Al día siguiente Eri llegó a las oficinas a laborar, siempre antes de entrar compraba una soda y un café con el doble de azúcar. Ella juraba que mientras más azúcar consumiera, más energía tendría para afrontar el día a día. Rechazaba cualquier idea de padecer diabetes.
Apenas cruzó las puertas se sorprendió de ver tanta gente en el sitio, y tan temprano. Se puso a pensar la razón, y luego recordó que hoy ingresarían los novatos.
Eri rezó para que ninguno de ellos la fastidiara, no quería perder el tiempo enseñándole a un novato como limpiar el piso.
—¡Es ella! —Gritó una mujer.
—¡Señora por favor, cálmese!
Eri se detuvo desconcertada al ver como una doña se le acercó muy furiosa. El Agente Gutiérrez trataba de detenerla, pero la comisario le permitió hablar.
—Usted... ¡Dicen que usted dio la orden de matar a todos en Fráncfort! —Le recriminó la señora. —¡Es un monstruo, asesinó a mi hijo siendo inocente! ¡Él no era un criminal!
—¿Entonces por qué tenía un arma en la mano? Yo di la orden de exterminar a todo el que tuviese un arma, si su hijo fuese tan inocente como dice se hubiese refugiado en su hogar a esperar que el caos pasara. —Pronunció Eri friamente. —Los que estaban afuera tenían la intención de asesinar a Leonardo Vindobi para conseguir la recompensa de Lindroich.
—¡Mi hijo era inocente, él solo buscaba defenderse!
—Eso o usted no acepta que su hijo se volvió condicioso y que eso lo llevó a la muerte. —Argumentó la comisario por última vez. —Mi más sentido pésame, pero las cosas pasan por algo. Mi objeto es deshacerme de todo virus que atente contra la sociedad. Que tenga buen día.
Eri se retiró, dejando a la mujer que siguió llorando pero no tenía otro argumento con el que defenderse, además de el "mi hijo era inocente". Apenas Eri se dirigió a las puertas de su oficina la interrumpió el grito emocionado de una muchacha.
—¡Afrontó la situación de forma maravillosa, comisario! —Exclamó una chica joven con lentes.
Eri la miró de arriba a abajo, observando que la joven desconocida llevaba un uniforme policial que le quedabaórdeneso grande y sin placa.
—¿Y tú eres...?
—¡Oh! Soy Flor Elisalde a su servicio. —La novata le hizo reverencia. —Hace una semana entre a la organización, y de verdad soy una gran admiradora de su trabajo, comisario Irasuegui, me encantaría seguir sus pasos...
Eri suspiró fastidiada. Lo que quería evitar, una novata que le estuviese oliendo el trasero.
—Bien, bien... El crimen no descansa, tengo que trabajar, así que si te haces a un lado lo agradecería mucho. —Pidió la mayor tratando de mantener la calma.
—Claro, claro, lo que usted diga comisario. —Acató Flor haciéndose a un lado.
La oficial cerró las puertas de su oficina y de inmediato se lanzó en el asiento de su escritorio, divisando el montón de papeles y carpetas que requería para resolver el caso de los últimos "suicidios" en las adolescentes. Con un suspiro y un gran trago de su café azucarado comenzó a leer los expedientes.
Durante este tiempo la comisario leía y releía los documentos, y cada aspecto que fuese interesante lo agregaba en un pizarrón. Un método tradicional, pero efectivo. Algo que llamo la atención de Eri fue que todas las chicas anteriores escribieron una carta antes del acto suicida, pero la última no. O al menos se desconocía esa información.
Por esta razón Eri decidió convocar a una reunión a los oficiales que entrevistaron a los familiares de la fallecida y los que estuvieron en el levantamiento del cuerpo. Su llamado fue acatado rápidamente, ya que todos sabían que era malo despertar la ira de la comisario al mando.
Lo primero que vieron todos al entrar fue el pizarrón policial, pero el más enfocado fue el oficial César Herrera, quien se alivió de no ver a su hermana ahí.
