CAPÍTOL QUATRE (4) - La Herencia.

La primera vez que Eri vio a alguien morir la marcó de por vida.

Le dieron una cachetada que la hizo despertar, le habían quitado la bolsa de la cabeza por lo que podía ver su alrededor. La razón por la que se desmayó y sintió tantos golpes repentinamente fue porque el auto en el que iban se había accidentado.

—¡Ya despertó! —Exclamó el maleante apodado Maluco.

La camioneta accidentada comenzó a incendiarse y frente a ella se encontraban el resto de delincuentes que se mantenían atentos ante alguna señal de la Guardia Nacional.

De repente los gritos de un hombre la exaltaron, a su lado el chófer del auto se encontraba gimiendo del dolor debido a su pierna fracturada. El miembro había dado un giro de 180°, mirarlo le causaba escalofríos.

—¡Aguanta, Iguana! ¿¡Quien te manda a no llevar cinturón, mierda?! —Lo regañó el maleante, al reconocer su voz Eri lo identificó como Bollo.

—No hay señal, perdí el contacto con la caravana. —Hizo notar el líder. —Hay que movernos o la guardia nos agarrara.

—¡Ni de vaina voy a cargar con Iguana! ¡Menos pa' ese montarrascal, Güicho!

—¡Me vale, Bollo! ¡Hay que movernos a un sitio donde haya señal ahora!

Líder y peón comenzaron a discutir, Eri en cambio se puso a observar su alrededor, era un jodido desierto. Sin un árbol cerca, sólo malezas y plantas espinosas que vivían bajo el potente sol.

Cuando terminaron de discutir ambos se decidieron por cargar al chófer en conjunto, mientras que "Maluco" se encargaba de la rehén. A decir verdad, Eri prefería a Maluco ya que era menos repugnante e irritante que los otros. Llegaron a un galpón abandonado, amarraron a Eri a un tubo en lo que el líder al que apodaban Güicho se subía en el techo a intentar comunicarse.

Ella tenía mucha hambre, y ya comenzaba a anochecer.

—Los hombres del gobierno están alborotados, hay que quedarse en bajo perfil. —Informó el líder al bajar. —¿Cómo está Iguana?

—De puta mierda, gracias. —Maldijo el chófer. —Y ni se les ocurra acomodarme la pierna, porque los mato.

—¿Y la niña bonita? Espero le guste la suite cinco estrellas. —Dijo el líder hacia la prisionera.

La chica lo miró incrédula, más su estómago crujió con fuerza junto al dolor.

—Tengo hambre...

—¡Pero claro, el servicio a la habitación! Lo olvidé por completo. —Exclamó con sarcasmo, para luego reirse con burla. —Meh, millones de personas pasan hambre en tu país. Un día sin comer no te matará.

—¿Maluco, estás bien? —Preguntó Bollo. —Te ves muy tranquilo... bastante.

—¿Eh? ¡Oh! Si, si, es solo que tengo un poco de frío.

—Lo más probable es que pasemos la noche aquí, ni modo hay que prender un fuego. —Convidó Güicho. —¿Quién tiene un yesquero?

Todos voltearon a ver a Bollo.

—¡No, no! ¡Si se los doy me lo dañan!

—¡Es para prender una malparida fogata, por Dios!

—¿Y si en vez de prender la punta del cigarro prenderemos la punta de un palo? ¡Y si no dejas la marisquera no será el de madera! —Exclamó amenazante Güicho.

Bollo cedió refunfuñando, juntaron hojas secas y encendieron una fogata que rodearon. No obstante, los hombres ignoraron a su rehén, quien era la única que no recibía el calor de la fogata. Con frío, hambre, Eri lloraba desconsolada por tanto dolor.

En medio del llanto notó como algo cerca de ella se reflejaba con la luz del fuego, y al divisarlo mejor notó que era un trozo de vidrio. Eri esperó que todos se durmieran, ahí aprovechó para liberarse y salir sigilosamente hacia fuera.

¿A dónde iría? No lo sabía, a donde sea que no la conocieran.

—Ni se te ocurra, niña bonita.

Su corazón dio un brinco al ser capturada por el líder.

—Tenía calor...

—¿Crees que yo nací ayer? ¡Vuelve aquí! Y cuidadito con descubrir que te escapaste otra vez.

Eri no obedeció, y su instinto solo la hizo correr. Cuando sintió un disparo cerca de sus pies el miedo la paralizó, lo que permitió a Guicho alcanzarla para darle un castigo.

—Obedece si no quieres que te vaya peor. —En eso la sujetó del cabello y la arrastró de nuevo al galpón.

Bollo y Maluco que despertaron debido al escándalo ayudaron a someter a la chica, amarrandola en sus manos, pies y cuello, como si fuese ganado. Eso sin contar los golpes que le propinaron Güicho y Bollo hasta cansarse, mientras que Maluco sólo miraba.

—¿Qué quieren de mi? —Preguntó Eri en medio del llanto. Su cuerpo le pesaba del dolor.

