Erick
Hace tanto tiempo que no me sentía tan vivo y lleno de vida; exactamente, hace cinco años. Por fin, lo que tanto había anhelado con toda el alma y por lo que tanto había soñado desde que llegó Lucía, besarla, la besé y le dije que la seguía amando.
No pude seguir conteniéndome y la llevé arrastras con el objetivo de llevarla al almacén, donde fue mía por última vez. Pero se me tropezó algo en mi camino y todos mis fantasías y deseos se apagaron; mi hermano estaba de pie en frente de nosotros, entorpeciendo mi camino.
-¡Llevo rato buscándolos! ¿En dónde se habían metido? -Pregunta.
-Yo..., eh, bueno, nosotros...-Lucía comienza a tartamudear buscando una razón.
-Estábamos tamando un poco de aire y viendo la laguna... el ambiente adentro es muy tenso y la música estaba comenzando a aturdirme.
-Oh. -Nos mira con los ojos muy abierto, yo asiento y Lucía también-. Ya veo. ¿Iban a algún lado? -Pregunta cuando ve mi mano unida con la de Lucía. Juntas.
Enseguida, ella se suelta y me siento totalmente desconectado y desilusionado.
-Quería enseñarle a Lucía el nuevo templo y la fuente de los cisnes porque ella nunca la ha visto en invierno.
-Deberían estar más atentos, saben, la gente puede pensar cosas que no son.
Miro a Lucía de reojo.
-Bueno, si nos viniste a buscar es por algo. -Digo con intento de desviarlo.
-Quería sacar a bailar a la mujer de la noche -Hugo mira Lucía y sonríe-. He bailado con todas las mujeres, pero no con la que de verdad me interesa.
Lucía ríe nerviosa.
-Que gracioso, Hugo. Yo creo que más bien es hora de que me retire. Seguramente Oliver debe de estar durmiéndose en una silla.
-No, todo lo contrario. Tu hijo junto con Sam parecen caballos corriendo por el horizonte.
-Iré a asegurarme que no se hayan estropeado con un jarrón o algún otro objeto. -Ella sale corriendo subiéndose solo un poco la falda de su vestido. Hugo y yo nos la quedamos viendo mientras va desapareciendo por la entrada.
-Está preciosa.
Junto mis manos en mi espalda baja y miro a Hugo, él aún sigue mirando la entrada sin haber nadie allí.
-Que suerte tuvo el licenciado Hoffmann de haberla tenido como esposa y darle un hijo. Mi sueño terminó siendo de otro hombre. -Clava su vista al suelo.
Yo me relamo los labios aún sintiendo ese hormigueo del anterior beso.
-Si las cosas no se dieron de esa forma entre ustedes fue por algo, ¿no crees? Quizás no era el momento.
-Tal vez, ella y yo estuviéramos juntos con ese niño que perdimos, no solo perdí a mi hijo sino que a ella también.
-Concuerdo contigo cuando dices que Julián tuvo mucha suerte en tenerla. Desde que Lucía llegó ha alborotado el avispero en la sociedad, la gente no hace nada más que hablar sobre ella y de su hijo, ni hablar de los hombres solteros que buscan casarse. ¡Ja! Te sorprenderías si fueras a unos de mis clubes o a la cancha de golf. -Me enojo y el tono de mi voz oscurece-. La desean como buitres hambrientos.
-Tengo demasiada competencia por lo visto. -Hugo se cruza de brazos y suspira.
-¿Qué planeas hacer?
-Mira, Erick, ¿por qué crees que adelanté mi viaje para estar aquí? -Me encojo de hombros, pero yo ya sabía la respuesta.- Lo hice por ella. Vine por ella, ella es mi objetivo y por ella me preparé. Por ella decidí convertirme en un hombre preparado y con estudios, todo para que al final puede conseguir su mano y convertirla en lo que más siempre quise: mi esposa.
Yo asiento con la cabeza.
-¿Qué opinas de qué tenga un hijo?
-Nada, un hijo no es impedimento para volver a casarse o rehacer una nueva vida.
-Hablas muy seguro, Hugo.
-No pienso rendirme, Erick, no pienso volver perderla. La única forma de que renuncie a ella es que ella misma me lo diga de frente, que no quiera estar conmigo, solo así entenderé que ya no existe otra oportunidad para nosotros.
