Lucía
Aún tengo el pelo mojado, llevo unas zapatillas de algodón y cuerpo envuelto en el albornoz lila. Inclino el dorso y quedo a solo centímetros del espejo; me observo con gran detalle el moretón que me ha salido entre la mejilla y en el ojo. Me he puesto crema y por suerte no me duele. Pero es una marca que tardará unos cuantos días es desaparecer.
Había llegado a casa hace menos de una hora, me he dado una ducha rápida y estoy a punto de volver a irme a la cama, a pesar de que ya está comenzando a amanecer. Pero es sábado y puedo darme el lujo de faltar hoy al trabajo, Oliver tiene clases de natación en la mañana y lo llevará Adrían junto con Emma que aprovechará de hacer las compras del hogar.
Resoplo. Conecto el secador y comienzo a pasármelo por el pelo mientras pienso en Erick. Me preocupa y pienso mucho en él, puedo imaginarme el estrés y la frustración que debe de sentir en este momento, porque yo también pasé por esa etapa en mi vida y, por suerte, la he superado casi del todo, o al menos, un noventa por ciento.
Se me erizan los vellos de la nuca al recordar la fuerte pelea que tuvo con Ted. Me llena de terror de solo pensar que ese hombre pueda abrir la boca, mi único consuelo al respecto es que no tiene pruebas a su favor. O al menos, eso dice Erick. Puede que tarde o temprano me pida algo.
Estoy tan agotado que apenas tengo fuerza para sujetar el secador. Erick me ha dejado agotada y sin energía, pero también, me ha dejado con los nervios de punta. Erick sospecha que él es padre biológico de Oliver y sé que no tardará en descubrirlo.
Después de ponerme la pijama, me meto a la cama y me tapo hasta la barbilla, mirando la puerta esperando a que Oliver entre y se acurruque a mi lado. Pero al final, logro conciliar el sueño y para cuando despierto, siento y veo a Oliver encima de mí. Sonrío al verlo. Mi hijo tiene los ojos tan abiertos, tan grandes y tan verdes como las plantas y las olas que nacen en primavera. Me mira tan fijo que siento que puede ver mi alma. Aún lleva la pijama puesta y su aliento huele a pasta dental.
-Buenos días. -Le digo y le acaricio el pelo.
-Buenas días, mami. -Suelta una carcajada que me llena el pecho y el corazón de amor y adoración.
Me levanto y miro el reloj, son las siete.
-¿Ya desayunaste?
-Sí.
-¿Tomaste tu avena?
-Sí.
No tengo planes de levantarme de la cama. Así que, vuelvo a enredarme entre las sábanas y arrastro a Oli conmigo.
-Te amo, te amo, te amo. -Le hago cosquillas por encima de la pijama y retuerce de la risa -. ¿Quién cumple años dentro de muy poco?
-¡Yo!
-¿Qué quieres que mami te regalo para tu cumpleaños?
-¡Pastel!
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Los ojos de Oliver arden de la excitación que siente, la pequeña llama de las velas en su pastel de cumpleaños en forma del logo de la Nasa, se reflejan en sus pupilas y salta de la emoción y de la alegría.
En su al rededor están todos sus amigos de la escuela y del centro de natación. Sus abuelos han venido de Turquía para celebrar y desgraciadamente, vinieron con la triste noticia de que Balto había fallecido. Oli no se lo tomó muy bien al principio, corrió a mí para llorar y me convertí en su pañuelo de lágrimas durante toda una tarde. Pero lo que el no sabe, es que yo le tengo la mejor sorpresa del mundo que e este momento de estar agitando la colita de la emoción por conocerlo.
-Feliz cumpleaños a ti. -Todos cantamos y luego estallamos en aplausos.
-Sopla las velas, Oliver. -Le digo y se inclina en la mesa para soplar las velas y nuevamente, todos aplauden.
