CAPÍTOL SIS (6) - El Fuego de Aries.

—No puedo localizarlo, de seguro lo mandaron desde un celular desechable, o lo rompieron. —Makar se dio por vencido.

—Maldita sea. —Exclamó Erika frustrada. —¿No puedes rastrearlo de otra manera?

—No, si el mensaje se envió desde un teléfono desechable este se hizo para no ser rastreado. Lo digo por experiencia. —Agregó el chico. —¿Quieres que investigue la dirección?

—Deberías.

Makar volvió a enfocarse en la pantalla del computador, buscando información sobre la dirección que se envió en el mensaje anónimo.

—Háblame mientras tanto, ¿Qué pasó hoy en tu casa de la tortura? —Cuestionó Makar.

—Hablar no hará que trabajes más rápido. —Evadió la oficial.

—Sé que siempre estás de mal humor, pero ahora siento que pesas.

Eri suspiró mientras se tumbaba en el sillón, debía tratar de calmarse si no quería colapsar.

—Encarcelé a un policía, un traidor. Y ahora la fiscal me exige que lo libere.

—¿Qué hizo tu amigo?

—Ha encubrido a su hermana, la niña Mariam Herrera en actos criminales para no ser descubierta, y eso lo hace cómplice. —Explicó Eri.

—Mmm... El mismo conflicto de siempre. Oficiales corruptos. —Pronunció Makar sin apartar su mirada del computador.

—La Fiscal dice que hasta que no lo libere no recibiré apoyo del departamento para el caso. ¿Qué tal?

—No los necesitas. —Aseguró Makar. —Al menos no los necesitas para enfrentar a un ingeniero jubilado, una ama de casa y sus dos hijas.

Eri frunció el ceño, de inmediato Makar le mostró la pantalla del computador, reflejando a las personas que vivían en la dirección que se le fue conferida anonimamente a la comisario.

—¿Es la familia que vive en Avinguda?

—Prieto Vasco de 75 años, ingeniero civil jubilado. Un divorcio sin hijos. Segundo matrimonio con María Norcia de 42 años, es ama de casa pero trabaja de medio tiempo como costurera. Tienen dos hijas, una adolescente de 16 y una niña de 8.

—Para en la adolescente, investigala. —Pidió Eri.

—Su nombre es Rose-Anne Norcia, estudia en el College Monseñor... y parece ser una adicta al zodiaco porque publica cosas sobre Aries y el horóscopo en sus redes. —Comentaba Makar.

—¿Crees que sea ella? ¿A la que hay que salvar?

—¿A que otra ella? ¿El ingeniero? —Añadió divertido. —Oh vaya, esto te sorprenderá.

Revisando las redes sociales de Rose-Anne de inmediato notaron a una integrante de sus amistades destacadas: Mariam Herrera.

—Debo ir allá. —Decidió Eri levantándose.

—No puedes ir sola, ¿Y si es una trampa? —Impidió Makar.

—Dijiste que no necesitaba los otros cuerpos oficiales para enfrentar a esa familia.

—¿No entiendes indirectas? Quiero acompañarte.

—¿Tú, conmigo? —Eri lo vió con desaprobación. —¿Y qué harás?

—Ayudarte.

—Estorbarás.

—No diré ni una palabra.

—Es probable que pases horas sin comer, ni dormir.

—Con tu compañía bastará.

Eri quiso rechazarla, más le pareció gracioso que Makar recurriera a poner ojos de perrito para rogarle salir de ese encierro.

—Solo asegúrate de llevar café contigo...

—¡¡Siiii!! —Se exaltó Makar emocionado. —¡Al fin voy a salir de esta jaulaaaa!

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Situados debajo de un árbol para que los escondiera con su sombra, Erika y Makar divisaban minuciosamente la casa de los Vasco. Esperar y mirar, en eso se basaron esas largas 2 horas que llevaban ahí.

Makar comenzó a aburrirse, el café y la gaseosa bebidas hace poco lo mantenían despierto por lo que dormir no era opción. Fastidiar a su compañera tampoco era opción, no estaba tan desesperado por morir tan pronto.