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Estoy sentado es la mesa con una copa de champán mientras veo como Hugo y Lucía bailan, ambos son el centro de atención. Él, después de haberle rogado que aceptara bailar aunque sea una pieza, ella no tuvo de otra que aceptar, y ya van tres piezas que han bailado y Lucía parece que se va desmayar en cualquier momento.
I've Got You Under My Skin de Frank Sinatra suena de fondo. Me recuesto en la silla mientras miro fijo mi copa de champán.
Dominik está en frente de mí y me mira con una expresión de indiferencia pero a la misma vez con picardía. Sé que de muere por decirme algo.
-Suéltalo, Dominik.
Agradezco que estemos solos en la mesa y la música esté al tope.
-Nada, Erick. Nada. -Dice sonriendo y bebe de su copa.
Cierro los ojos y suspiro hondo, me termino mi copa de un trago y me sirvo otra vez. Necesito algo más fuerte y le pido al mozo que me traiga una botella de whisky. La ansiedad me está carcomiendo y quiero salir de aquí, ya es un poco más de media noche y me sorprende lo mucho que los niños estén durado tanto tiempo despiertos, lo bueno es que mañana es sábado y dejaré que Sam duerma hasta tarde.
-¿No quiere bailar, señor Fürts? -Me pregunta una mujer que lleva el cabello rizado y rojo, muy rojo y tiene un vestido azul brillante.
-Muchas gracias por la invitación, pero no. Gracias.
-¿Qué? ¿Acaso su esposa no lo deja bailar con otras mujeres? -Dice tomando asiento a mi lado.
Que conste que yo no la invité.
-A mi esposa le importa muy poco lo que yo haga. -Respondo irónico. Creo que ya estoy algo borracho porque mi yo sobrio no respondería eso.
-De ser así -se inclina un poco y exhibe su escote muy pronunciado-, ¿no le importará usted escaparse un rato de la fiesta?
En ese momento, el mozo llega con mi botella y me sirve en un vaso de rocas. Yo me río, mirándola mientras me chupo un hielo del vaso. Saboreo whisky y gruño porque sí está algo fuerte.
-¿Es usted casada, señorita...?
-Yolanda y no, no estoy casada..., aún. -Sonríe.
-Yolanda. Que lindo nombre, Yolanda. Sabes, Yolanda, yo no soy hombre que suele dejar esperando a las mujeres. Por lo general, suelo ser bastante directo con mis intensiones y..., ¡no recuerdo hacer este tipo de cosas!
-¿Qué tipos de cosas se refiere?
-Oh, sabes a lo me refiero. Admita que le encanta esa adrenalina, esa rapidez o esa ansiedad placentera que se siente a la idea de ser atrapado en pleno acto sexual. Porque a eso viniste.
-¿Nunca lo ha hecho? -Coqueta, Yolanda alza una ceja.
-Puede ser, puede que no. Probablemente.
Ella se ríe.
-Tiene usted un sentido del humor muy raro, pero me gusta.
-Te voy a contar un secreto, Yolanda. Hace un momento, exactamente iba a tener el mejor momento de mi vida después de cinco años, quizás el mejor sexo, pero fui vilmente interrumpido.
-Ay, eso es muy lamentable. -Hace mohín, se está tomando esto en broma.
-Ni te imaginas -niego con la cabeza-. Sentí tanta impotencia en el momento que me dieron ganas de.... ¡Ahg!
-¿Tiene usted amigas, señor Fürts?
-¿Amigas? Yo no tengo amigas. -Me bebo el vaso de whisky de un solo trago.
-No me diga que es usted de esos tipos que piensan que la amistad entre una mujer y un hombre no existe.
-No, para nada. Yo si creo es las amistades entre mujeres y hombres, inclusive, pienso que esas son las amistades más sanas, porque... ¿Qué puede envidiarle un hombre a una mujer? ¿El cabello, las uñas, el maquillaje o la ropa, o mejor aún, el novio? ¡Puff! A menos que sea gay.
-¿Por qué no tiene amigas, señor Fürts?
-Me vuelve a preguntar.
Me quedo mirando a la nada. Levante el dedo y luego lo pongo en mi boca.
-Sabes, Yolanda, yo soy muy fiel para esta generación, no todo el mundo me merece -mis palabras se arrastran.
-¿Tanto daño le hicieron?
-Ni se imagina.
Yolanda hace un sonido como de compasión y me coge la mano.
-Si usted quiere, yo puedo ser su amiga.
-Que linda eres, Yolanda. Se nota que eres buena compañera.