Sam viene corriendo y lo abraza muy fuerte, riendo, los dos se abrazan como dos hermanos. Instantáneamente, volteo a mirar a Erick que se están riendo, me mira y se alza de hombro.
Cuando llega el momento de abrir los regalos, Oliver se mira más feliz que nunca mientras abre sus obsequios, Erick le ha regalo un gran submarino que funciona bajo del agua y se volverá parte de su colección.
Por mi parte, yo traigo una caja inmensa de cartón con un lazo rojo. Oliver abre la caja bajo la mirada de todos los invitados. Mete la cabeza y la saca de golpe cuando oye un ladrido de un cachorro.
-¡Es un perrito!
-Querrás decir, una perrita, es niña.
Yo misma saco el animal, se trata cachorro de raza Samoyedo. Su pelaje es blanco como la nieve y suave como una nube.
-Tómala con cuidado, está pequeña.
-¡Una perrita!
Oliver me obedece y sostiene a la cachorra con sus pequeñas manos, la atrae a su pecho y le acaricia el lomo.
-¿Cómo la vas llamar? -Sam le pregunta, también acariciando a la cachorra que aún no tiene nombre.
-Lucy.
-Pensé que la llamarías Luna.
Oliver me mira y luego sonríe.
-Luna. Se llamará Luna -dice.
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Me doy unos últimos retoques de labial en el tocador de mi habitación antes de bajar. Me acomodo el cabello y me lo echo para atrás. Me invade una profundamente la nostalgia y no he dejado de pensar en Julián. Su retrato me mira sonriente en la esquina del tocador, yo estoy a su lado y él me sostiene la mano, ambos recién casados.
Hoy Oliver cumple cinco años y me siento muy triste y sensible. Los ojos se me llenan de lágrimas y me permito llorar por unos minutos. Me retoco el maquillaje otra vez y salgo de mi habitación, en cuanto doblo el pasillo, me detengo abruptamente cuando veo a Eleonor en frente de una pared llena de retratos de Oliver cuando era un bebé, sus ojos brillan de fascinación y hasta me parece que también con adoración.
-Tienes una casa muy linda, querida. Bastante hogareña y cálida.
-Gracias.
Aun no quita la mirada de las fotos, lo que me llena de nervios. Suelta un sonido de aprobación y luego me mira. La señora Eleonor se ve hermosa y joven, el cabello le llega encima de los hombros y el flequillo le cae por al lado con estilo, tiene los ojos marrones muy alumbrados al igual que su rostro.
-Disculpa mi atrevimiento, pero no pude evitarlo. Tienes un hijo muy hermoso y divino.
Yo no digo nada y solo me limito a observarla.
-Me recuerda tanto a como cuando Erick estaba bebé. Eran tan pequeño cuando nació, parecía un ratoncito y tenía los ojos enormes, en ese entonces, pensamos que iba a tener ojos azules, pero con el paso de los meses se les cambiaron a verdes... iguales a los de tu hijo.
Tiene una sonrisa altanera en su rostro, se pone un mechón detrás de la oreja y deja ver un arete de diamantes que, debe estar valorado en miles de euros.
-¿Con Oliver también fue el mismo caso?
Mi cara en este mismo debe de ser un poema.
-Sí. Pero supongo que es normal en todos los bebés recién nacidos.
Asiente y vuelve a mirar la fotografías.
-Mis dos hijos varones nacieron tan diferentes. Uno tiene ojos claros y el otro muy oscuros. Erick y Hugo son tan diferentes que, eso los hace iguales. Tú mejor que nadie puedes saberlo.
Sigo sin decir nada.
