonrió _ como pago por compartir tu comida conmigo.

_ Claro que si

_ Bueno, ¿ Por donde empiezo?, a sí, bien, te contaré, las siete islas están ubicadas después de la niebla, pero no siempre fue así _ rascándose la nariz prosiguió _ hace cientos de años la niebla no existía, desde la costa se divisaba, a lo lejos, las siete islas, como siete puntitos navegantes en el horizonte, por las noches brillaban con un deslumbrante color oro, cuál si fueran faros depositados en la lejanía, pero un día _ su viz cambió, tornándose melancólica _ los habitantes de esta vasta tierra olvidaron a los reyes y estos mandaron la niebla para castigarlos.

_ Ya veo _ murmuró la joven que atendió atentamente hasta la última palabra que dijo el mendigo _ pero ¿ Cuál es mi misión? ¿Por qué soy una elegida? _ el mendigo sonrió

_ Eso lo sabrás cuando llegues a la isla _ luego se levantó y sacudió el polvo de su capa _ nos vemos pronto

_ Nos vemos _ se despidió la joven preguntándose cuando lo volvería a ver o para que.

Tamar siguió el camino qué le habían orientado, no se desvio ni a derecha, ni a izquierda, cada vez que se sentía cansada, se sentaba debajo de un árbol para recuperar fuerzas, en esos momentos recordaba con una extraña muestra de tristeza y alegría los momentos que pasaba con sus padres.

Su señor padreera un afanado comerciante de Camarin y un excelente padre, mientras qye su madre era conocida como la heroína roja que dirigía un grupo de aventureros, se enfrentó a muchos bandidos y recibió tanto oro como fama, hasta un día que salvó a quien sería su futuro esposo.

El día del accidente, se levantaron muy temprano, montaron en su carromato y se dirigiendo hacia Azielpa, puesto que su padre terminaba de vender su casa, para comenzar una nueva ruta comercial,, pero nada de esto sucedió, un grupo de bandidos montados a caballo y con capuchas blancas los asaltaron, primero mataron a su mamá no sin antes que ella mencionara un nombre que el tiempo borró de su mente y luego a su papá, quien abrazando a Tamar prometió pagar lo que fuera necesario con tal de salvar a su pequeña niña, el jefe bandido sonrió y antes de acertarle una estocada comentó que ya había cobrado, Tamar sé levantó lanzándole una piedra, pero lo que consiguió fue hacer reír al grupo, el bandido se acercó a ella, levantó su espada y le regaló una cicatriz en el lado izquierdo de su cara, justo sobre su ojo, el cual perdió en el acto.

Tocándose la vieja cicatriz, le pareció que le dolía, levantándose continuó su camino.

Supo que estaba acercando cuando percibió el salado aroma del mar, que tanto le gustaba. Cuando era niña sus padres la llevaron varias veces a la playa , mientras su madre entrenaba con unas amistades su papa y ella disfrutaban del mar. Pero eso fue hace mucho tiempo, ahora debía de cumplir la misión encomendada por el gran profeta Abel.

Cuando cayó la noche, la sierva llegó a la orilla del mar Agudo, a lo lejos divisó varios botes pescando, mientras que en la orilla acomodadas en hilera habían varias antorchas.

Se sentó sobre una piedra y esperó, esto hizo qie se acordara la cantidad de veces que tenía que esperar en las cocinas cuando era niña para que le diesen comida ^ Claro esto fue antes de que llegara Anahí ^.

No supo cuando pero se quedó profundamente dormida, tampoco recordó que había soñado pues en la mejor parte alguien tocó su hombro y despertó, era un hombre alto, su barba era negra y era mayor.

_ Tu barca espera _ dijo el hombre con una familiar sonrisa _ no debes tardar más. La joven subiéndose en la barca se percató que era pequeña, poseía un pequeño mástil en el centro con una vela de algodón que tenía dibujado unas llamas, cuando la joven preguntó sobre el significado del dibujo el barquero argumentó que era el emblema de su señor. A pesar de que el barquero era un hombre delgado, tenía mucha fuerza, pues remaba a un buen ritmo. Justo antes de llegar a la niebla se detuvo _ ¿Seguro que deseas entrar?

