CAPÍTULO 6.

CAPÍTULO 6.

Sarah llegó a su oficina y apoyó sus pertenencias en el escritorio. Observo el mapa conceptual que tenía en la pared, buscando que, por arte de magia, las pocas pistas que tenía, se conecten y le digan donde encontrar a Savrinn.

Su teléfono sonó. Era un mensaje de Jared. Ya había conseguido un rastro. Rápidamente, se dirigió al área de balística. 

—Hola Jared. —dijo Sarah.

—Hola Sarah. —Dijo. —Tengo lo que pediste.

—¿Qué encontraste? —preguntó ella.

—Bueno… Rastree el número de serie y existen solo dos armas sacadas de ese lote en nuestro país.

—¿Ah, sí?

—Una pertenece a Di Magio y la otra… Está desaparecida.

—¿Y de quién es? —preguntó Sarah.

—Un tal… Harry… Talbet. —Dijo Jared, leyendo el informe. —¿Te dice algo ese nombre?

—No. —Mintió Sarah. 

Jared asintió.

—Jared. —Dijo Sarah, dudando si proseguir.

—¿Sí?

—¿Sigue en pie la invitación para este viernes? —preguntó ella.

—Solo si me dices que sí. —Dijo él, sonriendo.

—Aceptaré. —Dijo ella. —¿A las ocho?

—Perfecto. —Dijo Jared, sonriendo. 

Sarah regresó a la oficina y comenzó a ver los archivos del caso de Harry Talbet. Comenzó a teclear en su computadora y vio que esa arma fue ocupada para asesinar al hermano del presidente. Sin embargo, el arma nunca fue encontrada. Era tan extraño. Sarah comenzó a ir más allá, comenzó a investigar detalles del cuerpo de Philips. No había fotos del cuerpo en la escena del crimen, era como si hubieran levantado el cuerpo antes de tomar todas las demás fotografías. Definitivamente faltaba algo. Y para resolver una parte del rompecabezas, debía saber qué pasaba ahí. 

La puerta de su oficina se abrió. 

—Sarah. —exclamó Victoria. —Estuve ocupada con otro caso, pero ahora, estoy de nuevo a tus órdenes. 

—Puedes ayudarme con algo. —Dijo la chica. —Necesito que investigues la muerte de Ángel Philips. En su expediente faltan fotos y datos importantes sobre el cuerpo del fallecido. Necesito que averigües qué pasó. 

—Cuenta con eso. —Dijo Victoria, llevando la copia del expediente que le entregó Sarah. 

Sarah abrió el archivo donde había comenzado a redactar su informe y decidió ponerse manos a la obra para terminarlo, ya que tenía que entregárselo a Benjamín antes del fin de semana o de lo contrario, empezaría a dudar. Benjamín le dio la investigación con la condición de que le informe cada avance que tenga. Así que Sarah creía que la mejor forma de seguir teniendo su confianza, es haciéndole caso.

Cuando terminó, juntó sus cosas y se dirigió a su casa. Estaba agotada y no dejaba de pensar en lo complicado de ese caso. ¿Quién eres Liam?, solía preguntarse ella. 

Sarah comió algo rápido, se duchó y se fue a la cama como siempre. Al día siguiente se despertó temprano, era el día de la cita con Jared. No sabía si hizo lo correcto. Pero decidió hacerle caso a su mejor amigo y comenzar a vivir.

Cuando Sarah llegó a su oficina, Bradley la estaba esperando. 

—Hola bonita. —Exclamó él. 

—Brad. —Dijo ella. —¿Qué ocurre?

—Hay resultados de las cámaras. El guardia dijo que no pudo recuperar ninguna grabación, ya que las computadoras fueron infestadas con una especie de virus. Todas las grabaciones de ese rango de horas desaparecieron. Benjamín ya está al tanto y dijo que se encargará de los guardias que debían estar de turno esa noche.

—Perfecto. —Dijo Sarah. —No solo me acosan en mi propia oficina, sino que ahora ni siquiera sé quienes son. Bradley… Me urge encontrar a Liam Savrinn. Y creo que tengo que seguir investigando, a fondo… Tal vez así, siga enviando mensajes y en algún momento estoy segura de que cometerá un error.

—¿Analizaste las huellas del papel? —dijo Brad. 

—No. —dijo Sarah. —Y de nada sirve, la nota debe estar contaminada con mis huellas y las tuyas. Qué error más tonto.

