Arián llegó más tarde de lo normal a la escuela, incluso la primera clase había comenzado y la profesora empezó a explicar el temario del día.
Cuando Arián atravesó las puertas del salón, todos se le quedaron viendo por un momento antes de comenzar a murmurar. Por alguna razón la herida de Arián se veía peor que el día anterior, incluso tenía una leve sombra gris debajo de sus ojos, tuve mucha curiosidad por saber qué había pasado para que eso sucediera.
Pude notar de inmediato que su estado de ánimo no era el correcto. Sin dirigirle la mirada a nadie, con un rostro totalmente serio, como nunca antes lo había visto, camino hasta su escritorio y después de sentarse escondió su cabeza en sus brazos.
Pude notar como las chicas me miraban buscando una respuesta, fingí no darme cuenta y me concentre en mi cuaderno y la voz de la profesora.
Después de un momento mi celular se iluminó, y cuando le dirigí una mirada, el nombre de Sofía apareció.
[Sofía: ¿Qué le sucedió a Arián?]
[Ludmila: Marcos lo golpeó.]
Fue lo único que respondí. Siendo sincera, me sentía un poco molesta con Sofía. En realidad, no sabía con quién estaba enojada, si con Marcos, con ella o conmigo misma. Solo quise decirle lo que sucedía por qué me incomodaba ocultarle algo así. Sin embargo, Arián termino herido y fuimos insultados por Marcos. Mientras que la persona a quien tratamos de ayudar y defendimos se esfumó. Pero, en su defensa, estaba pasando un momento difícil.
[Sofía: ¡Lo lamento mucho! No pensé que algo así pasaría.]
[Ludmila: Está bien.]
Después de enviar el mensaje no volví a tocar el celular. Solo esperé pacientemente a que la clase terminará para ir a ver cómo se encontraba Arián.
En el momento en que el timbre sonó y la profesora se fue, al igual que la mayoría de compañeros, las chicas corrieron a mí. No quería hablar cuando Arián al parecer seguía durmiendo en su escritorio, así que les hice una seña para que saliéramos.
—¿Qué fue lo que pasó?— Preguntó Sofía. Al verla de cerca pude distinguir que su rostro se encontraba más desganado de lo normal.
—Solo lo que te dije. Después de eso no sé nada más.— Respondí.
—Arián se veía muy mal. ¿La pelea fue tan grave?—Cuestiono Astrid.
—No, en realidad solo se dieron un golpe.
Después de responder a algunas de sus preguntas pude liberarme, en todo ese lapso, mi impaciencia iba creciendo, por lo que les di una excusa y me fui.
Antes de volver al salón de clase, pasé por la cafetería y compré un café negro y unas galletitas. Por alguna razón pensé que Arián parecía no haber desayunado.
Sentí que la razón de su malestar, era en parte mi culpa, y quería hacer algo por él.
Cuando estaba por entrar al salón, Tobías iba saliendo. Al verme se paró y observo lo que llevaba en mis manos, su mirada de compresión me hizo sentir avergonzada.
—Será mejor que no le hables, está muy irritable.— Susurro él antes de irse sin dejarme decir o preguntar algo.
Me pare en la entrada del salón y lo vi, solo se encontraba él. Parecía muy solitario, y dudé antes de caminar en su dirección.
Supuse que escucho mis pasos, porque levantó la cabeza en el momento en que llegué frente a él. Su rostro no era nada amigable cuando me miró, por ese segundo me arrepentí, pero él rápidamente forzó una sonrisa, entonces supe que no me había equivocado.
—¿Por qué te ves tan mal?— Pregunté después de sentarme en la silla de Tobías.
—Dormí mal. ¿Qué es eso?— Arián me preguntó viendo las cosas que deje en la mesa.
—Para ti, parece que lo necesitas.
Arián se río de mis palabras y dijo: —¿Tan mal me veo?
No parecía verse ofendido, y con mucha confianza comenzó a beber y comer lo que le entregué.
—Sí, pero sigue siendo mejor que la mayoría.— Lo dije sin pensar, era un pensamiento normal en mi mente, por lo que ninguno de mis filtros metales funcionaron. Trate con todas mis fuerzas de no mostrarle mi incomodidad a él, actúe como si fuese un cumplido sin ninguna intención, aunque en realidad si lo era.
—Mejoraste mi día, y no es por vanidad, pero que una chica con una apariencia mejor que la mayoría me diga eso me hace sentir bien.— Se burló Arián.
Estuve a punto de golpearlo, pero no lo hice por su mal estado, y porque de algún modo él también me elogio.
—Como parece que ya estás bien, entonces me iré.— Dije fingiendo sentirme enojada.
—Quédate a hablar conmigo.— Dijo Arián, su mirada parecía suplicante, daba la impresión de realmente querer que me quedara a su lado. Creo que jamás podré negarme a un Arián así.
Acepté sus palabras en silencio, después de notar qué no tenía intenciones de irme, él sonrió y siguió bebiendo el café. No quedaba nada de esa súplica de antes, Arián se estaba convirtiendo en alguien peligroso.
—Ya se eliminó esa publicación.— Comentó él.
Me había olvidado por completo de ese asunto, si Arián no lo hubiera mencionado probablemente seguiría enterrado en un rincón de mi mente.
—Me había olvidado de eso.
—¿De verdad no te preocupa ese asunto?— Preguntó Arián. Sentí que había algo oculto en sus palabras, pero realmente no podía descifrar que era eso.
Negué con la cabeza, no sabía qué palabras decir. Solo quería observar más de él, quizás así pueda descubrir alguno de sus pensamientos en su expresión.
—¿Qué pensaste de esa publicación?— Volvió a preguntar. Sus ojos tampoco se apartaban de mí, al parecer él también me estaba analizando.
—Nada, sé lo que pasó esa noche.
—¿Y qué piensas de que los demás piensen que tenemos algo?
No era capaz de responder a esa pregunta, primero porque desde un principio me obligue a no pensar en ese tipo de cosas, y segundo porque sentí que era una cuestión muy delicada. Pensé que mi respuesta podía implicar más de lo que aparentaba.
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