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La mañana siguiente, doy gracias de que por fin sea sábado. Me levanto después de la siete y me doy un baño, visto unos pantalones chinos blancos y una camisa manga larga azul marino con unos zapatos de Lote Various de color blanco.
Me paso por la habitación de Sam y aun sigue rendido. Cierro la puerta con cuidado y bajo a la primera planta y en eso me encuentro con la señora Elena Jones -la nueva ama de llaves y la tutora de Sam mientras yo no estoy-, ella es una mujer de estatura baja de contextura ancha y lleva el pelo rubio atado en un elegante moño.
-Buenos días, señora Jones. La mañana está muy bonita y muy fresca, ¿no le parece?
Ella sonríe y asiente.
-¿Quiere qué se le sirva el desayuno, señor?
-Por supuesto.
Voy al comedor y tomo asiento en la punta, me sirvo un poco de café sin azúcar recién hecho y me lo bebo en pequeños sorbos. Comienzo a leer una revista tranquilamente con el sonido de los pajaritos de fondo.
La mañana está fresca, suave y hasta dulce. Hace sol, un sol fresco que traspasa la ventana y la paleta de colores se acopla en tonalidades naranjas, el ambiente es cálido a pesar de que hay nieve.
Hoy no iré a trabajar y probablemente esté todo el día en casa leyendo un libro, o hasta viendo videos de la Nasa, pero todo eso si a Sam no se le antoja jugar a los videojuegos o con su pistas de carreras que le regalé en Navidad.
En la portada del periódico habla sobre la bienvenida de Hugo, mi hermano está en primera página. Que conste que yo no soy una persona que suele leer este tipo de revistas, pero cuando se trata de mi familia si me interesa mucho. Leo los chismes de último momento y me entretengo mientras me traen el desayuno, en eso miro una página donde sale la foto de Hugo y Lucía juntos, exactamente cuando estaban bailando y eran el centro del universo.
-La pareja estrella regresa -comienzo a leer en voz alta-. La reconocida y exitosa empresaria, la señora Bernard junto al hijo menor de los Fürst dieron un deslumbrante espectáculo en la mansión Fürts, convirtiéndose así en los reyes de dicha celebración. ¿Habrá un probable reconciliación o quizás una boda próxima? Pero de ser así, sería la boda del año... -termino de leer y una sonrisa se me escapa-. ¿Boda del año? Boda del año sería si ella se fuese a casar conmigo.
Cierro la revista de golpe y la tiro sobre la mesa, tomo la taza de café y con él, me trago mis celos.
-Buenos días. -La voz de Mackenzie se hace escuchar por todo el comedor acompañada del sonido de sus tacones. -Buen día, cariño, ¿cómo amaneciste?
Se inclina y deja un casto beso en mi mejilla y me acaricia el hombro. Toma asiento en mi lado derecho y se sirve una taza de café y ella sí le echa azúcar.
-¿Cómo dormiste? -Me pregunta.
-Bien, mejor que otros días.
-Yo igual -Kenzie se ve contenta, tiene las mejillas sonrojadas y no trae poco maquillaje y ese vestuario de color verde manzana la hace lucir muy bonita-. Nuestro hijito llegó muy cansado a noche, apenas tocó la cama y quedó muerto.
-Sí, se la pasó muy bien anoche.
Llegan las empleadas con mi desayuno, Kenzie ordena el de ella y yo les pido que también traigan el desayuno de Sam porque en cualquier momento bajará a desayunar.
-Sabes, me conmovió mucho ver a mi hijo jugando con los demás niños, se veía tan alegre. Sin duda nuestro hijo es una rayo de luz que nos ilumina a todos.
Apoyo lo que dice y yo comienzo a comer. Mackenzie recibe su desayuno y las empleadas desaparecen.
-Quería hablar contigo sobre un tema. Sam ya tiene cinco años, este año cumple seis y... considero que sería bueno que comenzaramos a agrandar más la familia, ¿no te gustaría tener otro hijo, Erick?
Trago el trozo de melón y me limpio la boca con la servilleta.
-Por supuesto que me encantaría tener más hijo... pero no contigo.
Su sonrisa se desvanece y me mira perpleja.
-¿Pero que has dicho? Erick, te estoy proponiendo tener otro hijo, ¿es qué acaso que no quieres?
-Ya te dije que sí quiero tener más hijo, pero no contigo. Para que tú y yo volvamos a tener otro hijo tendrían que pasar muchas cosas.
-¿Cómo cuáles? Dime una por ejemplo.
