Capitulo 19

CARLA.

El tiempo pasaba desapercibido cuando lo compartía con sus amigos haciendo disparates o cualquier cosa en el receso antes de volver a las clases. Era la primera semana de junio de su último año de estudio. Aún no tenía clara la idea de que hacer cuando se graduará, poco se detenía en pensar en el futuro y en lo que le depararía este, se centraba solo y únicamente en el ahora y el hoy.

Ella quiso estudiar desde siempre, en sus travesuras de niña; cuando rayaba las paredes con crayola en figuras irreconocibles de varios colores y formas, a pesar del desastre que hacía, tal talento era innato. Al crecer un poco, en la etapa de su pre adolescencia comenzó a interesarse más, deseó profundizar los dibujos tanto en papel como en el lienzo, aprendió las técnicas básicas. A pesar de que a su madre le hubiese fascinado que ella siendo su hija le gustase el diseño textil y de moda, no obstante, si le gustaba en partes esa área, pero su pasión era el arte.

Después de salir de la universidad y, de despedirse de sus amigos tanto ella como Marcos se dirigieron hasta donde se les ocurriera detenerse.

Marcos se detuvo en frente de un parque bajo la brillante luz solar de las dos de la tarde.

—¿Qué tal te fue en clases?— le preguntó, caminando a su lado.

—Bien, aunque me aburren las teorías, yo soy más bien de hacer, de pintar que de escribir— respondió ella.

Él asintió con un ligero gruñido —. Te entiendo perfectamente. Que aburrida son las teorías, me duermo con solo mirar el tablero.

Carla y él sonrieron de una manera jovial. Su mente y su alma se relajaba cuando estaba a su lado.

—Yo he llegado a dormir en una vez, pero por suerte Val y unas compañeras me cubrieron para que la profesora no me pillará— dijo riendo al pensar en esa ocasión, una anécdota muy graciosa.

—Yo una vez tomé clases crudo— mencionó Marcos.

—¡¿Qué, en serio?! Vaya, eso sí que fue muy arriesgado.

—Total, a la final el maestro ni se enteró, pero si me miraba muy raro, a lo mejor sospechaba.

—Que miedo, donde te hubieran descubierto en ese estado de seguro que te suspendían o peor te echaban de la instrucción— manifestó Carla, con un poco de interés y preocupación hacia él por su pequeño problema con la bebida.

Ella sabía la condición de él, que le gustaba ingerir por lo menos una copa de alcohol en su organismo todos los días. Y aunque, tal cual no era algo gravísimo por el momento, puesto a que ella se ha embriagado en veces anteriores, pero, si sentía que debía decirle que cambiará, o mejor no cambiar, que modificará el trago en lugar de todos los días un día de por medio, con eso poco a poco se iría desprendiendo de ese hábito, que en corto no se notaba el daño para él, pero que a la larga sí que se empezaría a percibir los efectos de toda una vida bebiendo líquidos etílicos. Ella lo sabía mejor que nadie los efectos negativos y dañinos que el alcohol hacía en las personas, como su padre; quien bebía a borbotones como si fuese agua, y se volvía alguien totalmente diferente a como era cuando se encontraba sobrio, le causaba miedo verlo en ese estado, y más cuando se ponía agresivo con su madre, y debido a eso la relación se fragmentó por las incontables discusiones y peleas que a la final concluyeron su matrimonio.

En definidas cuentas, quería a Marcos, tal y como era, pero también quería que lo dejará, pero no hallaba la forma de decírselo.

—Por suerte, sí. Por eso procuro tener mesura cuando bebo, ya no combino las bebidas— dijo Marcos, ubicándose a su lado en una banca.

Ella lo miró con amor, tocó su cara y bebió la verdad reflejada en sus ojos cafés.

—Es tan normal ingerir alcohol, es algo muy común y corriente, pero cariño mío... no es muy normal que lo hagas todos los días— soltó con titubeó, nerviosa ante las palabras que salíeron de su boca.

Su miedo por cual sería su reacción por lo que acababa de mencionarle le carcomía por dentro, aunque lo que le dijo fue con todo el amor que le tenía.

—Carlota Antonia Barzini... ¿Acaso me estás llamando alcohólico?— escupió con la boca apretada.

La expresión que puso no le agradaba en lo absoluto, tampoco le gustó que la llamase por su nombre y menos completo, pero ya que tocó el tema debía mediar con él.

—Amorcito, no te estoy llamando así, para nada, no digas cosas que no he dicho y que mucho menos he pensado— en el fondo se sintió mentirosa porque si lo había pensado, pero se mordió la lengua y continuó:—. Yo te quiero como eres, tal cual, al derecho y al revés. Lo único que te quiero decir es que me gustaría que dejes el hábito que a diario haces.

Marcos, solo la miraba con reconmio, su ceño estaba muy fruncido —. Si me quisieras como soy no me dirías que cambiará.

Percató el peso de su mirada y percibió que se estaba germinando entre ambos la víspera de una discusión, y no era lo que quería en lo absoluto.

—No digas eso, por favor— dijo calmadamente, esperando que las cosas no se tensarán —. Estás malinterpretando lo que estoy diciendo, no quiero que cambies como eres, me refiero a tus hábitos, hay una diferencia.

A pesar de que la vista de Marcos se mantenía dura, parecía como si estuviera reparando en sus palabras, o eso creía, ansiando en que no discutieran. Era innecesario e improductivo. Algo que dañaría lo que estaban construyendo.

—Yo...— cerró la boca un segundo, atragantando las palabras—. No quiero hablar de eso en este momento, nena. Espero que me entiendas— finiquitó secante.

