En Lavi-Lavi.

El profeta Abel veía fijamente el fuego, escuchaba el crepitar de la madera al quebrarse, el color lo mantenía contento ^ Estoy envejecimiento ^ pensaba con una agridulce mezcla de alegría y tristeza. ^Cuando empecé mi labor como profeta tenía la fuerza de un bisonte, la agilidad de un venado, la rapidez de un águila y la inteligencia de un búho ^.

El olor de la ciudad de Lavi-Lavi llenaba sus pulmones, un aroma a rosas, a ropas nuevas era una oda a la alegría.

Encima de la hoguera, acaba una gallina, que cada vez olía mejor; su burro descansaba detrás de él, recordó la cantidad de veces que ese burro lo llevó por todas las ciudades y sintió una deuda de gratitud hacia el animal.

La brisa nocturna acariciaba su cabeza, desde hacía mucho tiempo que no tenía pelo, para él era mejor, disfrutaba mejor la brisa.

El olor a pollo asado comenzaba a generar un efecto en él, puesto que sus tripas sonaban como si cantase, provocando una sonrisa en sus labios; pero aún no debía de sacarlo del fuego, no estaba listo, como tampoco debía de entrar en la ciudad, no era el momento.

Semanas atrás su siervo y él, tomaron distintos caminos, pues luego de tener una extraño sueño, decidió que era lo mejor; Aziel debía de dirigirse hacia Ittaigil, mientras él iría a Lavi-Lavi, así ahorrarían tiempo:

_ Siervo mío _ dijo cuando salieron de la ciudad de Azielpa _ ve rumbo a Ittaigil, yo partiré hacía Lavi-Lavi, tuve un sueño anoche que turbó mi alma, soñé que una manada de lobos negros nos atacaban desde la otra muralla, así que es mejor prevenir que tener que lamentar _ en el rostro del siervo había miedo y duda

_ Mi señor ¿Qué haré cuando llegue a una ciudad? a mí no me respetan como a ti, no tengo tu poder _ Abel sacó del zurrón un recipiente con aceite y con viril voz dijo

_ Arrodillate _ el siervo obedeció _ te unjo como profeta de los Melchores _ y derramó el aceite sobre Aziel.

Sonrió una vez más, creyó en su corazón que había hecho lo correcto, Aziel era un digno relevo.

Luego de cenar, se acostó boca arriba y observó con atención las estrellas ^ A veces las estrellas también nos dicen que va a pasar ^ recordó las palabras del anterior profeta, pero esa noche las estrellas no dijeron nada.

Se despertó al escuchar el ruido de varios carromatos en la distancia, recogió todas sus pertenencias, sujetó las riendas de su burro y caminó hacía la vereda. Pronto los comerciantes pasaron a su lado, traían muchos carromatos jalados por camellos, cargados con mercancías para vender en la ciudad.

El comerciante más importante el cual iba al frente de la comitiva al percatarse de la presencia del profeta mandó a detener la procesión y arrodillándose tocó sus pies en señal de respeto:

_ Gran profeta _ dijo el jefe comerciante _ te ruego que vengas hoy a cenar a mi casa

_ Está bien hijo mío, iré contigo y tus hijos.

El jefe comerciante pidió al profeta que se montase en un palanquín especial, pero este se negó, alegando que su burro era su mejor montura.

Las puertas de la ciudad abriéndose los dejaron pasar, todos en Lavi-Lavi estaban acostumbrados a recibir al jefe comerciante, que una vez al año, visitaba todas las ciudades del reino y llevaba para su tierra lo mejor de todas las villas. Pronto una multitud rodeó la comitiva y muchos al darse cuenta de que el profeta venía entre los comerciantes gritaron:

_ El profeta bendice la familia de Lavar

Llegaron a la plaza y encomendó la misión a sus hijos de vender la mercancía, entre tanto, Lavar llevó al profeta a su casa, una mansión cerca del centro:

_ Bienvenido a mi hogar _ dijo complacido el comerciante _ usted será mi huésped _ pronto los siervos de Lavar llevaron al burro hacia el establo, agasajaron al profeta y trajeron agua para que se lavaran los pies.

Dentro de la mansión la esposa del comerciante lo esperaba con impaciencia:

_ Pensé que vendrías dos lunas antes _ dijo en tono brusco, notándose una pisca de ira _ y al parecer vienes acompañado _ el comerciante rojo de la vergüenza respondió

_ ¿Acaso no sabes quién es este hombre? ¡El es el profeta Abel!_ al oír aquello la mujer cayó de rodillas y arrepentida dijo

Perdóneme señor, es que no sabía quién era usted _ el profeta hizo un gesto con la mano para que se levantara y tocándole la cabeza agregó

_ Recuerda quien eras antes de casarte con este buen hombre _ la mujer comenzó a llorar _ no dejes que tu corazón se llene una vez más de codicia.

A la hora de la cena, sentándose los seis en la mesa, el profeta en el lugar de honor, Lavar y su esposa a su lado y sus tres hijos más alejados de ellos:

_¿Falta alguien en la mesa? _ preguntó él profeta antes de comenzar a cenar

_ Si mi señor _ dijo el jefe comerciante _ falta mi hijo menor, casi nunca cena junto a la familia, a esta hora ha de estar cerrando algún negocio, el es comerciante, igual que nosotros.

_ Ya veo _ dijo mientras acariciaba su barba _ envía un siervo en su búsqueda, no podemos empezar.

hasta que él no esté aquí _ miró fijamente a Lavar y agregó _ vengo por una misión especial, tu y tu casa van a servir a un propósito, por algo nos encontramos en el camino.

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Comments

Eriel Ricardo Velázquez

Eriel Ricardo Velázquez

Ese profeta es bastante famoso, supongo que no pasará hambre

2024-01-16

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