CAPÍTULO 12.

CAPÍTULO 12.

Bradley esperó unos segundos hasta que abrió la puerta y vio a Sarah allí con una caja de pizza y un pack de cervezas.

—Bonita. —Dijo él, sonriéndole.

—¿Puedo entrar?

En ese momento, Bradley la miró a los ojos. Sabía que en su interior peleaba mil batallas, pero aquí estaba, buscándolo después de un día duro, con la cena y su compañía. Definitivamente, Sarah era su otra mitad.  Algunos encuentran su mitad en la familia, el amor… pero él, la había encontrado en su amistad. Su amiga, su incondicional. Bradley sonrió como un tonto y la abrazo fuertemente por la cintura, haciendo que se eleve del piso y entrando con ella a la casa.

—Brad, espera. —Dijo ella. —Harás que derrame todo.

—Estoy feliz de verte. —Dijo él, sin querer soltarla.

—Yo también. —exclamó ella. —Y me alegra verte bien.

—Te amo. —Exclamó Bradley.

—Qué? —dijo confundida. —Bradley creí que tú…

—Te amo como familia, tonta. —Dijo, provocando la risa en Sarah, quien por un momento se había sorprendido. —Aunque si fuese hetero, te haría mi esposa.

—¿Me dirás por qué estás tan alegre? —preguntó ella, sonriendo.

—Porque… Las cosas están a punto de cambiar.

—¿Es sobre esa investigación secreta que llevas? —pregunto.

—Algo así. —Dijo él.

—¿No puedes adelantarme algo?

—No aún. —Dijo. —Solo puedo decir que habrá muchas sorpresas.

—Pues, hablando de sorpresas, antes de salir para acá me tope con Victoria. Iba saliendo de la oficina con una caja con sus pertenencias. No quiso hablar conmigo, pero creo que renunció.

—Eso es raro. —Dijo Brad.

—Lo es… De todos modos, estaba extraña en el último tiempo. —dijo Sarah mientras tomaba un trozo de pizza. 

Bradley le quitó importancia 

—Cuando llegué aquí, vi salir a un hombre. —exclamó. —Acaso… ¿Interrumpí algo?

Bradley sonrió y se pasó una mano por el cabello. Sarah lo conocía demasiado bien como para saber que Brad hacía ese gesto cuando estaba nervioso.

—Nunca interrumpes. —Dijo él. —Solo era un pequeño pasatiempo. 

—Claro. —Dijo Sarah, desconfiando. 

Esa noche acabó tranquila. Sarah se quedó en casa de su mejor amigo y no se durmieron hasta pasada la media noche. Habían pasado apenas dos horas de sueño cuando Brad fue despertado por los gritos desgarradores de Sarah. Se levantó de la cama preocupado, pensó que tal vez, a su nuevo amigo se le ocurrió visitarlo durante la noche y Sarah logró reconocerlo.

Al llegar a la sala, que era donde Sarah había decidido dormir, se encontró con su amiga sentada en el suelo abrazada a sus rodillas.

—Sarah, maldita sea. —Dijo abrazándola. —Dime que ocurre.

—Lo siento. —Dijo ella. —Es que yo… Soñé que él estaba aquí… Lo vi entrar por la puerta trasera y sentí sus caricias… Fue tan real. 

—¿De quién hablas, Sarah? —pregunto.

—Michael. —Dijo ella.

—Lo mataré. —Dijo Bradley lo más bajo posible para que su amiga no logre entender.

Brad intentó calmar a Sarah, dejando que ella se acurruque en sus brazos. No quería dejarla sola, estaba seguro de que ese idiota estaba aquí. Estaba decidido a hablar con él. Le advertirá que si quiere trabajar a su lado, se olvide de Sarah, que la deje en paz. Ella había sufrido demasiado por su culpa. Porque sí, después de la reunión de la tarde, a Bradley Saguer no le quedaban dudas de que Liam Savrinn era, en realidad, Michael Morrison.

No sabía qué razón había tenido Morrison para hacer todo esto, pero no le importaba. Se había prometido que cuidaría de Sarah y no quería verla sufrir otra vez, así que haría lo necesario para asegurarse de aquello, así se gane un poderoso enemigo. 

Al día siguiente, ambos fueron al trabajo muy temprano. Aún había mil cosas por hacer y Bradley, estaba desesperado por contactar a su querido amigo. Como si lo hubiera invocado, el teléfono descartable que este le había dado, comenzó a sonar. Rápidamente se encerró en su oficina para contestar la llamada. 

—¿Estuviste en mi casa anoche, idiota? —preguntó Bradley, notablemente enojado. 

—Había olvidado darte algo. —Dijo. 

—La tocaste. —Dijo Bradley. —Tuvo una maldita crisis luego de eso. 

—Lo siento… Yo no pensé que eso pasaría. —Exclamó.

—Tú nunca piensas. —Grito. —Eres un maldito idiota.—No haré ningún trato contigo.

—Bradley… escúchame…

—No… Informaré al FBI quién eres, te buscaremos. No me importa enfrentarme a ti. Te metiste con la única familia que tengo. 

—YO SOY TU FAMILIA. MALDITA SEA. —Grito Savrinn, del otro lado de la línea.

—¿Acaso te volviste loco?.— preguntó. 

—No… Es una larga historia. Quiero contarte todo. —Exclamó. —Pero no ahora. 

Bradley hizo silencio, intentaba comprender todo. Savrinn esperó unos segundos y luego volvió a hablar. 

—Te dejé un informe. —Exclamó. —Sobre Gary.

—¿Qué quieres que haga con él? 

—Léelo. —Exclamó. —Iré a verte por la noche y esta vez sin ocultarme.

—Vaya… Qué valiente. —Dijo Brad, sarcásticamente. 

Savrinn suspiro.

—Te veré a la noche.

Finalmente, colgó, Bradley escondió rápidamente el teléfono descartable al ver que su jefe se acercaba a su oficina. Rápidamente, corrió a abrir la puerta, simulando que iba de salida.

—Bradley. —Dijo él. —Tienes que venir, tenemos un nuevo elemento y necesito que lo conozcan.

—¿Qué pasó con Victoria? —Preguntó Brad, siguiéndolo. 

—Ah, la señorita Larsen realizó una confesión ayer que no pude dejar pasar. —Exclamó Benjamín. —Supongo que está resuelto el problema de las cámaras. 

—Vaya, no me lo esperaba. —Dijo Bradley fingiendo sorpresa.

Al llegar a la oficina de Benjamín, Brad vio a Sarah y a otro hombre sentados allí. Se acercó a ellos y se sorprendió al ver quién era el nuevo reclutamiento. 

—Sarah, Bradley, les presento al detective: Jake Kline, él estará a cargo del caso Savrinn a partir de ahora. —Exclamó. 

—Pero… ¿Qué pasa con Sarah? —preguntó Brad.

—Pues, parece que a los de arriba no les agrada que una agente sin experiencia esté al frente de un caso de tal magnitud. —Exclamó Sarah, con notable ofensa. 

—¿Es una broma, Benjamín? —preguntó Bradley.

--No… Y lo lamento. —Exclamó. —Pero estoy seguro de que el detective Kline recibirá gustosamente su apoyo y sobre todo su conocimiento acerca del caso. 

—Así es. —Exclamó el hombre que le había robado a Bradley más de mil suspiros en el pasado. 

—Muy bien, hemos terminado. —Dijo Benjamín. —Les pido que pongan al tanto al detective acerca de sus averiguaciones

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