-Ya viste como se puso Erick el día del funeral de su padre. Cuando me miró, pude sentir y ver la tempestad en sus ojos... él es así. Erick es un hombre sensible, no tiene medidas, es o no es y es por eso que cuando Erick siente de verdad, se entrega por completo. Es ingenuo pero a la vez inteligente, es apasionado. Erick es... Erick solo siente. En cambio, Hugo, es inseguro a veces se deja y sobrepiensa todo. -Está seria y me mira casi amenazante, se me acerca y comienza a hablar entre susurros-. Mi dos hijos están locos por ti, Lucía. Ambos luchan por la misma mujer sin saberlo, o al menos Hugo. Quisiera saber que tipo de embrujo les hicistes a los dos para que no usen la razón cuando se trata de ti. Hugo no hace más que hablar de ti y de las cosas que hará para conquistarte, por otro lado, está Erick que no te quiere soltar..., y te lo advierto, Lucía, que no vas a poder librarte tan fácil de Erick y mucho menos teniendo un hijo suyo, porque es más obvio que él es padre biológico de Oliver, él aún no lo sabe pero te aseguro que lo sospecha y algún día sabrá la verdad.
>>Porque la verdad siempre sale a la luz. No pienses que te estoy diciendo esto para asustarte o para perjudicarte porque no es así, querida. Al contrario, me gustaría pedirte un favor, y sé que puede sonar muy cinico y a la vez descarado de mi parte, pero me gustaría que aceptaras salir con Hugo, aunque sea una noche, ustedes dos.
Estoy que me voy para atrás. Las piernas me han comenzado a temblar de una manera violeta y trato de disimularlo cambiando de posición. Me cojo la frente mirando al suelo. Me ha llegado un dolor de cabeza tremendo y siento que en cualquier momento voy a desmayarme.
-Yo sé que ya tú no quieres a Hugo, porque a quien amas y siempre has amado es a Erick desde que eras una chiquita. Pero sería bueno desviarnos un poco.
-No entiendo que quiere decirme.
-Lo que quiero decirte, Lucía. Es que le des una oportunidad a Hugo.
-Con todo respeto, eso no va a hacer posible, y no, no lo acepto por Erick, sino porque mis sentimientos por Hugo se esfumaron desde hace mucho tiempo, y para mí, nuestra relación no es más que un buen recuerdo.
-Eso puede cambiar. Hugo está dispuesto a todo por ti.
-No puedo, lo siento.
Eleonor parpadea un par de veces, se pasa su cartera al otro brazo y me mira con una ceja alzada.
-Y si es Erick quien te lo pide, ¿le dirías que sí?
-No. Le diría que lo pensara mejor, porque si yo acepto corresponderle a Hugo, lo mío con Erick se termina definitivamente, y conociéndolo, pues creo que eso es algo que no va a permitir y mucho menos soportar. Usted y yo sabemos perfectamente bien eso.
-¿Qué quieres a cambio para le correspondas a Hugo? Pídeme lo que sea, Lucía.
La tensión del momento me estaba matando, pero luchaba para mantener acorde y no salir huyendo de regreso a mi habitación y encerrarme allí. Eleonor tiene un porte temperamental, se veía como una figura que crece y crece hasta llegar al cielo, me quiere en sus manos, me quiere emparejar con su hijo a la fuerza, sabe la verdad sobre la paternidad de Erick. Sabe mis mentiras. Y maldigo profundamente que está mujer sea tan astuta e inteligente.
Mientras pienso en una respuesta, otra persona se une a la escena y ahora sí quiero que alguien venga y me secuestre.
-Definitivamente, tú no tienes vergüenza, Eleonor.
Ella voltea tan rápido cuando oye la voz de Erick a sus espaldas. Él está de pie en la entrada del pasillo y mira a su madre con desprecio.
-Erick, puedo explicártelo.
-No, yo no quiero que tú me expliques nada, porque ya lo dijiste todo. ¿Quién te crees que eres para venir aquí y decirle todo eso a Lucía?
-¿Qué haces tú subiendo al piso de arriba?
-Eso no es asunto tuyo, ya estoy bastante grandecito para que me cuestiones -Erick me da una mirada rápida-. ¿Qué haces tú aquí?
