El frío del invierno me molestaba mucho, sentía muchas ganas de no hacer nada, solo quería cobijarme en el calor de las mantas. Siempre en estas épocas poco cálidas mi rendimiento académico solía disminuir, pero no era algo que realmente me preocupara.
Era difícil concentrarse en un ambiente ruidoso y frío. Y debido al nuevo negocio familiar tampoco tenía dinero para ir a un café, y la biblioteca pública era muy concurrida para mi gusto.
Pero la buena noticia era que el café de mi familia abriría al día siguiente. Entonces podría ir allí a estudiar, un ambiente tranquilo, familiar y cálido.
—Ludmila, ¿puedes faltar mañana a clase para ayudar a tus hermanos en el café?—Pregunto mamá desde la puerta de mi habitación.
—Sí, no hay problema.—Dije sin dudarlo. Últimamente, los días estaban lluviosos y me molestaba mucho la humedad. Tomarme un descanso de la escuela me parecía más que bien.
Desde que se abrieron las puertas del café, esté estaba bastante concurrido debido a las promociones de apertura. No paraba de tomar pedidos, me era un poco difícil mantener la concentración para evitar equivocarme, pero afortunadamente pude terminar la jornada sin entregar ningún pedido equivocado.
Al mediodía, mi hermano consiguió que su amigo le ayudará y pude tomar un descanso. Fui a la trastienda y me senté en un cajón a comer un sándwich. Cuando desbloqueé la pantalla de mi celular apareció una notificación de nuevos mensajes en WhatsApp.
[Arián Sepúlveda: No viniste a clase.]
08:37
[Arián Sepúlveda: Hay un proyecto en equipo.]
11:42
Jamás pensé que Arián se molestaría en mandarme un mensaje, sin embargo, había recibido dos.
[Ludmila Díaz: Tuve algo que hacer, no pude ir.]
12:32
[Ludmila Díaz: ¿El proyecto puede ser individual?]
12:32
Salí del chat para ver videos en tiktok mientras comía, pero siquiera antes de abrir la aplicación recibí un nuevo mensaje.
[Arián Sepúlveda: Ya pregunto.]
12:33
[Arián Sepúlveda: La profe dijo que no]
12:35
[Ludmila Díaz: Ok.]
12:35
[Ludmila Díaz: Gracias]
12:36
Solo recibí una reacción con el pulgar hacia arriba, y toda la interacción termino así.
El resto de la tarde fue agotadora y llena de trabajo. En algún momento una persona conocida apareció frente a mí. Tobías y una chica muy linda, a quien recuerdo haberla visto en las historias de Arián, pero estaba casi segura que ella no iba a nuestra escuela.
—Hola, ¿qué desean ordenar?— Pregunté a las dos personas frente a mí.
—Ah, Ludmila.— Dijo sorprendido Tobías cuando me vio. Sonreí y asentí. —¿Trabajas aquí?
—No, el café es de mi familia.
—¿Quién es?— Preguntó la chica rubia, quien miro entre ambos con curiosidad.
—Ella es una compañera, se llama Ludmila.— Luego giro su rostro para mirarme y continúo la presentación.— Ella es mi prima, Nahir.
—Hola. Un gusto conocerte.— Dijo la rubia.
—Igual para mí.— Dije con una sonrisa.
Después de recibir sus órdenes, fui a la cocina a entregar el pedido. Cuando regrese con la bandeja, sin querer, escuche su conversación.
—Primo, por favor ayúdame, Arián me gusta mucho.—Dijo la rubia haciendo un leve puchero con sus labios.
—No, si te gusta, habla tú con él.— Dijo Tobías sin apartar la mirada de su teléfono.
—Pero él ni siquiera acepta verme a solas, incluso ahora no quería venir cuando estás tú.— Dijo con evidente frustración en su rostro.
—¿Y eso no te dice nada?— Respondió Tobías dejando su celular a un lado.
