Capitulo 17

VALERIA.

El fin de semana comenzó para ella muy temprano, desde las cinco y cuarenta de la mañana salió a correr por el parque, a estirar sus piernas, y regular su cardio. En toda la semana había estado cien por ciento concentrada en los estudios que no le daba tiempo para hacer algo más, y eso tarde o temprano le acabaría pasando factura.

Salir al exterior a ejercitarse era la manera más obvia para volver a estar en forma, no solo física sino mentalmente, luego de que se sintiera indefensa ante los sucesos recientes; como haberle confesado a Carla que estaba enamorada de su mejor amigo, y que notaba en ella ciertos cambios que la estaban sacando de su zona de confort donde se encontraba segura de todo lo que pasaba afuera, pero que ahora de algún modo se iba deteriorando.

¿Cómo podría controlarlo? Si jamás tuvo la práctica en el pasado, todo era muy nuevo, todo le parecía extraño, como probar por primera vez la cerveza y el ron, su cuerpo reaccionaba muy raro, sentía arder sus mejillas y su corazón incrementar sus latidos de una forma incontrolable que ni aguantando la respiración podía parar, estaba siendo difícil lidiar con todo eso, la agobiaba demasiado, ni podía comer mucho, había perdido casi el apetito, "concéntrate Valeria, concéntrate" se repetía varias veces, "todo va a estar bien".

Con cada paso mientras hacia un trote suave su cuerpo vibraba y cada exhalación salía más pesada. Tenía un top deportivo negro que dejaba desnuda su cintura, unos leggings del mismo color y unos tenis blancos que le quedaban a la medida siendo cómodos para el movimiento. Se había recogido su pelo largo en una sola coleta con una goma blanca, se había puesto los manos libres en su iPod para escuchar su música, y en su brazo muñeca izquierda reposaba un reloj digital que le indicaba el tiempo y la distancia recorrida.

Se detuvo y se situó en un murito enchapado de terracota que rodeaba un jardín, sacó de su mochila deportiva un suero para recuperar los electrolitos gastados y refrescarse, a pesar de que la mañana estaba fresca y había una pequeña bruma en el ambiente.

Aguardó unos minutos más para evitar sufrir los típicos vasos, y luego continuó su camino de regreso a casa.

El trayecto ya tenía unos diez minutos, vio en su reloj que ya eran las siete menos quince, el cielo ya se empezaba a despejar y los primeros rayos del sol relucían.

Al doblar en la esquina su mirada cambió al otro lado de la calle donde dos hombres bajaban de un coche al frente del bar en el que solía ir con Carla, conocía al señor con poca cabellera en la testa y estatura mediana, pero no identificaba al otro sujeto que estaba de espaldas, no fue sino hasta que se giró para darse cuenta de que le pareció ver una cara conocida, sin embargo, no recordaba muy bien de donde lo había visto, era un muchacho joven más o menos de su edad, moreno y alto, los rulos le adornaban la cabeza, y cuando este de repente echó un vistazo hacia ella se la quedó viendo con cierta expresión de sorpresa. Notó como él le hizo un saludo con la mano y después ingreso al establecimiento.

Entonces, fue cuando cayó en la cuenta de quién se trataba ¿Acaso no era el chico que la miraba tanto en el juego de baloncesto? Sí, debía ser él ¿Pero qué hacía allí? No tenía la más remota idea ¿Y por qué cada vez que la veía se la quedaba viendo como si fuera un ser de luz?, Se ponía a pensar cosas, preguntas sin respuesta, solo tenía algo claro y es que le parecía intrigante el chico de los rulos que no le decía nada, y que de seguro era mudo o tímido. "Ja, tú tampoco eres intrépida" se burlaba su subconsciente, "si lo fueras le dirías a Andrew lo que sientes", pero es que obvio no se atrevería, no podía hacerlo, se desmayaría en el acto, se quedaría quieta como lo que le daba al chavo del ocho, y sufriría un derrame cerebral, que locura.

Entró a su casa y vio a su madre en la cocina preparando el desayuno.

—Hola, mamá— la saludó.

—Hola, linda ¿cómo te encuentras?— dijo Lucy, mientras revolvía huevos con salchichas en la sartén.

—Superbién, me siento poderosa— respondió, dándole un abrazo a su progenitora.