El chico tomó un palito de madera y comenzó a dibujar garabatos en la tierra mientras Eri no apartaba la vista de la casa, de vez en cuando miraba de cerca las ventanas y puertas con ayuda de binoculares.

Makar dibujo entre muchos garabatos una "hermosa" ilustración de él y Erika, dos stickman con una sonrisa en la cara y un corazón que los rodeaba.

—Tiembla ante mi arte, Picasso. —Dijo Makar con orgullo de su obra.

Eri observó hacia atrás por un momento, encontrándose con el dibujo, su reacción solo fue rodar los ojos y seguir en lo suyo. Duraron vigilando esa casa hasta las 3 de la mañana, Eri en ocasiones eran empujada por Makar para que no se rindiera ante el sueño.

—No entiendo como haces esto y al final no recibes el respeto que mereces. —Habló Makar, entablando una conversación para que no se durmiera. —¿Porque le hueles tanto el trasero a esa fiscal?

Eri se quedó pensativa con la pregunta.

—Le debo muchas cosas, es todo. —Dijo la Comisario nomás.

Susana Morao era una chica sociable y agradable, también tenía la disciplina de un policía, pero su personalidad era lo que la hacía auténtica. Cuando Eri la conoció ni siquiera era Fiscal, sino un agente encubierto que investigaba la corrupción del gobierno.

Así fue como Morao llegó a Eri en Colombia, y posteriormente en Ripe. Susana prometió liberarla y darle protección a cambio de apoyarla a poner tras las rejas a su padre.

Al principio Eri dudo en aceptarlo, ya que aún sentía algo de estima por su padre y tenía la fe que ella la buscaría para pedirle perdón. Pero después de tanto maltrato, de tanto abuso y sufrimiento decidió que hacer a su padre pagar era la mejor decisión.

De esa forma Eri se unió a la policía, y estudio arduamente para vencer a cualquiera que lastimara inocentes.

—Eri...

Makar la sacó de su trance, señalando la casa. De repente las luces en ella comenzaron a titilar, se prendían y se apagaban con frenesí hasta que finalmente se oscureció, dejando un silencio siniestro.

—¿Eso fue una falla eléctrica? —Dudó Makar sin entender.

Antes de que Eri pudiese responderle, la casa explotó. Trozos de vidrio y escombros salieron volando por lo que tuvieron que alejarse para no ser lastimados. Llamas y gritos de auxilio salían de la casa.

—¡Mierda! ¿¡Y ahora qué!? —Exclamó Makar perplejo.

Eri llamó a los bomberos de inmediato, y sin pensarlo mucho corrió en dirección a la casa con la intención de salvar a los residentes. Makar la siguió, ambos usaban la fuerza para abrir las puertas.

Fueron apresurados hacia el segundo piso siguiendo los gritos de una mujer mayor, llegaron hasta la habitación donde se encontraba la mujer junto a su esposo. El viejo tenía una herida en la cabeza, y a su lado la mujer lloraba desesperada.

—¡Corran, salgan de aquí! ¡Emergencias llegará en un momento! —Exclamó Eri.

Makar ayudó a la pareja a levantarse, mientras que buscaba a la adolescente por las demás habitaciones de la casa. Al dejarlos a salvo la mujer le rogó a Makar:

—¡Por favor, busca a mi hija pequeña! ¡Salvela de Rose-Anne por favor! —Lloraba la señora.

—E-Eso haré...

Dentro de la casa en llamas, Eri le dio una patada a la puerta de una habitación encontrándose finalmente a la adolescente. Esta se ubicaba dentro de un aro de fuego, y con lágrimas que salían de sus ojos sin expresión.

—¡Señorita Rose-Anne, venga conmigo por favor! —Eri le extendió la mano, pero de inmediato la apartó al sentir el calor de las llamas.

—De fuego soy, y fuego me volveré. —Pronunció Rose-Anne mirando a la nada, encendiendo otra cerilla a la que miraría hipnotizada.

Eri comenzaba a toser por el humo que se colaba en sus pulmones, casi pierde la estabilidad hasta que Makar volvió a su lado sediendole un pañuelo.

