El pastor

Jared dejó las ovejas con su tío y dirigiéndose rumbo norte comenzó su viaje.

Su corazón palpitaba de la emoción, toda su vida había cuidado ovejas, nunca fue a otra ciudad, no otro lugar que no fuese el extenso prado de Ittaigil. Sintió miedo, temor a lo desconocido, al fracaso y al no lograr completar su misión, pues los Melchores dependían de él.

Luego de un día de camino descansó bajo la sobra de un cedro, construyó una fogata para calentarse el cuerpo y preparó la cena.

El cordero asado era el plato que mejor preparaba, lo comía constantemente, tanto en su pequeña casa cerca de la muralla de la ciudad o cuidando su rebaño en los grandes prados.

Esa noche pasó mucho frío, estaba acostumbrado a que sus ovejas le calentaran en las noches más frías, pues cuando llegaba la hora de dormir, ellas lo rodeaban, en cambio, él las cuidaba y las hacía descansar.

En la mañana, justo cuando salió el sol, retomó su camino. Ambos lados del camino observó distintos árboles, todos eran frutales, en especial abundaban los manzanos:

_ ¿Quieres una manzana? _ al girarse vio a un hombre, parecido a un campesino, con ropas raídas, pies descansos y un gran sombrero sobre su cabeza

_ Claro _ respondió extrañadado Jared, aun así la tomó en sus manos y llevándosela a su boca la mordió, el dulce jugo resbaló por la comisura de sus labios, el paladar degustó un sabroso sabor dulzón y sus ojos se iluminaron _ ¡Está deliciosa! _ exclamó alegremente aun masticándola.

_ Gracias _ reverenció el hombre _ soy el campesino que atiende las tierras del conde Uzal _ sonriendo agregó _ puedes tomar cuantas desees.

_ Te lo agradezco _ rebuscó en el zurrón y sacando un trozo de carne en salación añadió _ toma, soy pastor, esta era una de mis ovejas más gordas _ el hombre la aceptó y tras meditar un momento preguntó

_ ¿ Hacia donde te diriges?

_ Voy al mar Agudo

_ Por este camino hay muchos mendigos, yo intento darles de comer, pero no siempre puedo hacerlo, ¿Tú podrías llevar esta cesta de manzanas y repartirlas por mí? _ el muchacho asintió con la cabeza y reanudó su viaje.

El sol subió hasta el centro del cielo, el calor que desprendía era bastante insoportable, en un día normal, Jared hubiese llevado a sus ovejas hacia un claro y allí todos hubiesen descansado, pero ahora no lo podía hacer, debía de realizar su misión:

_ Señor _ escuchó una voz que venía detrás de una roca del camino _ por favor, dame algo para comer _ al acercarse notó que era paralítico

_ Claro que si amigo mío _ respondió mientras le daba unas manzanas del cesto

_ Gracias mi señor, muchísimas gracias, estoy completamente agradecido con usted, acércate que te voy a dar un consejo:" Aunque la bestia sea grande, no debes temer, protege a tus ovejas y lucha con placer" _ el pastor agradeció al mendigo y retomó su camino.

Esa noche descansó a orillas del camino, preparó una fogata y comió carne de oveja acompañada de manzanas; miró las estrellas y se durmió pensando en su redil.

A media noche sintió que alguien se acercaba cojeando, un poco avergonzado guardó el puñal que había sacado para defenderse y cuando estuvo cerca le invitó a sentarse:

_ Gracias mi buen señor, si no fuera mucha molestia ¿Podría darme algo de comer? _ Jared sacó del zurrón un recipiente y lo llenó de guiso, luego entendiéndolo a su invitado le sonrió _ muchas gracias, por tu servicio te daré un buen consejo:" La gran bestia negra representa la desesperación, el valiente guerrero tiene falta de amor".

Temprano en la mañana retomó su camino, quería llegar cuanto antes, aunque había algo que lo inquietaba, había servido a dos mendigos y ambos le dijeron algo acerca de una bestia, una lucha y ser valiente, aún lo estaba pensando cuando apareció frente a él, un mendigo manco:

_ Mi gran señor _ decía entre lágrimas _ hace muchas lunas que no ceno nada, necesito algo de comer el pastor sintió lástima por el mendigo y ayudándole a sentarse preparó una comida rápida y embutiéndole le contó a cerca de su misión, al terminar, el rostro del mendigo reducía _ como me has servido yo te devolveré el favor dándote un buen consejo:" Protege a la oveja débil, de la gran bestia feroz, protege a tu redil y dales un final feliz".

Alejándose ese mendigo, Jared meditó sobre los consejos que estas personas le habían dado, a su cabeza llegó otra vez ^ Una bestia, una oveja, un redil, proteger y salvar,¿Qué significará todo esto?^

Una gran montaña se alzaba sobre él, dos noches pasaron sin ver a ninguna otra persona, no se dio cruce con nadie en esos días y empezaba a sentirse solo.

