Fiesta de Hugo y un beso de invierno

Lucía

Me miró en el espejo de cuerpo completo admirando como me queda el nuevo vestido blanco que he comprado.

-¡Mami, pareces una reina! -Dice Oliver acostado en mi cama mirándome muy expectante.

-¿Te gusta?

Mi hijo asiente con la cabeza, muy tímido y sonrojado. Inevitablemente, le dejo un besito en la frente y en sus mejillas.

-¿Para qué tener a un hombre si tengo el hijo más hermoso de este planeta?

Oliver se ríe cuando le hago cosquillas en la panza.

-Tú también te pondrás muy guapo hoy. Te voy a poner ese traje de pingüino que tanto te gusta.

Mentí; Oliver detesta ese traje, o más bien, aborrece los trajes con corbata y moño.

-¡No!

-¡Sí! Emma ya te lo tiene bien listo para ponértelo!

-No quiero ponerme ese traje.

-Solo será por hoy, cariño. Además, no querrás que Mika te vea vestido con unos jeans y botas de nieve.

Ahora parece pensarlo. Se baja de la cama y sale de mi habitación y grita el nombre de Emma. Yo me hecho a reír sentada en el mueble de los pies de la cama.

Mi hijo está completamente enamorado de Mika, la hija de mi mejor amiga, ¿y qué puedo hacer yo al respecto? Es la primera niña que a Oliver le gusta.

Miro la hora, aún me tengo una hora para prepararme. Después de una baño con aceite de lavanda, me he lavado el pelo y me he cortado yo misma las puntas. El vestido que usaría esta noche es escotado con mangas largas hasta la palma de mis manos, es largo y me roza los talones, es pegado y resalta mi cintura. La tela es suave y lisa como el satén. Me dejo cabello suelto y me maquillo.

Para cuándo ya bajo al salón, mi hijito me espera con su traje de pingüino sentadito en el sillon. Oliver tiene mohín en sus labios mientras tiene en sus manos lo que parece un cubo con agua por dentro y hace burbujas.

-Me parece que ya estamos listo.

Emma aparece bien arreglada con un vestido verde menta, lleva su abrigo y el pelo bien peinado.

-¡Vaya, Emma! No nos dijiste que nos acompañarías. -Digo mirándola muy sorprendida.

-Es que no iré a esa fiesta. Tengo una cita.

-¿Una cita? ¿Con quién?

-Con alguien.

-A penas llevamos poco tiempo aquí y ya tienes una cita. -Digo con ironía.

-¿Qué te puedo decir? Los alemanes son muy guapos.

-Oh.

-¡Nana tiene novio! -Oliver grita.

Realmente estoy muy sorprendida por Emma. Se ve muy guapa y esta maquillada. Apuesto que si Julián la viera se pondría muy feliz por su nana.

-Bueno, ya vamonos, Adrían no está esperando a fuera, el pobre se está muriendo de frío.

Cojo mi abrigo blanco y tomo a Oliver de la mano y junto con Emma salimos de la casa.

...⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺ׅㅤ♡ㅤׁ⸺⚋ׅㅤ♡ㅤׁ⚋⸺...

Oliver y yo quedamos boquiabiertos cuando dejamos a Emma en un restaurante bastante lujoso. Pensaba en bajarme de quien se trata pero eso sería como irrumpir la privacidad de Emma, así que Oliver y yo continuamos nuestro recorrido.

Adrián se estaciona en frente de la mansión y nos abre la puerta. En la residencia hay muchos autos.

Siento un escalofrío recorreme por la médula cuando deslumbró la mansión con mayor cercanía; sigue estando exactamente igual como cuando me fui. Esto me recuerda a aquella fiesta de Navidad bastante polémica.

Parece fiesta de un príncipe, todos van de manera sofisticada y elegante. Miro a mi alrededor y cojo con más fuerza la mano de Oliver y caminamos por el recorrido despacio de nieve. Siento que me estoy metiendo a la boca de lobo, un agujero oscuro que me llena de miedo.

La gente se ha percatado de nuestra presencia y han comenzado a murmurar, aún así, mantengo mi postura firme y saludo con amabilidad. Veo muchas caras viejas y otras nuevas. Todos parecen estar interesados en mí pero creo que más a mí hijo, quien se ha llevado la atención completamente.

-¿Este tu hijito? ¡Pero si es lindisimo, parece un pequeño pingüinito! -Me dice una señora mirando sonriente a Oliver que de esconde detrás de mí.

