...BARCELONA, ESPAÑA....
Nada volvió a ser igual después de esa conversación con Leonardo Vindobi.
¿Acaso la estaba poniendo a prueba? ¿Estudiándola? Esa amenaza rodaba por su mente sin dejarla dormir... ¿Por qué no la mató ahí si quería vengarse de ella?
Makar la había estado llamando, pero ella simplemente lo bloqueó. Si era cierto lo que dijo Leo de mantenerla vigilada no podía hablar con Makar, su seguridad dependía de eso.
Vivir así era una verdadera mierda.
Intentaba distraerse con su trabajo para no colapsar, de manera básica volvió a la normalidad, a su vida antes de la Masacre de Fráncfort. Le dolía, más tenía que ser así si no quería perder su trabajo, o a otro ser querido.
El juicio de Jachari sería pronto y quería estar presente. A pesar de todo, sabían que sería un caso cumplido al declararla culpable con toda prueba en su contra, era la justicia actuando a favor de esas niñas que se suicidaron por su culpa.
Cuando llegó al tribunal lo primero que observó fue al oficial Víctor conversando con la joven Mariam, ambos lucían animados, sobre todo Mariam a pesar de que su madre podía pasar la mayor parte de su vida en prisión.
Eri odiaba que la pena máxima en España fuese de 40 años en prisión, como si esos monstruos tuviesen el derecho de volver a la sociedad. La cadena perpetua también le gustaría, más deshacerse de ellos de la forma en que hicieron sufrir a otros seria su penitencia favorita.
—Me da envidia, Mariam hablado más con él que conmigo. —Cerca de la entrada, César se quejaba con Flor de la situación.
—¿Sabes de qué hablan? —Se entrometió la comisario.
—Según ellos de cómics y videojuegos. —Dijo el oficial disgustado.
—No pensé que tu hermana fuera una friki. —Comentó Flor, observando lo coqueta que era la adolescente. —Luce lo opuesto a eso.
—Por eso mismo es que no lo creo. —Chasqueó César. —Ese asqueroso trata de ligarsela, ¡Es una niña, joder!
—Wow, wow, no pierdas los estribos César... —Flor quiso calmarlo. A Eri le daban gracia sus celos. —No creo que tu hermana se fije en una persona así fácilmente.
El juicio estuvo a punto de empezar, por lo que nos dirigimos a la corte a presenciar el juicio. El juzgado y los presentes, incluyendo los padres de las víctimas, vieron llegar a Jacharí Romero con uniforme naranja y las manos esposadas. Ella se sentó junto a su abogado frente al estrado, y a su lado se ubicaban los abogados que la acusaban.
—¡Inicia el juicio! —Ordenó el juez.
La única que se lamentaba por Jacharí era Mariam, y no tanto porque se quedaría sola, sino por el color del horroroso uniforme que usaba su madre. De resto, todos ansiaban la cadena máxima para ella.
En medio del juicio llegó la prensa, Gabriel Fregoso no podía faltar para reportar la decisión final. Luego de todas las acusaciones, de una mala defensa y la nula empatía de todos hacia ella, Jacharí Romero fue declarada culpable de sus cargos y sentenciada con una pena de 35 años de prisión.
No hubo persona que no saliese satisfecha del juicio, Eri seguía pensando que era muy poco para una escoria como esa mujer, la fiscal la consolaba alegando que pudo ser una pena más baja. Sin embargo, Jacharí no parecía sufrir por su sentencia, se la veía tan serena y tranquila como si no le afectara. Esa actitud despertó las dudas de la comisario.
—¡Ya veo la primera plana! "Amante del difunto Lindroich fue sentenciada a 35 años de prisión." ¡Qué emoción! —Exclamaba el periodista contento. —Felicidades, señorita Erika... le sigue probando al mundo que es un fantástico ángel justiciero.
—Yo no resolví este caso sola, Fregoso. —Evadió Eri con irritación.
—Pero fue la encargada, la cabeza de la investigación...
—La cabeza es la que te voy a arrancar si no dejas de fastidiar. —Amenazó la comisario con rudeza. Hizo temblar al periodista antes de irse lejos.
—Espero que no sea la más importante. —Lloriqueó Gabriel.
Tratando de evadir al insoportable periodista, accidentalmente Eri chocó con un hombre de edad avanzada que pertenecía al juzgado. Lucía como una persona importante, así que se disculpó.
—No se preocupe, me disculpo yo por entrometido. —Añadió el hombre, delatándose. —Así que tu fuiste la encargada del caso, la famosa comisario Erika Irasuegui, a la que le dicen "la Sádica."
—Si... aunque el apodo está un poco demás.
—Entiendo, es una forma en que tus enemigos intentan rebajarte. —Concordó ante la incomodidad de la mujer. —Pero en mi opinión, es un buen apodo, cualquiera que te nombre con él de inmediato debe darte sus respetos.
Eri soltó una risa nasal.
—¿Respeto? ¡Ja! Sabe que en estos tiempos el niño le manda al padre. —Contestó ella con ironía. —El cargo sólo me da un mejor salario y más trabajo estresante, de resto cualquiera puede pasar sobre mi y yo debo sonreír como si nada.
El hombre se rió por la frase.