-Si ya escuchaste todo, no hace falta que te lo explique. Y aprovechando que están los dos aquí juntos. -Nos mira a ambos-. Quiero decirles que tenga mucho cuidado con lo que están haciendo, porque lo van a pagar muy caro, tú, Erick, vas a perder el amor más incondicional de un hermano, y Lucía, tú misma estás cavando tu propia tumba al meterte con un hombre casado y más si es el hermano del hombre que alguna vez fue tu pareja. Piensa todo lo que te dije.
Eleonor se va resonando sus tacones en el suelo de cerámica. Erick y yo quedamos envueltos en una tensión incómoda y cargada a más no poder.
-Mi mamá no tiene remedio. Hablaré con ella más tarde.
-Lo mejor será que vuelva a la fiesta. Me he desaparecido por mucho tiempo.
Camino, pero me detiene tomándome por un brazo.
-Lucía, no hagas caso a ninguna palabra que haya dicho mi madre. Ella solamente quiere separarnos. Lo que pasa entre tú y yo es sólo asunto nuestro y nadie tiene por qué meterse, inclusive nuestros hijos. No permitas que sus palabras te hagan pensar lo contrario.
Lo miro y suspiro. Me suelto de su agarre.
-Tengo que irme.
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-Los niños quedaron muertos. -La risa de Eleonor se escucha por todo el salón. Evelyn, Sam y Oliver estar tirandos en el sillón grande dormidos, Luna se ha enroscado debajo de un cojín.
Un equipo de limpieza está esparcido por toda la casa. Emma se ha echado como un costal de papas en una silla, los padres de Julián pasarán la noche en la cada y se irán dentro de una semana. Lizy y Gaten se han ido hace ya un buen rato y solo quedan Erick, Hugo, Eleonor y Samuel.
-Fue una fiesta muy bonita. -Vuelve a decir ella con una sonrisa de víbora.
-No sabía que a Oliver le gustaba todo lo que tenga que ver con el espacio y el océano. Igual que a Erick.
Eleonor se vuelve a reír mirándome con altanería. Erick no mueve ni un musculo y desde que tuvina esa conversión, ha tenido la misma expresión neutra desde entonces.
-Voy por más vino. -Digo y salgo huyendo a la cocina.
El rato pasa y los abuelos de Oliver parecen encantados con Eleonor y Hugo. Emma se ha ido a dormir y el equipo de limpieza ya ha terminado. Yo estoy sentada en el brazo de un sofá, Erick en frente de mí con las piernas cruzadas y Hugo también.
-¿Es primera vez que vienen a Alemania?
-No, hemos venido en otros momentos, solo que fue hace mucho tiempo.
La incomodidad que siento ahora es inexplicable. Hugo me mira mucho, demasiado, y Erick se ha dado cuenta y me lanza miradas como de reproche. Está furioso y no se molesta en disimularlo.
-Bueno, ya es bastante tarde y es hora de volver a casa.
-¡Ay, un rato más! -Hugo casi chilla.
-Tu hermano tiene razón. Mira como esta el pobre Samuel. -Eleonor se levanta y se pasa las mano por el pelo. Su expresión relajada cambia abruptamente cuando se percata de algo. -¡Mi arete de diamantes, lo he perdido! Tenemos que buscarlo, son de mis favoritos.
Erick se toma de golpe el restante de su copa de vino, se levanta de donde está y toma a Sam en volandas y lo sube a su hombro.
-Ojalá se te pierda el otro.
Y la cara de Eleonor es un poema completo.
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Son las cuatro de la mañana de un domingo. Me invaden una ola de sensaciones en este momento. Las manos me pican de la ansiedad y esto mareada, tengo que sostenerme de ambos lados del lavamanos, mis ojos están fijos en la prueba de embarazo que aún no tiene resultado. No ha pasado mucho tiempo y aún no da señales. Estoy que me como las uñas de los nervios. Si esa prueba sale positiva, no sé que voy a hacer.
