Erick
Lucía ha comenzado a dar su breve declaración, el oficial la escucha atentamente y cuando ella termina, le hace un par de preguntas. Yo los observo desde la escalera, sentado mientras me paso ligeramente el dedo por la mandíbula.
Ya son un poco más de las siete, la hora de dormir de Sam ya ha pasado y mañana tiene clases. Estoy considerando llevarlo a casa y luego volver al piso porque no quiero dejar sola a Lucía, ella me preocupa, se ha calmado un poco, pero aún así, veo la angustia en sus ojos y estoy casi seguro de que no dormirá esta noche.
-Sr. Fürts, ¿tiene algo usted que agregar al reporte?
Niego con la cabeza.
-Creo que no, no estuve durante lo sucedido.
Ellos asienten. Oígo algo de que la camioneta no tenía placa.
-No hay muchas pistas a favor, pero podemos hacer algo con los datos que nos ha dado la señora.
El oficial Wolf se despide, le da un mirada rápida a Lucía. También se dirige a mí, entorno los ojos y lo sigo con la mirada hasta que desaparece por la puerta. Lo he pillado; que no crea que no me he dado cuenta. Me digo a mi mismo. Ha dejado a un escuadrón de policía al rededor del edificio y ha puesto la puerta con vigilancia.
Yo me pongo de píe y camino hasta Lucía.
-No quiero irme. Estoy pensando en dejar a Sam en casa y luego volver.
-No hace falta, Erick. De seguro estas cansado y además, Sam tiene escuela mañana.
-Pero también quiero estar contigo. -Mi mano necia toma la suya y le acaricio el dorso con el pulgar.
-Tu deber es estar con tu hijo. Ve, prometo que luego hablamos. -Me da un último apretón y luego me suelta.
Me cuesta un poco ceder. Llamo a Sam y viene con Oliver detrás.
-Ya nos vamos, Sam, despídete.
Sam le da un abrazo a Oliver y le deja un beso en la mejilla a Lucía.
-Adiós, cariño.
Yo me acerco para también dejarle un beso en la frente y luego en la mejilla y le susurro en oído.
-Todo estará bien. Ya lo verás.
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Sam está rendido en mi hombro, subo las escaleras y lo dejo en su cama, le quito las botas y el chaleco, luego lo arropo y le dejo un beso de buenas noches.
Entro a mi habitación y cuando enciendo las luces, la figura de Mackenzie está sentada en la cama. Tiene los brazos y las piernas cruzadas, lleva puesta la bata se satén de color esmeralda, tiene el pelo suelto hecho a un lado. Se ve bellísima. Si las circunstancias fueran otras, o inclusive, si yo seguiría siendo el mismo ciego y el mismo idiota de antes, estoy seguro de que este momento me le aventaria encima y le haría el amor hasta al amanecer. Para mala suerte de ella, no es así.
Suspiro y me preparo mentalmente para una discusión que no llegará a nada.
-¿Qué haces aquí? -Le pregunto, aún de pie en frente de la puerta.
-¿Qué son estas horas de llegar, Erick? -Su voz suena como la de una víbora y me mora como una y en este momento.
-Vaya, pero, ¡si eres tú la me reclama a la hora que llego!, no recuerdo cual fue la última vez que lo hiciste.
Ella bufa furiosa.
-Mira la hora a la que traes a Samuel y mañana tiene clases.
-¿De verdad te preocupa la educación de tu hijo? -Le pregunto poniendo mis manos en mi cintura-. Sabes, Kenzie, me preocupa un poco ese comportamiento tuyo tan de repente, ¿qué te dijo tu padre?
-Mi padre a mí no me dijo nada.
-¿Nada? -Alzo las cejas-. Entonces, ¿a que viene todo de eso de tener otro hijo, o eso de ir a terapias de pareja para arreglar nuestro matrimonio?, que ni siquiera es un matrimonio, es un negocio. -Me cruzo de brazos-. Dime que intentas, Mackenzie.
-¿Estabas con ella? -Ella pregunta y yo bufo moviendo la cabeza. La ignoro y me dispongo a quitarme la ropa.
Me siento en la cama justo al lado de la mesita de noche. Suspirando, me quito el reloj y lo dejo encima, después me quito los calcetines.
-Erick.
Mackenzie insiste sin parar los próximos cinco minutos mientras me cambio de ropa para irme a dormir.