—Maldita loca, ¡Por eso no creo en el horóscopo! —Exclamó Makar agobiado. —¿Sabes donde puede estar la pequeña?

—¡No, búscala mientras yo encuentro la forma de sacarla de aquí! —Dijo Eri, separándose de su compañero.

Eri debía apresurarse a convencerla, o todo sería reducido a las llamas y no tendrían escapatoria. Aún le dolía la mano por la quemadura en su mano, lo que la hizo reconsiderar el atravesar las llamas.

—¡Yo puedo salvarte Rose-Anne, no estas sola!

—La única forma de salir de este mundo es con la muerte, ellas lo sabían...

—¡Eso no es cierto! ¡Si es posible salir de ese mundo, lo sé porque yo lo logré! —Exclamó Eri antes de que un escombro en llamas cayera cerca de ella. —Tú logre sobrevivir al crimen, prometo que tu también lo harás.

La chica observó con curiosidad a la oficial, intrigada.

—¿Estás segura?

—Prometo que te protegeré, esa gente...

—Esa gente no te tocará ni un pelo. —Hace 7 años, aquella agente de nombre Susana le propuso en Ripe algo que la cambiaría de por vida. —Todos aquellos que te hicieron daño pagaran, tu pasado será borrado y podrás vivir un futuro mejor, un futuro con la felicidad que anheles, Erika. Eso sí, lo prometo a cambio de que tu me ayudes a poner a todos los implicados tras las rejas.

La adolescente quedó cautivada por la comisario, Eri le extendió la mano por última vez y fue correspondida por la joven. Con ella en sus manos de inmediato buscaron una salida.

Por otro lado, Makar seguía buscando a la pequeña. Subió hasta una tercera planta donde escuchó los gritos de una niña, Makar notó que los gritos venían de una puerta de metal que logró abrirla con dificultad.

Dentro de la habitación estaba la niña en un rincón asustada, abrazando un peluche. Pero esa no fue la sorpresa de Makar, sino que la habitación se inundaba. Aquel cuarto era una especie de lavandería, un tanque de agua roto derramaba el agua y lo cubría por encima de los tobillos.

—Ven, ven. —Makar fue hacia la niña y la cargó. —Sujetaté fuerte.

Makar corrió nuevamente a la puerta de metal, pero esta no quiso abrir más. Impuso muchísima fuerza, en vano. Para complicarlo más la puerta comenzaba a calentarse por el fuego y el agua le empezaba a llegar a las rodillas.

"¡Joder, joder, joder! ¿Qué hago ahora?" Makar no quería maldecir en voz alta en respeto a la niña. O moría ahogado o moría quemado, si fuese por él no tendría problema de no ser porque otra vida dependía también de él.

—¿Va-Vamos a morir aquí, señor? —La niña lloró de miedo.

—Claro que no pequeña, lograremos escapar. Tranquila.

Makar miró a su alrededor, pensando en alguna solución, el agua subía rápidamente y eso no lo ayudaba para nada. Se fijó en unas cortinas, lo que esperaba que fuese indicio de una ventana.

Buenas noticias, si era una ventana. Malas noticias, era de un vidrio grueso, por lo que no sería fácil romperlo. De inmediato Makar buscó cosas que lo ayudarán a romper el cristal. La niña también lo ayudó hasta que el agua se lo permitió.

La ventana apenas y tenía una grita, y ya el agua lo alcanzó hasta la cintura lo que impedía su movilidad...

Emergencias llegó al lugar, primero llegaron los paramedicos a atender a los heridos, de segundo la policía y de último los más importantes, los bomberos.

Eri se encargó de que Rose-Anne recibiera atención médica, y aunque los médicos quisieron revisarla se opuso para enfocarse nuevamente en la casa en llamas.

—Joder Makar, ¿Dónde estás? —Su tono mostraba preocupación.

No distinguía alguna señal del muchacho, su desesperación por entrar a buscarlo aumentó pero los bomberos se lo impidieron.

—¡Señorita, es peligroso!

—¿No lo entiende? ¡Hay un hombre ahí adentro! —Insistía la comisario, preocupada. —¡Makar! ¡Sal de ahí! ¡Apaguen esa mierda rápido!

