Erick
Hace mucho silencio, demasiado, tanto que puedo escuchar el sonido del eco. Trato de caer en cuenta que detrás de mí hay más de doscientas personas sentadas en orden. Soy consciente de ello. Las manos me tiemblan, estoy sudando por debajo del traje de novio.
-Erick. -Mackenzie tira del gemelo de mi saco disimuladamente.
Entonces, caigo otra vez en la realidad. Estoy casandome. Estoy parada el altar al lado de una mujer que será mi esposa, una mujer a la cuales no siento más que pena y simple rechazo. ¿De verdad voy a hacer esto? ¿Voy a continuar viviendo una mentira por muchos años más? Al parecer, mi destino ya estaba escrito, mi destino es casarme con Mackenzie. Hace demasiado tiempo que dejé de sentir amor hacia ella. Hace casi una año en lo que todo empezó, ahora mi corazón y mi alma les pertecen a otra persona que se encontraba a solo metros detrás de vi, y siento tristeza y tanta rabia por nosotros dos. Me digo a mi mismo que no era momento, la manera en la que Lucía y yo comenzaron las cosas no fue nada apropiada, fue todo en base de mentiras, de engaños, de remordimiento y dolor...
No quiero casarme. Me dice mi corazón pero mi mente solo me dice que para mi hijo, si lo abandono todo, seré libre pero no libre será mi familia de las habladurías de la gente. Estaría actuando de forma egoísta, solo pensaría en mí.
-El amor no lo es todo.
Recuerdo las palabras de mi madre esta mañana. Me siento entre la espada contra la pared y en un lado izquierdo esta Lucía esperándome con brazos abiertos.
-Vuelvo y repito la pregunta. Erick Fürts, ¿acepta usted como esposa a Mackenzie Heather Morgan para amarla y acompañarla en la salud y en la enfermedad?
Del lado derecho está un bebé, un bebé hermoso envuelto en una manta de color azul pastel. De piel blanca, lisa, ojos cafés hermosisimos. Estoy sudando más que antes, la gente ha comenzado a murmurar entre sí, el corazón lo tengo en la boca a punto de estallarme. Tengo que decidirme de una vez.
¿La mujer de mi vida o mi hijo?
Con Lucía encontraré la libertad, viviré el amor pleno y me sentiré lleno de gozo entre sus brazos. Mi hijo, un ser inocente que no tiene la culpa de nada.
La lengua se me ha trabado, y dentro de tanto murmullo, respondo.
-Acepto.
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Abro los ojos de repente y me levanto de la cama que no es la mía. Está oscuro todavía, son las tres de la madrugada. Bien, aún falta mucho para que sol se ponga. Quito la sábana y busco mi ropa interior entre el suelo cuando siento una pequeñas y suaves manos recorriendo mi espalda y luego el pecho.
-¿Ya te vas? -Me pregunta en voz baja, muy cerca del oído.
Rebecca me besa la nuca y los hombros. Quiere que me quede pero desisto de ello.
-Tengo que trabajar y llevar a Sam a la escuela, hoy inicia las clases.
Me pongo de pie cuando voy poniéndome el pantalón y me abrocho el cinturón. Ella está desnuda en la cama envuelta en una fina sabana blanca.
-Aun falta para que amanezca. Quédate, Erick. Si quieres, puedo poner el despertador.
-No hace falta Rebecca, de verdad, tengo que irme. Nos vemos en la oficina. -Tomo mis llaves y salgo de su departamento.
Cuando tengo mis manos en el volante, mi mente anda ocupada. Es tarde y la carretera está libre, así que solo sigo mi rumbo sin detenerme. Soy consciente que desde hace varios días estoy muy ido, más ansiososo y hasta acorralado. No me concentro, incluso Sam me dice que estoy raro pero todo es por ella. Maldición, todo es por ella. Porque desde que regresó mi mente no para de visualizarla.
Mi subconsciente me dice que me muero de ganas por verla, escuchar su voz suave y pacífica. Pero soy tan orgulloso que no puedo admitirlo. He oído comentarios de la gente.
-Está muy cambiada.
-Los treinta le sentaron mucho mejor que los veinte.
-¿Qué se habrá echo en el cuerpo? Está estupenda.
-Su cabello sigue siendo negro, muy negro y suave.
-La hija de Bernard está preciosa, incluso más que antes.
Golpeo el volante con todos mis fuerzas y detengo el freno en medio de la calle.
-¡Ya basta! No volveré a caer en los mismo. No volveré, ahora menos que nunca no puedo amarte ni desearte.