-¡Sí, sí estuve con ella! ¿Feliz? ¿Es eso lo que querías escuchar? -Me pongo de pie sin apartar la mirada de ella.
-Eres un cínico.
-Ya vete a dormir, loca. Recuerda que las modelos deben de dormir las ocho horas para no tener arrugar ni sombras debajo de los ojos.
Mackenzie ruge, odia que no la tome enserio.
-No me quieras ver la cara de imbécil, Erick, es obvio que entre tú y esa mujer volvió a surgir algo.
-¿Cómo estás tan segura de eso? Ladeo la cabeza, mirándola.
-Porque los vi, los vi esa noche en la fiesta. Estaban besándose.
-Oh.
Eso me deja sorprendido, pero no afecta en lo obsoluto. Está como un fiera, tiene la cara roja y los puños apretados, casi oígo rechinar sus dientes y el humo salir de sus oídos.
-¿Sabes a que me recuerda todo esto? Cuando descubrí sin querer tu infidelidad con mi hermano en nuestra fiesta de compromiso. Me da mucha nostalgia recordarlo. -Sonrio con nostalgia fingida.
-Eso es pasado. No estamos hablado de mí.
Quito las almohadas y saco la sabana y me meto en la cama. Tomo mi libro y mis lentes y me los pongo.
-Sabes, Mackenzie, no sé a qué demonios viene todo esto, de la nada me dices que quieres un bebé y que quieres ir a terapia. Pero puedo imaginarme que, probablemente, como Lucía está de regreso, pues tus padres te dijeron que pusieras alerta. -Digo mientras busco la página en la que quedé del libro.
-¿Ya te acostaste con ella?
Me encojo de hombros y la miro.
-Yo no te pregunto con quien te acuestas -ahora la miro con los lentes en la punta de la nariz-, ¿o sí?
Por supuesto que no se lo pregunto, tampoco es como que me interesa saber con quien tiene sexo, y creo que a ella tampoco le importa, pero como se trata de Lucía, si le importa y mucho.
En vista de que ya no le voy a responder, Mackenzie abandona la habitación. Yo enciendo la pequeña bocina y la pieza de Heavenly, la canción Misty. Enciendo la calefacción con el control y luego me acomodo mejor en la cama y comienzo a leer la página en donde quedé.
Leo línea por línea, a veces me gusta leerlas dos veces y analizarlas. Recuerdo que cuando era más niño, Hugo y yo nos sentábamos en el piso de la biblioteca de la casa y pasábamos horas y horas leyendo hasta que mamá nos venía a buscar y nos daba una buena regañiza, Hugo y yo solíamos pelear porque yo siempre leía lento, tardaba más de una semana en leer un solo libro y era porque me daba mi tiempo de revivir la historia como escena de película, a comparación de mi hermano que leía como un robot y no disfrutaba de las línea como yo.
A Sam también le gusta mucho leer, le he enseñado que leer nutre la mente y mejora el vocabulario, a veces le gusta mucho que le lea el cuento del Principito, es su cuento favorito y lo tiene en su mesa de noche. Me pregunto cual es el libro favorito de Lucía. La pregunta llega de la nada a mente y hace que me detenga en la lectura. Me quito los lentes y permanezco pensativo.
Me pregunto como estará pasando la noche. ¿Ya se habrá dormido? ¿Está cómoda en el ático?
Dejo el libro y los lentes de lado y tomo mi celular y busco su contacto. La llamo y comienzo a ponerme nervioso, tarda un poco en responde, pero lo hace.
-Hola, Erick.
-Hola, Lucía. ¿Cómo están?
Oígo que suspira.
-Dentro de lo que cabe, estamos bien. Oli ya se ha dormido, esta aquí a mi lado, no se despega de mí en ningún segundo.
Escuchar eso me hizo sentir ternura.
-Está protegiendo a su madre, como debe de ser, ¿no?
Sulta un sonido jocoso.
-Me sorprende un poco como se ha tomado todo esto, mientras yo soy un mar de lagrimas, él solo me mira sin expresión alguna.
-Es un niño.
-Un niño muy inteligente. Oliver se da cuenta de las cosas pero no las entiende.
-Supongo que no irá mañana a la escuela. -Digo.
-No, no irá. Es mejor tenerlo aquí por los momentos. Detesto que en Alemania la educación en casa sea ilegal. -La oígo gruñir y me hace reír.