—Tu... Eres la hija de un político muy importante, nuestro patrón nos mandó a secuestrarte y pedir una recompensa por ti. —Le susurró Maluco apenado, pendiente de que nadie los escuchara.

—Pero si mi padre me quiere muerta. El me mando aquí porque ya no me quiere...

—Si te quiere, no importa como, pero te quiere, y eso es suficiente. —Suspiró Maluco. En un momento dado el maleante sacó de su bolsillo un trozo de casabe. —Ten, no es mucho pero es mejor que nada. Tal vez sea la forma de redimirme...

Eri no sabía que era eso, parecía una galleta blanca y crujiente, tenía buen sabor así que lo comió sin dudarlo, ademas de agradecerle como pudo.

 Esa fue la primera vez que Eri conoció a una persona buena y que poseía humanidad en sus ojos, a pesar de las cosas malas que hacia.

Eri trató de dormir con todas esas sogas sosteniéndola, deseando que todo fuese una pesadilla.

...🌟...

El sol comenzó a pegar en su cara, la arena y la suciedad se habían colado a su boca sin previo aviso, pero eso no fue lo negativo de ese nuevo día.

—¡Maluco! ¡Despierta! —Le exigía Bollo, pateándolo para despertar al dormido, sin éxito. —¡Despierta, mierda! ¡No quiero cargar contigo también!

De una patada Eri pudo ver como una gran cantidad de arañas e insectos acompañado de sangre salía de la boca del hombre. Gritó de la preocupación, y cuando Güicho lo notó Maldijo hasta los santos.

—Tuvo una hemorragia interna ¡Ese maldito no dijo nada!

Eri no supo como sentirse, después de eso todo fue para peor. Sin embargo esa perturbadora imagen de Maluco siendo devorado por los insectos le demostraron que la vida se acababa en un corte.

...

Mmm... ¿Eso era tocino? Vaya, el hambre ya la hizo ilusionar.

Tocino con pan, recubierto de mantequilla... ¿Hacia cuanto que no comía un desayuno así?

Eri despertó con ese olor divino, que parecía ser más real de lo que imaginaba. Al abrir los ojos notó que se encontraba acostada sobre el sillon cubierta por una cobija. Todo hubiese estado bien hasta que vió la hora en el reloj de la sala.

—¡Maldita sea! ¿Cuánto dormí? —Se exaltó desesperada.

—Las 8 horas necesarias que debe dormir un ser humano promedio. —Comentó Makar desde la cocina.

—¿¡Por qué no me despertaste!?

—No grites.

—¡¿Sabes cuánto tiempo perdí?! El crimen no descansa. Mientras mis enemigos planean su próximo ataque yo pierdo el tiempo durmiendo. —Se quejaba la oficial colocándose sus botas.

—¿Vas a comer? —Preguntó Makar sirviéndole el desayuno.

—Tu puta madre va a comer. —Contestó molesta.

—Eri... Me vale verga si me regañas, me gritas o me insultas. Tu, yo y el universo sabe que necesitabas dormir. —Eri le hizo mala cara, estuvo a punto de reclamarle hasta que vio el desayuno que la hizo babear, y lo que la terminó de amarrar fue la taza de café humeante. —Y en mi defensa... intenté despertarte, más de una vez.

...12:00AM...

—Oye, ya terminé. —Makar movía a Eri tratando de despertarla. Que va, ella se encontraba en el quinto sueño. —¡Oye, Irasuegui! Te dejaría dormir de no ser porque me regañaras después.

De repente Makar lo pensó bien, Erika en ese estado y él con una computadora lo tomó como una oportunidad.

...1:52AM...

—Eri... despierta, nena. —Makar hizo y deshizo lo que queria, ya estaba cansado por lo que quería irse a dormir. —Vamos, levántate, no me gusta que duermas en este sillón. Al menos deja que te lleve a la cama... eso se puede sacar de contexto, pero no fue con esa intención.

...2:11AM...

—¡Si no te levantas ahora mismo me veré obligado a... a...! Es que golpearte no puedo, vender tus riñones no es de fiar ya que bebes más gaseosas que agua... —Decía el joven en medio del delirio. —Comerte es tentador, pero no es tan excitante si no te quejas.

Makar suspiro rendido, y sin intentar nada para despertarla se fue de la sala para minutos después aparecer con un colchón inflable.

—Esta bien, como ahora tu eres la que tiene los pantalones en la relación tu eres la que decide si quieres una pijamada. —Makar le buscó una cobija para abrigarla, así fue como el antes de acostarse en el colchón le dio un beso en la frente. —Buenas noches, mi amor.

—Que ridiculez... —Chasqueó Erika odiosa.

—Quedé esperando un: "Gracias, mi amor".

—¿Descubriste desde dónde eliminaron el video? —Cambió de tema.

—Si. Míralo tu misma.

Makar le enseñó la pantalla del computador con los resultados.

—Mariam Herrera... ¿Ella fue la que eliminó el video?

