20. Culpable.

Voy caminando por la acera, mientras mi mente trabaja y trata de recordar cualquier cosa que me ayude a finalizar con esta tormenta.

Mi primera idea para ayudarme a recordar es el lugar en donde Camila y yo nos conocimos, pero ese lugar es en mi casa, la casa de mis padres, en mi vecindario, en donde crecí y ya estuve ahí: y no pasó absolutamente nada.

—Ya no sé ni qué pensar —cierro mis ojos con fuerza por la frustración y me detengo un momento—. No debí actuar de manera impulsiva.

Resopló y me reprendo por lo que hice ahí, sin querer perder mi dignidad, pero teniendo que hacerlo doy la vuelta sobre mis talones para ir nuevamente hacia el hospital. Iba a empezar a caminar, pero me detengo abruptamente; pues para mi sorpresa la chica que antes había besado a Liam está en este momento corriendo en mi dirección.

¿Por qué ha venido hasta aquí?

Con confusión la espero en el lugar en donde me encuentro parada.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto ya cuando está frente a mí.

—Liam me mandó —habló con la voz entrecortada por la corrida, que supongo había dado.

—¿Para qué?

—Es difícil para mí decirte todo esto, pero debo hacerlo —se aclaró la garganta y tomó mi mano—, pero no puede ser aquí, sino en un lugar más tranquilo.

Me jaló del brazo y empezó a caminar conmigo a cuestas.

Caminamos varios minutos hasta que llegamos a un parque en donde había niños jugando, personas paseando a sus mascotas, entre otras cosas; nos sentamos en un banco y ella se quedó mirando al frente y yo me quedé mirando el perfil de su rostro, pero esto lo hice por unos segundos, ya que yo también empecé a mirar hacia adelante.

Dijo que, en un lugar más tranquilo, pero esto era todo menos tranquilo.

—Este no es un lugar tranquilo —sacó a la luz lo que pienso.

—Pero nadie estará pendiente de nosotras y mucho menos nos molestarán.

Afirme con la cabeza en entendimiento.

—No sé cómo explicarte todo esto —por primera vez desde que llegamos me miró, y esto lo sé porque sentí su mirada y esto hizo que la observará de igual forma.

—Solo dilo.

—Soy hija de la mujer que hizo el intercambio de almas y mentes en ustedes dos.

Me quedé en silencio, asimilando lo dicho, mientras abrí levemente mis labios, inconsciente.

—Mi madre no está al tanto de que me encuentro aquí, y todo esto lo estoy haciendo sin su autorización —me miró fijamente a los ojos y esa mirada para mí lo decía todo—. Debes escuchar bien todo lo que tengo para decirte, porque solo lo diré una vez.

Ella miró a los lados para verificar que nadie nos estuviera escuchando.

—Sí... —mi voz salió temblorosa y es que estoy asustada y ansiosa por todo lo que estoy a punto de saber, nunca imaginé que esto me pasaría.

Nunca imaginé que sería hoy, aquí y ahora.

—Para acabar con todo esto debes ir al lugar en donde todo empezó.

—Liam dijo lo mismo cuando se desmayó, ¿dónde es este lugar? —interrumpí por el nerviosismo. Ella lo entendió y se limitó a explicarme.

—El lugar en donde empezó todo no es un lugar en sí, sino la persona que empezó todo es que tiene la respuesta —aclaró, en ningún momento apartó sus ojos y esto me intimidó—. Y la persona que empezó todo en este caso no se encuentra aquí, pero sí su cuerpo.

Su mano se extendió hacia mí, y con uno de sus dedos toco mi pecho como si me señalará, como si quisiera que entendiera bien que esa persona en este momento soy yo, o mejor dicho el cuerpo de Camila.

—¿Y qué debo hacer?

—La mente de esa persona y la tuya están conectadas —puso sus dos manos en mi cabeza, unió nuestras frentes y cerró sus ojos—. Por eso puedes indagar en su memoria y ahí encontrarás la respuesta.

—¿Y cómo haría eso?, ¿cómo sabré cuál es la respuesta? —me encontraba desesperada y más confundida que antes.

—Enfocándote en ella —se apartó de mí, aun con sus ojos cerrados—. Ahora mismo ustedes abrieron una puerta.