-Estoy seguro de que todo esto va a pasar, Lucía, ya verás, en cuanto menos te lo esperes, sentirás que todo fue solo un mal sueño.
Cuando termino de hablar, Lucía no dice nada.
-Lucía.
-Lo que creíamos que iba a ser una noche buena para nosotros resultó ser una pesadilla. Te confieso que estaba emocionada.
-No pasa nada, cariño.
No me había dado cuenta de cómo la había llamado, sino hasta ya tiempo después cuando oigo una pequeña risa.
-Tengo que dejarte, Erick. Oli a comenzado a moverse y no quiero que se despierte después de lo mucho que me ha costado dormirlo.
-Esta bien. Buenas noches, Lucía.
-Buenas noches, Erick.
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La mañana siguiente, espero pacientemente a que Sam termine de arreglarse para ir a la escuela. Tomo un poco de mi taza de café, la juventud empleada pone encima de la mesa una pila de revistas de con informes reciente. No entiendo por qué a Mackenzie les gusta tanto esas revistas, son solo chismes y divulgaciones.
Mackenzie llega al comedor dando pisadotas y toma asiento en su lugar, sin decir buenos días.
-Buenos días para ti también, cariño. -Le digo sarcástico.
-Cállate.
Se sirve una taza de café y luego toma la primera revista de la pila. A medida que pasan los minutos, yo repaso lo que haré en la mañana, dejaré a Sam en el colegio, luego iré a la empresa, saliendo voy a comprar un ramo inmenso de rosas blancas y se las llevaré a Lucía y Sam puede escoger un lindo regalo para Oliver.
Mackenzie suelta un grito, está impactada.
-¿Intentaron de secuestrar al hijo de Lucía?
Está boquiabierta mientras mira la portada, yo suelto la taza y le arrebato la revista de sus manos.
-No puede ser.
Esta noticia ha salido en primera página, ¿Acaso Lucía dio la autorización para subir esas noticia?
-Enciende la televisión, por favor. -Le digo a la empleada y suelto la revista.
-Ayer después de la tarde -comienza a decir la reportera-, casi al anochecer, se reportó el intento de secuestro de un menor, se trata del hijo de la empresaria Lucía Bernard. El reporte policial afirma que tanto como el...
-Apágala.
La joven lo hace y luego se retira.
-Dios mío. -Dice Mackenzie llevándose la taza de té a la boca-. Tú ya lo sabías, ¿no es cierto?
No le respondo, ni siquiera la miro y solo me limito a maldecir en voz baja. Veo el reloj en mi muñeca y veo que ya es hora de irnos. Me extraña un poco que Sam no haya bajado, subo a su habitación y me lo encuentro acostado en la cama con los ojos muy abiertos, cuando me ve, sonríe y se sienta en la cama.
-¡Papá!
-¿Se puede saber por qué aún sigues en la cama, Samuel?
-No me siento bien, papá, quiero ir a visitar a Oliver y a su mami.
Me cruzo de brazos debajo del marco de la puerta.
-Sí, yo también quiero ir a visitar a Oliver y a su mami, pero no creas que porque él no va hoy a la escuela tú no vas. A la cuenta de tres te quiero fuera de la cama y dentro del baño. Uno.
Samuel se levanta tan rápido como un rayo y se mete al baño. Yo le saco el uniforme del closet, escucho el sonido de la tina y cuando entro al baño, Sam ya está adentro.
-Perfecto, ahora tendré que cambiarme el traje. -Lo comienzo a bañar.
-Lo siento, papi.
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Tengo la mirada y la atención fija en la portátil, reviso unos cuantos correos y mis cuentas. Visualizo con detenimiento las estadísticas de la empresa y sonrío al ver los porcentajes. Le pido a Rebecca que me saque unas copias y guardarlas en el registro del mes, ella lo hace con indiferencia y sin decir una palabra.
Desde que llegué, me recibió con un frío Buenos días y nada más. Aún sigue enojada por nuestra última conversación y no pienso hacer nada al respecto. La siento entrar a mi oficina y se detiene justo en frente de mi escritorio.
-Sr. Fürts, lo buscan.
-¿Quién? -Pregunto sin apartar la mirada de la portátil.
-Los busca un señor llamado William Wagner.
Frunzo el ceño y la miro, me recuesto en mi silla y cruzo las piernas, hago un repaso mental de todas las personas que conozco con este nombre y apellido y llego a la conclusión de que no conozco a ningún individuo con ese nombre.
