No huyas

Lucía

Salgo del baño envuelta en el albornoz y una toalla en el pelo. Me seco y me pongo y unos pantalones chándal y un suéter de algodón de color lila. Me peino el cabello enfrente del espejo mientras veo mi reflejo y desde que llegué tengo una sonrisota en la cara.

-Desde que llegaste no has parado de sonreír. -Dice Emma mientras guarda la ropa limpia dentro de mi closet-. De seguro la reunión estuvo muy interesante.

Suelto un suspiro eterno y enamorado.

-Al final, terminé por aceptar el contrato.

Emma me mira raro, recoge la cesta de ropa limpia y luego se marcha de la habitación. Yo me paso el secador por el pelo y luego busco un vaso de agua y saco de mi bolso la pastilla del día siguiente y la tomo.

-Muy bien, ya no habrá bebé.

Estoy sumamente emocionada, esta noche, no dejo de pensar en esta noche. Erick estuvo increíble y fascinante. Fue justo como lo recordaba, nunca había olvidado la sensación de estar con él en la intimidad. Erick es así, es deseo, es pasión y cuando se propone a ser romántico, lo es de verdad; es como estar con dos personas en una sola.

Me siento culpable al admitir que ha sido la mejor relación sexual que he tenido después de bastante tiempo. Julián, mi difunto esposo era todo un poeta sensible en la cama, con él, todo eran rosas, era suave y delicado, me besaba los labios, me acariciaba el cuerpo desde la punta de los pies, pero jamás llegó a ser un hombre fogoso como me hubiera gustado que lo fuera en ocasiones, él tenía sus límites y yo se los respetaba. Por su enfermedad, Julián y yo teníamos algunos problemas a la hora de tener relaciones, problemas porque se sentía avergonzado de sí mismo, ya que, su sexo no funcionaba como la de un hombre normal y se veía en la obligación de tomar pastillas para tratarlo. Con terapias de pareja, logramos llegar a tener una buena comunicación, yo le contaba mis cosas y él me contaba las suyas, hablamos entre nosotros abiertamente sin juzgar, yo siempre entendía, debía de hacerlo.

-¿Sería hipócrita de mi parte decirte que aún te sigo extrañando? -Miro el marco de plata donde de encuentra la foto de Julian él día de nuestra boda.

Suspirando, dejo la foto en su lugar. La puerta se abre de golpe y Oliver viene corriendo hacía a mí.

-¡Mami, llegaste! -Me abraza y me llena las mejillas de besos-. Te extrañé mucho, mamita.

-¿De verdad? Pero si solo me fui por un par de horas.

-Emma es mala, me engañó, escondió los brócolis por debajo de los espaguetis y me obligó a comerlos. -Hace mohín.

-¡Pero qué malvada es Emma!

No es sorpresa, Oliver odia los brócolis y odia todo lo que sea verde y comestible. Lo que no sabe es que yo soy quien manda a Emma a esconder los brócolis estratégicamente en los espaguetis.

-Tienes que comer brócolis, hijo, y también todas las verduras que Emma te da. ¿Recuerdas lo que dijeron en natación? La clave para tener una vida larga y sana está en la buena alimentación.

-Aun así, no quiero.

Se aleja de y miro como se monta en mi cama y se arropa.

-¿Qué estás haciendo?

-Es hora dormir. -Me responde.

Yo me levanto de la silla del tocador y le acompaño.

-¿No has tomado tu siesta de la tarde? Por lo visto no. ¿Quieres tomar la siesta con mami?

Asiente y se abraza a mí con fuerza.

-No me iré a ningún lado, hijito.

-Soñé con papá Julián, mami.

-¿Qué soñaste? -Le pregunto mientras le acaricio el pelo.

Últimamente, Oliver ha soñado mucho con su padre. Él dice que lo ve y le habla, pero cuando despierta, no recuerda la mayoria de las cosas.

-Estaba en nuestra casa.

-¿Aquí?

-No, en donde nací. Parecía molesto y dijo que venía por Balto. Balto se fue con papá Julián.

-De ser así, tu abuela ya nos habría llamado.

Oliver se encoge de hombros.

-Hijito, respóndeme una cosa, ¿Tú puedes ver a papá Julián?

Me queda viendo por unos segundo, al fina acaba por decírmelo.

-Cuando estábamos en la otra casa, sí lo veía. Se paraba en frente de tu cama y te miraba llorar, otras veces se paseaba por la cocina y miraba a Emma en la cocina. Una vez que estaba jugando solo con mis carros en mi habitación, el camión amarillo se movió solo hasta donde estaba yo, sé que era él porque el camión amarillo era su favorito.

-¿Lo sentías mientras dormías?

