CARLA.
Pasaron las diecisiete horas y ella seguía esperando en esa cafetería al este de la ciudad. Se preguntaba repetidas veces por qué no se iba, qué hacía allí, se había dejado llevar de nuevo por su apabullado corazón, así de frágil era ¿De verdad? Tan fácil era caer, en ese círculo vicioso, en ese ciclo sin remedio, en ese angosto y oscuro trecho. Sentía lástima por ella misma. Sola provocaba su calvario. No él. Ojalá no lo hubiera conocido. Ojalá no hubiera sucumbido a sus sentimientos, ni dejado que se convirtiera en su debilidad. Ojalá y mil veces ojalá tuviera la suficiente fuerza de voluntad para arrancárselo de adentro. Porque estaba tan clavado, como una jodida estaca, y dolía, dolía tanto como una quemadura, preferiría los cólicos en su lugar.
Miraba su celular y solo veía pasar el tiempo como agua, desperdiciando minutos valiosos. Se suponía que ya debería haber llegado. Después de todo él le había pedido que se vieran allí, 《Ya cumpliste, él no, ahora vete y no vuelvas a verlo》 le decía su férrea subconsciencia.
Necesitaba una bebida y no precisamente un frappé, necesitaba alcohol en su interior para ahogar su memoria, así dejaba de pensar 《Ella es Bethanny Wilson, copresidenta del mañana y es solo una amiga》 amiga sus cojones, no se creía un bledo ese cuento, él sale con ella, estaba más que claro, algo se lo decía, su intuición era infalible. Tal vez ella también debería divertirse, salir con alguien más, probar otros sabores, había más peces, más platos en la mesa para degustar, era joven y muy hermosa, muy sexy, demasiado sensual, no sería difícil atrapar un pececito en la pecera, su subconsciencia se reía, malvada, ella lo sabía, estaba para grandes cosas, los hombres deberían estar comiendo en la palma de sus manos.
Sus uñas acrílicas, largas, tamborileaban en la mesa, mientras sus labios tocaban el borde del vaso, ingiriendo un poco más de frappé. Dejó el vaso a medio a acabar y sacó la cartera para pagar.
Se disponía a irse, sin prisa, quería alargar ese momento, convertirlo en una despedida y que cada vez que recordará el porqué del adiós, supiera que su ausencia significaba el fin de ese ciclo. Y lo importante que era ella. Sin embargo, una jugada imprevista la detuvo en seco. Jacob cruzó el umbral de la puerta. Paralizándola. Desbaratando su plan, si es que en algún momento tenía un plan.
Se veía diferente con ropa informal sin su habitual saco o su corbata.
Jacob se plantó cerca de ella y se inclinó para besarla, pero en ese preciso momento su cuerpo reaccionó y lo esquivó.
—¿Qué te pasa?— preguntó con notoria sorpresa.
Que descarado de su parte llegar más de media hora tarde e intentar darle un beso sin disculpas, sin explicaciones ¿como si nada?
—Qué me pasa? Mejor dime tú ¡¿Qué coño te pasa?!
La cólera emanaba en su interior como un géiser a punto de dispararse.
—Tranquilízate, Carla—Carla le dijo mientras veía de reojo las pocas personas que estaban allí.
A ella no le importaba que todos supieran de una buena vez que tenía una aventura con Jacob Carson, que se podría decir era una figura pública en la ciudad.
—Dime que pasó esta vez ¿Por qué llegas tarde?— dijo cruzándose de brazos.
—¿Podemos ir a un lugar más privado para hablar, por favor?
Debía rechazarlo e irse. Su 'yo' más razonable se lo agradecería cuando despertase del noqueo súbito de su contraparte idiotizada.
—Por favor, Carla— él insistía, impidiendo que pensará con claridad.
Su corazón estaba desbordado. Pronto se hallaba entre la espada y la pared.
—Ok— su boca se movió involuntariamente.
No era la respuesta que quería, pero ya era tarde para retractarse, porque Jacob la agarro de la mano y se salieron del establecimiento, hasta su BMW serie A aparcado en frente, entró en el asiento del copiloto, y él aceleró a fondo.
Habían salido de Flor Verde y llegado a la ciudad vecina. Entró en el recibidor del Penthouse del hotel más lujoso de Moressley. La sala de estar era un espacio grande y acogedor. Había una chimenea digital, un enorme televisor en la pared, un sofá extra grande, y muchos adornos raros y de colección. Jacob se alejó y fue hacia el minibar, cogió dos copas y las llenó de un líquido rosa y espumoso, y volvió con ella.
—Solo relájate— le dijo ofreciéndole una copa.
Ella aceptó y se apresuró a empinársela bebiéndose por completo su contenido.
—¡Joder! Más despacio, nena— bramó él.
—Bien. Ya estamos aquí ¿Es lo que quería no? Ahora quiero que aclaremos lo nuestro— sentenció.
Jacob deliberó, bebió un trago, y la miro con esos oscuros ojos — ¿Qué quieres aclarar? ¿Lo nuestro? Creí que eso ya lo sabías, pensé que lo tenías claro. Solo coger y ya ¿No?
—¿Es lo que soy para ti? ¿Una zorra?
—No, claro que no. Pero en eso habíamos quedado ¿Acaso no recuerdas que fuiste tú quien empezó todo? Aún sabiendo que a mí no me interesaban las relaciones, ni las citas, ni nada de esas cursilerías.
Una rabieta estaba a punto de bullir, quería explotar en ese preciso instante y le importaba un carajo si salía volando por la ventana y se estrellaba contra el pavimento.
—Yo creí que podía cambiarte, supongo que me equivoqué garrafalmente al creer tal sandez— dijo con todo el orgullo que logró reunir, y luego añadió: — ¡Maldita sea la hora en que me metí contigo!