-William Wagner. -Pronuncio. ¿Quién era ese sujeto?
-Dice que tiene algo muy importante que hablar con usted.
Asiento algo extrañado. Al final, le digo que lo deje pasar.
A los pocos segundos, por mi puerta aparece un hombre de estatura promedio, de ojos marrones y es calvo, tiene la piel blanca, demasiado y lleva un traje de color negro sin corbata y con los primeros botones desabrochados de la camisa.
Me levanto y le tiendo la mano.
-Buenos días, Sr. Wagner.
-Buenos días, Sr. Fürts. -Corresponde a mi saludo.
El sujeto habla en inglés y no tiene mucha pinta de ser europeo, por su acento, deduzco que es americano. Lo invito a toma asiento y lo hace.
Me doy cuenta de cómo mira detalladamente mi oficina y se detiene en una fotografía colgada en la pared, somos Sam y yo, cuando visitó por primera vez Disney, ambos llevamos las orejas de Micky Mause y de fondo está el castillo.
-Que lindo niño. Es su hijo.
-Efectivamente.
Él asiente silenciosamente y luego se tiene en otro cuadro.
-¿Ese dibujo lo hizo también su hijo?
-También. -Respondo sin dejar de observarlo. ¿A qué ha venido? ¿A dar un repaso de mi oficina?
El hombre nota mi mirada cuestionadora y se pone recto.
-¿A qué se debe su visita, Sr. Wagner?
-Me presento, soy William Wagner, trabajo como recepcionista de uno de sus hoteles en el estado New York, puede que no me conozca.
-No, de hecho, intenté recordar pero me temo que nunca había escuchado su nombre. Tengo a más de cuarenta mil trabajadores y es imposible que conozca a más de la mitad.
-Ya veo. -Asiente. Ahora parece nervioso.
-¿Todo en orden?
-Hay algo de lo que tengo que hablarle, es sobre su esposa.
-Mi esposa, ¿qué hay con ella? -Cruzo los dedos por encima de la mesa.
-¿De verdad no se lo imagina?
-Puede ser -me alzo de hombros, vacilante-. No suelo recibir citas de este tipo y muchos menos personas como usted, no me malentienda, pero no es muy casual que un sujeto americano haya venido directamente desde New York hasta mi oficina y... casualmente, me quiero hablar de mi esposa. Sea directo y diga lo que tenga que decir de una buena vez.
Suspira y me mira con recelo.
-Su esposa lo engaña desde hace mucho tiempo.
-Que novedad. -Respondo muy simple.
El tipo desvia la mirada y ahora parece apenado.
-Ella y yo tenemos una relación desde hace varios años.
Alzo el dedo índice y se detiene.
-Déjame adivinar. ¿Te prometió que me dejaría y se iría contigo, pero en vista de que le ha dado muchos rollos al asunto, pues decidiste venir desde Estados Unidos para enfrentarme a mí que soy su esposo? -Hago una mueca y analizo todo lo que acaba de decir-. Pero que pelotas tienes, eh, hombre. De los muchos amantes que tiene mi esposa, eres el primero que se ha venido a enfrentarme y darme la cara. Te serviré un whisky por eso, ¿o no bebes alcohol, quieres otra cosa?
Él cierra los ojos con fuerza y aprieta los labios.
-Usted no la ha entendido, lo mío con su esposa es algo diferente.
-¡Exacto! Y por eso quiere ofrecerle algo.
-No juegue conmigo, créame que la información que tengo es de mucho interés, porque supongo que a usted le interesaría mucho conocer quien es el verdadero padre del niño que usted ha estado criando en los últimos cinco años, y ese hombre, lo tiene justo aquí en frente.
Sus palabras fueron como una apuñalada justo en mi hígado, apostaría que he perdido el color de mi cara. Me tomo unos segundo para procesar su información y en ningún momento quito la mirada de él.
-Así que eres tú.
Desvía la mirada, huye de la mía y cierra los ojos.