Llevo la cuenta en mi celular, me siento en retrete con las manos en el rostro en el rostro y cuando suena la alarma, el corazón se me para y tomo la prueba y la miro sin rodeos. Negativo. Una raya. Deja salir el aire que tengo retenido, pero mi corazón no deja palpitar con fuerza. Puede ser un falso Negativo. Me juega la mente.
Tiro la prueba a la basura y salgo del baño. Me detengo en frente de la cama, ya no me apetece regresar, así que regreso al baño y tomo una ducha de agua caliente, me lavo el cabello mientras pienso que tengo que hacer una cita al médico y hacerme una prueba de sangre. Necesito salir de dudas. A pesar de que no he tenido síntomas de embarazo, pero tengo un retraso de dos semanas y puede ser debido a las pastillas anticonceptivas.
Son las siete de la mañana y ya estoy lista para irme al trabajo. No tengo ganas de desayunar y solo me siento a tomar un café en la encimera.
-¿A qué se debe esa expresión, querida Lucía? -Me pregunta Emma mientras corta trozos de manzana verde.
-Me hice una prueba de embarazo y salió negativo.
-Entonces, si no lo estás, ¿por qué estás así?
-Por qué no estoy segura, Emma. Me haré algunos exámenes de sangre, para descartar cualquier posibilidad.
-Me parece bien.
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El doctor abre el sobre y lee el papel cuidadosamente.
-No, no estás embarazada.
Cierro los ojos con alivio y sonrío.
-Veo que te alivia.
-No es el momento indicado.
-Entiendo -el doctor asiente y luego se vuelve serio-. Quisiera hacerte unas preguntas. ¿Antes de tomar las pastillas anticonceptivas, ya habías tenido relaciones sin protección?
Pienso en la primera vez que estuve con Erick, eso fue hace casi dos meses.
-Sí, así es.
-¿Tomaste la pastilla del día siguiente? -Asiento-. ¿Tuviste tu periodo menstrual normal?
-Sí, después de eso sí.
-Hace casi un mes que comenzaste a tomar las pastillas anticonceptivas y te ha causado cambios en tu periodo menstrual. Cosa que es completamente normal. Estas pastillas pueden producir períodos más cortos y ligeros, inclusiva hasta puedes padecer ausencia por él, es normal. Puedes estar tranquila, solo espera a que llegue, en si debido tiempo.
-Gracias, Doctor.
Me pongo de pie, tomo los exámenes y salgo del consultorio.
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-Buenos días, Charlotte, ¿cómo estás? -La saludo con unos beso en la mejilla.
-Buenos días, señora Bernard. Estoy muy bien, gracias por preguntar -sonríe.
-A Oliver le ha gustado mucho tu regalo, lástima que no hayas podido ir a su fiesta de cumpleaños.
-Me tocó cuidar de mi hermano y mi madre -se echa el pelo para atrás y cambia rápidamente el tema-. Hay alguien que la espera en su oficina.
-¿Quién?
-Se trata de la señora Fürts.
-¿Eleonor?
-No, la señora Mackenzie.
Asiento con la cabeza lentamente frunciendo los labios.
-¿Llegó hace mucho?
-Tiene un poco más de media hora.
-Gracias.
Camino directamente a mi oficina, cuando entro, la veo deslizándose mirando el espacio con bastante interés. Al verme, hace una pequeña sonrisa.
-Hola.
-Hola.
Pongo mi cartera encima de la mesa y guindo mi abrigo.
-Siéntate. -Le señalo la silla con la mano. Ella toma asiento sin quitarme la mirada. Yo me recuesto en mi silla y estiro mi blazer beige. -¿Qué te trae por aquí?
Me cruzo de piernas y pongo mis manos en mi regazo.
-Vine a verte para que hablemos de mujer a mujer.
