Mientras la expedición hacia Kiosef sucedía, el emperador actuó en contra de su maestra por primera vez. Luego de escuchar los reportes de sus aliados y la verdad sobre el sello mágico en su padre, aliado y madrastra, Abraham decidió infiltrarse en Raintras junto a Erika y un caballero de su guardia real (sir Wester). Lo pensó durante días aislado de todos y ahogado en su trabajo, procesando tanta información y aceptando si en verdad fue engañado por la única persona que lo apoyó en su momento de más desesperación.
Un día después de que la expedición a Kiosef partiera, tres personas en el palacio imperial se reunieron en la noche en uno de los tantos sótanos secretos para un viaje mediante magia hacia un territorio peligroso: el ducado Raintras. Con la magia del emperador, viajaron a través de las sombras hacia un gran bosque que la ex princesa Erika conocía bien (pues estaba cerca del hogar donde nació y creció hasta que decidió escapar). Ella no se sintió bien al sentir el viento nocturno de Raintras y ver más allá el resplandeciente palacio de oro.
—La seguridad está a otro nivel, sobre todo desde que escapé —dijo Erika—. Si usas magia nos delataras, así que debemos ir a pie y usar el lugar por donde escape.
—¿Cómo está segura de que ese lugar siga siendo seguro? —preguntó sir Wester.
—Porque el espía de mi hermana lo usa para ingresar y salir sin ser visto por mi madre. Es un lugar especial que solo ella y yo sabemos gracias a mi padre.
—Si el espía pudo ingresar, nosotros también… —Abraham no apartó la vista del palacio hasta que su escolta le recomendó descansar por lo tarde que era.
Los tres intrusos en Raintras durmieron en las altas ramas de los grandes árboles, amarrados a los troncos y callados ante los ruidos del bosque. Pero ninguno pudo conciliar el sueño, con los ojos abiertos observaban lo que sea o simplemente nada. Cada quien luchaba contra sus propios problemas internamente, lo que los llevó a dormir tarde pero despertar temprano. Degustaron un desayuno ligero antes de que el sol saliera por completo, cambiaron sus ropas a simples campesinos ocultando sus rostros gracias a la magia de Erika y caminaron hasta el pueblo más cercano. No les fue difícil mezclarse entre la gente sin llamar la atención. Raintras era el ducado más rico por sus grandes minas, así que el comercio era bueno junto a las grandes visitas extranjeras. Poco a poco avanzaron hasta el pueblo cercano al palacio y ahí se quedaron en una posada fingiendo ser de Arank como tres hermanos. Las medidas de seguridad eran estrictas por la fuga de información, pero ellos estaban preparados para evadir cualquier duda de su llegada.
Al anochecer, salieron de la posada como sombras rápidas usando únicamente sus habilidades físicas para correr, esconderse y avanzar con sigilo. Erika los guió hasta un río pequeño y poco circulado, pues estaba conectado a un canal de alcantarillado. Rápidamente ingresaron al agua y comenzaron a nadar contra la corriente tomando aire cada cierto tiempo hasta divisar las murallas. El río era ignorado por los guardias debido a que las rejas de los conductos eran impenetrables, pero ellos ignoraban que nadando más abajo había una entrada. Dependía bastante de la resistencia para llegar a tal profundidad, cruzar y luego nadar hacia arriba. Pero eran dos caballeros y una maga fugitiva de su propia madre. Salieron por una grieta entre las rocas y se ocultaron. El pasaje era estrecho pero gracias a eso pasaba inadvertido. Al fin habían entrado al palacio dorado de Raintras, todo lo que quedaba era cruzar el laberinto de túneles y soportar el aroma del drenaje. Erika noto que nada cambió abajo, ni siquiera el número de ratas que aparecían, no tuvo problemas para recordar el camino hacia un invernadero de calabazas.
“Este era nuestro refugio”, recordó la ex princesa. Su mente la llevó a los días en que corría a tal lugar para ver a su gentil padre cosechando calabazas. El invernadero lo construyó él y aprovechando la poca atención de su esposa, creó una salida para escapar de la presión que conllevaba su matrimonio arreglado. Luego les enseñó a sus hijas el secreto para que ellas también pudieran huir de vez en cuando a divertirse o nunca más volver. Desde el exilio del duque, el invernadero de calabazas quedó a cuidado de las princesas y luego de la menor de ellas. Erika se sintió más culpable al notar el perfecto cuidado que tuvo su hermana con su lugar favorito.