El rostro de Nahir se ensombreció ante las palabras de Tobías, su boca se abrió lista para decir algo, pero cuando noto mi presencia sus labios se juntaron nuevamente.
—Sus órdenes.— Dije colocando la comida en la mesa. Cuando termine me agradecieron y me marche a atender otras mesas.
Al parecer a Nahir le gustaba mucho Arián, pero este no le correspondía. Supongo que la chica que logre captar la atención de alguien como Arián debe ser una persona muy especial, casi perfecta, al igual que él.
Entre todas las chicas que conocía, solo podía pensar en Carla. Ella era muy bonita y simpática, y también poseía esa energía de perfección que pocos podían tener.
Al día siguiente, en clase, cada vez que veía a Arián no podía dejar de pensar en que tipo de chicas le gustaban. Normalmente, siempre me encontraba retraída sin prestar atención a los demás, pero hoy no conseguía hacerlo, solo lograba enfocarme en esa persona. Eventualmente, comencé a sentirme muy aburrida, sin ganas de nada, mientras todos resolvían los ejercicios en sus cuadernos yo me concentraba en mirar a través de la ventana. Sin embargo, únicamente me provocaba sueño, tal vez era por el cansancio de haber trabajado todo el día de ayer, lamentablemente todavía faltaba mucho tiempo para poder ir a casa a dormir.
Cuando sonó la campana que indicaba el recreo, Carla y sus amigas caminaron hacia la puerta, al pasar por mi escritorio me sonrieron y me invitaron a ir con ellas a la cafetería del colegio. Pensé que me vendría bien tomar un poco de café para disipar mi sueño, así que las seguí.
Carla y sus dos amigas, Sofía y Astrid, eran muy agradables y simpáticas. Hace un par de meses cuando entre a esta escuela, pensé que sería difícil relacionarse con ellas, pero contrario a mi pensamiento fueron muy fáciles de tratar.
— Te ves muy cansada.— Dijo Sofía.
Con la bebida caliente en mis manos y en un ambiente cálido y ruidoso, sentía que nadie podía fijarse en mí, fue un momento bastante agradable. Probablemente, si estuviera sola, se sentiría diferente.
—Ayer trabajé todo el día en el café de mi familia.
— Escuche algo así de Javier. Talvez el fin de semana vaya a dar una vuelta por ahí.— Dijo Carla.
—Ok, te voy a hacer un descuento.—Dije sonriéndole.
—Gracias, pero Javier ya me lo prometió.—Dijo ella sonriendo con un leve rubor en sus mejillas, parecía... ¿Tímida?
Entendí su reacción cuando las otras chicas comenzaron a abuchear, de esa manera particular en que lo hacen todas ante una amiga que menciona al chico que le gusta.
—Acaso... ¿Te gusta mi hermano?— Pregunté con miedo de haber malinterpretado todo.
Carla se sonrojó aún más y no sabía que debía decirle. Solo me quedé mirándola, no era consciente de la expresión que tenía, pero ella dejó de sonreír y me miró de manera incómoda.
—¿Te molesta?— preguntó.
—No, solo me sorprendió mucho.— Dije sonriéndole y guardando en mi interior todos mis pensamientos.
El resto del día estuve pensando en eso. Javier era solo cuatro años mayor que yo, no parecía ser mucha la diferencia, pero si reflexiono en que nosotras estamos en el instituto y él ya ha entrado a los veinte, se logra percibir que algo no cuadra. Y eso no era todo, él era un mujeriego de lo peor, jamás había estado formalmente con una chica y a veces salía con dos al mismo tiempo, aunque yo lo sabía, nunca me molestó porque ninguna de ellas eran mis amigas. Carla tampoco lo es, sin embargo, nos hemos llevado bien desde que nos conocimos y toda la situación se sentía diferente.
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Comments
Melisuga
Realmente, lo dice TODO y sin necesidad de subtítulos o closed caption.
2024-06-23
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