-¿Mujer a mujer dices? Mmm. No lo creo, lo cierto es que ya te estabas tardando en venir a hablar conmigo. Ve al punto.
-¿Quién te crees que eres para venir de la nada y querer robarme a mi hijo y a mi marido?
Hago una sonrisa fugaz y me tapo la boca. Estoy luchando con mis ganas de reírme.
-¿Robar a tu hijo, Mackenzie? ¿Robarte a Erick? -Muevo a cabeza negando-. Yo no le he robado nada a nadie.
-Siempre tan mosca muerta como siempre. Me gustaría que me dijeras de frente que tienes una relación con mi marido.
-No quiero parecer descarada, pero sí. Erick y yo estamos juntos, tenemos una relación.
-Lo dices y te quedas tan tranquila. Eres una cínica.
Resoplo cansada.
-¿A eso viniste? Creí que hablaríamos de mujer a mujer. Esta conversación no tiene ningún sentido.
-Si la tiene. Tengo pruebas de que tienes una relación con mi esposo. Digamos que él no se molesta mucho en disimular que está enamorado de ti, y sé perfectamente que se escapa por las noches a verte y regresa antes del amanecer. También sé sobre un departamento que él mismo mandó a poner en nombre de los dos que está ubicado en las afueras de la ciudad.
-Yo no sé por qué lo haces. Pero no entiendo como alguien tiene el descaro de reclamar una infidelidad cuanto hace exactamente lo mismo. -Frunzo los labios y trazos círculos con mis dedos-. Erick te amaba.
Ella suelta una carcajada al techo junto con una palmada y se deja caer en a silla.
-Eso no es cierto. Erick nunca me quiso, él aparentaba que sí lo hacía, pero la realidad es que siempre era a ti a quien miraba. Porque tú eras la más brillante de la clase, la más bonita, la más especial y la más inocente. Erick nunca me quiso, Erick ni sabía lo que quería cuando me conoció, solo encontró en mi consuelo por lo que vivía días tras día en su casa y por eso se enganchó a mí. Pero él jamás me quiso. Ciertamente, me trataba como una reina, todo lo que pedí él me lo daba sin rechistar, yo derrochaba sus tarjetas de una manera descarada. Nunca me decía que no. Erick es un hombre bastante predecible en ciertas situaciones, cuando llegaste, yo sabía que él no iba tardar en regresar a ti. Porque todos vuelven y un hombre que se muere por una mujer no oye consejos de nadie, Erick no se alejará de ti, aunque no le convenga. Lo conozco. Es impulsivo y no suelta lo que quiere.
>> Lo cierto es que yo tampoco lo amo, es una hombre guapo y me gusta como me trataba, me gusta llamar la atención, me gusta lo que me pueden dar los hombres. Me gusta estar casada con unos de los hombres más importantes de este país.
-¿Por eso te metiste con Hugo también?
Mackenzie ladea la cabeza.
-Lo mío con Hugo tiene su historia. No fue nada serio, el huyó de mí muchas veces porque decía que no podía engañarte porque te amaba y era la mujer de su vida y bla bla bla -pone los ojos en blanci-. Hasta que finalmente cayó. Tuvimos sexo muchas veces por dos años.
-¿Por qué lo hiciste sabiendo que era el hermano de Erick?
-Porque quería de algún modo desquitar mi ira hacia ti con él. Me metí con tu novio de años. Realmente, no me importó que fuese hermano de Erick.
-Él los vio.
-Lo sé. Así como yo también los vi a ustedes dos besándose en aquella fiesta de Hugo. ¡Ustedes no pierden el tiempo!
-Pienso que perdiste tu tiempo viniendo aquí, podías pasar un agradable domingo con tu hijo al que puede que tengas un poco abandonado.
-Yo no abandono a mi hijo. Yo a Sam lo adoro.
-Se nota, por eso lo dejas solo al cuidado de las niñeras y de su padre.