—Erika, no te distraigas… llévame a la oficina de tu madre —dijo Abraham interrumpiendo los recuerdos de la ex princesa.
—Sí, lo siento… Ahora debemos estar atentos, aun con la información del espía no será sencillo llegar a salvo.
Crear una distracción no era opcional, los guardias eran más que suficientes para cubrir cada punto sin que otros dejaran sus puestos. La única manera de evadirlos era en el cambio de turno que sucedía a las seis de la mañana. Por lo que debían revisar la oficina principal a plena luz del día y con un tiempo de quince minutos antes de que llegara la limpieza. La duquesa dorada estaba en las fronteras, por lo que el momento era más que perfecto.
“Ningún espía pudo infiltrarse en la oficina principal, pero con Abraham es posible. Sin duda hallaremos algo que la señale como una traidora. Así Rosenia podrá ser duquesa y criar a su hijo sin temor junto al hombre que ama”. Erika los guió hasta su vieja habitación y ahí aguardaron.
A las cinco y media, los tres se movieron entre las paredes, pasillos y cuartos hasta las puertas de la oficina principal. Cuando el reloj dio las seis en punto, los cuatro guardias se movieron y los infiltrados salieron de su escondite. Sir Wester abrió la cerradura (no era opción usar magia cuando el espía confirmó que cada cerradura reaccionaba al maná). Una vez dentro, Abraham se concentró en busca de cualquier secreto controlando su magia al mínimo. Erika revisaba los cajones y Wester las estanterías.
Para el recipiente del gran dragón no fue complicado descubrir un compartimento secreto detrás de la pared donde colgaba un retrato. Abrir el cerrojo fue tarea del escolta y tardó varios minutos girando la manija para dar con la combinación. Cuando lo logró, noto que activaría un contador si abría la puerta. Abraham se arriesgó y usó su magia para congelar el aparato. Por supuesto que no tenían planeado llevarse nada. En un corto tiempo y en un lugar peligroso, revisarán lo que sea que encontraran y se retirarían dejando todo intacto. Dentro de la caja había muchos papeles y una cadena de oro. El caballero y el emperador le dieron prioridad a los papeles, leyeron rápido consiguiendo solo datos de la pólvora, informes de Verlur y datos de algunas personas. Erika tomó el colgante y al abrirlo noto que se trataba de un regalo romántico de un hombre hacia una mujer. Había iniciales que memorizo y trato de adivinar, pues sabía que su madre no ocultaría algo así dentro de su caja si no fuera importante.
—Erika, dijiste que eres una maga mestiza por ser descendiente lejana —dijo Abraham.
—Así es, fue lo que me dijeron los magos de Dareinka, por eso no tengo tan buena afinidad con el maná como ellos.
—Si un simple humano y un mago tienen un hijo, este será un mago por completo. Fue lo que me enseñó mi madre de pequeño, por eso antes había demasiados magos.
—No entiendo a qué te refieres…
—Erika, tu padre es un mago…
En cuanto oyó eso, tomó el papel que Abraham no soltó y ahí vio el dibujo a mano del rostro de su padre y varios datos detallados sobre su vida. Apretó la hoja al notar la palabra mago marcada con tinte rojo. Entonces, Abraham mencionó el verdadero problema:
—No es que seas una maga mestiza, Erika… Te robaron la mitad de tu poder y seguro que fue al nacer. Robar maná es una habilidad única de los magos oscuros… —Abraham supo que el tiempo se acabó, pero se quedó inmerso en la posible verdad: su maestra lo traicionó.
—La duquesa dorada no permitiría que magos oscuros se acercaran a sus únicas hijas —dijo sir Wester—. Y para nada pasaría por alto el hecho de que una de ellas tuviera magia, o más bien las dos… Su majestad, esto prueba que la duquesa Raintras se casó con un mago con la intención de que sus hijas tuvieran afinidad con el maná. Pero no sé qué decir sobre el hecho de que su hija mayor tiene la mitad de su magia y la menor no tiene nada.
“Ella siempre supo que era una maga… ¿Por qué me dejó escapar…?” Erika tuvo miedo ante la horrible suposición de que tal vez nunca logró escapar de las garras de su madre. “Yo… ¿realmente logre escapar?”