Mientras subía la montaña vio a un hombre, al mirarlo bien comprobó que era un mendigo, estaba tirado en el suelo, su rostro mostraba las típicas marcas del hambre y miseria, el joven pastor se detuvo frente al hombre, pero el mendigo no dijo ni una sola palabra ^ Este no me ha pedido nada, si me voy ahora nadie va a poder reclamarme nada ^, pero reflejándose en sus cansados ojos sintió compasión; ayudó al hombre a ponerse en pie y lo llevó a una sombra, preparó un guiso con mucha carne y varios trozos de manzanas; cuando estuvo, ayudó al mendigo a comerlo, este comió cuatro tazones rápidamente, luego se puso de pie y señalando el norte le abrazó agradecido.

Desde la sima del monte vio el gran mar Agudo, la niebla y unos pequeños puntos en el mismo.

Sentándose a la orilla del mar preparó su cena, cuando rebuscó en el zurrón se percató que solo quedaba un pedacito de carne y una manzana; mirando al mar observó un pequeño bote y una vela que se alzaba sobre un mástil central

_ Señor _ al mirar a su lado comprobó que había un hombre _ ¿Podrías darme un poco de tu guiso? _ Jared pensando que no podía darle menos que a los anteriores mendigos, sirvió una buena cantidad para el hombre. Al terminar el hombre levantándose fijo _ Bien, hora de irnos.

El barquero remó, luego alzó los remos y se adentraron en la niebla, sin decir ni una sola palabra llegó la mañana, en la lejanía Jared vio una hermosa isla, una torre, un castillo, un bosque y finalmente un pequeño puerto.

Después de desembarcar, se adentró en el bosque, el cual estaba lleno de manzanos, algunos olían dulce, otras a sal, otras a azufre; algunas eran circulares, otras triangulares, otras cuadradas y hasta alguna tiene forma de cubo; más adelante vio la muralla del castillo y una gran torre que se alzaba dentro del castillo y vio la gran puerta

_ Bienvenidos al castillo de mi señor _ dijo un hombre que salió a recibirlo, tenía el pelo corto y la mirada como la de un cordero _ hoy por desgracia mi señor no se encuentra, pero te invito a cenar, mientras tanto puedes paseaeon por donde preferías.

El pastor agradeció al siervo y despidiéndose de él, fue rumbo a los manzanos, quería probarlos, saborearlos y por lo menos olerlas.

No tuvo que subir a ningún árbol, pues todas las frutas estaban en el suelo. Comió hasta saciarse, eran deliciosas, tanto las dulces como las saladas, probó las ácidas y cuando el jugo resbaló por la comisura de sus labios se percató que eran dulces. Por último comió las que parecían un cubo, estas sabían a óxido dulce y a espinaca.

En su zurrón guardó las más dulces, pensando que en cuanto volviese, lrepartiríaia entre los mendigos y su tío.

De repente observó a lo lejos una manzana diferente a las demás, era la única en su árbol, tenía un color carmesí, de aspecto sano, delicioso, olía a caramelo de chocolate, sin pensarlo dos veces fue directo hacia ella. El pastor mordió la manzana y embriagado por su sabor cayó al suelo.

No supo cuanto tiempo estuvo dormido, pero al despertar sintió un fuerte dolor en su cabeza la cual estaba roja por el zumo de manzana que sirvió de almohada, era de noche y comprendió que llegaría tarde a la cena.

Pero antes de ponerse en marcha sintió un ruido conocido, al voltearse lo vio, era un gran oso negro, una bestia sedienta de carne, que atacaba a su redil, la sangre del pastor se heló en sus venas cuando el inmenso animal se paró en sus dos patas y rugió enseñando sus filosos dientes amarillos. Quiso huir, pensó en trepar a un árbol, pero desechó la idea, quiso gritar, pero no salió nada de sus labios, quizás por la desdichada esperanza de que la gran bestia negra no lo hubiese visto; pero no fue así, el animal caminó hacia Jared amenazante, el joven pastor se dispuso a correr, pero escucho un gimoteo conocido, era una oveja herida y al voltearse lo puso comprobar ^ Esta es mi oportunidad, escaparé mientras se entretiene con la oveja ^, pero no pudo correr, con lágrimas en los ojos sacó su honda, buscó una piedra lisa del suelo y recordó sus ovejas, pensó que ese pobre animal, podía ser suyo y la honda vuelta dio y finalmente la lanzó, la piedra impactó en el cráneo del oso, el cual cayó muerto al instante, en ese momento la oveja se transformó en el siervo, la noche se tornó día y él estaba de pie y con mucho dolor de cabeza:

_ Veo que eres valiente y que defiendes con tu vida a los indefensos, vete tranquilo y espera tu ayuda a la orilla del mar.

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Eriel Ricardo Velázquez

Eriel Ricardo Velázquez

La oveja era el siervo?

2024-01-16

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