Tengo que mantenerme lejos de ella. Por algo renuncié a sus acciones. No la he visto en persona, pero la gente habla demasiado y eso me aturde.
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Sam ya esta listo para ir al colegio, lo espero en recibidor y lo veo bajar las escaleras con torpeza, su morral es hasta incluso más grande que él y ni hablar de su abrigo que parece un globo gigante.
-Creo que deberíamos de comprárte un morral más pequeño, con ese pareces que te irás para atrás.
-Lo tengo controlado, papá. -Dice agitado y gracioso.
-Aún, hay que tener preocupaciones. ¿Llevas todo?
-Síp.
-Tu cartuchera, lápiz, borrador, tus libros, colores, reglas..., ¿seguro qué llevas todo?
Estoy a nada que le reviso el bolso, pero vamos tarde.
-Sí, papá. Ya vamonos. -Dice cansado y sale por la puerta y camino sobre la nieve en pasos forzados. Suspiro.
Le doy trago más a mí termo de café y cuando estoy a punto de salir, la voz de Mackenzie me detiene.
-Veo que ya se van.
-Sí, ¿se te ofrece algo?
-Quería nada más avisarte que saldré de viaje esta misma tarde.
-Mm... -permanezco pensativo. ¿Viaje? ¿De repente? -. Vale..., ¿cuándo regresas?
-Puede que pasado mañana, estaré de regreso antes de la bienvenida de Hugo.
-Vale. Despídete de tu hijo. -Le digo y salgo hasta donde Sam y el chófer-. Thomas, prepara el coche.
-Sí, señor.
Le saco el morral a Sam y lo introduzco en la camioneta, mientras que su madre se despide de él de una manera falsamente amorosa.
-Te voy a extrañar, mami. -Sam abraza a Mackenzie y le deja un besito en la mejilla.
-Y yo a ti, mi amor.
Luego de eso ayudo a subir a Sam a la camioneta.
-Acomódate y ponte el cinturón.
Ayudo a Sam con el cinturón y luego cuando estoy a punto de subirme yo, Mackenzie me detiene.
-¿No vas a despedirte de mí?
Me giro hacia ella con expresión cansada.
-Adiós, Kenzie.
-¿Así tan frío?
-Se nos está haciendo tarde, Kenzie.
Ella suelta un suspiro con desgano y frunce las cejas.
-¿Por qué siempre tiene que ser así, Erick? ¿Por qué tan frío y distante?
La miro pensativo y luego a Sam que nos mira con ojos bien abiertos y expectantes. Me acerco a ella le dejo un beso en la mejilla.
-Que tengas buen viaje, Kenzie. Llama cuando hayas llegado, nosotros te llamaremos por la noche.
Me subo a la camioneta y salimos de la residencia. Thomas tiene la mirada fija en la calle. Yo estoy pensativo, con las manos cruzadas en mi regazo mientras miro por la ventanilla. Después de que llegue a casa por la madrugada, pude dormir un poco más y me levant minutos antes de que sonara el despertador y ayudé a Samuel preparase para su regreso a clases.
-Escuché que hay nuevos ingresos. Niños nuevos van a llegar, que bien, ¿no?
-¿Quienes?
-Aun no lo sabemos, pero hoy los conocerás. -Le doy una sonrisa leve.
-¿Sí te bajarás conmigo para ir al salón?
-Ya te dije que sí, pero solo por esta vez porque es el primer día, pero ya sabes que los demás días tienes que tomar camino tú solo junto a la maestra.
Y así se resumen mis días. Llevar a Sam al colegio, ir al trabajo, buscarlo al mediodía y si no puedo yo, lo hace Thomas, nuestro chófer desde hace ya cinco años, exactamente desde que nació Sam. Es un tipo serio de unos treintapocos, debe de tener casi mi edad, es callado, sigue mis órdenes y no se mete en nuestra vidas.
-Hemos llegado, señor. -Thomas se estaciona en un aparqueadero.
-Espérame aquí, Thomas. No tardo.
Salgo de la camioneta y saco a Sam de volandas y enseguida, como soltar un pajarito al aire, sale volando y disparado a reunirse con sus amigos y compañeros. Niego suspirando y saco su morral.
-Ni siquiera esperó a ponerse el morral. -Pienso en voz alta.
Camino hasta la entrada y busco a Sam con la mirada, pero lo he perdido de vista y con tantos niños amontonados es difícil localizarlo. Hay un poco de alboroto, hay padres por toda la escuela, saludo a los que se me cruzan en el camino, en eso, visualizo a Gaten teniendo de un charla-discusión con Nico. Me le acerco y le doy un apretón en el hombro.
