CAPÍTOL CATORZE (14) - Las Vegas.

Eri sabía que no era virgen cuando conoció a Makar.

Pero no le pregunten como fueron las cosas, su mente se obstruyó de tanto daño que recibió. Ella tenía la certeza de que había sido lastimada, ultrajada y maltratada. Sin embargo, se reproducía en su mente como un recuerdo lejano al que aunque corriera con todas sus fuerzas nunca lograría alcanzarlo.

No le gustaba tocar ese tema, esperaba cerrar ese ciclo con el arresto de su padre. Más ahí permanecía esa raja en el corazón contra su dignidad.

Nunca habló del tema con Makar tampoco, considerando que era la única persona en la que podía confiar y abrirse plenamente.

Y por esa razón no se lo decía, temía que la única persona que la apreciaba también mostrará su rechazo por un suceso que por mucho que intentó evitarlo, no lo consiguió.

—Debo ir a una cena con mi padre. —Makar se alistado para retirarse.

En sus días de encierro en Ripe al único que veía en esa habitación era a Makar, de resto pasaba todo el día entretenida leyendo o viendo televisión. Con Makar hacía lo mismo, pero al menos no estaba sola, por lo que verlo partir le frustraba.

—¿Puedo ir contigo? —Preguntó Eri en broma. Bien sabía que no podía salir, pero le gustaba jugar con eso.

—No lo recomendaria, es aburrido... por no decir abrumador. —Negó Malar entre risas.

—Bueno, lo intenté. —La chica hizo un puchero, luego se cruzó los brazos y le dio la espalda al muchacho para expresarle su molestia.

—Ya... No te impacientes, volveré apenas termine.

Makar le dio un fugaz beso en la mejilla, haciendo que Eri se sobresaltara de la sorpresa.

—¡Oye...! ¿De dónde salió eso? —Decía la latina mientras se sobaba la mejilla.

—No lo sé... quizá ya no podía esperar para hacerlo. —Un ligero sonrojo se mostró en su rostro.

—Vaya, el impaciente por besarme me dice que no me impaciente por esperarlo. Que irónico. —Sonrió ella de forma risueña.

El chico vio aquello como una aceptación, por lo que no dudó en acercarse lentamente a la chica hasta que juntaron sus labios por primera vez. Sería un beso que siempre recordaría, el ardor en sus mejillas y su estómago revuelto daban veracidad de ello.

De repente escucharon como tocaron la puerta de la habitación, pero Makar decidió ignorarlo pensando que podía ser uno de sus peones, por lo que siguió brindándole amor a su enamorada. Lo que no esperó fue que la puerta sería abierta bruscamente, de inmediato ambos se separaron.

—¡No estaría mal que tocaras... la puerta!

A Makar se le bajaron los escrúpulos al ver a su padre frente a él.

—Esto explica muchas cosas... —Habló el Señor Lindroich de manera despectiva. —¿No es la chica Irasuegui?

—S-Sal de aquí, padre... —Tartamudeó el hijo con nervios, se puso delante de Eri para protegerla.

—Por Dios hijo, ¿En qué estabas pensando? ¡Ella no te ama! Apenas la chica tenga la oportunidad de matarte, lo hará. —Insistió el viejo. —Déjala sola, abandonala, no merece tu amor.

—No pienso hacerte caso, padre.

—Bien, pero no permitiré... —El viejo Lindroich sacó su pistola. —Que ella sea la que manche mi honor.

Aterrada, Eri cerró los ojos al escuchar el disparo que marcaría su fin.

—¡¡¡NOOOOOO!!!

En eso despertó de un brinco. A pesar de su pulso acelerado sudaba frío, se debía a que se encontraba desnuda, sola y sin ser cubierta por una cobija que le brindara calor.

De seguro Makar se había marchado, no podía desaparecer por mucho tiempo si estaba restaurando su posición como nuevo líder de la mafia. Si fuese por Eri, hubiese evitado a toda costa que Makar hubiese vuelto a ese camino, pero en base a la situación que atravesaron en el Casino, fue quién le salvó la vida a ella y a varios. Ahora no había vuelta atrás.

Eri se envolvió con la sabana, sentía un frío inmenso. Se levantó y caminó a la cocina, donde se sorprendió de un olor a comida que llegó a sus sentidos. Lágrimas estuvieron a punto de salir al ver a un chico cocinando el desayuno.

—Amor, ¿Qué haces despierta? —Preguntó Makar, solo vestía su ropa interior mientras cocinaba. —Estaba a punto de llevarte el desayuno, o más bien el almuerzo. Los dos, jeje...

—No tengo hambre. —Pronunció Eri.

—Andale, no me menosprecies el plato. Me quedo sabroso, creo que ha influido el ánimo. —Makar le sirvió en un plato. —Vamos, te recomponera todas las energías para el día de hoy, ya verás.