—Los he llamado, oficiales y detectives, debido a que ustedes fueron los responsables del levantamiento del cuerpo y de interrogar a los familiares de Yorgelis Ramos. —Comenzó la Comisario con seriedad. —Este caso se ha comparado con el de otras chicas pasadas con las mismas características. Algo en lo que no coincide este caso con el de las víctimas anteriores es en la existencia alguna carta o mensaje de despedida. Por lo que requiero de su información.
César se puso nervioso, esperaba que sus compañero no dijeran nada.
—La chica no escribió una carta de suicidio, comisario. —Negó un detective. —Ni nada por el estilo.
—Eso es mentira, ¿Qué hay del vídeo? —Intervino una voz femenina.
Todos giraron a ver a la novata, la tal Flor Elisalde se acomodó los lentes nerviosa al notar que todos la miraban feo después de que habló.
—¿Qué video? —Dudó Eri de inmediato.
—Es una novata, no la escuche comisario. No debería estar aquí. —Trató de evadir un oficial.
—¡Habla Elisalde! —Exigió la comisario.
Flor tragó saliva nerviosa.
—E-Entreviste a los estudiantes del College Monseñor, resulta que la víctima subió un video a Facebook antes de morir, despidiéndose y delatando a las personas que la orillaron a hacer lo que hizo.
—¿Por qué mierda no supe de esto? —Dudó Eri indignada.
Los hombres se quedaron callados, agachando la mirada y esperando el regaño de la mayor.
—El que no hable lo despediré sin indemnización...
—César debía decírselo, comisario. —Confesó un oficial.
Eri miró a Herrera de manera fulminante, y este no pudo ponerse más nervioso al esperar un regaño por parte de su jefa. Maldecía el que lo hayan descubierto.
—Se me pasó, lo siento comisario. —Se excusó César, por si servía de algo.
Eri estaba cansada de reprender a esos inútiles, todos parecían enfocados en cualquier cosa menos en lo más importante.
—Quiero ver ese vídeo, ahora. —Ordenó la mujer.
Con las manos temblorosas, César buscó el video en su celular y enseñárselo a la comisario. Lo primero que apareció fue la joven adolescente con su rostro húmedo por las lágrimas, en su habitación oscura iluminada meramente por la luz del celular.
...Ya, no se burlen... ya muchos se burlan de mi como para que más personas lo hagan. —Se limpió las lágrimas. —¿Se han puesto a pensar porque se burlan de nosotros? Por nuestro cuerpo gordo, si soy pobre... todos nos critican con tanta facilidad, pero nadie se atreve a preguntar ¿Cómo nos sentimos al ser atacados?...
...Traté de buscar lo que necesitaba hasta en los lugares más horribles, pero desde ese día de la Masacre todo se ha vuelto horrible y lo único en lo que pienso es en morirme....
...Es gracisoso, tengo 14 años, debería pensar en mis sueños futuros, en conseguir novio, en divertirme... pero aquí estoy, diciendo que quiero morirme....
...Perdóname mamá, perdóname papá... mis hermanos, lo siento mucho. Sé que yo era su sostén, pero esas mujeres... Las odio....
...Desde que tomaron el liderazgo han hecho mi vida y la de mis compañeras un infierno, me hicieron cosas que no quise. ¡Las odio! Son hermosas por fuera pero por dentro son horrendas, ¡y yo solo quiero que esto se detenga!...
...Solo quiero dormir y que nunca amanezca, para no despertar jamás....
...Nunca creí en un Dios, ahora supongo que descubriré si es verdadero o no. Tal vez digan que soy una cobarde, pero quiero que sepan que lo intenté......
...Adiós, y gracias por...aguantarme....
La comisario se quedó en silencio, analizando las palabras de la chica, era obvio que Yorgelis pedía auxilio a gritos, porque alguien le hizo la vida un infierno.
—¿El video sigue en Facebook?
—No, el video fue borrado misteriosamente de la página. —Dijo Flor, ganándose otra mala mirada de sus compañeros. —¿Qué? Pensé que habían sido ustedes los que la bajaron de ahí.