—Ella, o alguien que se hizo pasar por ella. —Afirmó el joven, desayunando junto a la oficial. —Confió más en la primera, llámame entrometido, pero investigue las redes de las otras víctimas y todas conocían a Mariam.

Ese era un dato importantísimo, los primeros sospechosos eran las personas cercanas a la victima. Y por lo que Makar habia descubierto demostraba que esa tal Mariam era el nexo.

Emocionada Eri se terminó su café y salió sin despedirse.

—¡Sigo esperando mi gracias! —Gritó Makar sin ser respondido.

Eran un idiota por dejarse tratar a las patadas. Pero no importaba, valdría la pena cuando lograra ver la sonrisa de Eri nuevamente.

...⭐️...

—Dinos Mariam. ¿Qué ha dicho tu querio' hermano con respecto al asunto? —Preguntó una peligrosa mujer encendiendo el cigarrillo en sus labios.

La adolescente se había reunido con su jefa en aquel lugar oscuro y secreto, acompañada de los guardaespaldas de la mafiosa que impregnaba el lugar con el humo de su cigarrillo.

—Sé está aguando, trató ocultar el vídeo como evidencia pero no lo logró. Dudo mucho de que nos siga ayudando.

—¿Y qué ocasionó tal cosa en tu hermano? Me dijiste que lo teníais en la palma de tu mano. —Resaltó la mafiosa en tono molesto.

—Está temblando porque una tal Erika Irasuegui esta a cargo de los casos de las vendedoras. Habla de ella como si fuese un diablo.

Mariam rió levemente ante aquella exageración, pero el resto de los presentes se quedó en silencio. Más no fue un silencio de rabia, sino uno de temor.

La mujer que lideraba el clan decidió mostrarse, reflejándose una piel bronceada con largos cabellos oscuros, ojos miel y unos labios gruesos pintados de rojo pasión. Sus brillantes aretes y vestido negro apretado también la hacían destacar.

—Lo es, querida Mariam... ¿Nunca has escuchado hablar de Erika Irasuegui "La Sádica"? —Cuestionó la mafiosa líder.

Mariam negó con la cabeza.

—Es una genocida. —Habló resentido uno de los guardaespaldas. —Mata a cualquier delincuente que se le cruce en su camino, es muy difícil que deje a uno con vida.

—Yo la he visto. —Intervino el otro sicario. —Una vez sobreviví a un tiroteo donde estaba ella. Su mirada daba miedo, estaba tan concentrada en matarnos que no había ni rastro de piedad en su mirada.

—Incluso tuvo los cojones de encarcelá' a su propio padre por corrupto. Dicen que no lo mató por las suplicas de su madre y hermanas, sino, también lo hubiese matado. —Añadió la mujer. —Esa mujer no está muy sana del juicio para el cargo que tiene, y eso que yo soy la menos juiciosa.

—¿No han tratado de matarla? ¿Organizar un motín? —Cuestionó la estudiante.

—Por supuesto, pero siempre logra salir ilesa. —Esa conversación estreso a la mujer, lo supo al notar que terminó su cigarrillo rápidamente. —Erika Irasuegui es un enemigo a temer.

—Pero no invencible. Algún día caerá, todos tienen un punto débil. —Insistió Mariam

—También pensamos chantajearla ¿Pero con qué? Su familia la abandonó después de encarcelar a su padre. Y no creo que nadie quiera acostarse con una chica tan ácida como ella para formar una familia... Su trabajo es lo único valioso para esa genocida.

La jefa se dio la vuelta para volver a sentarse y pensar cómo enfrentar la situación, ahora que se le había complicado.

—¿Tu hermano no dijo na' más?

—Que me tengo que alejar de ustedes por un tiempo, y que pronto encontraran una manera de localizarlos.

—Si es así, hay que deshacernos de la palomita que nos queda, por si las moscas. —Decidió la mujer de antemano. —Si Irasuegui llega a interrogar a Rose-Anne no dudará en soltar la sopa, últimamente se muestra inestable.

—Podemos usar esa inestabilidad a su favor, así hemos hecho con todas. —Mencionó Mariam. —Después de todo, tu no has querido soltar nada de esa maldita herencia que dices que heredaste.

La jefa rió sin mostrar los dientes mientras encendía otro cigarrillo.

—Por esta herencia quiero empezar de cero, Mariam. Ya no quiero trabajar con niñas que vendan caramelos, no. Mi negocio aumentó porque heredé todo lo que tenía el sicario más poderoso de Europa. —La mujer rió cuál villana malvada.

—No entiendo como Don Lindroich te pudo dejar todos sus bienes a ti. —Dijo Mariam frunciendo el ceño.

—Acostarme con ese viejo depravado dio sus resultados. —Comentó asqueada la española. —Y bueno, nadie lo supo porque siempre quiso que actuaramos como desconocidos. Pero el destino fue tan gratificante, si el llegaba a morir la herencia pasaría a su hijo, más como el murió también el día de la Masacre de Fráncfort se me concedió el dominio del mundo...

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