Carla supo en ese momento que iba a ser un tema muy discutible en su relación, que sin duda, tendría mucha relevancia y que no sabía como saldría librada la situación. Y no estaba en sus planes cortarle, no, sobre todo cuando sentía complementada con él, y lo especial que la hacía sentir, eso era una cosa aparte de lo que era, y algo importante del porqué andaban, por tal motivo la simple idea de terminar le sabría lo mismo que una muerte lenta y dolorosa. Que extraña era ¿no que no iba a solo divertirse con los hombres? Ahora estaba enamorándose..., tirando por la borda lo que pensó con tanta nerviosidad.

—Está bien— dijo ella.

Marcos se levantó de su asiento.

—Ven, te llevaré a casa— le tendió una mano y le ayudó a ponerse de pie.

Ella quiso protestar, ¿cómo que llevarla a casa? No estaba interesada en regresar a su casa tan pronto. Pero, se mantuvo callada, en un raro momento de sumisión, recordando un poco el tiempo que pasó con Jacob.

...***...

Los cojines se sentían tan suaves. Estaba recostada en su cama escuchando las canciones que le acariciaban el alma y la envolvían, que le hacían desbordar emociones al rojo vivo. Cuando escuchaba y cantaba las letras se sentía liberada, feliz, como si corriera en un campo repleto de rosas de colores. Agudizaban sus sentidos y le otorgaban un alto nivel en placeres que ni el sexo le daba, o bueno; eran dos cosas distintas y generaban diferentes sensaciones, pero en lo que sí se asemejaban era que ambos servían para relajarse y que estimulaban su cuerpo y mente llenándola de dopamina pura, un sentimiento total y notablemente inefable.

Estaba tan sumida en el trance sinfónico que ni siquiera se fijó en la hora, pero de seguro que era de noche.

Tampoco le importó alzar la voz en octavas agudas y... desafinadas.

O era lo que se pensaba o no, pero se hallaba en un claro momento de exaltación provocado por la música a todo timbal en sus oídos, y por la mala pasada de esta tarde con su novio, combinada por la melodía y letra nuevamente similar a lo que sentía mientras escuchaba; the only exception de Paramore.

...When I was younger I saw my daddy cry...

...(Cuando era más joven vi a mi padre llorar)...

...And curse at the wind...

...(Y maldecir al viento)...

...He broke his own heart and I watched...

...(Rompió su propio corazón y yo vi)...

...As he tried to reassemble it...

...(Como él trató de repararlo)...

Su diafragma se contraía, verdaderamente se apreciaba el esfuerzo que estaba haciendo, como si compitiera en un torneo de voz, pero la que gritará más fuerte.

La letra se ponía más melancólica y su tono de voz más fuerte.

...And my momma swore that she would...

...(Y mi mamá juró que ella)...

...Never let herself forget...

...(Nunca se permitiría olvidarse)...

...And that was the day that I promised...

...(Y ese fue el día en que prometí)...

...I'd never sing of love if it does not exist...

...(Que yo nunca cantaría sobre amor, si no existe)...

Su corazón le latía rápido, y sus sentimientos a flor de piel. Sentía la canción tan suya. Vociferaba sin detenerse a pensar que parecía una niña de 8 años. La canción seguía a un ritmo romántico con la guitarra y la dulce voz de la artista, no obstante, le parecía lo más soledoso. Y el coro lo cantaba con todo corazón y sentimiento.

...But, darling, you are the only exception...

...(Pero, mi cielo, eres la única excepción)...

...You are the only exception...

...(Eres la única excepción)...

...You are the only exception...

...(Eres la única excepción)...

...You are the only exception...

...(Eres la única excepción)...

En su mente cantaba de forma profesional, subida en el escenario y un montón de personas viendo y coreando la canción junto a ella. Las paredes amortiguaban los gritos que seguramente le resultaría molesto e irritante a cualquiera capaz de atreverse a escucharla.

Cuando la canción hubo acabado, sentía su garganta reseca y un poco adolorida, Pero nada le importaba en ese instante más que desahogar sus sentimientos. Quemando la furia de su interior, porque conociéndose a sí misma podría cambiar de humor en cualquier segundo. Y controlarlo no era nada sencillo.

El sonido de una notificación le llegó a sus oídos silenciando un segundo la música.

Era Marcos.

Abrió el mensaje:

Marcos:

《Hola, bonita. Simplemente, quiero decirte que lo siento, lo siento por haberme portado como un completo idiota, sé que quieres lo mejor para mí, lo notó en la forma en que ves, en como me hablas, yo también quiero lo mejor para ti, y por eso, quiero mejorar para ser digno de ti, solo si me lo permites.》.

Una corriente de dulzura la inundó por dentro. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, no eran de nostalgia, estaba muy sensible y eso, pero esas lágrimas eran de alegría, de felicidad inexplicable.

Accionó la caja de mensajes y tecleó en la pantalla.

^^^Carla:^^^

^^^《Te quiero conmigo, y sí, te lo permito.》.^^^

La respuesta de él llegó casi al instante.

Marcos:

《Genial ;), estoy saltando en un solo pie si me vieras te reirías.》.

Sonrío sin poder evitarlo. Quería verlo.

^^^Carla:^^^

^^^《¿Y sí hacemos video llamada?. 》^^^

Bastaron solo unos segundos para su recibir la contestación nuevamente.

Marcos:

《Sí, ya te marcó.》.

Carla se enjugó las poquitas gotas que empañaron sus ojos y se arregló lo más que pudo. Al minuto recibió una videollamada entrante y contestó.

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Unicornio magico🦄

Unicornio magico🦄

Carla estudio arte por sus travesuras deniña

2023-10-12

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