¿Y si le había pasado algo grave? ¿Si las llamas le cerraron el camino? ¿Si un escombro lo mató? No, no, no, él no podía estar muerto, no podía...

—¿Escuchan eso? —Dudó un bombero, en referencia a una golpes que se escuchaban encima de la casa.

Cuando menos se lo esperaron, un ventanal del tercer piso se quebró dejando salir grandes cantidades de agua cual cascada. Los presentes quedaron sorprendidos, y de inmediato notaron que con el agua salió una pequeña niña y un hombre inconscientes.

—¡Hija! —Gritó la señora en dirección a su pequeña.

Los médicos se acercaron a atender a la pequeña, y está abrió los ojos rápidamente. En cambio Eri dejó de pelear con los bomberos para ir a ver al hombre.

—¡Makar! —Erika zarandeaba desesperada al muchacho para que despertara. —¡Por favor Makar, despierta! ¡Dejar sola! ¡Despierta mierda!

Eri se acercó al rostro de Makar para verificar que respirara, sin esperárselo sintió como el chico le robó un beso en los labios.

—¡Eres un idiota! —Eri lo golpeó en el abdomen, molesta.

—Ugh... Estoy bien, casi muero ahogado en una casa en llamas, estoy perfecto. —Vociferó Makar con debilidad.

Eri lo cargó con la ayuda de los médicos, le dio un ataque de tos que lo hizo expulsar agua. En la ambulancia lo atendieron con una toalla y una revisión en caso de cortadas, fue esta la única ocasión en la que Eri permitió que la curaran.

—Tienes suerte de estar vivo. —Refunfuñó Eri.

—Hierba mala nunca muere, cariño. —Aun herido, Makar no dejaba las travesuras.

Su pelea no llegó a más ya que la señora se acercó a ellos, acompañada de su hija pequeña.

—Mi pequeña tiene algo que decirle al caballero.

—Gracias por salvarme, oficial. —Habló la pequeña con un sonrojo de pena.

Makar se sintió incómodo.

—Yo no soy oficial, niña. —Aclaró él.

—Igual, es un héroe joven. Gracias por salvar a mi niña. —Le agradeció la mujer.

Makar tragó saliva, no supo como sentirse. No era por nada, pero nunca le había salvado alguien. El shock de Makar fue tan inmenso que no notó que después de mucho tiempo, logró que Erika volviera a sonreír.

—¡Irasuegui!

Eri se sobresaltó y borró su sonrisa golpe, la fiscal Susana Morao la llamó con una expresión seria.

—¿Se puede saber porque no reportó este ataque al departamento?

—Se supone que no cuento con su apoyo. —Dijo Eri indiferente..—Solo los llamé, como una civil más.

—¿Cómo supo del ataque? —Interrogó Susana.

—Un mensaje anónimo. Intentamos localizarlo, pero el celular fue destruido.

Susana la siguió fulminando con la mirada, más a Eri no le importó, seguía atenta en Makar.

—¿Ese es tu amigo? —Preguntó Susana, alarmando a Eri. —Sinceramente, nunca pensé que tenías otros amigos fuera del departamento.

—¿A-A dónde va? —Eri se puso nerviosa al ver que la fiscal caminaba hacia Makar.

—Quiero conocerlo.

—¡No es necesario!

—¡Fiscal! —La llamó el jefe de bomberos, salvada por la campana.

Susana suspiró decepcionada, no obstante le dijo sus verdades a la comisario.

—Hiciste un buen trabajo en cuanto a salvar a la familia. Pero eso no significa que te he librado de tu castigo, si quieres volver sabes cuál es la condición. —Proclamó Susana, divisando por última vez al joven en la ambulancia. —Y lo voy a conocer, tarde o temprano.

A Eri le valió el reconocimiento, su alivio era enorme. Por un momento pensó que la fiscal reconocería a Makar y ahí si estaría en problemas. Sus deseos de salir de ahí aumentaron, por lo que decidió buscar a Makar y partir.

—Creo que lo estoy comenzando a entender. —Murmuró Makar.

—¿Qué cosa?

—El porque te gusta esto.

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