-Buenos días. -Le digo.
-Buenos días para ti querrás decir.
-¿Ahora qué hizo Nico?
-¡Nada! -Nico grita y arruga la frente.
-Que no hizo. Dios mío, mantente quieto un solo instante, es el primer día y ya andas vuelto loco.
-Hablando de locos..., el mío no se que se hizo, lo solté un instante y salió corriendo como una ardilla.
-Mika igual. -Entonces mira al cielo y dice-. Dios, ser padre están difícil. -Dice cansado mientras sujeta a Nico por el morral.
-Y esto es solo el comienzo, imagina cuando ya sean adolescentes. Fiestas, novios, hormonas alborotadas...
Gaten me mira cansado y con recelo.
-Ahora entiendo cuando mi abuela me decía que mis hijos serían mi karman. Mírame.
-Así eras tú.
-Ni quiero imaginar cuando nazca el otro.
-¿Ya tiene nombre?
-Sí, se llamará Mike.
-Es un buen nombre.
Al final, Gaten suelta a Nico y desaparece de una.
-¿Y Lizy?
Gaten me mira, pero su mirada ha cambiado, parece nervioso.
-Lizy está por ahí... saludando a las otras mamás, ya sabes. -Ríe nervioso.
-Ya. Escuché que hay nuevos ingresos, ¿quiénes serán?
Gaten sonríe exageradamente.
-No lo sé, fíjate. -Dice él, zalamero.
-Seguro sí sabes, Lizy es la delegada principal del grupo de padres, ¿cómo no has de tú saberlo?
-Bueno, yo no suelo hablar de ese tipo de cosas con mi esposa. Si quieres pregúntale tú. -Se encoge hombros con una mueca. ¿Por qué esa reacción tan de repente?
-Lo pregunto porque en esta escuela no estudia cualquier niño, Gaten. Solo los hijos de personas privilegiadas tienen la oportunidad de hacerlo.
-Aún así, no lo sé, te lo juro.
-Igual Sam ya me contará luego.
Después de un rato, Sam se aparece corriendo junto con Mika.
-Samuel, te he dicho ya muchas veces que no corras tanto.
-¡Papá, ya nos vamos, adiós! -Dice sin tomar en cuenta mi regaño y vuelve a salir corriendo.
-¡Ey, ey, ey, ey! -Lo detengo cogiendole del brazo rápidamente-. ¿Con qué piensas estudiar? -Le señaló el morral y luego reacciona.
-Ay, sí es cierto. -Se lo pone y vuelve a salir corriendo y yo lo detengo de nuevo.
-Despídete de tu papá y del tío Gaten.
-Adiós, papá y tío Gaten.
Y sale corriendo junto con Mika y ambos se pierden entre los demás.
-Como crecen tan rápido -Dice Gaten al borde del llanto-. Mi hija en la primaria, después la secundaria, luego la preparatoria y después la universidad. Sin duda lo mejor que me ha pasado.
-Sí, los niños son igual a una planta, crecen y florecen cuando menos te lo esperas. Bueno, me voy. Nos vemos es la oficina. -Me despido con apretón de manos y palmadas en la espalda.
-¿No te quedarás a conocer a los padres de los nuevos ingresos?
-¡Samuel ya me contará! -Le grito cuando ya me estoy alejando de él.
Algunos padres ya se están yendo, todos los niños ya están en sus aulas. Los pasillos de la escuela están casi vacíos y camino sin mirar a los lados, meto las manos dentro de los bolsillos de mis pantalones y cruzo un largo pasillo. Una mujer de silueta alta entra a una oficina pero no logro visualizar quien es, pero veo qur su cabello es negro como el de ella. Sacudo mi cabeza borrandola de mis pensamientos. Mi teléfono suena. Detengo en la cera y respondo, es mamá.
-Buenos días, mamá.
-Buenos días, hijo, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Preocupada. Hace días que no me llamas, no sé nada de ti y desvias mis llamadas.
-He estado ocupado.
-Lo imagino... ¿Cómo está Sam?
-Acaba de entrar a clases. ¿Qué pasa, mamá? -Le pregunto cansado.
-Iré esta misma tarde a tu casa y...
-Mamá, no creo que hoy se un buen día, tal vez llegue tarde y...
-Iré a verte a tu casa y no acepto peros ni pretextos. -Oígo un suspiro-. Hijo, entiendo toda tu disputa con tu padre, hace meses que ya no se dirigen la palabra, él está verdaderamente mal, sería bueno lo que vinieras a ver.