-Es muy tímido.

La mansión por dentro sigue siendo igual, no le han hecho ningún cambio desde que me fui. Sigo caminando y saludando a las personas cuando siento que una mano forrada con un guante de seda me toca por el hombro y por primera vez me encuentro con la señora de esta casa, Eleonor Fürts.

-¡Pero cuanto tiempo, querida! -Ella me abraza y yo le correspondo-. Te he extrañado tanto, mi Lucy. Estás tan cambiada, tu piel ahora parece más blanca y tu cabello se ve diferente.

-Soy alguien diferente ahora.

-Estás bellísima... -Se me queda viendo por unos segundo-. Cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que te vi, muy poco hemos tenido noticias sobre ti.

-Me reesguardado un poco.

-Ya veo. -Asiento y lentamente, baja la mirada y se agacha un poco. -Con que por aquí se esconde tú pequeños.

Oliver está detrás de mí, escondiéndose de toda mirada intrigante.

-Tu niño salió muy tímido.

-Oliver, vamos, saluda.

Por fin sale de mi falda y se muestra a Eleonor que abre sus ojos con intriga y sorpresa.

-Lucía..., tu hijo es muy... hermoso, especial. -Pronuncia cada palabra lentamente sin apartar los ojos del niño. -Pero que maravilla..., sabes, me recuerda muchísimo a Erick cuando tenía su edad.

A mi hígado no le gustó aquel comentario, me esfuerzo por mantener la sonrisa.

-Primera vez que oigo algo como eso. Por lo general, siempre me dicen que mi hijo se parece a mí.

-Mm..., yo creo que en muy pocas cosas. Tiene el cabello oscuro como el tuyo, pero lo demás es... simplemente extraordinario.

Por un momento se me viene a la mente de que se refiere a mi hijo como un objeto.

-Gracias por el alago, señora.

-Voy a llamar a Hugo. ¡Hugo querido!

En ese momento, lleno de aire mis pulmones y luego suspiro cuando lo veo caminar hacia mí, su leve sonrisa se ensancha y tiene su mirada fija en mí.

-Hola, Lucía, ¿cómo estás?

Su tono de voz es lento y picaron. Tiene el atrevimiento de tomar mi mano y besarle los nudillos.

-Cuanto tiempo, Hugo. Te ves diferente.

Y vaya que lo está. Parece otro personaje al cómo era antes, ahora está más guapo, más fornido y sobre todo parece un hombre más sano. Me pregunto si habrá dejado el cigarrillo.

-Y tú igual, estás bellísima, aunque tu siempre fuiste la mujer más bella. ¿Vienes sola?

-No, vengo muy bien acompañada.

Eleonor interrumpe nuestra conversación, por primera vez.

-Hijo, conoce al hijo de Lucía. Oliver.

Hugo mira a Oli que ya no se esconde detrás de mí.

-Así que este pequeño es tu hijo. Se parece a ti.

-Yo no lo creo. -Dice Eleonor con su mirada fija en mis ojos.

-¡Pero miren quien ha llegado! El verdadero rey de la fiesta. -Hugo alza la voz cuando su hermano viene caminando en dirección a nosotros con Mackenzie a su lado y Sam al frente dando saltitos.

Cuando Oliver y Sam se ven, enseguida se abrazan como si no se hubiesen visto por la mañana y luego se escabullen en la fiesta.

Más le vale no esconderse debajo de las mesas. Pienso cuando los veo alejarse.

-Llegaste tarde, Erick. -Le dice su madre y Erick se limita a asentir con la cabeza.

-Estuvimos un bien rato intentando a que Sam cediera a ponerse su traje, además, Mackenzie no sabía que ponerse.

-Hola, Lucía. -Mackenzie sonríe.

-Hola, Mackenzie. Te ves muy bien.

-¿De verdad? -Mira a Erick-. Ves que si valió la pena la espera, cariño. Tú también te ves muy bien, Lucía.

Mackenzie se engancha más al brazo de Erick, y éste le pone una mano encima en su brazo y le sonríe leve. Evita mi mirada a toda costa y no me ha saludado. Parece leer mi mente porque enseguida me saluda cordialmente.

-Tengo que decir, señora Fürts, que me sorprendió ver la casa en el mismo estado que la vi. Me esperaba encontrarme con sus tan sofisticadas y finas remodelaciones.

-Bueno -ella sonríe, le gusta mi comentario-, realmente como ha cada señora Fürts le toca remodelar su gusto como mejor le parezca, mi momento pasó y se supone que a la nueva señora le corresponde esa tarea después de casarse, aunque claro, eso es solo si la dama lo desea.