-No tengo por qué darte explicaciones de nada. Mantente al margen Lucía, porque así como tú puedes arruinar mi imagen, yo puedo hacer lo mismo. Yo no tengo mucho que perder, pero tú sí, perderás toda tu empresa porque nadie querrá hacer negocios con una golfa como tú, las mujeres de tus socios te van a hacer la vida imposible, ¿vivirías tranquila sabiendo que a tu hijo le dicen en la escuela que su madre es una zorra que se mete con hombres? Tu imagen de empresaria ejemplar se irá a la basura y el apellido de tu padre estará sucio. A veces me pregunto que pensará Hugo cuando se entere de toda la verdad... O mejor aún, ¿te imaginas la bomba que se va a hacer cuando la gente se entere de que el verdadero padre de tu hijo no es precisamente tu difunto marido, sino el hermano de tu exnovio que es un hombre casado? Erick se sentirá el hombre más feliz del planeta, cuando se entere de que tiene un hijo bastardo con una zorra como tú.
Mi reflejo no tarda en reaccionar, estiro la mano con rapidez y le volteo la cara con fuerte cacheta. Me levanto de la silla dando fuertes pisadas y rodeo el escritorio para ponerme en frente de ella.
-¿Bastardo quién? ¿Ah? -Le doy otra cachetada-. El padre de MI hijo se llama Julián Hoffmann y nadie va a cambiar eso.
-Erick se va a enterar de la verdad. -Dice jadeando con una mano en su mejilla. Yo la sostengo fuerte de los antebrazos.
-¿Y qué hará al respecto? No me digas que tú se lo vas a decir, porque lo único que vas a conseguir es que Erick no se aleje nunca de mí, y eso es una de muchas cosas que tú quieres. Estas diciendo todo eso para manipularme y meterme un psicoterror en la cabeza, pero no lo vas a conseguir, Mackenzie. Yo no me voy a garras a golpe con nadie y mucho menos si se trata de un hombre, mis principios no me lo permiten. Pero no voy a permitir que ofendas a mi hijo y lo uses en mi contra, porque te vas a arrepentir toda tu vida de haberlo hecho. No busques lo que no se ha perdido.
-¿Me estás amenazando?
-Es una advertencia. Tú a mí no me importas y no tengo interés alguno de pelear contigo, al contrario, deberías de pedirme clases de como ser una buena madre responsable.
-No me digas como criar a mi hijo.
-Me das tanta pena, Mackenzie. Estás tan sola. Crees que teniendo una cara bonita lo vas a conseguir todo, pero la belleza es temporal y ningún hombre te va a ver de la misma forma dentro de unos cuantos años. Al final, nada de lo viviste en tu juventud te va a favorecer cuando seas una ansiana. Tu hijo va a crecer y se dará cuenta de la persona que eres y sentirá rechazo. Le dará vergüenza admitir que tú eres su madre. Deberías pensar en él, a fin de cuentas, los hijos son nuestra única familia.
-Eres una estúpida.
-Yo podré ser todo lo que quieras. Pero te daré un consejo, Mackenzie. Tú todavía estás a tiempo de cambiar y de recuperar a tu hijo.
-¿Tengo tiempo de recuperar a Erick?
-¿Qué piensas tú? Erick ya no te quiere, te detesta y solo te tolera porque era la madre de su hijo. No tiene de otra.
-Ni pienses que lo voy a dejar libre para que se vaya contigo. Prefiero que esté con otras a que contigo.
-Eso sólo lo decide él. Yo no lo obligaré a nada.
-Te detesto cuanto no te imaginas. Ojalá te mueras como se murió tu marido de quinta.
-Incluso así, no te librarás nunca de mí.
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Diana Blanco
Erick nunca se va olvidar de Lucia por la ama profundamente y eso no lo cambia nadie ellas lloran por la herida de su egoísmo
2024-06-18
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