—No te preocupes. —Dijo él. —Si tienes razón, habrá más notas y serás más cuidadosa. 

—Tienes razón. —dijo Sarah.

—¿Qué harás por la noche? —preguntó Brad.

—Iré a cenar con… Jared.

—Oh… Jared. —dijo Brad elevando sus cejas. 

—No empieces. —dijo Sarah.

—Está bien. —dijo Brad. —El partido de los Dodger es a las diez. Tal vez si te desocupas temprano puedas verme ahí.—Dijo él, sonriendo, mientras me extendía una de las entradas.

—Llegaré a tiempo. —Dijo Sarah sonriendo. —Te veré afuera del estadio. 

Ese día, Sarah le entregó a Benjamín su informe. Él lo aceptó gustoso, ya que había estado hablando con Bradley y Victoria y estos le habían hablado acerca de los avances que habían hecho en el caso, pero aún faltaba oírlo de boca de su detective en ascenso.

La verdad es que Benjamín vio potencial en Sarah desde el día en que la vio ingresar al Buró, pero sabía que debía ganarse las cosas con calma. Hasta ahora ella había demostrado ser muy dedicada y por alguna razón le tenía demasiada confianza como para darle ese caso tan importante. El antiguo detective se había jubilado hacía un mes y aún no había elegido a nadie para ocupar su puesto, por eso decidió poner esta prueba. Si Sarah fuera capaz de resolver este caso, le daría su insignia sin dudarlo. 

Sarah se fue de la oficina directo a su casa para cambiarse de ropa y reunirse con Jared para la cena. Habían quedado a las ocho de la noche en un restaurante de Long Beach. Ella se colocó una blusa, unos jeans, unas zapatillas y dejó su cabello suelto y usó un poco de maquillaje. No quería vestirse demasiado elegante, ya que luego iría a ver el béisbol. Se aseguró de llevar una gorra y una camiseta en su coche para después y por supuesto, su entrada. El reloj marcaba las siete y treinta, pero Sarah creyó que si llegaba antes, lograría desocuparse más temprano, por lo que tomó las llaves de su clásico mustang y se dirigió al restaurante.

Al llegar, estacionó el coche e ingresó al restaurante. Se sorprendió al ver a Jared sentado allí esperándola. Él, al verla, le hizo una seña con sus manos y le dedicó una sonrisa brillante. Jared era moreno, alto, de cabello negro y ojos también negros. Su cuerpo estaba bien trabajado. Era un hombre muy atractivo, sin dudas, pero Sarah nunca pudo verlo como algo más que un amigo. 

—Viniste temprano. —Le dijo la chica, sonriéndole.

—No podía con la ansiedad y veo que tú tampoco. —Dijo él. 

—Supongo. —Respondió ella.

Ambos tomaron asiento y ordenaron unos tragos. Estaban teniendo una conversación muy amena cuando el celular de Jared comenzó a sonar. 

—Lo siento. —Se disculpó. —Es de mi superior. 

—Está bien. —Dijo ella, algo preocupada.

Jared respondió la llamada y comenzó a intercambiar algunas frases con el hombre del otro lado de la línea. Hasta que, finalmente, terminó la llamada diciendo “Ok, jefe. Estaré ahí en quince minutos”. Jared colgó. Soltó un suspiro y miró a la chica enfrente de él.

—Sarah… De verdad lo siento, esperé mucho tiempo esta cena, pero… Hubo un tiroteo y me necesitan allí. 

—No te preocupes. —Dijo ella. —El deber llama.

—Lo siento… Te compensaré, ¿sí? ¿Qué tal mañana? Nuevamente aquí. A la misma hora.

—Está bien. —Dijo ella. —Te veré aquí mañana. 

Jared dejó dinero para la cuenta sobre la mesa y se despidió de su compañera con un beso en la mejilla.

—Puedo llevarte si quieres. —Dijo ella.

—Por favor. —Dijo él. —Es que… Vine en taxi.

—No hay problema. —Dijo ella. —De haber sabido, pasaba por ti.

—Debería ser al revés. —Dijo él, sonriendo tímidamente.

—Ya sabes lo que dicen. —Dijo ella. —Hoy por ti, mañana por mí.

Ambos rieron y se dirigieron al mustang. Jared le dio indicaciones a Sarah de la dirección del tiroteo y ella lo dejó cerca, ya que por el movimiento de policías y personas, no había demasiado lugar para estacionar.

—Gracias, nuevamente. —Dijo Jared.

—Te veré mañana. —Dijo ella.

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