Abrió sus ojos despacio y como antes los enfoco en mí.

—Y esa puerta conecta dos mundos.

Tragué saliva.

—¿Dos mundos?

—Sí, dos mundos —miró nuevamente a los lados y con la mirada perdida prosiguió—, este mundo que es el de los vivos y el otro, que es en donde ahora mismo se encuentra tu cuerpo, el cual ella tiene.

¿Ella tiene mi cuerpo?

¿Mi cuerpo muerto?

—¿Por qué pasó todo esto? —quería saber eso, quería saber por qué nos había pasado eso. Tal vez si esto no hubiera pasado, todos vivirían en paz y como todo en la vida, el ciclo de nacer y morir llegaría a mí sin ningún contratiempo.

—Por el egoísmo de aquella persona. Esa persona solo pensó en sí misma y por eso está pagando las consecuencias, pero ahora sus emociones interfieren con el equilibrio, por eso estoy interviniendo. Tú y ella no aceptan su destino.

—¿Equilibrio? —pestañeé desorientada.

—La perdida trae sufrimiento, muchos están sufriendo por ti, pero en este caso, no deberían. Tu tiempo no había llegado, fue buscado, por eso sus almas no tienen paz. Por eso cayeron en esta travesía en donde ambas tienen que trascender, sin embargo, sus negativas son tan fuertes que está dañando la delgada línea que separa este mundo del otro. Estaría bien, si solo una de ustedes no quisiera el destino que se le otorgó, pero en este caso son ambas.

—Perdón, yo no..., no quería... —me veo en la obligación de disculparme y esta me detiene.

—No tienes por qué pedir perdón, ambas sabemos que fue injusto desde el inicio.

—Tu madre me había mencionado que la única forma de devolver este cuerpo era acercándome a... —me detuve, no pude pronunciar su nombre, no pude evitar sentirme aturdida—, que debía hacer que me reconociera sin tener que intervenir directamente, pero lo hice. Le dije que soy. Por qué, ¿por qué él tiene que estar en medio de esto?, no tiene nada que ver.

—Ella hizo todo lo que hizo por su amor enfermizo y unilateral por ese hombre —mis ojos se agrandaron y empecé a negar con la cabeza—, él solo es una víctima que inevitablemente ahora pertenece al caos, como si fuera un culpable más, así como tú.

¿Qué?, esto no podía estar pasando, esto debe ser una mentira, una cruel mentira.

—¿Por qué...?

Y el primer sollozo salió de mis labios.

Ahora entiendo todo.

Su comportamiento, las miradas hacia él, su furia hacia mí. Su ausencia el día de nuestra boda. Yo quería pensar que no es así, de que todos están equivocados, quedarme con lo bonito, con lo bueno. Pero todo es su culpa, Camila es la culpable.

—Todo lo que te digo es verdad —la chica se levantó de dónde estaba sentada y yo lo hice por inercia también—. Por ahora, solo tú puedes resolver este problema. Y ya no diré más, ya que es suficiente información para ti. Veo que apenas y puedes procesar lo más simple.

Una cruel verdad.

—No, por favor —me le detuve enfrente de ella para detenerla—. Necesito más, necesito mucho más que esto.

—No puedo darte más de lo que puedes procesar y más importante aún de lo que puedes tener. Creo que eso es lo que necesitas saber y eso es lo único que obtendrás de mi parte, por ahora.

Me miró con intensidad por varios segundos y luego una sonrisa adorno sus labios.

—Ve despacio, Kaie, cuando vas muy deprisa las cosas nunca salen bien. Una prueba de ello es esto, lo que estás pasando ahora. Tú lo estás viviendo y debes entender mejor que nadie que esto no es un juego.

—No importa si imploro que te quedes y me ayudes. Te irás de igual forma, ¿cierto?

Esta afirmó con la cabeza y eso me fue suficiente para quitarme de su camino y dejarla irse.

—Estaré aquí, cuando ya estés lista para saber más.

—Estoy lista —afirmé con mi voz temblorosa.

—No estás lista y sabes eso perfectamente —la veía como alguien inalcanzable, como si su apariencia no fuera suficiente para demostrar su grandeza.

Empezó a caminar y yo me quedé viéndola partir, sintiéndome miserable y más dolida como nunca antes.

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