-Yo no tengo nada que hacer allá, mamá. Ya te lo dije, la próxima vez que pise es casa será para su funeral.
-Ni siquiera para la bienvenida de tu hermano.
-¿A eso me llamas? ¿Para manipularme y hacerme sentir mal?
-Solo te estoy haciendo entrar en razón, Erick. Es tu padre.
-Ya te dije que ese hombre no es mi padre. Para mí él está muerto y estoy harto de tu empeño en querer una reconciliación pero de una vez te digo, mamá, que aunque mi padre esté sufriendo yo no pienso apiadarme de él.
-Él es tu padre te guste o no.
-¡Se metió con mi hijo y lo llamó parásito!
-Tú sabes que Dominik no considera a Sam como parte de la familia.
-Por no ser mi hijo biológico. Está haciendo exactamente lo mismo que hizo con Hugo en el pasado, le hizo la vida imposible pero yo no pienso permitir eso. Yo no pude defender a mi hermano en su momento, pero con Sam lo voy a hacer como sea, Eleonor. No voy a permitir que se meta en mi vida ni en la de mi hijo.
-Solo quiero que lo consideres, Erick. Tu padre ya armó su testamento y presiento que... que nos pedirá algo a cambio de recibir su herencia.
-¿Y a mí qué? No me hace falta el dinero de ese imbécil ni el de nadie.
-Recuerda que las acciones de la empresa no son cien por ciento tuyas, aún queda un cincuenta por cierto y ese es de tu padre.
-No me digas que me vas a pedir hacer algo a cambio de recibir ese cincuenta por ciento. -Digo yo, irónico-. No me sorprende, hasta muerto sigue fastidiando ese viejo decrepito.
-Viejo decrepito es tu suegro. -Dice recelosa.
-No veo la diferencia.
-Bueno, te tengo que dejar. Iré esta misma tarde a tu casa y espero encontrarte allí.
Cuelga la llamada. Yo abiertos los ojos y guardo el celular en mi bolsillo de mi saco gris.
-Paciencia, Erick, paciencia. -Me repito a mi mismo.
Cuento desde el veinte al uno, al revés, eso me distrae y me ayuda a controlar la ansiedad que produjo esa llamada. Así terminamos siempre, ya es costumbre. Retomo el paso cuando ya estoy en el estacionamiento delantero me detengo abruptamente. Se me para el corazón cuando veo a una mujer de cabello negro con capaz y un abrigo negro con botas del mismo color, subiéndose a una camioneta blanca. Juraría que es ella. Pero no lo creo. Sacudo la idea de mi mente y sigo mi paso viendo de reojo aquella camioneta que se aleja.
-Vamonos, Thomas. A la oficina.
Me subo en la camioneta y me coloco el cinturón. Sigo desconcertado. ¿Por qué pensé que esa mujer podía ser ella?
-No, ella no es. -Susurro para mí.
Estamos en plena calle. Despejo mi mente, me relajo en el asiento mirando la ventanilla. La ansiedad se me ha pasado un poco. Miro el reloj, son casi las ocho, llegaré en buena hora. Nos detenemos en un semáforo, miro distraidamente la ventana hasta que la veo de nuevo.
Intento pegar más los ojos en el vidrio. Afino mejor mi vista y la observo detalladamente. Apuesto que Thomas me debe de estar observando de manera extraña pero no me importa. ¡Es ella! ¡Maldición, es ella y está bellísima! ¡Más bella que nunca! El corazón me comienza palpitar tan fuerte que creo qué lo estoy comenzando a oír.
Es Lucía, yo mejor que nadie puedo reconocer ese perfil tan fino y perfecto. Tiene el vidrio abierto y aprovecha el rojo del semaforo para verse el maquillaje en el espejo del retrovisor. Tiene ambas manos en el volante y me percato que lleva las uñas pintadas de un blanco brilloso perla, iguales a las de hace cinco años, su cabello sigue siendo negro, tan negro y azulado como la noche. Quiero verla más de cerca, comprobar lo que todos dicen, ¿Estará tan hermosa como la gente pinta? ¿Lo treinta le sentaron incluso hasta mejor que los veinte? Maldición. Deseo verla. Quiero verla más de cerca y cuando estoy por bajar el vidrio, Thomas avanza.
No, no, no, no, no. Nosotros seguimos recto y ella gira a la derecha y la pierdo de vista por completo.
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Updated 42 Episodes
Comments
Diana Blanco
uff por fin la vio solo los pensamientos son fieles al amor
2024-06-11
0
🌸Nanu🌸
quiero el reencuentro🥺🥺🥺
2023-11-07
5