—No quiero ir a trabajar.

Makar quedó perplejo con el plato a medio servir, ¿Escuchó bien? ¿La comisario Erika Irasuegui no quería trabajar? ¿Dónde estaba su Eri obsesionada con trabajar? ¡Se la cambiaron!

—¿Estas bien? ¿Te sientes mal? —Makar se acercó a la chica y le tocó la frente para saber si tenía fiebre.

Eri no dijo nada, solamente bajo la mirada y lo abrazó con fuerza. Makar no supo cómo reaccionar ante esa actitud tan extraña.

—Vuelve a la cama, por favor. —Rogó la muchacha en un hilo de voz.

Makar suspiró con aquel pedido, empezó a acariciarle el cabello para transmitirle tranquilidad.

—Sabes que todo está bien, estoy aquí contigo...

Se quedaron abrazados, en silencio. Makar la abrazaba, una mano por la cintura y otra acariciando el cabello oscuro de la fémina. No se había dado cuenta de que la chica no tenía nada puesto debajo de la sabana hasta que comenzó a temblar.

—¿Por qué no vas a vestirte? Puedes agarrar un resfriado.

Eri lo abrazó más fuerte, escondiendo su rostro en el cuello de Makar pegando ambos cuerpos, sintiendo mutuamente la calidez del otro. Makar sintió escalofrios con la respiracion de Eri sobre su cuello, y este aumentó cuando ella comenzó dejar ligeros besos en su cuello.

Las manos de la chica temblanban mientras acariciaba el abdomen de Makar, el en cambio suspiraba ante las besos en su cuello y la agarró con más firmeza de las caderas, apegándolo a él para que sintiera su bulto en la entrepierna.

Eri mordió su cuello, Makar tomó a Eri de la quijada y le dio un beso, lento y sereno pero lleno de pasión. Escuchaban sus corazones retumbar en sus oídos de lo rápido que palpitaban, y su respiración comenzó a ajetrearse. Por esto la chica abrió ligeramente sus labios permitiendo que su amante rozara su lengua con la de ella, convirtiendo aquel beso en uno más profundo.

Aquel beso no hizo más que impacientar a Makar. Decidió quitarle la sabana a Eri dejándola desnuda y sin pensarlo la sentó en la barra de la cocina, quedando como primera vista sus pechos.

La abrazó de la cintura para acercarse y estimular aquellos pezones. Eri acariciaba su cabello hasta que comenzó a gemir al sentir un leve tirón en uno de ellos. Sus manos antes en la cintura de la chica pasaron a su cadera y luego a sus piernas. Miró a su amada sonrojada, suplicando que la tomará ahí, ahora...

—Mira como te ves... —Susurró el chico apasionado, mientras abria las piernas de la chica y las colaba a su centro. —Sería una pena dejarte así.

—De-Deja de jugar...

—Jeje... lo haría, pero no hay protección preciosa.

—No me importa.

Makar la miró sorprendido.

—Estás loca, Eri. Esta no eres tu...

—Después me encargo del problema. Pero por favor... quiero ser tuya, ahora. —Suplicó la muchacha.

Makar se acercó a ella, y comenzó a acariciar lentamente su pecho. Sus labios estaban cercanos a tocarse, Eri quiso besarlo pero él se desvió repartiendo besos a su mejilla y luego a su cuello.

La motivó a recostarse sobre la barra. Eri sintió el frío del granito en su espalda, nerviosa se sostuvo de la barra, y cuando menos lo esperó soltó un jadeo al sentir la primera penetración que le abriría el camino a muchas más.

Makar se introducía por completo, sosteniéndola de las caderas comenzó con las embestidas. Eri estuvo a punto de perder la cabeza. Hasta que finalmente, con una última estocada profunda que los mantuvo estaticos, Makar llegó al punto más alto.

Salió de su interior inmediatamente, con las servilletas limpió su pequeño rastro y la cedió a Eri la sábana otra vez.

—Báñate y vístete. —Demandó el muchacho.

—No quiero trabajar...

—¿Quién dijo que irás a trabajar? —Dijo Makar incrédulo. —Vamos a salir.

—¿A dónde?

—Estamos en las malditas Vegas, a dónde no iremos es la pregunta.

...⭐️...

No era la primera vez que Makar visitaba Las Vegas, era una ciudad realmente inusual que te sorprendía cada vez más. Una de las razones por la que su padre se enfadaba con él era porque no podía pasear o darse momentos de "vageza", si Makar fue enviado a un sitio era para trabajar, no a turistear. Pero a él le valía mierda.

Por eso pensaba disfrutar sus días visitando todos los rincones, para no decir que aprovecharía a amansar el corazón de cierta policía cruel.