Mira de reojo a Erick que se le queda viendo con una sonrisa sarcástica.

-Por cierto, regresaste a tu antigua casa o...

-No. Antes de venir a Alemania adquirí una casa lo suficientemente grande para nosotros tres.

-¿Tres? -Preguntan Hugo y Erick al mismo tiempo, con expresión sorprendida.

-Sí, Oliver, Emma y yo. Emma es la nana de Oliver, lo cuida mientas estoy afuera y se encarga de las tareas del hogar.

Hugo y Erick sueltan aire y luego asiente.

-¿Quieres una copa, cariño?

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Estamos todo sentado en un mesa grande y redonda. El ambiente es agradable y fiestero, todos están sonrientes y ríen. La música Jazz de fondo hace todo más suave. Hugo de se encuentra inspirado contando anécdotas de la universidad.

-Entonces, salimos corriendo tan rápido como pudimos del aula y nos escondimos en un salón de clases sin esperar que quienes estuvieran a dentro fueron los mismos directores.

Todos estallan de risa, incluso Erick que mantiene una sonrisa y bebe de su copa tranquilamente.

Me giro a la mesa de los niños, hay más de diez niños, entre ellos Sam, Oliver y Mika. Me alivia saber que tiene el traje limpio... aún.

-Lucía, háblanos de ti. ¿Qué ha sido de ti en estos últimos cinco años? -Me pregunta una señora mayor de ojos verdes.

-Bueno... -vale, ¿por dónde empiezo?-, para nadie es un secreto de que me casé, dejé mis negocios y mi trabajo para dedicarme a mi casa y a mi familia.

-Sentimos mucho lo que pasó con el licenciado Hoffmann, era un gran hombre. Mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de tenerlo en nuestra mesa, me encantaba como futuro esposo para nuestra única hija Adelaida, pero el licenciado mencionó que otra mujer ya había robado su corazón, ¿qué íbamos a pensar nosotros que se trataba de nada y nada menos que de la señorita Bernard?

Pero eso dicho por aquella señora, me hizo la noche completa. Julián siempre me quiso, siempre...

-¿Por qué ya no usa su apellido de casada? Las mujeres deben de llevar el apellido de su esposo. -Dice un señor.

-Actualmente, ya no uso el apellido de mi difunto esposo debido a mi trabajo, pero lo he llevado por casi seis años.

-Cuéntenos su historia, ¿cómo llegaron al matrimonio?

-Bueno, primeramente, nosotros nos conocimos en aquella fiesta de Navidad de hace casi seis años, desde ese momento tuvimos una... -Maldición, Erick me está mirando- buena comunicación desde entonces, se convirtió en el abogado de mis empresas, me conquistó y ya lo demás es historia.

-Cuéntenos algo -Dominik habla por primera vez- ¿Cuándo fue la fecha exacta en la que se casaron?

-El cuatro de agosto.

-¿Para ese entonces, ya estaba embarazada?

-No, supe que estaba embarazada a finales de septiembre. Mi hijo nació a finales a mediados de febrero.

-O sea, ¿qué su hijo es prematuro? -Pregunta otro sujeto.

Estoy comenzando a sentirme incómoda. Hugo interviene pero me lanza otra pregunta.

-¿Tiene planes de volver a casarse, señora Bernard?

-Bueno, ahora mismo no está en mis planes casarme con nadie pero... supongo que más adelante sí. El tiempo lo dirá.

Otra persona ya estaba lista para hacer su pregunta pero Erick interviene con un carraspeo.

-Bueno, ya basta de preguntas, esto es un maldito interrogatorio y muchos menos una entrevista -mantiene su tono irónico tan peculiar de él-. Es buen momento para decir que las empresas Fürts está haciendo un gran proyecto en el norte de Alemania, una línea hotelera con los servicios más sostificados, más de quinientas habitantes con el mejor servicio y cómodo para disfrutar en frente de la playa. ¡Salud por eso!

Y todos festejan por el proyecto de Erick alzando sus copas de champán. Con un movimiento de labios le digo gracias y me sonríe con calidez.

La fiesta sigue su rumbo y doy gracias al cielo por recibir más preguntas porque de lo contrario, iré al jardín y enterraré mi cabeza en la nieve.

Luego pasamos al postre, Frozen Haute Chocolate y estaba delicioso.

