Capitulo 12

CARLA.

Resonaba el tradicional y predeterminado sonido de teléfono fijo por toda la casa, mientras Carla veía películas animadas con su hermanita de trece años. Estaba tan cómoda en el sofá, atrincherada entre los cojines que no tenía intenciones de pararse a contestar.

Ya había pasado medio día y aún seguía sin hallarle sentido a la vida ese día; sentido que no sea únicamente comer de un bote de helado y ver las películas clásicas de Barbie.

No todos los domingos le parecían tan aburridos, habría salido a comprar algo en el centro comercial, al salón de belleza a hacerse tratamientos capilares y de cutis, o ir con Jacob a sitios caros o practicar terapias corporales en la cama, inmediatamente descartó esa idea, sacándosela de la cabeza..., ya había obtenido todo lo que Jacob pudo ofrecerle, — O lo que ella pudo ofrecerle — además de salir con un hombre maduro, el resto podía conseguirlo ella sola, quien como mujer ahora tenía que considerarse exclusiva e independiente.

—Yo contesto. Pon pausa a la peli, porfis— dijo su hermana incorporándose.

Carla agarró con pereza el control remoto y hundió el botón de pausa. Luego se quedó viendo lejos, hacia el yeso blanco del techo, procurando pensar algo puntual.

Imaginó estar en una cabaña en la base de los Alpes, vistiendo ropa abrigada, y jugando con la nieve o esquiando, recostarse en la nieve y hacer angelitos, recibir el gélido aire en la cara mientras se deslizaba con el trineo, también recordaba cuando se tiraba al piso de madera a observar el firmamento nocturno repleto de estrellas, siempre le ha apasionado el cosmos. Había pasado casi una década desde la vez cuando fueron, cuando apenas tenía once años, pero se acordaba como si fuera ayer, y, su memoria era como una grabadora.

Cerró los ojos para imaginarse estar justo en aquel lugar, donde había frío, mucho frío, nevaba afuera a cántaros, cómo amaba ese clima, el chocolate caliente que degustaba sabía mejor con frío, mientras se calentaba con una chimenea tradicional. Su cuerpo empezó a temblar cuando sintió unos labios recorriendo por su cuello. Se estremeció. De su piel despertaron los vellos poniéndose de puntas y liberando corrientes eléctricas por sus terminaciones nerviosas. El calor emanaba en su interior, por el chocolate, el fuego de la chimenea y los mimos que recibía. Ella se retorcía en el sofá como si viviera el momento, como si estuviera piel con piel, con quien estaba provocándole ese inmenso placer. Las ganas por besar esos lujuriosos labios que repasaban su piel llegaron al límite y explotaron en una necesidad absoluta, lo jaló del cuello, quería verle la cara, descubrir quien la puso de cero a mil con tan solo besos, pero, solo alcanzó a mirar una barbilla y su boca. Su mirada comenzó a ascender por el rostro de aquel chico misterioso...

—Carla, es para ti— la vocecita de Aisha la sacó de su ensoñación.

¿Era una llamada para ella? Inesperadamente, solo un nombre le vino a la mente: Marcos.

De un salto se puso de pie y se movió como una gacela.

Su pulso se le aceleró. Agarró el teléfono y contestó:

—¿Hola?

La tensión se desvaneció como un castillo de naipes cuando una mujer, conocida además, respondió.

—Ah ¿Qué tal señora Raquel?— dijo sin el más mínimo interés.

No supo por qué sintió desazón en ese momento.

—Muy bien, Carla, cariño, preguntaba por Bianca por algunos asuntos con su nuevo catálogo ¿Sabes a qué hora está disponible? — inquirió la amiga de su madre al otro lado de la línea.

—Ella está...

Antes de finiquitar lo que iba a decir, justo en ese momento su madre entró, se veía muy elegante y regia enfundada en una blusa victoriana blanca y una falda de alta costura morada.

Acto seguido dijo:

—Ella está aquí, acabó de llegar, se la voy a pasar, un segundo— saludó a su madre con el teléfono en el aire, la cara extrañada de ella le dio la impresión de que no esperaba ni quería responder esa llamada, pero aún así no le dio tiempo de reaccionar.

Le entregó el teléfono, la abrazó por la espalda y se largó de allí en puntillas.

—Raquel, amiga ¿Cómo va todo?— escuchó las palabras de su madre a sus espaldas.

Fue a su habitación en lugar de regresar al cine casero, y se arrojó boca arriba sobre su cama.

¿Qué había sido aquello cuando pensó que se trataba de Marcos quien le estaba marcando? Y que raro haberse imaginado ese suceso en el sofá, y no sabía de donde había salido la teoría que lo relacionaba con él. Tal vez en su subconsciencia quedó registrada la identidad de quien le pertenecía esas manos y esos labios que la tocaban con tanto vigor y tan apasionante. Quizá simplemente fue una coincidencia consecuente, solo hace 24 horas pasó por el bochorno de su vida, haberse embriagado demasiado, tanto, como para perder sus sentidos, y, despertar en una casa que no era suya, y precisamente al nombrado le pertenecía, — no fue muy discreto de su parte — para nada apropiado a la imagen que aparentaba ser, ahora Marcos se había enterado más de lo que ella quería, más de la cuenta, pero, debía ser justa, él se portó como todo un caballero, no permitió que se fuera estando en ese estado — con la tremenda crudeza encima —, fue tan amable al invitarle a desayunar, y después la embarcó en un Uber, y todo corrió a cuenta de él, que irónico le pareció, antes se interpuso a la idea que ella había dado, alegando que no aceptaría de ninguna firma que ella pagará por él, y, viceversa.

Entonces ¿le debía un favor?