—Flor, retírate. —Ordenó la comisario.
En ese momento Flor pensaba que había dicho algo malo, aunque se coló porque quería compartir esa información de utilidad para su ídola todo terminó siendo incómodo al recibir las miradas asesinas de sus amigos.
Apenas la novata se retiró, Eri estalló en contra de los oficiales y los detectives.
—¡¿Cómo es posible que una novata me haya dado más información del caso que ustedes?! ¡Si hay algo que más odio en el mundo es la traición! ¡Así que la próxima vez que se les "olvide" la información, créanme, perder su trabajo será lo de menos!
—Usted no puede amenazarnos. —Enfrentó un oficial, tomando algo de valor.
—¿Exigirles que cumplan la ley como es debido es una amenaza? —Objetó la comisario molesta. —Todos son unos idiotas, ¡Retírense!... Ah, y si me llego a enterar que le hicieron algo a la joven Elisalde, todos ustedes serán culpables.
...⭐️...
—¡César!
Aquella noche la joven estudiante de secundaria corría detrás de su hermano, al que esperaba en la puerta de su casa a que llegara del trabajo. El oficial, en cambio, trataba de evitarla a toda costa, no se encontraba de buen humor.
—¡CÉSAR!
—¡Déjame en paz, Mariam! —Le gritó su hermano, hostinado. Trató de cerrar la puerta de su casa, pero la chica puso su pie para impedirlo.
—¿Qué ha dicho la policía sobre el caso? ¿Evitaste qué vieran el video? —Preguntó Mariam preocupada.
—No.
—¡Idiota, ahora van a matarme a mi!
—Tu muerte estaba marcado desde que te metiste con esa gente, ¡¿En qué estabas pensando, Mariam?! —Recriminó el policia.
—Necesitaba dinero... —Murmuró la adolescente cabizbaja.
—¿Para qué? Sabes perfectamente que podía ayudarte a ti y a tu madre... a no ser que ese dinero fuese para tus caprichos.
—¡Yo no necesito nada de ti!
—Bien, entonces no me pidas ayuda cuando estés en la cárcel. —Dijo César dispuesto a cerrar la puerta.
—¡Espera! —Intervino Mariam otra vez. —Eres mi hermano, quizá no de la misma madre, pero lo eres... por favor, no quiero depender de ti económicamente, mi mamá no gana nada en el mercado. No quiero que este problema sea una carga más para ella.
—¿Y yo que ganó con ayudarte? Ah si, a perder mi trabajo. No gracias. —Renegó el muchacho.
—¡Si yo gano, tu ganas! —Mariam usó su última carta. —Mi jefa es muy poderosa, te puede dar más de lo que ganas en la policía, solo si nos ayudas como lo has hecho hasta ahora.
—No lo entiendes Mariam, no es como antes. El caso no lo lleva cualquier policía, sino una de las oficiales con mayor rango y la más temible para todo ser vivo, la comisario Erika Irasuegui. —César suspiró agotado. —Si ella me llega a descubrir estoy muerto.
—Desviala, dale pistas falsas, sé que lograrás hacerlo. Nadie es tan inteligente. —Insistió la adolescente.
—Adiós, Mariam.
César cerró la puerta con éxito esta vez, dejando a su media hermana hablando sola.
—¿¡Lo harás verdad, César!? —Le preguntó Mariam insegura. —Confío en ti, hermanito.
Cuando Mariam se retiró, César se recostó sobre sobre la puerta y cayó al suelo sin saber que hacer. Se sentía tan impotente, debilucho. Su hermana Mariam era la única familia que tenía, perderla a ella también sin poder hacer nada lo destrozaba.
Nunca quiso ser un corrupto, desde pequeño quiso ser policía para proteger a su familia. Su madre fue una persona que sufrió muchos asaltos en su vida, lo que originó un trauma en ella que incluso aborrecía salir a la calle.
Lamentablemente ella y su padre les tocó partir antes de que lo viesen ejercer, pero ahora se sentía tan decepcionado de sí mismo al encubrir los crímenes de su hermana y su relación con el Crimen Organizado.