—¿Sabes por qué es difícil capturar a los capos y líderes de la mafia con mayor poder? La razón es porque no están solos. —Argumentó él, para luego mirar despectivamente a Jacharí ser retirada de la sala. —Esa mujer estaba sola, no desprendía respeto entre sus hombres, estoy seguro de que su amante se retuerce en la tumba por haberle dejado una herencia que no mantuvo ni un año. En cambio otros líderes, para vencerlos debes pasar por un ejércitos de hombres que si no respetan a su jefe, le temen y hasta darían la vida por él.
Un ejército de hombres...
¡Claro!
Era tan idiota, no era como que Leo estuviese en persona observándola a cada rato. Sus hombres, Leonardo debía mandar espías en su entorno sin ella saberlo. Es que nunca podía bajar la guardia ni con sus propios aliados.
Ahora, de todos sus compañeros... ¿Cómo enterarse quién estaba junto a Leo?
Mmm...
—Quiero expresar mi satisfacción por esta victoria. —La comisario se impuso llamando la atención de todos en la habitación. Luego de tener las miradas de todos suspiró pensando en qué decir. —Quiero agradecerles a todos su colaboración en el caso, hemos logrado encerrar a la culpable y vengar a las niñas. Sigamos haciéndolo así compañeros. —"Que hipócrita te escuchas, Eri." —Pero mientras, es hora de celebrar, por lo que quiero hacer un brindis, cada quien tome una copa que va de mi parte.
Los oficiales se extrañaron ante aquella oferta, en ese momento la comisario soltó un silbido que le permitió el paso a varios meseros que traían bandejas con copas de champange. Cada quien agarró su copa gustoso y brindó en celebración del caso resuelto.
—¡Gracias, comisario! —Repetían los oficiales al ver como Eri caminaba entre ellos con una sonrisa forzada.
—No esperaba este acto de buena fe. —La felicitó la fiscal orgullosa. —Me alegra que hayas aprendido la lección.
—Si... buena fe. —Murmuró Eri disimuladamente.
—Comisario. —La llamó uno de los guardias de la corte, uno de los que se había llevado a Jacharí después de su sentencia. —La prisionera no quiere irse sin hablar con usted.
—¿Por qué es tan importante?
—No lo sé, sólo insiste.
Eri se alzó de hombros y decidió averiguar que tenía Jacharí para decir, a lo mejor la amenazaría, diría que se vengaría o la iba a chantajear con el asunto de Makar. Sin embargo, a Eri no le intimidaba eso, Jacharí era una prisionera que perdió toda voz de defensa y ella había cortado la comunicación con Makar, por mucho que le doliera.
Llegó a la celda donde Jacharí se encontraba esposada, notablemente despeinada y con una mirada de desdén que aumentó en fuerza al ver a la comisario al otro lado de las rejas.
—Parece contenta de verme aquí, sheriff. —Dijo la prisionera con veneno en sus últimas palabras.
—Este lugar es muy pulcro para donde deberías estar realmente.
—Tu estarás en mi luga' pronto. —Sonrió la criminal maliciosa. —La verda' siempre se descubre.
—Tu imperio pudo durar más, Jacharí, pero no tuviste la inteligencia suficiente para lograrlo. —Añadió Eri altanera. —Es por eso que estás aquí, y yo siempre estaré por encima de todos los malditos criminales.
—Maldita...
—Ahorrátelo. —Interrumpió la comisario antes de que comenzara a maldecirla. —Tienes 35 años para perfeccionar como vas a maldecirme, piensalo bien.
Lo que dijo Jacharí después de eso no fue de importancia para la comisario, se retiró de las celdas satisfecha de haberle ganado al crimen una vez más.
Pero la batalla no terminaba ahí, debía destruir al más peligroso de todos antes de que acabara con ella.
Eri llegó a la cocina, donde dos meseros la esperaban con bolsas grandes, en su interior se encontraban todas las copas que fueron ingeridas por cada oficial del departamento.
—¿Son todas las copas? ¿No se escapó ninguna? —Cuestionó Eri.
—Negativo, son todas, identificadas incluso. —Comentó uno de los meseros, que en realidad era un bioanalista contratado por ella. —Será mucho trabajo analizarlas rápidamente debido a la cantidad, pero haremos lo posible por tener los resultados cuanto antes.
Eri asintió y permitió que ambos tomarán las copas para llevárselas a un laboratorio. Necesitaba huellas, ADN... algo que indicara una irregularidad en alguno de esos hombres.
Con eso solo le tocaba esperar, se fijó en su reloj de que ya era tarde por lo que decidió partir a su casa. No obstante, en la puerta del establecimiento habían varios guardias que resguardaban la salida, le dio curiosidad por saber que ocurría, hasta que los guardias le apuntaron repentinamente y sin razón.
—¡Comisario Irasuegui! ¡Detengase!
—No estoy de humor para juegos muchachos, ¿Qué sucede? —Dudó.
—¡Venga con nosotros! —Demandó el militar con seriedad. —¡Es la principal sospechosa del asesinato de Jacharí Romero!
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Comments
Julia Monta88lvan
No ni madres ,ahora me sales con q "la primera sospechosa del asesinato de Jachari"
porfavor Erika no seria tan imbecil como para matar ahi mismo,ese mismo dia haber matado a Esa Jachari pero pos bueno asi es la trama
y aunq me hierve la sangre me las tengo q aguantar
Erika no te preocupes vas a salir de estas y....tal humillacion te la pagaran
Animo autora te esta quedando es ufff... animo😊😊
2024-01-10
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