—Vaya, eso estoy viendo, me alegro mucho, entonces ¿Quieres con o sin mayonesa?— inquirió.

—Sin, por favor— dijo Valeria.

Subió las escaleras de dos en dos y entró al baño, se empezó a desvestir, sus prendas estaban totalmente transpiradas, en serio lo había conseguido, su esfuerzo había dado los frutos, se sentía liberada, al menos tendría las baterías recargadas para seguir subsistiendo. Cuando giró la mariposa el agua la empapó, cubriéndola toda, cerró sus ojos y pensó que estaba en una cascada, se relajó.

En casi media hora luego de cambiarse con ropa de estar en casa, fresca y agradable bajó al comedor donde una deliciosa comida le esperaba, su madre hasta se sorprendió cuando la vio.

—¿Me pasas la sal, por favor?— pidió dulcemente.

—Por supuesto, aquí tienes — su madre le estiro su brazo y le dio el condimento.

Por dentro ella se sentía increíblemente fabulosa y feliz, la mañana había sido reparadora, luego su baño la revitalizó gracias a su sistema de calentar el agua con el que le ayudaba a relajar los músculos entumecidos por el ejercicio.

—Mamá ¿Y esa cara de felicidad que tienes que significa?— preguntó sonriente.

Lucy se mantenía joven y esbelta a sus 38 años. Su pelo era liso y negro como el de ella, sus ojos verdes y brillantes, era como verse a sí misma en una década.

—Tengo un buen motivo, o mejor dicho dos— dijo muy alegre —. El primero es claramente ver a mi hija con buen semblante otra vez, eso me llena de júbilo, y el segundo, me ascendieron a jefa de planta.

—Muchas felicidades mamá, me parece maravilloso ¡Lo has conseguido!— manifestó Valeria, con el corazón hinchado de orgullo.

Sabía el significado del logro de su madre quien tomó el papel de ser la que llevaba el pan en la mesa y solventaba los gastos de la casa. Valeria recordaba los primeros meses, donde no fue para nada fácil reanudar sus vidas desde ese episodio donde sus padres se divorciaron, pero que supieron sobrellevarlo. Ahora su madre era jefa de planta en la empresa productora de cosméticos.

—Gracias, cariño, y bueno como hoy me dieron el día libre ¿Qué te parece si vamos las dos a algún lado?— propuso Lucy.

—Claro que sí— contestó Valeria.

—Ok, elige el sitio.

—No sé, un ¿spa?— inquirió.

—Un spa será, buena elección, también pensaba en eso— dijo Lucy con una sonrisa.

—Muy bien, hoy tenemos día de chicas, va a ser perfecto— expresó risueña, contenta por pasar tiempo con su madre.

...***...

Que bueno se sentía estar acostada en un estado de reposo total, mientras recibía un excelente masaje en su cabello y hombros. Tuvo razón cuando eligió ir a un spa para relajarse, su pulso estable, su respiración normalizada, sus sentidos se hallaban quietos, su mente en blanco y solo se dejaba ser.

En un par de horas Valeria y su madre fueron de compras. El día estaba yendo de fábula y su ánimo por el aire.

Al llegar a casa se sentía exhausta, pero contenta, muy complacida por lo realizado en ese sábado, último día del mes.

El verano iba a llegar y con él las vacaciones, una nueva temporada para hacer cosas nuevas como volver a hacer ejercicio o pintar nuevos cuadros como pasatiempo, también ir con Carla a algún sitio o pasar tiempo con Andrew en ese bosque encantador al que fueron. Ahora más que nunca se encontraba convencida de que estaba lista para iniciar el nuevo mes con buen pie, y que lo que le esperaba iba a ser espléndido, que nada ni nadie podía afectar su actitud optimista, ni opacar su alegría.

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Comments

Unicornio magico🦄

Unicornio magico🦄

Que bien por la felicidad de la mamá de Valeria

2023-10-12

1

Unicornio magico🦄

Unicornio magico🦄

Que bien que valeria estaba concentrada en sus estudios

2023-10-12

0

Vane Quiroga

Vane Quiroga

aburridisimo este capitulo absolutamente nada inportante solo relleno...estaria bueno mas interaccion entre los personaje y no tanto q hace el cotidiano xq aburre...es un consejo no lo tome a mal😉

2023-10-06

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