-Que yo volviese a amarte. La lista es realmente larga.
Ella se pone tensa.
-No quiero seguir viviendo así, Erick. Vivimos en una guerra de día y de noche y eso no es justo ni para ti ni para mí. Debemos cambiar, tenemos un hijo a quien cuidar. ¿Por qué mejor no vamos a una psicólogo a que no ayude? Podemos tener una terapia de parejas.
-¿Sabes lo que nos diría el psicólogo si vamos a una terapia de pareja? -Le pregunto, incrédulo-. Que nuestro matrimonio no tiene arreglo y que esta irremediablemente roto, yo lo veo. Yo veo esto como una negociación. Yo me casé contigo, cubro las deudas de tu familia, me volví socio y aliado de tu padre a cambia de su silencio.
-Yo nunca quise que las cosas pasarán así.
-Kenzie querida, ya no tiene caso. Llevamos más de cinco años en esto y créeme que no tiene caso seguir discutiendo y mejor que sigamos como estamos.
-¿Qué me trates como una desconocida?
Suspiro hondo cerrando los ojos. Ya me arruinó el desayuno.
-Mackenzie, te lo dije en nuestra noche de bodas. Al frente de la gente y la sociedad eres mi esposa, la señora Fürts, pero en privado, lejos de las cámaras y del ojo público no eras más que la madre de mi hijo. ¿Aún no te ha quedado eso claro?
-Aún tengo esperanzas de que eso cambie.
Me la quedo viendo y niego con la cabeza. En ese momento, Sam entra al comedor y todavía lleva puesta su pijama amarilla.
-Buenos días, dormilón.
-Buenos días, papi y mami.
-¿Te lavaste los dientes? -Le pregunto cuando lo veo subirse a su silla.
-Sip.
Mackenzie y yo volvimos a nuestros papeles de padres ejemplares. En frente de Sam todo era diferente, todo lo contrario cuando él no estaba y así debe de ser. Nuestros problemas matrimoniales no deben de estar incluido nuestro hijo.
-¿Qué quieres hacer hoy, Samuel? -Le pregunto cuando terminamos de desayunar.
-¡Quiero salir al parque!
-Es muy temprano para salir, aunque no nos caería nada mal que tomes un poco de aire fresco, la mañana está cálida y perfecta para una caminata. Sube y cámbiate.
Sam sale corriendo y Mackenzie carraspea.
-¿No estoy invitada a ese paseo?
-Nunca quieres venir con nosotros. -Me encojo de hombros.
-Puede que eso cambie a partir de ahora. Quiero ser parte de sus actividades.
-¿No tienes cita con la manicurista o algo así? -Frunzo el ceño. ¿A qué viene todo esto?
-Sabes, creo que será para la próxima. Iré a visitar a mis padres y tal vez puede que pase todo el día allá. -Se pone de pie y se va.
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Sam y yo vamos caminando de la mano, vamos por un camino donde la nieve está despejada y no nos hundimos en ella. Ambos vamos forrados de piezas a cabeza, ha comenzado a hacer frío. En Berlín, el infierno no termina hasta después de febrero, así que aún tenemos nieve por mucho rato más. Los pinos altos nos rodean y aún siguen envueltos de nieve hasta la punta. Hay pajaritos volando y Sam ve a un pájaro carpintero. A medida que vamos caminando, vemos a varios ciervos saltando por las colinas.
-Papá, aún tenemos el árbol de Navidad en casa. ¿Cuándo lo quitaremos? No quiero que lo quiten.
-El árbol de Navidad lo quitaremos a finales de este mes, ¿por qué no quieres quitar el árbol de Navidad?
-Porque la maestra dice que el árbol de Navidad en casa significa paz y la presencia de Dios dentro de ella.
-¿Eso dijo? -Pregunto algo sorprendido.
-Sí. También nos dijo que deberíamos de practicar la tolerancia y la paz en nuestros hogares, ¿en casa hay paz, papá?
-Pues claro.
Volvimos a quedar en silencio y seguimos caminando un buen rato más en silencio.
-La mami de Oliver es muy guapa, ¿verdad, papi?
-Sí, sí lo es. -Respondo algo aturdido.
-Ella y el tío Hugo parecían novios anoche, estaban muy cerca y el tío miraba a la mamá de Oliver de la misma forma de como el tío Gaten mira a la tía Lizy. Creo que le gusta.
-Vaya, que observador eres, Samuel.