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Me termino la última copa de champán y la dejo encima de la mesa. La gente anda metido en lo suyo, menos las viejas chismosas. Los maridos sacan a bailar a sus mujeres y las muchachas solteras babean por Hugo.

Mi Oli se encuentra jugando con los demás niños y parece estar tranquilo. Estoy sola en la mesa y rechazado una buena cantidad de hombres que me han invitado a bailar. Mackenzie y Erick están sentados aún es la mesa y susurran entre sí y por lo que puedo percatarme por sus expresiones, es que están en una discusión. Él pone la servilleta en la mesa y se escabulle al jardín, Mackenzie maldice en voz baja mientras lo ve alejarse. Se me pasa por la mente sacarle algún tipo de conversación pero es inútil, Mackenzie deja la mesa y me pasa por detrás.

Lo dudo por un momento, pero al final cedo y me pongo de píe, tomo mi abrigo y me lo pongo mientras salgo del salón directo al jardín. Sé muy bien donde encontrarlo y tengo que recorrer un bien camino hasta que llegar a la laguna de los patos, y efectivamente, está él ahí, sentado en la banca. Me acerco o sutilmente y tomo asiento a su lado.

No digo nada de inmediato, me limito a admirar la hermosa laguna, que deslumbra por la luna, los patos se pasean lentamente uno detrás de otro.

-Quería darte las gracias por lo que hiciste en la cena. De verdad, estaba comenzando a sentirme demasiado incómoda.

Erick suspira, tiene los codos recargados en las rodillas, las manos juntas y la mirada fija en el suelo.

-Nadie tiene derecho de entrometerse y saber cosas a cerca de la vida de los demás. Te aconsejo que solo respondas lo que creas correcto de manera la que tú mejor crees correcta y ponles y un paro cuando ya no quieras responder nada más... esas viejas chismosas, ¿qué diablos les sucede? Se quedan en sus casas rascándose la barriga y cambiando tapices a cada momento, parecen que no tiene nada bueno que hacer.

-Créeme, las madres de la escuela son peores.

-Esas son letales.

Ambos nos reímos y luego quedamos nuevamente en silencio. Él rompe el silencio.

-No tuve la oportunidad de decírtelo, pero estás muy bella esta noche.

-Gracias.

-Oliver también se ve muy guapo. -Añade de último.

-Me imagino lo difícil que debió ser para Emma ponerle ese traje. Oliver los aborrece tanto como a los guisantes.

-Sam es igual, siempre quiere estar en jeans. Supongo que todos fuimos así alguna vez en nuestras vidas.

-Yo... te vi salir enojado del salón, ¿está todo en orden?

-Pues..., yo diría que no del todo. Hace varios meses que no piso esta mansión.

-¿Puedo saber por qué?

-Porque no puedo estar en un lugar donde mi hijo no es bien recibido -me mira a los ojos-. Mi padre detesta a Sam por no llevar su sangre. Eso ya lo sabías, ¿verdad?

-Me lo contó, Lizy.

Él asiente.

-Sabes que lo más terrible de todo..., que aún así, ellos quieren que Mackenzie y yo tengamos más hijos. No he mencionado el tema delante de Sam porque se va a emocionar e ilusionar demasiado y ya sabes como son los niños. La cosa está en que yo no quiero tener más hijos con ella, no quiero darle la desdicha a un hijo mío de tener una madre como lo es ella.

-¿Tan mala es?

-Te sorprenderían. Sam la adora, la ve como si fuese su ángel de la guarda o algo así..., y lo peor es que parece qué, cuando más ella lo rechaza él parece amarla cada vez más.

-Los hijos nacieron predestinados a amar a sus padres si o si, Erick. ¿O me vas a decir que no amas a tu madre a pesar de todas sus acciones tanto como malas y buenas?

-Lo que siento por mi madre es complicado. A veces la detesto como algunas veces también la amo y necesito que me dé un abrazo. A veces quisiera odiarla pero en el fondo la quiero y no puedo hacerle ningún daño porque es mi madre.

-¿Alguna vez quisiste a tu padre?

-Yo creo que sí, la cosa está en que no tengo ningún recuerdo donde me haya demostrado algún tipo de afecto que no sea de maltrato.

-¿Por eso eres así con Sam?

-No quiero viva lo mismo que yo. Porque a consecuencia de eso soy quien soy ahora. A mí me privaron de tantas cosas, de mi libertad, de escoger lo que verdaderamente quería dedicarme, que cosas hacer o que decir... me privaron hasta de la mujer con la que yo quería estar.

