CAPÍTULO 14.

CAPÍTULO 14.

Sarah sentía que iba a desmoronarse en cualquier momento. Era demasiado. Sentía como su psiquis se destrozaba nuevamente. Por su lado, Michael era un mar de lágrimas, cada vez que él la veía, así sea a la distancia, no podía evitar llorar como un niño. Dejarla fue la decisión más difícil que debió tomar en su vida. Cuando no soporto más, decidió presentarse ante ella bajo su seudónimo y en completa oscuridad. Pero ahora, estaba frente a él nuevamente. Por su parte, Bradley estaba preocupado. Veía el estado en el que se encontraba su amiga y no quería que caiga en una nueva crisis.

—Sarah. —Dijo Bradley. —Ven conmigo, siéntate. 

—Sé lo que estás pensando. —Dijo ella. —Pero no les daré el gusto de derrumbarme. 

—Solo quiero explicarte. —Dijo Brad.

—¿Qué vas a explicarme? —Dijo ella. —Acabo de escuchar absolutamente todo. 

Sarah posó sus ojos en Michael, que no había emitido ninguna palabra. Solo la observaba con los ojos llorosos y con temor a siquiera tocarla. 

—Les diré algo a ambos. —Exclamó ella. —Llamaré a la policía. Esto se acaba ahora.

—No lo hagas. —Exclamó Bradley. —Te arrepentirás. 

—¿Arrepentirme? —Exclamó ella. —Tú eres un criminal. —Dijo viendo a Michael. —Y tú. —Exclamó señalando a Bradley. —Lo estás escondiendo. Eso te hace su cómplice. 

—No soy un criminal. —Dijo Mike, hablando suavemente. 

Sarah rio.

—Les daré una sola oportunidad. —Dijo Sarah. —Los escucharé diez minutos de ventaja por nuestra historia. Si no me agrada lo que escucho, llamaré al Buro. 

—Vete. —Exclamó Bradley. 

—¿Qué? —preguntó Sarah.

—VETE DE MI CASA! —Grito. —Creí que eras mi amiga, pero tú solo piensas en tu puto egoísmo. Crees que todo esto se trata de ti y tu maldita obsesión por convertirte en detective. Te diré algo. No lo lograrás. Nos entregarás, a ti te harán a un lado y Jake Kline será el detective estrella. —Exclamo él, frustrado. —Y tú te quedarás sola.

—¿Jake Kline? —Interrumpió Michael.

-Si… El nuevo detective. -Dijo Bradley. 

—Sé quién es. —Dijo Mike. —Ellos lo designaron. Trabaja para ellos.

—¿De qué hablas? —preguntó Bradley.

—No hay tiempo. —Dijo Michael. —Es hora de tomar una decisión. ¿Vienes conmigo o no?

—¿A dónde? —preguntó Bradley.

—Si Jake Kline es el nuevo detective, es cuestión de tiempo para que venga aquí. —Exclamó. —Les aseguro que están vigilados. Ambos. Y no arriesgaré todo lo que pude proteger durante todos estos años. En mi casa estarás a salvo. —Dijo viendo a Bradley. Luego miró a Sarah. —También serás bienvenida. 

—Buscaré mis cosas. —Dijo Bradley, corriendo escaleras arriba.

—¿Sarah? —preguntó Mike, esperanzado.

—Es una locura. —Dijo Sarah.

Michael asintió. Resignado. Era cuestión de tiempo para que Sarah llame al FBI, estaban corriendo una carrera contra el tiempo. Sarah seguía viendo a Michael, no sabía qué responderle. Pero tenía una intuición. 

—Bradley.—Grito, sin quitar la vista de Mike. —¿Aún guardas esa ropa mía? 

—Los dejaré ir. Pero no puedo ir con ustedes. —Exclamó. 

—Es peligroso que te quedes. Si Kline sabe algo…

—No lo sabrá. —Exclamó Sarah. —Además, no puedo simplemente desaparecer. Es muy peligroso. 

Mike suspiró. En el fondo sabía que Sarah tenía razón. Intentó acercarse a ella, pero Sarah no lo permitió. El hecho de que dejara escapar al criminal más buscado ya era suficiente para ella. Descubrir que es la persona a la que siempre amó y siempre amará, era aún más traumático para ella. Pero no había vuelta atrás. Tampoco quería dañar a Bradley. A pesar de su enojo con él por mentirle de esa manera, no le daría la espalda. 

Sarah se dio la media vuelta. Pero antes de irse volvió a advertirle a Michael.

—No sé cuanto tiempo pueda ocultar esto. Si Kline es tan bueno como dices, probablemente mañana esté enterado de todo. Es mejor que estén lejos y que protejas a Bradley. No tendré piedad contigo si algo le pasa.

Después de aquello, salió por la puerta trasera de la casa y caminó hasta su coche. Estaba en shock. No podía creer lo que había pasado. Se quedó unos minutos sentada en él para pensar y recomponerse y cuando por fin juntó algo de fuerzas, condujo hasta su apartamento. Al abrir la puerta no lo soporto más. Destapó una botella de licor que guardaba en una pequeña licorera y se sentó en el piso de la sala a llorar y a beber. No podía creer que hubiera dejado pasar la oportunidad de entregar a Savrinn. 

Sin embargo, lo que más le dolía era que no tenía el valor para hacerlo. Jamás se imaginaría entregando al amor de su vida y mucho menos si eso significaba hundir a su mejor amigo. 

Quería saber la verdad y tal vez, podía ganar algo de tiempo antes de que el detective se entere de lo que ocurrió hace menos de una hora en casa de Bradley. 

Pero comenzaría mañana. Ahora solo pensaba en ahogarse en esa botella de licor. 

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