Enfoque: Dos Mundos.

Enfoque: Dos Mundos.

1. La muerte en sus ojos.

-*Capítulo uno. *

*

Kaie:

Recuerdo bien el día en que todo comenzó; aunque los recuerdos parezcan ilusiones, sé que son reales. ¿Cómo no saberlo? Viví cada uno de esos momentos; momentos que ahora son reflejos del pasado en mi memoria y nada más que eso.

Fue un día que comenzó feliz, demasiado. Era el día de mi boda con la persona que más amo en el mundo. A pesar del tiempo, aún lo sigo amando; lo amo casi tanto como ella lo ama a él.

Ella no asistió a la boda, no lo entendí en ese entonces, pero ahora comprendo a la perfección el porqué de su ausencia.

—Te amo —él manifestó con vehemencia. Nuestras manos se unieron al salir de la iglesia y sus labios pronunciaron aquellas dos palabras por última vez como mías.

Bajamos los escalones lentamente, mi vestido blanco limitaba mi caminar. Sin embargo, no me importaba en absoluto. En ese instante me sentí la mujer más feliz, hermosa y afortunada del mundo; sin saber que mi felicidad era el sufrimiento de otro.

Finalmente, pasamos el último peldaño e inmediatamente nuestros amigos y familiares vinieron a nuestro encuentro. Aplausos, risas y demás fue lo que percibí a mi alrededor y el motivo de mi dicha a mi lado.

—Te agradezco por esto, Kaie.

Pautry agarró mi mano izquierda y me dio un beso casto en mis nudillos, justo donde se encontraba el anillo que simbolizaba nuestra unión. Nuestros ojos se encontraron al momento en que lentamente despegó sus labios de mi piel y elevó su mirada hacia mí.

—Mucho menos de lo que te agradezco yo, muchas gracias por toda la felicidad que me has regalado —respondí con una débil sonrisa y un débil hormigueo en mi pecho.

—Muchas felicidades, mis niños —mi madre se acercó a nosotros y tomó nuestras manos para unirlas contra su pecho, mientras decía aquellas palabras.

—Mamá... —mascullé con dulzura y percibí el ardor instalarse en mis ojos casi al instante.

—Yo los bendigo, y que su matrimonio esté lleno de felicidad y mucho amor —expresó, mientras hizo una señal de cruz en nuestra dirección en señal de bendición. —¡La primera lluvia de mayo!

Mi rostro sorprendido se alzó hacia el cielo cuando pequeñas gotas empezaron a caer.

Todos empezaron a aplaudir llenos de alegría y gozo, puesto que esta era la primera lluvia de mayo, y según dicen: la primera lluvia de este mes está llena de bendiciones, y aquel que se moje con ella, tendrá salud y prosperidad.

—¡Felicidades! —León, un amigo de Pautry clamó y lo abrazó de improviso.

Mi madre retrocedió de inmediato para darles espacio y yo iba a hacer lo mismo, pero cuando hice el movimiento para apartarme, mi esposo me hizo voltear acunando mi rostro entre sus manos para posteriormente darme un beso en la frente y dejarme ir.

Me alejé de él, mientras le regalaba una pequeña sonrisa.

Al final, luego de conversar un rato, terminé escabulléndome en un lugar apartado para tener un momento íntimo conmigo misma. Una vez lejos de la multitud, me permití cerrar los ojos y suspirar para poder sentir en todo su esplendor la dicha que me rodeaba y simplemente a mí, mojándome con las pequeñas gotas que caían y recibiendo todo esto que Dios me había regalado y de lo cual estaba muy agradecida, pero es certero, nada es para siempre.

En algún momento la lluvia tiene que parar, la piel se arrugará y las lágrimas se detendrán.

Mis ojos se dilataron en desconcierto y horror, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y una extraña y opresiva sensación, de que estaba siendo observada, me quitó el aliento. Fue un azote en mi pecho.

Me abracé a mí misma en busca de protección justo cuando me percaté de que sus ojos me miraban, fueron breves segundos en los que mis ojos se enfrentaron con los de esta persona, ya que me esquivó y se centró en él, únicamente en él.

En ese entonces, yo no pensaba que ella lo observara porque sintiera algo, en aquel instante pensé que todos éramos uno, una familia, puesto que desde pequeños los tres fuimos muy unidos.

Dejó de contemplarlo y nuevamente sus ojos se posaron en mí, los vellos de mi cuerpo se erizaron cuando el viento dócil rozó mi piel expuesta y percibí el cambio en el ambiente. Este se volvió frío y denso y el clima, al contrario de antes, ya no caían gotas, sino que unas aguas tormentosas y con mucha fuerza empezaron a empaparnos, muchos corrieron en busca de un refugio contra el agua, mis pies no obedecían y me quedé anclada en mi lugar.

Le eché una última mirada para después posar mi vista en el cielo, el cual se había tornado de un tono oscuro.

—¿E-esto es real? —esas palabras salieron de mis labios dado que en ese preciso instante, mientras la lluvia caía con potencial furia, se había formado una eminente unión.

La estrella del día, o como casi todos le llaman: el sol, en conjunto con una luna en perfecta circunferencia, se unieron. Mostrándonos una alineación enigmática que por alguna razón fue como una advertencia para mí, aterradora ante mis ojos.

—No sabía que podía llover en estos casos —alguien habló.

—¿Hablaron en las noticias sobre esto? —otra persona preguntó, no obstante, no hubo respuesta.

Todos nos hallábamos absortos mirando aquel eclipse solar intempestivo.

Tragué grueso y nuevamente, guié mi vista hacia ella y me perturbó.

Su presencia me afectó.

Me sentí oprimida por su mirada fija, incapaz de apartar la mía. Su presencia de alguna manera me estaba afectando, como si algo más allá me lo estuviera recalcando; un dolor leve en el pecho me asaltó y, aunque estuve consciente de que debía pedir ayuda, lo único que pude hacer en ese momento fue situar mi mano en ese sitio que me dolía.

Hice mi mano puño sobre mi pecho al sentir cómo esa molestia se intensificó y abrí mi boca en busca de aire.

Me costaba respirar.

No sentía el aire entrar a mis pulmones.

Caí al suelo de rodillas y es ahí donde todo se nubló para mí, excepto ella, quien me miraba y no hacía nada.

No venía a mi ayuda como pensé que lo haría.

Me miraba como si disfrutara verme en este estado, aunque ninguna expresión se miró en su rostro en realidad.

Cerré mis ojos con fuerza al tiempo en que percibí manos a mi alrededor junto a la voz de Pautry inundando mis oídos, pero la realidad era que no escuchaba nada, podía oír el timbre de su voz, mas no lo que decía.

Todo era un caos en ese momento, pues aunque lo intentara no podía decir ninguna palabra.

Pautry no sabía qué hacer, solo gritaba por ayuda y me tenía en sus brazos, mientras sentía cómo se me iba la vida lenta y dolorosamente.

Dolor; ahí, tirada en el suelo en los brazos del hombre que amo, no estaba consciente de lo que verdaderamente era el dolor, pues la auténtica amargura que me enseñaría en carne viva qué es el sufrimiento, lo viviría más adelante. Por ella, por él, por mí.

Cuando ya sentí que era mi fin, volteé a verla y sí, vi la muerte en su mirada.

Vi mi muerte.

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Comments

Tere De Jesus Jimenez

Tere De Jesus Jimenez

me gusta esta interesante

2024-02-12

1

Ly_po

Ly_po

¡Me engacho!

2024-01-25

1

Alexandra Romero

Alexandra Romero

espectacular inicio /Good//Good//Good//Good//Good/

2023-12-23

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