Me cubro más con mi abrigo y miro al suelo, huyendo de su mirada.

-Me quitaron mi felicidad, y ahora estoy amarrado a una mujer hasta quien sabe cuanto tiempo. Y todo por culpa de cosas que hicieron mis padres en el pasado. -Se detiene-. Me he dado cuenta de que estas situaciones quienes más sufren al final son los hijos, por eso es que no puedo hacer nada.

-¿De verdad no existe alguna salida? ¿Ese dichoso contrato de verdad tiene validez?

-Pues para mí, ese contrato en absurdo y no sé si tiene algún tipo de validez, pero lo firmaron cuando aún éramos menores de edad y ambos estábamos bajo custodia... pero lo cierto es qué, si tiene validez o no, como sea estoy atado.

Siento que los ojos se me llenan de lágrimas, me cerco más a él y me recuesto en su hombro.

-Estoy segura de que algún día todo esto se va a acabar, Erick. Ya lo verás.

Ambos estamos tan cerca, Erick me corresponde y toca mi mano y entrelaza nuestros dedos encima de su rodilla.

-Tu mirada sigue siendo la misma, Lucía. Tu ojos son tan... brillantes y azules.

Siento su respiración en mi mejilla y su frente con la mía.

-No tienes idea de lo mucho que te he extrañado, de lo solo que me he sentido cuando te fuiste, huiste y te llevaste mi corazón contigo. La veces que he soñado cor tenerte así conmigo, tan cerca de mí...

-No voy a volver a irme.

-No quiero que lo hagas. ¿Tú me extrañabas o por lo menos pensabas en mí?

Si él supiera... No había día donde no lo recordara.

-Mentiría si te dijera que no lo hice.

Erick me acaricia la mejilla y su dedo pulgar se pasea por mis labios. Noto al instante que quiere besarme.

-Erick, no. No puedo.

-No puedo evitarlo, no evitar sentirme así. Quiero dejar sentir esto que siento pero es más fuerte que yo y desde que te vi me muero de ganas por besarte.

¿Por qué no puedo apartarlo de mí? ¿Por qué me he vuelto a sentir así después de cinco años cuando pensé que todo había quedado atrás?

-Déjame besarte aunque sea una última vez.

Tú y yo sabemos que esta no va a ser la última vez.

Erick roza sus labios con los míos y se sienten como pequeñas gotita de agua, como mariposas encima de mis labios. Un roce delicado y suave lleno de deseo. Sé que se está conteniendo, lo noto por la fuerza que ejerce en mi mano. Hasta que por fin entre abre su boca y une nuestros labios.

El beso es lento y cada vez se hace más profundo. Mi cuerpo se está derritiendo, esa emoción y nervios que me deletan aparecen en mi estómago. Yo también quiero más y dejo que su lengua se introduzca en mi boca.

-Te amo, Lucía. Nunca he dejado de hacerlo.

El me besa con fuerza, con desesperación y ase aferra a mi cuerpo como un salvavidas. No me había dado de cuanto había extraño su pasión, Erick es así, siempre ha sido así tan apasionado. Lo cojo por la solapas del traje y lo alejo.

-Detente.

Comienzo a mirar a los alrededores, estamos en aire libre a la libertad de que cualquiera nos vea.

-Debemos parar, alguien nos puede ver.

-Entonces, vamos al almacén.

¡El maldito almacén!

-Es peligroso, Erick. Lo mejor será que volvamos. -Me levanto y él también se pone de pié y me toma de la mano.

Enreda sus brazos en mi cuerpo y mis pechos se topan con su pecho fuerte.

-No quiero regresar -dice desesperado-, no quiero regresar a mi realidad, quiero vivir este momento en inmensa plenitud y me importa muy poco lo que la gente pueda pensar.

-Erick.

-Vamonos a otro lugar, ¿Sí?

Me besa de nuevo y tira de mi mano. Sus pasos son tan apresurados que me toca trotar un poco con los tacones.

Erick me va a llevar al almacén, el último lugar donde estuvimos juntos por última vez. Esa noche nunca la olvidaré y recordarla hace que se me erizen todo los vellos del cuerpo.

-¡Vaya, con que aquí estaban!

Erick detiene sus pasos abruptamente cuando Hugo aparece en nuestro camino.

-Los estaba buscando, a ambos.

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Comments

Diana Blanco

Diana Blanco

le cortaron la inspiración 😂😂😂el mor flota en el aire 💕💕💕

2024-06-17

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