La comisario le exigió el video para saber si podia rastrear quien lo eliminó, más César estaba seguro de que rastrear algo así era imposible.
Ni el mejor hacker sería capaz de descubrirlo.
...⭐️...
Esa misma noche en su departamento, alias cárcel, Makar cocinaba palomitas de maíz por quinta vez ese día para ver películas por Netflix. Había visto todas las de Prime Video, HBO, Star+... Nada más faltaba Disney +, lo último lo dejaba para lo mejor.
Y tal vez después de eso vería otra cadena de streaming, de todos modos no era como que pudiese hacer algo más.
Como todo hombre en su casa, Makar vestía solo en calzoncillos cuando de repente volteó con su bol de palomitas y frente a él se encontraba una policía con cara de pocos amigos.
—¡AAAAYY! —Makar casi derramó las palomitas del susto. —¿¡Cuál es tu problema?! ¿¡No conoces la privacidad!?
—Nada de quejas, ven conmigo. —La comisario mostró una laptop en sus manos. —Necesito que rastrees un video eliminado de la web.
—¿Me olvidas todo este tiempo y ahora quieres que te ayude? —Refunfuñó Makar molesto. —¿Por qué no lo hacen tus super policías?
—Me dijeron que era imposible rastrearlo, pero tengo el instinto de que no dicen la verdad. —Dijo Eri apartando la mirada. —Últimamente actúan sospechoso...
—¡Oh, déjame adivinar! ¿Tienes miedo de que tengan un delincuente dentro de sus casas? —Preguntó Makar con descaro. —¿Con qué derecho dices eso?
—No provoques mi enojo, ¡Ponte pantalones y trabaja!
—No seas tan doble cara, Irasuegui. —Makar ignoró la orden de la comisario y se le enfrentó de manera intimidante. —¿Por qué no dices quien soy de una vez, por qué me encierras en esta maldita jaula y no en una prisión que es donde merezco estar? ¿Por qué no me matas si también soy "un virus" para la sociedad?
—¡Porque tú no eres malo! —Reveló.
Makar iba a seguir hablando hasta que analizó lo que Eri le había dicho. A ver, se supone que él, el hijo de un mafioso, criado para matar por dinero, robar, traficar drogas, estafar, hackear, manipular, torturar, e incluso explotar cosas por placer... ¿No era malo?
—He visto personas malas, Makar, personas psicópatas sin una pizca de humanidad en su interior. Y por eso sé que tú no eres así. —Justificó Eri, sincera.
—¿Vale? Quizá no sea una persona mala, pero he hecho muchas cosas malas. Y tú lo sabes.
—Lo sé. —Eri lo observó con seriedad. —Pero conformate con la primera explicación.
Erika le dio la laptop, a su vez tomó una cobija cercana y se la lanzó a Makar para que se cubriera. El joven solamente rió.
—No morirás si dices amarme.
—No empieces. —Eri se sentó en el sillón de la sala, Makar la imitó y comenzó a trabajar en la computadora. —Solo... Me siento en deuda contigo, ¿Contento? No fuiste un hijo de puta durante mi cautiverio, y me ayudaste a escapar sin problema. No puedo matar o encarcelar a alguien con quien tengo una deuda, pero tampoco te puedo dejar ir, sabes muchas cosas que me pueden ayudar. Eso es todo.
Makar se sorprendió por las palabras, sin embargo, Eri no quiso seguir hablando. Exigió silencio, por lo que se puso a mirar el techo a esperar alguna novedad. No obstante, sin previo aviso su cuerpo empezó a manifestar cansancio, y poco a poco la fue arrastrando al sueño.
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Comments
Nancy Martinez
me encanta,,muy interesante 😍
2024-01-20
1
Julia Monta88lvan
Mash
Mash
Mash
¡¡¡Quiero massss!!!!!
Esto es como un paracetamol alivia mis angustias y supensos y me lo dan cada 8 horas🙃🙃🙃
2023-12-13
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