Niega.

-¿Él está aquí?

Niega otra vez.

-¿Te llegó a decir por qué estaba enojado?

-No. Mami, papá Julián se fue triste y enojado al cielo. ¿Está enojado conmigo?

-Tu padre es incapaz de enojarse contigo, eras su adoración.

-Papá me dijo una vez que Sam es bueno y que somos casi hermanos, también dijo que el señor Erick era mi papá, por eso lo llamé así el otro día.

-Me habías dicho que lo hiciste sin razón.

-A veces me da miedo, mami.

-Si es tu padre no tienes por qué temer, sabes que él nunca te haría daño. -Hago pausa un instante, Oliver mira sus manos que juegan con la tela de la sabana-. Esta noche, vamos a encender una velita y le vamos a hablar, le vas a contar como te ha ido en a escuela, que has conocido a nuevos amigos y luego nos vamos a despedir de él.

...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...

Después de tomar la siesta, Oliver y yo nos preparamos para tomar un paseo, Emma se ha quedado tejiendo una chaqueta para Oliver mientras mira la televisión.

Caminamos bien tomados de la mano, me río de tan solo ver a Oliver, tiene unas botas puestas que son más grande que él, ¡pero son de su talla!

-Pronto vas a cumplir cinco años, Oli, ¿qué quieres que te regale?

-¡Un perrito!

-¿Un perrito? Si te regalo un perrito, ¿cómo le vas a poner?

-Balto.

-¿Seguro?

-Pero también me gusta Bailey.

-¿Y si es niña?

-¡Lucy!

-¿No hay otro? -Bufo y ruedo los ojos.

-¡Luna!

-Luna suena bien.

...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...

Miro a Oliver columpiarse con los demás niños desde una banca. Aún no he dejo de pensar en lo que me ha contado a cerca de sus sueños porque le creo, creo en cada palabra que me dice. Julián no está descansando en paz, de eso no hay duda.

Mi teléfono vibra y me saca de mis pensamientos, sonrío al ver quien es.

-Hola. -Respondo.

-Hola, ¿cómo estás?

-Bien, bastante bien de hecho. No he dejado de pensar en ti en toda la tarde.

Oigo que suelta un suspiro abrumador y carraspea.

-¿En dónde estás ahora?

-En el parque de siempre.

-Sam quiere jugar con Oliver, así que tenía pensado en ir al parque.

-¿Por qué no dices de una vez que quiere verme? Que buena excusa -lo oigo reir-. Ven entonces.

-Dentro de quince minutos estoy ahí. Hasta entonces.

Yo me despido, pero me doy cuenta de que aún no ha colgado.

-Cuelga. -Le digo.

-No, hazlo tú.

Soy yo quien corta la llamada, devuelve el teléfono en mi bolsillo y centro mi atención en Oliver. No hay mucha gente como de costumbre, la tarde está fresca y no hace tanto frío.

El parque está rodeado de rejas altas, veo a la distancia como una camioneta negra 4x4 se estaciona en la cera de enfrente, tiene los vidrios forrados, no veo quien está adentro y por una extraña razón, me llama la atención su presencia; pero no fueron hasta varios minutos después cuando una mujer de estatura alta se baja del asiento del copiloto, lleva una vestimenta un poco moribunda, lleva el pelo rojo amarrado y lo tiene reseco. Veo como entra al parque y se sienta a unas cuatro bancas de la mía.

No puedo apartarle la mirada. Pero me distraigo cuando una mujer me incluye en una conversación e intento seguirle la corriente.

La mujer tiene las manos metidas dentro de la capucha y ha cruzado las piernas, mira el reloj de vez en cuando y voltea muchas veces a mirar la camioneta. Sorpresivamente, su mirada se topa con la mía y la aparta de inmediato.

-Oigan, ¿conocen a esa mujer que está allí sentada? -Les pregunto al grupo de madres, ellas la miran frunciendo el ceño y una de ellas responde.

-Es primera vez que la veo por aquí.

Ellas vuelven a lo suyo, pero se me es imposible apartar la mirada de aquella persona. La camioneta le hace señas con las luces delanteras y en ese momento supe que algo no está bien. Busco a Oliver con la mirada, está jugando en el tobogán, ella lo mira fijo, lo sigue con la mirada y no lo pierde de vista.

Estoy considerando en llamar a la policía, ¿es qué la vigilancia no se ha dado cuenta que una mujer sospechosa a entrado al parque? Todos parecen relajados en lo suyo, mi corazón a comenzado a latir y enciendo las alarmas, y lo primero en que pienso es que tengo que sacar a Oliver de aquí, ahora.