Makar siempre que venía lo primero que hacía era ir a un sauna para relajarse del duro trabajo, salvo que esta vez quiso que Eri recibiera una sesión de masajes.

La chica al principio se quejó debido a que sus músculos estaban tensos. Mientras le hacían el masaje Makar pudo notar nuevamente la cicatriz del disparo en su hombro.

—¿Puedo... preguntar? —Insinuó el muchacho, señalando de manera disimulada la marca.

Eri rodó los ojos de forma despectiva.

—Fue la primera y última vez que baje la guardia. —Pronunció con desdén. —Porque fue de quien menos esperé... en fin, no es relevante.

La sesión en el spa terminó, el rostro de Eri cambió sus facciones por completo, le habían sentado bien para liberar toda la presión y estrés que almacenaba su cuerpo.

Makar tenía la misión de llevarla a otro sitio, pero para eso debían ir vestidos de manera elegante. No debía asumir para saber que Eri no poseía prenda de ese estilo.

—Se las entrego aquí, y no quiero que salga hasta que se decida por ropa que la haga deslumbrar mucho más. —Exclamó Makar al llegar a la boutique.

—¡Makar! Te he dicho que esto ya es mucho.

A pesar de las objeciones las trabajadoras se llevaron a Eri e ir empezando a probarle ropa, y a esperar no ser rechazadas, tanto.

El chico se iba a buscar ropa para él cuando comenzó a sonar el teléfono de su amada, el cual portaba con tal de que la chica no se distrajera. La fiscal llevaba llamándola desde hacía rato, y cada llamada Makar la cortaba sin remordimiento.

—Tu no arruinarás nuestro día.

Un vestido negro con tirantes y una atrevida abertura de pierna fue la prenda por la que finalmente se decidió la comisario. De verla Makar ya se encontraba encantado, pero le encantaba más la seguridad que sentía su amada al llevarlo, era lo que quería lograr.

La llevó a un enorme teatro repleto de luces. Eri se impresionaba con ver personas vistiendo ropas extravagantes, le asignaron una mesa a la pareja donde los atendieron con un servicio envidiable casi en los primeros puestos.

El telón se abrió mostrando un show inspirado en la famosa Marilyn Monroe, varios bailarines pero sobretodo 5 chicas de aspecto asiático eran el centro de atención. Un espectáculo con deslumbrante talento musical, drama, escenografía, vestuario y ante todo un mensaje excepcional. Un aplauso era la mejor paga.

Eri se encontraba de buen humor, y eso que tenía hambre. De inmediato Makar se la llevo a otro sitio mientras la noche se hacía más profunda. Eri no sabia nada, quería que todo fuese una sorpresa, ese día libre le hizo tan bien que por completo olvidó su trabajo, su investigación, su celular, su sufrimiento y lo podrido que estaba el mundo...

Mayor fue su sorpresa cuando la cena se dio en un sitio inusual, era la cima de un edificio, una mesa reservada para ellos dos en un balcón con piscina que tenía vista a toda la ciudad.

No supo que fue más delicioso, si la comida o el excitante baño que se dieron ambos en ese fabuloso día.

Luego de jugar y bromear se abrazaron unos minutos observando la ciudad de los sueños. Eri volteó a mirar a Makar, lo miraba con aprecio, sin saber como agradecerle absolutamente todo.

—Lo había olvidado... ¿sabes?

—¿Qué cosa? —Cuestionó él.

—Amar...

Makar le sonrió y le dio un beso en la frente, sabía las intenciones por las que decía eso.

—Algún día las verás otra vez, Eri...

—¡No es solo que las vea! Sino que no me miren como un monstruo. —Expresó con voz quebrada. —No entiendo como para ellas fue tan fácil olvidarme, y yo por mucho daño que me han hecho... las sigo amando.

La comisario no pudo evitar llorar en su pecho, el criminal no supo cómo consolarla. Solament3 la abrazó en forma de consuelo.

—L-Lo siento. —Eri quiso recomponerse. —Me veo tonta, ¿verdad?

—Claro que no, no eres ninguna tonta por amar. Eso te hace más fuerte que muchos...

Se abrazaron en medio de la piscina a observar las estrellas que iluminaban el manto nocturno, los viejos tiempos eran recordados en medio de la guerra.

Por favor nunca me dejes.

Eres todo lo que tengo.

No me odies.

Quiero estar así para siempre.

No me dejes sola.

No me olvides.

Eri quería gritarlo, pero a la vez sentía que lo espantaría. Su instinto no ayudaba mucho, algo malo estaba a punto de venir.

—Nunca pensé que diría esto, pero lo mejor que me pudo pasarme fue trabajar con la policía. —Comentó Makar divertido.

—¿Por qué dejaste de aburrirte en tu encierro?

—Porque me acercó más a ti.

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