Jacob solo la observaba con esa mirada gélida y penetrante. La escuchaba perfectamente, pero no de la forma en la que quería. Pretendía que comprendiera sus necesidades e hiciera lo que quería, y si parecía un berrinche, pero para ella era importante, quería ser amada, amada de verdad, además se había hartado de eso, aunque fuese su propia idea.
—Entiendo— se limitó a decir Jacob.
—Solo eso dirás ¿Eh?— inquirió y se mortificó por la forma en que lo dijo, tan desesperada.
—Sí ¿Qué quieres que te diga? Si lo que quieres es terminar con esto, adelante, puedes irte, yo mismo te llevaré de vuelta a Flor Verde— bebió otro trago y le dio la espalda para dirigirse a la barra— ¿Quieres otra antes?
Ella asintió con la cabeza.
Estaba en evidente estado de indecisión. Él daba por hecho acabar aquello de una buena vez, solo debía decidir ella, le había lanzado la bola caliente y, esta estaba a punto de quemarla, y el tiempo se agotaba con prisa.
Jacob regresó con ella y de nuevo le dio una copa con ese líquido ámbar rosa, pero esta vez se alejó de ella y se fue a los ventanales, a mirar la espléndida vista nocturna del centro de Moressley. Mientras ella se quedó absorta en sus pensamientos.
Su mano vacilaba con la copa. Su cuerpo ardía. Sentía sofocarse por contener tanto sus impulsos. Su mente y su cuerpo no se entendían, la mente le gritaba irse, pero su cuerpo pedía roce, su pubis salpicaba y se le arremolinaban nubecitas en su vientre. Empujó la copa y bebió, despacio, el licor empezaba a hacer su embriagante efecto, despertando sus hormonas. Debía salir ya. Antes de que perdiera el poco autocontrol que le quedaba.
Se dirigió a la barra y dejó la copa. Luego giró sus talones y caminó hacia a puerta.
—Entonces ¿Te vas?—preguntó él desde el otro lado de la estancia.
—Dijiste que podía irme si quisiera, ya tomé mi decisión.
Jacob sonrió, pero no se le veía ni mota de gracia en su expresión camuflada tras una barba de tres días, era más bien sarcástica.
—Sí, así es— dio unas zancadas hacia ella.— Pero ¿De verdad quieres eso?
—Sí, eso quiero.
Él se plantó a pocos céntimetros de ella, podía oler su perfume, ese olor alocaba más sus ya inquietas hormonas.
Jacob se inclinó, cerca de su oído — ¿En serio?— murmuró, luego mordió el lóbulo de su oreja izquierda.
Percibía su respiración, aire caliente acariciando su piel, tenerlo tan cerca la inundaba de lujuria. Pero ella no quería ceder.
—No quiero más esto, Jacob— musitó.
—Y bien que te gustaba cuando te la metía, que hasta pedías te diera más duro— su voz era suave pero grave, besó su cuello provocándole un espasmo.
Aquellas palabras solo la hicieron enrojecer, y no de rubor, sino de ira, de un solo movimiento veloz su mano derecha voló hacia su cara y lo abofeteó.
Jacob sobó su mejilla magullada, pero en lugar de enfadarse hizo de nuevo esa enigmática sonrisa.
—Lo quieres, no puedes negarlo, nena.
—Lo que quiero es largarme de una puta vez.
Jacob Carson se pegó a ella y la rodeó con sus fuertes brazos.—Niégame que no sientes nada cuando te tocó, que tu cuerpo no se estremece cuando te miro y te digo cosas lascivas, tus ojos no mienten, están completamente dilatados, brillosos, llenos de lujuria y deseo, sé que quieres, lo deseas, nena.
No podía quitar su vista de los ojos de él, ni evitar mirar sus labios. Estaba petrificada. Su cuerpo se negaba a obedecerle y respondía a él como si la controlará a control remoto. El dominio que ejercía Jacob sobre ella era grande, la atraía, la atrapaba en su red, no podía soltarse, quería con todas sus fuerzas luchar, pero de la misma manera una fuerza mayor la empujaba hacia él, aletargando su sistema motriz.
Carla cerró los ojos para contrarrestarlo.
—Esta es la despedida, Jacob— dijo a voz queda.
Jacob asintió.— Si esta es la despedida, quiero hacértelo desenfrenadamente esta noche, para recordarte siempre.
La besó. Pero ella no movía un solo músculo de sus labios, sin embargo, no lo apartó, lo dejaba ser, la mano de él comenzó a descender en picada por su espalda, hasta su culo y sus piernas, le acariciaba con sutileza los muslos por encima de la tela de sus vaqueros, mientras besaba sus labios, no se pudo contener más y le agarró la cabeza correspondiéndole, besándolo con furia, con locura, ambos se comían la boca, se hurgaban, exploraban partes conocidas en sus cavidades con sus lenguas, se mordían y jugueteaban, saboreándose. Él sujetó sus nalgas con firmeza y ella brincó aferrando sus piernas en su cintura, seguían devorándose, emanaban calor de sus cuerpos, él la cargo y la recostó sobre el sofá y se disgregó de ella, agarro un control pequeño y bajó las luces.
Ella tocó su entrepierna con el pie.
—Quitate esto— dijo con voz dulce pero autoritaria.
Jacob elevó su pie y besó su planta.
—Te voy a coger de todas las maneras posibles, Carla Barzini, la noche apenas comienza.
En la tenue luz de la sala juntaron sus cuerpos en uno solo, sus siluetas se pegaban y chocaban, eufóricos, dieron rienda suelta a su pasión y su furia contenida. Ella viviría y disfrutaría de una noche inolvidable, aunque fuese la última.
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Comments
Unicornio magico🦄
Jacob queria besarla
2023-09-21
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