Me levanto e ignorando los llamados de las demás madre. Me acerco a Oliver, se ha lanzado del tobogán.

-Dame la mano, nos vamos.

-Pero, mami, acabamos de llegar.

-Dije que me dieras la mano. -Alzo la voz y Oliver obedece, se despide de sus amigos con la mano.

Salimos del parque y caminamos por la cera, me giro para ver si la mujer aún sigue. No está. Se ha ido y compruebo justo que lo que estado sospechando. Vienen por nosotros.

-Oliver, camina más rápido.

Cruzo la calle, de aquí a la casa son aproximadamente quince minutos a pié. Agilizo los pasos, Oliver se queja y mi mente ha comenzado a imaginarse lo peor.

La camioneta vuelve aparecer, está detrás de nosotros, pero pasa por nuestro lado y sigue derecho.

-Mami, las botas me duelen.

-Camina más rápido, Oliver.

Y de un momento a otro, la misma mujer que estaba sentada en el parque, se baja del vehículo e impide el paso en frente de nosotros, yo detengo los pasos.

-Hola, señora Bernard, pero que niñito tan lindo tiene.

Aprieto más la mano de Oliver, no soy consciente de que lo estoy lastimando.

-Es mejor hagamos esto por las buenas, suba a la camioneta.

Cruzo la otra calle de al lado con rapidez.

-¡Mamá!

Lo alzo en volandas sin detenerme. Me he desviado del camino a casa y el recorrido para volver será más largo.

-Mami, ¿quién era señora?

-Nadie.

-Mami, esa camioneta nos sigue.

-¡No la mires, Oliver!

-Viene a nosotros.

Tengo el cerebro a mil por horas, las piernas se me ha escalabrado y ya no las siento, los brazos se me van a dormir en cualquier momento y no podré sostener más Oliver, no me he dado cuenta de que ha comenzado a nevar, el pánico me inunda el pecho y me han entrado ganas de llorar y lo único que me queda es rezar.

Cuando ya estoy por acercarme a la esquina, se detiene una camioneta que reconozco de inmediato, el vidrio del copiloto baja y veo a Erick con semblante preocupado. Ni siquiera dejo que me diga algo, tampoco me tomo el tiempo para meter a Oliver en el asiento de atrás, solo salto al asiento del copiloto y cierro la puerta de golpe.

-Lucía...

-¡Arranca! -Grito.

Erick aprieta el acelerador y las ruedas chillan cuando el carro avanza.

-Lucía, ¿qué ha pasado?

No le contesto y saco de mi bolsillo mi celular y marco el número de la casa.

-Maldita sea. Contesta, contesta.

-Hola. -Emma responde y noto su voz dormida.

-Emma, quiero que escuches con atención lo que estoy a punto de decirte. Activa el sistema de seguridad en la casa, cierra todas las puertas y ventanas y activa la alarma, luego quiero que hagas tres maletas de nosotros. Espera mi llamada, enviaré a alguien por ti.

-¿Pero qué ha pasado?

-Ahora no puedo contarte. Por favor, no abras la puerta a nadie y no tomes ninguna llamada.

-¿Y cómo sabré si eres tú?

-Te llamaré a tu móvil personal, llamo al teléfono de la casa para asegurarme que nadie haya entrado.

-Está bien. ¿Pero ustedes están bien?

-Sí. -Se me escapa un sollozo y miro a Oliver que parece totalmente ido, recuesta au cabeza en mi hombro y siento leve jalón de pelo cuando lo encierra en un puño-. Te llamaré en menos de media hora.

Cuelgo el teléfono, miro atrás por si nos estan siguiendo, nadie lo hace y la calle está despejada; dejo escapar todo ese aire que he retenido. Los ojos se me inundan de lágrimas y abrazo a Oliver muy fuerte.

Ni siquiera llevo puesto el cinturón, el miedo aún sigue en mis venas y solo pienso en encerrarme en una habitación con mi hijo.

-Lucía, ¿a dónde vamos?

-Llévanos a..., llévanos a mi antigua casa.

...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...

El ascensor se abre y siento la nostalgia en carne propia al ver mi antiguo hogar.

Salimos los cuatro de la cabina y caminamos en silencio por el largo pasillo. Busco la llave de repuesto en la maceta y abro la puerta. Todo sigue exactamente igual como lo dejé, los muebles y los adornos están tapados por mantas blancas.

-¿Qué es este lugar? -Oliver pregunta.

-Aquí vivía tu madre hace años. -Erick le responde.

Este ha sido mi hogar por muchos años, las paredes de este ático han sido testigos de cada uno de mis problemas y de mis noches de llanto. Erick enciende las luces y el gran salón se ilumina. Los niños están explorando el salón, yo subo a la que era mi antigua habitación y enciendo la luz. Me quedo de pie en frente de la cama, preguntándome el por qué he venido aquí.