-Usted se merece una explicación. Verá... yo..., como le dije, soy unos de sus múltiples empleados de la ciudad de New York, recién me acaba de graduar de la universidad. Yo conocí a su esposa hace siete años en unos de los eventos de moda que se realizó en su hotel, yo sabía que ella tenía pareja, pero se me insinuó y entre ella y yo sucedieron cosas. -Se detiene y coge aire-. Para hacerle más breve la historia, yo me enamoré de ella e iniciamos una relación a espaldas suyas..., ella siempre me decía que lo dejaría a usted, pero con el tiempo se fue alejando y me di cuenta de que lo nuestro, a ella no le importaba en lo más mínimo. A los meses, me envió un correo diciéndome que estaba embarazada y que estaba segura de que ese bebé era mío, porque en ningún momento usamos las medidas necesarias para cuidarnos. No me molesté en siquiera reclamarle algo porque ya era muy tarde, ustedes ya habían hecho su compromiso y Mackenzie había terminado conmigo. Di todo por perdido hasta después del nacimiento del bebé. Volvimos a vernos y retomamos nuestra relación.
>>Mire, señor Fürts, yo sé que es usted un hombre muy importante, poderoso y honorable. Créame que mi intensión no es quitarle al niño, no podría. Actualmente, mi relación con Mackenzie ha terminado, he venido a darle la cara para tener mi conciencia limpia y...
-Tu nivel de cinismo no tiene tamaño. Has venido a mi empresa para decirme toda esa mierda que no sirve de nada.
-Creí que...
-¿Qué tan seguro estás de ser el padre de MI hijo?
-Tengo las pruebas. Aquí están.
me tiende un sobre y lo abro, dentro hay un papel y lo leo.
-Esa prueba es de hace bastante tiempo. Como le digo, no voy a hacer nada en su contra.
-Todavía sigo sin entender a que ha venido. -Le digo, mirándolo.
-Su esposa es mucho peor de lo que crees.
Suelto un risa sarcástica.
-Creo que te preocupas demasiado, porque en este mundo, no hay persona que conoce mejor a Mackenzie Heather Morgan que yo. ¿Piensas que no sé que esa zorra se acuesta con la mitad de los hombres casados de Berlín? -Tomo el papel de la prueba de ADN y la estiro-. Le confieso que durante cinco años, sabía que este momento algun día llegaría. -Me pongo de pie y conecto la trituradora de papel. Estiro el papel una vez más y poco a poco se va convirtiendo en trizas. Regreso a mi silla y William me mira perplejo-. William, has perdido tu tiempo y dinero viniendo aquí. Siento mucho que hayas caído en las garras de esa mujer, porque créeme, no eres el único, yo en su tiempo creía que es mujer eran mis ojos, que estaba enamorado y nada más era una manipuladora mentirosa mitomana. Tocando el tema sobre Samuel, independientemente si quisieras o no estar cerca de él, yo no te lo hubiera permitido porque el hecho de que lo hayas engendrado no quiere decir que tenga algún tipo de derecho para estar cerca de él. Sam es mi hijo, mío, yo lo vi nacer, yo lo crío, lo cuida y a mi lado no le hace falta nada. Conmigo lo tiene todo y es más que suficiente.
-Le hace falta una buena madre.
-Ciertamente, Mackenzie no es la mejor madre ni aunque intente serlo. En algún momento de su vida, Sam va a desprenderse de ella, de eso estoy miy seguro. -Suspiro cansado y miro el reloj-. William, ¿con que objetivo viniste a mí?
-Porque Mackenzie no es buena mujer. Ella hace unos pocos días me confesó que tienes planes de volver a embarazarse, pero esta vez de usted y no va a descansar hasta conseguirlo.
-También lo sospeché.
-Mencionó también la existencia de otra mujer en la vida de usted, se trata de la Sra. Bernard. Ella dice que usted está enamorado y ambos tienen una relación. También mencionó que el hijo que tiene esa mujer es suyo.
Sus palabras me dejan pensativo, ¿de verdad Mackenzie dijo eso?
-¿Eso dijo?
-Sí.
¿Oliver mi hijo?
-No le voy a hacer seguir perdiendo su tiempo. Me retiro. -Se levanta y camina hasta la salida.
-Espera. Antes de que te vayas, dame tu número telefónico y la dirección del sitio donde te estas quedando.
Algo me dice que este hombre va a hacerme de mucha ayuda.
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Updated 42 Episodes
Comments
Diana Blanco
mackensy es muy astuta y sabe que va perder la posición de esposa
2024-06-17
0
🌸Nanu🌸
cuando se trata de esta novela soy muy impaciente😂😂😂❤️
2024-01-13
2
Lucero Ponce
disculpen alguien sabe cada que hay un capitulo nuevo?
2024-01-12
1