CAPÍTULO OCHO

Cuando llegue al centro comercial caminé directamente a la sección de juegos, el lugar estaba saturado de ruido, lo que provocaba que mi cabeza palpitara más. Después de buscar por un rato los encontré, Arián y Tobías estaban jugando con una máquina de peluches.

Arián, aunque estaba dirigiendo la pinza de la máquina, me noto a unos metros de distancia.

—Hola.— Dijo con una gran sonrisa.

Sonreí y lo saludé de vuelta, después mire a Tobías y repetí el saludo. Arián dejo de sonreír cuando la pinza soltó el peluche antes de que callera al agujero, parecía frustrado.

—Justo me dieron ganas de ir al baño, ya vengo.— Dijo Tobías y desapareció en cuestión de segundos.

—Lamento haber llegado tarde.— Dije después de un momento de silencio.

Arián sonrió sin mostrar los dientes y dijo:— No te preocupes, pero ¿paso algo?

Sonreí avergonzada, no quería decirle lo que realmente había pasado. Pero tampoco podía mentir, era muy mala haciéndolo.

—Pase la noche viendo películas con mis hermanos y bebí un poco de cerveza, por eso me quedé dormida.— Dije haciendo énfasis en la palabra poco.

Arián me miró con sorpresa, debido a su mirada sentí como mi cara se calentaba.

—Nunca pensé que bebieras.

—Bebo tan poco que se podría decir que no lo hago.— Bromeé.

Arián soltó una carcajada y señaló la máquina.

—¿Quieres jugar?

—Bueno.— Respondí.

La máquina estaba llena de peluches muy lindos. Pero mis ojos se fijaron en uno, era un conejito con una jardinera, me pareció muy lindo y decidí apuntar a ese. Alineé con precisión la pinza sobre el conejito y presioné el botón, la garra lo sostuvo, pero cuando se levantó no hizo la suficiente fuerza y volvió a caer. Después de varios intentos, el resultado fue el mismo.

—Ya no quiero jugar.— Dije de mal humor, estaba totalmente frustrada por esa máquina. Este juego era una estafa.

—Déjame intentar a mí.— Dijo Arián mientras sonreía.

Cuando me di cuenta de que estaba tratando de sacar al conejito decidí no pensar en nada. Después de tres intentos, finalmente el conejo cayó por el agujero y las luces de la máquina empezaron a brillar.

Lo siguiente que sucedió fue como la escena de una novela romántica supercliché.

Arián se agachó, saco el conejo y me lo entrego. Fue una escena muy digna, un chico lindo ganando un peluche para una chica. En ese momento quise sacar mi celular, tomar una foto y enviársela a Lucas.

Él seguramente se volvería loco.

—¿Para mí?— Pregunté con incomodidad. Tome el peluche de sus manos y volví a hablar sin dejarlo responder.— Qué bonito, gracias.

—Sí, de nada.— Él sonrió, también incómodo.

—Quisiera saber por qué se demora tanto en el baño.— Dijo Arián después de un rato de silencio. Su voz tenía indicios de nerviosismo e incomodidad.

—¿Quieres jugar un poco más?— Preguntó.

—¿Podemos esperar afuera? Me duele la cabeza y hay mucho ruido.— Dije. Realmente me dolía la cabeza, además tenía el estómago vacío y mucha sed.

—Ah, por la resaca, ¿verdad?

Después de su pregunta volví a sentir calor en el rostro, asentí y mire a otro lado evitando su mirada.

Cuando salimos del área de juegos, Arián se ofreció a comprarme medicina para la resaca, le dije que estaba bien, pero él insistió. Así fue como me encontraba sentada en una banca fuera del área de juegos esperando a Tobías, quien todavía seguía perdido en los baños.

Después de un momento lo vi caminando en mi dirección mientras hablaba por teléfono.

—Si tu amigo no te ayuda, ¿entonces quién?—Dijo mientras se reía. — Entonces, ¿te decidiste?, ¿aclaraste tus pen…?

Cuando llego frente a mí y se percató de mi presencia, dejo de hablar de repente. Su sonrisa se tensó un poco, pero rápidamente recuperó su expresión. La reacción fue tan rápida, que creí que todo fue producto de mi imaginación.

—Justo me encontré con mi compañera, más tarde te llamo amigo, nos vemos.— Dijo y guardo su celular.

—Mi amigo me pidió ayuda con algo, por eso me demoré. ¿No te molesta verdad?— Dijo sentándose a mi lado.

—No, yo me demoré más. Perdón por hacerlos esperar.— Respondí con una sonrisa.

—Ah no, no. Esas cosas suelen pasar.— Él dijo eso para tratar de consolarme, pero estaba segura de que no era algo de lo más común.

Después de unos pocos minutos llegó Arián, sostenía una bolsa y se paró frente a mí. Saco de la bolsa una aspirina y me la entregó, luego desenrosco la botella de agua para mí. Fue muy atento y lindo.

—Aquí tienes.— Dijo tendiendo la botella frente a mí.

—Gracias.— Dije sintiéndome cohibida por su atención.

No quedaba mucho por hacer del proyecto. Buscamos un café tranquilo y terminamos después de casi dos horas. Estaba feliz por el resultado, incluso revisé varias veces el PDF sintiéndome muy orgullosa.

—Tengo hambre, ¿vamos a comer algo?—Dijo Tobías.

Sinceramente, tenía mucha hambre, apenas había comido un poco en todo el día. Así que acepté. Los chicos eligieron un restaurante de comida italiana y comenzamos a comer. Ellos hablaban y yo solo me enfoqué en comer, respondí a alguna que otro pregunta, pero estaba más interesada en mi risotto.

Después de pagar la cuenta y salir del restaurante ya eran casi las diez de la noche. Tobías y Arián se encontraron con algunos amigos en la salida del centro comercial. Pensé que nuestros caminos se dividirían ahí, pero Arián dijo que me acompañaría a casa, ya que era de noche.

—No es necesario que me acompañes.— Mencioné.

Estábamos a un lado de la calle esperando un taxi. Todavía había tiempo para que se diera la vuelta y volviera con sus amigos. Pero él nunca lo considero.

—También quiero volver a casa.

—¿Entonces soy una excusa?— Pregunte en broma.

Arián se rio y mientras sus ojos grises me miraban de manera extraña, dijo: —¿Cuál debería ser la excusa?

No entendí su pregunta, tampoco pude pensar mucho en ello porque justo un taxi se paró frente a nosotros.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play