-Pienso que el tío Hugo está enamorado de la mamá de Oliver, ¿papi, si ellos se casan puedo llamar tía Lucy y a la mamá de Oliver?
Me rasco la nariz.
-Supongo. Aunque deberías de pedirle permiso antes de llamarla así.
Sam y yo seguimos caminando por un largo sendero. Chilla al ver unos pajaritos y sale corriendo tras ello, le digo que no se aleje mucho y camino hasta una pequeña banca de hierro, la sacudo porque está llena de nieve y luego me siento, tomo aire y exhalo lentamente.
Pienso en el próximo regaño de cumpleaños que le daré a Sam, pienso en una mascota, en un animal, aunque Sam siempre se ha representado como un pájaro porque vuela y es libre, Sam es libre. Pero creo que con un pajarito no va a poder jugar, peces ya tenemos, dos, se llaman Golden y Wilter y ambos son machos -según el vendedor-, pero personalmente, yo aún sigo esperando los huevillos.
Entonces un perro será, un perro. Un cachorro pequeño como él y puede adaptarse mejor al hogar.
-Parece que estamos destinados a encontrarmos, Erick Fürts. -La voz de Lucía detrás de mí me hace girar.
Ella viene caminando con Oliver de la mano, él va dando pequeños saltos en la nieve. Sonrío ante la escena, Oliver se cae de boca en la nieve y luego se sacude y levanta como si nada, me saluda y sale corriendo a donde está Sam y los dos se saludan como si no se hubiesen visto ayer por la noche.
-En serio, ¿qué tipo embrujo es este?
Probablemente, es ese mismo que tú me hiciste a mí, ese el que no me deja sacarte de mente ni de mi corazón.
Se me escapa una sonrisa y la miro desde la punta de sus botas hasta su cabello. Está espléndida, lleva un abrigo de nieve blanco con botas negras, lleva guantes puestos y un gorro del mismo color, también tiene una bufanda de color lila que le queda espectacular, su cabello lo lleva suelto y un poco rizado por el peinado de la noche anterior y sus ojos... sus ojos parecen pequeños cristales de nieve brillantes.
-Hola. -Le digo y no me percato de lo estúpido que sonó eso.
-Hola, ¿cómo estás? -Se sienta a mi lado.
Luce radiante, ni siquiera parece que llevase maquillaje y me percato de sus pecas debajo de sus ojos.
-Yo bien.
-¿Hace cuanto estás aquí?
-Creo que no más de diez minutos. ¿Cómo llegaste?
-¿Eso importa? -Me dice incrédula.
-¿Acaso estás siguiéndomeme? -Le respondo en el mismo tono que ella.
Se echa a reír. Parece tranquila, y me habla como si anoche no la hubiera besado hasta al cansancio.
-Quería dar un paseo solitario, la mañana de este sábado está preciosa. Busqué en Google Maps sitios para caminar pero nunca me imaginé encontrarte aquí.
-En realidad, vivo cerca de aquí. ¿Ves aquel pico? Ahí vivimos.
-¿No es un poco lejos donde vives? Alejado de tu familia...-Frunce el ceño.
-Es bueno evitarse problemas.
Ella asiente y entiende, ella siempre entiende.
Suspira uno sus manos encima de su regazo. Parece pensativa.
-Qué hermoso es el invierno, es tan frío y tan cálido a la vez que parece irreal, es como estar en un sueño.
-Sí, es hermosa..., digo, el invierno es hermoso.
Ella me mira de reojo y suelta una risilla.
-Sabes, Lucía, estás muy alegre después de leer eso de la revista.
-¿Cómo sabes que lo leí? -Yo me encojo de hombros y ella sonríe-. Si la vi. Me la mostró Emma esta mañana. Es una gran desfachatez, ¿Hugo y yo juntos de nuevo? Imposible.
-Lucía, mi hermano aún sigue enamorado de ti.
-¿Y qué con eso? Realmente, no importa si está o no enamorado de mí porqué yo ya no lo estoy, hace demasiado tiempo que dejé de sentir cosas por Hugo, incluso antes de que nuestra relación llegara a su fin.
-Vino dispuesto a recuperarte.
-Pues que no lo intente porque no será bien recibido en mi corazón.
Desvío la mirada a los niños.
-No se detendrá.
-¿Hasta qué me tenga? -Me pregunta y me mira con las cejas alzadas-. ¿Qué es lo que te preocupa, Erick?
-No es nada. -Niego.