_ Si _ respondió enérgica, aunque sintió un ligero temor. El barquero retomó el ritmo hasta sobrepasarla niebla ; dejó de remar y subió los remos encima de la barca, aparejó la vela y encendió dos farolas. Cuando Tamar observó el agua se percató que habían entrado en una corriente marina que arrastraba la nave hacia el este

_ ¿A dónde lleva la corriente? _ quiso saber Tamar, el barquero la miró a los ojos y con voz dulce, pero severa le respondió

_ Justo a dónde tienes que ir.

Tamar tenía miedo, pero eso no evitó que depositará su mano en las heladas y negras aguas del mar de la niebla, cuando decremento observó una figura humana a lo lejos, casi no pudo identificar que era, pero supuso que era un ser humano

_ ¿ Quién es ese? _ preguntó asustada, el barquero sin apartar la vista respondió

_ Ya lo conoces, pero no te acuerdas, es posible que pronto lo veas o ya lo estas viendo _ lejos de aclararle la confundió aún más, su explicación revolvió más dudas en su corazón, y prefirió no volverva preguntarle, no quería otra respuesta así.

El sol comenzó a salir cuando desembarcaron en una pequeña isla, en el centro vio un magnífico castillo, a sus alrededores observó distintas hierbas y flores. Al acercarse tomó una hoja en su mano y la llevó a su nariz

_ Es murzac _ dijo alegrandoce la sirvienta _ la hierba medicinal que usaba mi madre para curarle el dolor de pies a mi padre.

_ Así es _ al voltearse vio a un apuesto y elegante joven, sus ojos eran de un negro intenso y su mirada como la de un cordero _ Mi señor,el rey de esta isla, es el mejor doctor del mundo, y le encanta sembrar hierbas medicinales por doquier, la sirvienta hizo una reverencia y el siervo la condujo hacia el castillo.

Las gigantescas puertas de color rojizo se abrieron solas, como por arte de magia, una vez adentro, Tamar observó las maravillas del interior. Tenían incrustaciones de oro y gemas por todas partes, el suelo era transparente y contempló varias obras de arte que no entendió y a su nariz llevó un aroma exquisito

_ Mi señor el rey no se encuentra en este momento, pero si deseas algo puedes decírmelo _ la joven dudó por un momento, pues por muy bien que fuera tratada por su reina, nunca le confiarían una información tan especial, pero al mirarlo a los ojos se tranquilizó y respondió:

_ Soy una enviada del profeta Abel, me mandó aquí para hablar sobre un asunto importante con el rey de esta isla _ el joven sirviente asintió con su cabeza

_ Ya veo, te referías a las hordas bárbaras

_ Si _ afirmó confiada _ el profeta me lo comentó

_ Sígueme _ dijo el sirviente mientras caminaban por un largo pasillo.

Una vez en la mesa la sierva comenzó a cenar, estaba muerta de hambre y agradeció al siervo por su servicio. Una vez que terminó de comer el siervo la condujo hacia una sala.

_ Por favor _ dijo el siervo _ descansa en este sillón _ la joven lo hizo _ ¿Se te ofrece algo más?

_ Muchas gracias, pero no, estoy complacida _ después de que se marchara el siervo, Tamar se quedó profundamente dormida en el sillón.

Caminaba hacia el patio trasero del castillo, allí había un hombre arrodillado, cadenas colgaban de su cuello y manos, el hombre de las cadenas miró directamente a su ojo sano, pero lo reconoció con el que le faltaba, Tamar se acercó, tomó una espada del suelo, apuntó con el mandoble a la cara del hombre, apreto sus dientes tanto que sangraron ^ Ojo por ojo ^ pensó con odio. Sus miradas se cruzaron una vez más, el asesino de su familia estaba viejo, derrotado, cansado, Tamar soltó la espada y vio en el suelo una llave, que usó para liberar al hombre y mientras lo abrazaba lloró; en ese momento despertó y vio al siervo detrás de ella

_ El perdón acarrea una consecuencia _ posó su mano en la cuenca vacía _ trae sanidad para tu alma y para tu cuerpo _ cuando apartó su mano, la sierva vio algo borroso y pronto comprendió que estaba curada _ mañana en la mañana la barca partirá, espera a los otros en la orilla del mar agudo.

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Estrella Mustelier

Estrella Mustelier

La prueba era perdonar?

2024-01-20

4

Eriel Ricardo Velázquez

Eriel Ricardo Velázquez

wao

2024-01-16

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