CAPÍTULO 9.
Bradley se giró viendo a su amiga, quien aún estaba sentada en el mismo lugar.
—No estoy de acuerdo con esto. —Dijo él.
—Yo sí. —Dijo Sarah. —Tal vez Talbet sea la clave para llevarnos a Savrinn.
—¿Y cómo? —dijo Bradley.
—Si realmente Harry es un chivo expiatorio, cuando salga de la cárcel, lo primero que hará será buscar protección. Y si realmente está conectado con ese hombre, lo buscará.
—No creo que ahí esté la respuesta. —Dijo Bradley, pensativo. —Pero… Quizá el caso Talbet nos lleve a otra pista.
Bradley y Sarah se tomaron el resto de la tarde para averiguar sobre ese caso. La casa de Sarah fue el lugar elegido. Bradley sospechaba de Victoria y es por eso que le insistió a Sarah que cualquier cosa que esté relacionada con el caso, se hablaría fuera de las instalaciones y dentro, solo se hablaría lo justo y necesario.
En su casa, Sarah despejo una pared para comenzar a armar un nuevo mapa conceptual con toda la información que irán recolectando del caso. Era poca, pero iría creciendo. Sarah colocó un adhesivo con el nombre “Liam Savrinn” en el medio, mientras que Bradley pegaba otras con el nombre de John Di Maggio y su foto y una de Harry Talbet.
—Falta alguien más. —Dijo Brad, tomando una foto y escribiendo su nombre.
—¿Quién? —preguntó Sarah observando con cuidado.
—Nicolás Stone. —Exclamó él. —Está conectado con Talbet, quien nos dice que no lo esté con Savrinn.
—Sí. —Exclamó Sarah. —Ponlo junto a Harry por ahora. —Y por último. —Exclamó ella. —Ángel Philips.
—Creo que tenemos que investigar la dirección que nos dio Stone. —dijo Bradley. —Si tiene razón en algo, puedo ir pidiendo una orden de allanamiento para mañana por la mañana.
—Me parece bien. —dijo Sarah. —¿Vamos?
—Sí… Iremos en mi coche. —Exclamó Brad.
Ella asintió.
Los amigos se apresuraron a buscar esas pistas, sin saber lo que le esperaba a uno de ellos a su regreso.
******
Mientras tanto, en otro lugar.
—¿A qué fuiste a la oficina hoy? —preguntó Victoria, reclamando al hombre que tenía enfrente.
—Tenía un asunto que atender con la agente Burrows. —Exclamó Nicolás, pacíficamente.
—¿El jefe lo sabe? —preguntó ella.
—Eso es algo que no te incumbe. —Dijo él.
—Arriesgo mi culo por esto. —Dijo ella. —Tengo derecho a saber.
—Tú… Eres una empleada más, ¿entiendes? —dijo Nick, intentando no perder la paciencia. —Hay cosas que no sabes y de las cuales no tengo que darte explicaciones.
—Eres un loco, suicida. —Dijo ella. —Bradley casi descubre que nos conocemos.
—Bueno, será por tu culpa. —Exclamó él. —Fuiste tú quien no pudo disimular.
Victoria se rio, sarcástica.
—Quiero hablar con el jefe. —Dijo ella.
—Sabes que eso no es posible. —Dijo él.
Victoria se fue ofendida del lugar. Cuando conoció a Nicolás, él ya estaba involucrado en este asunto. Ella se había enamorado profundamente de él, por eso, cuando él le pidió que se infiltre en el FBI para estar cerca de Sarah Burrows, no dudó ni un minuto. Aunque no sabía todo lo que se escondía detrás de aquello, solo sabía lo necesario. Sin embargo, a pesar de estar sumamente enamorada de Nikolas, él no dejaba de romperle el corazón una y otra vez. Incluso, en el último tiempo ya ni siquiera le compartía información, sino que intentaba excluirla todo el tiempo.
******
Bradley y Sarah llegaron al lugar que indicaba el informe que les entregó Nicolás, y evidentemente, era un sitio despoblado, de vegetación abundante. Ellos cruzaron miradas y decidieron bajar del coche y comenzar a caminar hacia el interior del lugar.
Sarah calculó que habían caminado por lo menos dos kilómetros hasta llegar a lo que parecía ser una cabaña, estaba toda vidriada pero bien oculta. El lugar perfecto para esconder a alguien.
—¿Crees que ahí se esconde? —dijo Sarah.
—Si no es Philips, es alguien que está huyendo, eso tenlo por seguro. —Exclamó Brad.
Brad comenzó a acercarse un poco más, desenfundando su arma reglamentaria por pura precaución.
—Espera aquí, Sarah. —Dijo él, dejando a su amiga atrás, mientras se dirigía hacia las ventanas de la casa para intentar ver en su interior. Definitivamente, vio a alguien adentro, un hombre, que caminaba por la casa vestido de pijama y bebiendo un vaso de lo que parecía ser brandi.
Rápidamente, sacó su celular del bolsillo y comenzó a tomarle fotografías. Definitivamente, se trataba de Ángel Philips. Tomó todas las fotografías que pudo para tener más pruebas y luego, intentando ocultarse, corrió de regreso a donde estaba su amiga.
—Es él. —Exclamó.
—¿Philips? —preguntó Sarah.
Bradley asintió.
—Acabaremos con esto. —dijo Bradley. —Mañana mismo pediré una orden de allanamiento y veremos que ocurre.
—Mi único objetivo es Liam Savrinn. —dijo Sarah. —Haré lo que sea necesario para atraparlo.
—Créeme que yo también. —dijo Brad, pensativo. Cada pista que obtenían, en este caso, le hacía reforzar su teoría, y después de lo que pase mañana, sabrá cómo proseguir.