-¡No, claro que lo hace! ¿Qué quieres qué te diga?
-Nada, Lucía, nada. Yo lo único que sé es que mi hermano está sumamente enamorado de ti y no va a detenerse hasta tenerte.
-¿Eso es lo qué te preocupa?
-Olvídalo, es una estupidez.
No se lo iba a decir, por supuesto que no, pero tengo la certeza de que ella sospecha.
-Pareces una almeja en este mismo momento, una almeja muy dura y difícil de abrir. -Dice mirándome con los entreabiertos.
-Y tú pareces una perica.
Ella no se ríe ni yo tampoco.
-Erick, dime por favor.
-¿Qué quieres qué te diga, Lucía? Si lo que quieres saber te lo he dicho ayer. ¿Quieres que te diga si te sigo queriendo? Nunca he dejado de hacerlo, has estado en mi mente durante todo el tiempo que te fuiste y por más que quise e intenté olvidarte no pude. -La sigo mirando a los ojos, ella no hace ninguna expresión o dice algo-. Pero eso ya no importa. Las cosas han cambiado, hay niño de por medio, Hugo está de regreso... no hay futuro para nosotros.
-No es eso lo que decías hace cinco años.
-Las cosas eran diferentes en aquel entonces. Yo estaba dispuesto a renunciar a todo y enfrentar al mundo por ti, porque te amaba. Ahora eso no tiene caso.
Aparto la mirada de ella.
-Puedo entender perfectamente el porqué lo hiciste, no te culpo por escoger a tu hijo antes que a nosotros mismos porque eso es lo que hace un verdadero padre, Erick.
-¿Qué es lo que quieres tú, Lucía?
-No lo sé... -su voz suena como un sollozo-, sabía que esto pasaría. Pensé que te había olvidado, que lo nuestro había acabado, pero desde anoche no he podido dejar de pensar en nosotros y en todo lo que hubiese sucedido si las cosas hubiesen sido tan diferentes.
La miro de reojo y ella tiene la cabeza agachada y los dedos cruzados encima de su regazo. Llora en silencio. Ahora no puedo apartar mis ojos de ella y siente mi mirada sobre ella, Lucía me observa con los ojos llenos de lágrimas. Es ella tan hermosa que me aturde, me gusta tanto que la odio, pero a la vez la amo tanto que no puedo estar lejos de ella, porque a su lado me siento vivo y enamorado, enciende mi corazón con solo su mirada y me da de todo si me besa. Me relamo los labios al recordar ese beso, ¡pero que beso! Gracias a ese beso, dormir como un oso, soñé con ella y que nos besábamos y nos abrazábamos con fervor.
Me muero de ganar de besarle los labios, pero eso sería seguir engañándome a mi mismo y contradiciéndome.
No sé que es lo que quiero, no sé lo que siento, ella está confundida, ambos lo estamos. Lo único claro que tengo es que la amo.
Tomo su mano, los guantes de lana en lo único que nos separa, pero siento su calor, su cercanías y como su rostro se aproxima al mío, va a besarme, y yo siento que me voy a morir si lo hace. Puedo ver mi imagen, debo de estar tan rojo como un tomate. No cabe duda que el amor hace contigo lo que le da la gana. Lucía me da un pequeño beso, solo un roce de labios cerrando los ojos. No dura mucho, tres segundos por mucho. Yo busco sus labios y los junto con los mío en un verdadero beso.
¿Cómo le explico a ella que para mí esto no es suficiente? ¿Cómo le hago entender a mi corazón que tal vez ella no es para mí y todo lo que nos pasa es solo para hacernos entender que no estamos destinados a estar juntos?
Me separo de ella lentamente, aún tiene los ojos cerrados y cuando los abre es como ver un paisaje de invierno, como el que tenemos en frente.
Ha comenzado a nevar y los copos caen lentamente y aterrizan en su cabellera negra.
Yo suspiro y de mi boca sale vapor.
-Tenemos que separarnos. Esto va a destruirnos.
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Updated 42 Episodes
Comments
Irene Sanchez
Autora más capitulo por favor me dejas a medias
2023-12-28
2
Delly Esmirna Rueda Pérez
y cuando será la segunda parte, para leerla completo y que ellos al final sean esposos y tengan más hijos.
2023-12-27
1
Alejandra Revelante
ya esta q se den una oportunidad autora por favor encima el tiene q saber q tiene un hijo otra cosa autora a él no le sale el instinto paternal con Oliver es raro
2023-12-25
5