-Aquí empezó todo. -Oigo la voz de Erick detrás de mí-. Todo está igual.

Yo no le respondo, no soy capaz de ni siquiera pronunciar las palabras.

-Lucía, ¿qué ha pasado?

Me tomo un tiempo antes de responder.

-Pasa que ellos han vuelto.

-¿Quienes han vuelto?

-No lo sé, lo único que sé es que a partir de ahora ni Oliver ni yo estamos a salvo.

Me siento en la cama, luego él repite mi acción.

-Creí que todo aquello había acabado -oímos las voces y las pisadas de los niños, se ríen-. Fue esta la razón por la que decidí volver, las amenazas y el acoso que recibía por los enemigos de Julián era obscenos y obsesivos.

-¿Quieres que pongamos una denuncia en la policía?

Asiento y él saca su celular y hace una llamada.

-Buenas tardes, habla Erick Fürts el ministro de trabajo, quiero hacer una denuncia en nombre de la señora Lucía Bernard.

Erick sale de la habitación y el sonido de su voz disminuye cuando se aleja. Me limpio las lágrimas y espero sentada. Erick regresa.

-Ya he puesto la denuncia, he mandado a un equipo de seguridad para que vayan por Emma. La policía vendrá en cualquier momento para tomar tu declaración. -Asiento, Erick está observándome y no sabe que decir-. ¿Pasarán la noche aquí?

-No, pero tampoco quiero ir a un hotel.

-Podemos enviar a un equipo de limpieza acá para que limpie el piso. También enviaré un escuadrón para que vigilen el edificio, todo para que tú y Oliver estén a salvo.

-¿Cómo nos encontraste?

-Bueno, cuando Sam y yo llegamos al parque -toma asiento a mi lado-, no los encontramos ni a ti ni a Oliver, le pregunté a un grupo de madres y me dijeron que te vieron salir de una manera muy extraña, parecías asustada. Supe que había algo malo. -Hace una pausa y me mira con adoración-. No dudé ni un segundo en salir a buscarlos.

Comienzo a llorar y siento su mano en mi mejilla y me acaricia con delicadeza.

-No sé qué haría si les pasara algo, a los dos.

-Si no fuera por ti, ni siquiera puedo imaginarme que sería de nosotros en este momento.

El nudo de mi garganta estalla y me dejó apoyar en su pecho para llorar y me aferro a su cuello.

-Si algo le pasa a Oliver por mi culpa, nunca me lo perdonaré.

-No le pasará nada, te lo juro por mi vida que nada malo va a pasarles, yo me encargaré de eso. Te lo prometo.

-No estás a salvo a mi lado, Erick. La última vez, te hirieron por mí, eran a mí a quien querían cuando el secuestro y te llevaron a ti.

-¿Crees que le tengo miedo? No tengo miedo cuando se trata de ti y de Oliver -Suspira-, tengo que admitir que le he tomado muchísimo cariño, y voy a protegerlo como si fuera mi hijo.

-Él también te quiere mucho. Eres lo más cercano que ha tenido de un padre desde que falleció Julián.

-No tienes idea de como me encantaría serlo. No sigas llorando por favor. -Erick me da un leve beso en los labios.

Y antes de que pudieramos comenzar un beso apasionado, el timbre suena, nos separamos y él se pone de pie. -Yo voy.

Sale de la habitación, segundos después yo también salgo y me encuentro con la policía. Un oficial de ojos muy azules se acerca a mí con una libreta y bolígrafo en manos

-Buenas tardes, soy el oficial Wolf, señora Bernard, esperemos que se encuentre más tranquila, hemos venido a tomar su declaración.

Veo de reojo que Emma entra al piso y enseguida corre a mi brazos y nos fundimos en una profundo abrazo.

-¿Pero que ha pasado? Estaba tan preocupada después de que me llamaste. ¿Dónde está el niño?

-Oliver está bien, debe de andar en alguna parte del piso mirando todo, ya sabes como es... pero estamos más tranquilos.

-No puedo creer que hemos vuelto a los mismo.

Un carraspeo del oficial hace que pongamos nuestra atención en él. Emma se ha unido al equipo de limpieza que ha llegado y yo tomo asiento en el sofá junto con el oficial y comienzo a dar mi declaración bajo las atentas miradas de loa demás y sobre todo, bajo la mirada de Erick.

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Comments

Diana Blanco

Diana Blanco

ponte los pantalones Erick tiene que protejer Luisa, será que los enemigos de su pasado oh los enemigos de su difunto esposo

2024-06-17

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