No le agradaba deberle nada a nadie. Y favor con favor se paga. Si lo invitaba a salir, y pagaba todo ella, se sentiría satisfecha. Por lo cual, se había presentado una situación, que debía meditar, aclarar sus ideas, aquietar sus impulsos.

Por lo que debía hacer una llamada.

Cogió su celular y desactivó la seguridad, después lo dejo a un lado y se acomodó los auriculares.

—Oye, Siri, nueva búsqueda en contactos: llamar a Valeria Castañeda.

La asistente virtual ejecutó la orden y comenzó a marcar.

—Aló, número equivocado— dijo Valeria cuando alzó la llamada.

Carla rio con sarcasmo.— Muy chistosita la niña. A ver, Val ¿Hoy amaneciste de humor payaso o hubo luna llena anoche?

—Las dos cosas. Ayer fue un día increíble, fui con Andrew de excursión, disfruté abiertamente la naturaleza, y hoy me siento más liberada y relajada— comenzó a decir su amiga, lo que hizo el día anterior.  Se notaba muy animada, y tan diferente.

Pensó que quizás también debería perderse por un día completo del mundo urbano.

—Imagino que estuvo genial. Me da mucha dicha que hayas disfrutado tal actividad al aire libre.

—Sí, lo necesitaba. ¿Y tú, cómo estás?— dijo Valeria.

—¡Giornata noiosa! Hoy estoy en casa, más aburrida como una tortuga con muletas— respondió.

La risa ahogada de Valeria le inundó los oídos.

—Pero ¿Y ese milagro que estás en tu casa?— inquirió su amiga con curiosidad.

—No hay nada interesante para hacer.

Valeria bufó. — ¿Tienes algo que contarme?

Ah, caray. Ahí estaba pintada su mejor amiga, nada se le escapaba.

Carla vaciló un poco antes de responder.

—Sí, amiga. Rompí con Jacob— dijo arrastrando las palabras.

Sintió aliviar la presión, como si le quitará el corcho a un vino.

—Oh, ya veo. Hasta que por fin me hiciste caso— Valeria no se ocultó nada y expresó lo que pensaba. Era obvio que no le parecía bien aquella relación.

Carla meditó unos segundos, antes de contarle lo demás, las razones que la llevaron a tomar la decisión, le dijo todo, con lujo de detalles, hasta la parte de la despedida. Después prosiguió con la cogorza del viernes. Valeria la escuchó con atención, sin interrumpirla hasta que hubo acabado.

—Guau. Tengo que admitir que es toda una fantasía— dijo Valeria con tono jocoso.— Pero bueno, ¿En dónde te metiste la noche del viernes? Te estuve buscando y llamando.

Carló exhaló.

—Te lo diré, pero antes prométeme que no te burlarás de mí— advirtió.

—Lo prometo— contestó Valeria.

—De acuerdo. Lo que pasó es que por alguna razón confundí mi casa con la casa de Marcos, entre a una habitación de arriba y me quedé rendida— verbalizó en una sola oración seca.

Valeria sostuvo la compostura un instante, antes de romper en risas.

—¡Val! Joder. Lo prometiste— gruñó.

—Lo siento, Carly, pero es que en serio no me cabe en la cabeza que hayas embriagado tanto como para confundirte, cuesta procesarlo con seriedad, discúlpame— dijo su amiga, sin parar de reír.

—Sí, pues, y en la mañana me di cuenta que no estaba en mi casa, ya te imaginarás.

—¿Y luego qué?

Carla se detuvo un momento, lo suficiente para elaborar una respuesta verosímil e intangible.

—Desayuné con el anfitrión, obvio que no iba a irme a regresarme a mi casa con la barriga vacía.

—¿Y qué más?— murmuró Valeria.

Quería jalarse los mechones, su amiga parecía una detective en serie. Pero a fin de cuentas, la había llamado por un motivo, necesitaba una opinión neutra, aparte de la suya propia.

—Marcos me invitó a salir.

Valeria expresó asombro.— ¿Marcos te invitó a salir?— repitió.— Vaya, eso no me lo esperaba... o bueno sí, tal vez un poco— dijo con aras de adivina.— Entonces ¿Me llamaste para saber que opino sobre eso?

—Quería saber cómo estabas, pero sí, también sobre eso.

—Ay, Carly— Valeria inspiró hondamente.— Yo creo que... lo mejor que debes hacer es salir con un chico de tu edad, y aunque a Marcos no lo tengo fijado como una opción viable, me parece que puedes darte la oportunidad de intentarlo.

Las palabras elocuentes de su mejor amiga le tocaron el alma, solo ella podía calmar sus inquietudes. Le resultaba reconfortante tener un pilar como lo era Valeria en su vida. Era realmente importante.

—Gracias, amiga— dijo con ternura.

—Es un placer, sabes que tienes mi apoyo — respondió Valeria.

Minutos más tarde, luego de haber acabado de platicar con Valeria, se hallaba de nuevo tumbada boca arriba, con los pensamientos a flor de piel, recitando las palabras recientes que su queridísima amiga le dijo 《Podía darse la oportunidad de intentarlo》 y vivir el presente.

Después de todo, no tenía nada que perder, solo lo invitaría a salir, para devolverle el favor. Dejaría que el tiempo se llevase el agua pasada, y trajera consigo cosas mejores, lo necesitaba, lo quería. Cosas buenas que sumarán en su vida. Debía salir, distraerse, o acabaría perdiendo la cabeza y volvería a los pies de aquel hombre que la poseyó, la hizo su sumisa, y la doblegó. Y ahora que había roto las cadenas no volvería.

—Oye, Siri— dijo con un leve toque de emoción.— Llamar a Marcos Lora.

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Comments

Unicornio magico🦄

Unicornio magico🦄

Que bien que Marcos aya invitado a Valeri

2023-09-22

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