Sarah y él regresaron al coche, ya estaba anocheciendo, por lo que era mejor apresurarse, esas rutas eran muy oscuras. Mientras conducían, Brad giró su cabeza hacia Sarah y preguntó:
—¿Hablaste con Jared después de la cita?
Sarah negó.
—Fue… Fue solo una cena. —Dijo ella.
—Pensé que tal vez podría haber algo más allí.
—No… Sabes que no. —Dijo ella.
Bradley suspiro frustrado.
—Mira… Sarah… Tengo un presentimiento que me carcome. —Dijo él. —No puedo decirte nada por ahora. Pero quiero que confíes en mí.
—¿A qué te refieres? —preguntó Sarah sonriéndole. A decir verdad le preocupaban esas palabras por parte de su amigo.
—Si… Si resulta que tengo razón, saldrán a la luz demasiadas cosas. —Exclamó él. —Pero… Necesito que estés conmigo más que nunca. Necesito tu confianza ciega, Sarah.
—Claro que sí, Brad, pero ¿qué ocurre? Me preocupas. —Exclamó ella.
—No, no es esa mi intención. —Dijo él. —Te lo diré en otro momento, cuando esté seguro. ¿Sí?
—Está bien. —Dijo ella, confundida.
—Te llevaré a casa. —dijo Brad.
Sarah asintió y Bradley siguió conduciendo en silencio hasta que llegaron a su destino. Brad aparcó el coche y se bajó de él para acompañar a su amiga hasta la puerta.
—Gracias Brad. —Dijo ella. —No sé qué haría sin ti.
—Te debo la vida entera, bonita. —Exclamó él. —Si me lo pidieras, me haría hetero por ti.
Sarah y él comenzaron a reírse.
—Sabes que ninguno sería feliz. —dijo Sarah.
—Lo sé… —dijo Brad. —Imagina que yo estaré teniendo pensamientos indecentes con el jardinero.
Ambos siguieron riendo.
—Pasaste por tantas cosas. —dijo Sarah. —Cosas que no merecías… Y aun así, eres la persona más increíble que conozco.
—Tú también pasaste por cosas que no mereces, bonita. —dijo Brad. —Pero al final de todo seremos felices, te lo prometo. —Exclamó él, acariciando su cabello y besando sus manos. —Ahora… Debo irme, mañana pediré esa orden a primera hora.
Sarah asintió.
—Descansa.
—Y tú. —dijo Brad, mientras caminaba hasta su auto. Sarah esperó en la puerta hasta que Bradley arrancó el carro y finalmente entró a la casa. Cerró la puerta detrás de sí e intentó encender las luces, pero estas no encendían.
—Las luces están desconectadas. —Exclamó una voz masculina, muy gruesa, aunque seductora.
—¿Quién eres? —Dijo Sarah, mientras ponía su mano en la funda de su arma. —¿Qué haces en mi casa?
—No intentes usar tu arma. —Dijo el hombre. —Vine pacíficamente.
—¿Quién eres?
—¿De verdad no lo sabes? —Dijo él.
—¿Mike?.— Preguntó ella, con un nudo en la garganta.
Hubo un silencio que duró unos minutos.
—No sé quién sea Mike. —Dijo el hombre, que comenzaba a caminar por el lugar. —Pero no soy él.
—Liam. —dijo Sarah en un susurro apenas audible.
—Liam Savrinn. Para servirle, señorita. —Dijo el hombre tomando la mano de Sarah y depositando un beso en ella. Sarah se paralizó, no había oído los pasos de ese hombre y cuando quiso percatarse, lo tenía en esta situación. Por alguna razón, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Sintió cierta familiaridad en ese gesto. Pero estaba tan asustada que borró aquello de su mente.
—No vuelvas a tocarme. —Dijo ella, soltándose bruscamente. El hombre río. Una risa suave pero ronca.
—Sarah, Sarah, Sarah. —Exclamó el hombre. —Sin dudas eres una mujer interesante.
—¿Qué quiere de mí, Sr. Savrinn? —preguntó ella.
—Quiero pedirte delicadamente que dejes de buscarme, Sarah. —Exclamó él.
—Pues, te tengo noticias… Estás aquí, ahora. —Dijo ella. —Y puedo atraparte. ¿Cuánto cree que valga su cabeza, Sr. Savrinn?
—No puedes hacer nada, Sarah. —Exclamó Liam. —No por ahora.
—¿A qué se refiere? —preguntó ella.
—Hay algo mucho más grande que yo. —Exclamó. —Mientras más te acercas a mí, más peligro corres.
—¿Va a matarme? —preguntó ella.
Liam rio.
—No, Sarah. —Dijo él. —Si quisiera matarte, ya estarías muerta, créeme.
—No me diga. —Dijo ella, sarcástica.
—El hombre… Que estaba contigo afuera, ¿quién es?
—Eso no le incumbe. —Dijo ella.
—Bradley Saguer, ¿no es así? —Dijo él, pero Sarah no respondió. —Debo irme, Sarah. —Exclamó Liam, finalmente. —Solo venía a… advertirte y… decirte que volveremos a vernos.
El hombre se fue apresuradamente de la casa, Sarah vio a lo lejos su silueta apenas iluminada por la luz de la luna. Era un hombre alto y fuerte. Ella observó como él salía por la puerta corrediza que separaba la sala de su departamento con el pequeño patio trasero. Habían pasado por lo menos cinco minutos cuando la luz volvió de repente, iluminando todo el lugar.
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Comments
Betsaida Betancourt Salazar
Está muy interesante, va a ser el novio desaparecido
2023-12-20
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