—Se acabó el tiempo, ya vienen las mucamas… —advirtió Wester a las dos personas paralizadas por el descubrimiento en sus manos. El escolta no perdió el tiempo, les arrebató los papeles y el colgante para dejarlos en la caja como estaban. Luego cerró todo: la caja, la pared y finalmente el cuadro—. Debemos irnos, su majestad…
Abraham reacciono y tomo las manos de los otros dos para desaparecer de la oficina principal. Las reliquias antiguas dentro reaccionaron y alertaron a los guardias, pero solo hallaron todo como estaba sin señales de intrusión. Aún así, comenzaron a revisar todo meticulosamente y enviar un informe a su señora. Los intrusos aparecieron de nuevo en el palacio imperial, sir Wester llamo a los otros guardias reales para ayudar al emperador agotado por el largo viaje que hizo con su magia. Por su parte, Erika rechazó toda ayuda y corrió a su cuarto. Los dos se quedaron callados, pensativos e inquietos por lo que descubrieron. En sus alteradas mentes, se formaban ideas de las intenciones de la duquesa dorada en base a su relación con los magos.
Mientras tanto, el general Henry pronto regresaría con más problemas que informar, pero otro asunto crecía en el palacio. Diannel aprovechó su tiempo libre para leer cada diario de la emperatriz Adeleida. Se reunió con la princesa heredera para enseñarle todo y saber lo que harían a continuación. Uno de los diarios se quedó en las manos de Rosenia quien aún no asimilaba lo que oyó de la boca de su amiga y lo que leyó con sus propios ojos.
—Es imposible… —susurro aturdida.
—Tú misma lo leíste… La emperatriz Adeleida tuvo un amante con quien tuvo dos hijos, o más bien dos hijas: las princesas Jennifer y Eleonor. Significa que todas las descendientes de Raintras tienen derecho a la corona del imperio porque la sangre real corre por sus venas.
—Mi abuelo… entonces ¿Qué demonios sucedió, Diannel?
“El anterior duque Raintras y la famosa benevolente emperatriz, un romance que nunca salió a la luz”. Diannel supo que Jennifer no le mintió: ella y su hermana eran hijas del mismo padre y madre. Dos hijas nacidas fuera del matrimonio, dos bastardas con sangre real.
—¿Mi tía lo sabía, Diannel? ¿Acaso se casó con el emperador Antonio sabiendo la verdad?
—Tenía la sospecha de que la ex emperatriz Eleonor era una hija ilegítima y que ella lo sabía. Si es así, entonces ella no dudó en casarse con su medio hermano para ascender. Lo que explicaría la personalidad retorcida del fallecido príncipe Joharel.
—Heitor castiga el incesto… Los sacerdotes siempre dicen que la lujuria entre familia solo da paso a las aberraciones imperdonables.
—Rosenia, por ahora el asunto más importante es saber si tu madre lo sabía o no. Jennifer defendió la legitimidad de su hermana a pesar de que era su enemiga. Pero si lo sabía, entonces la protegió para protegerse a sí misma.
—Esto solo me confunde más… Una vez escuche que mi abuelo intentó matar a mi madre y enloqueció porque nunca lo consiguió. Mi abuela siempre odio a mi tía y estaba obsesionada en convertir a mi madre en la princesa heredera.
—Tal vez tu abuelo le mintió con el nacimiento de tu madre, pero no pudo hacerlo con tu tía. Debió creer que una fue su hija y la otra no, cuando la verdad es que ninguna lo fue.
—Pero, ¿Por qué mi abuelo trataría de matar a mi madre si era hija de la emperatriz Adeleida? ¡Estos diarios dicen cuanto se amaban, no tiene sentido que intente matar al fruto de su romance infiel! ¡Ah…! ¡Diannel, esto solo me confunde más!
—Cuanto más descubrimos del ducado Raintras, más confuso se vuelve la verdad. Por ahora me preocupa más el hecho de que la duquesa dorada supiera que toda su familia tiene derecho al trono. Porque si no es convertirte en emperatriz, ¿Qué busca con todo esto?
“¿Cuál es el sueño que persigues, duquesa Jennifer? Si no es el trono, ¿Cuál es la meta al final de tu largo recorrido?”
Diannel tuvo un presentimiento: se acercaban días oscuros de secretos, conspiraciones y posibles conflictos bélicos. Porque no veía paz en la misión de derribar a la duquesa dorada y poner a su segunda hija en el poder. Sin embargo, era un hecho que ya nadie confiaba en ella en la capital, ni siquiera Abraham, su discípulo ahora convertido en emperador.
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Comments
Bertha Ramirez
me como las uñas con cada capitulo
2024-06-29
0
Alicia Quintana
cada capítulo se enreda más y se pone más interesante
2024-05-09
1
Andy Gonzalez
que cosa más enredada
2023-09-29
2