A una noche del nuevo entrenamiento mental, Diannel no podía conciliar el sueño y rodaba en su cama de vez en cuando y de un lado a otro. Por eso agradeció internamente al sirviente que tocó su puerta a altas horas de la noche, no le importaba la noticia que traía, solo quería despejar la mente con cualquier cosa, y funcionó. El mensaje indicaba que el emperador la llamó a su oficina rápidamente, ella se puso una bata y así camino con una preocupación extraña en su pecho. Al llegar, vio a Abraham con ropa casual, al conde Henry y a Erika. No pudo preguntar que sucedía al notar un trozo de espejo flotando en la mesa principal y la voz que provenía con un tono arrogante y furioso: la Cierva Indomable:
—Ayer, magos oscuros atacaron el bosque Velkan en busca del guardián. Mi ejército logró detenerlos, aunque una parte del terreno sagrado para mi familia quedó incinerada y varios soldados murieron, pero al menos no lograron su propósito.
—Mi amigo estuvo persiguiendo cualquier rastro de los magos oscuros desde el desastre de la villa, pero no obtuvo nada hasta ahora —dijo Erika refiriéndose a Quill—. Duquesa Lershe, por favor permita que mi amigo investigue el bosque, seguro quedaron rastros o alguna pista.
—Lo permitiré, aunque creo saber la identidad de uno de ellos. Uno de mis comandantes se tomó la molestia de recordar sus rostros y dibujar bocetos, reconocí uno en particular. Diannel, quiero dejar en claro que nunca sospecharía de ti, por eso le pedí al emperador que te llamara.
—¿De qué hablas?
—Tu madre estuvo en el bosque —ante la respuesta de su amiga, Diannel dejó de respirar por un momento. El rostro de Akemi invadió su mente junto a un miedo que todavía no comprendía su origen—. Fue la maga oscura que más daño causó, te aseguro que no es ningún engaño. Por fortuna, nadie más que yo en mi territorio conoce a esa mujer o el parecido que tiene contigo.
—La duquesa Lershe tuvo la gentileza de compartir un importante secreto familiar con nosotros —dijo Abraham—. El ciervo guardián es el antiguo rey mago Airen de Vairan, el antiguo reino antes del ducado Lershe, quien además poseía la magia de abrir puertas hacia el cielo. Y por desgracia es una magia más peligrosa de lo que suena. Mi madre tenía un capítulo especial en uno de sus escritos. El peligro en sí no eran las puertas, sino quien entraba por ellas. Todo en el más allá es un poder diferente al maná y superior a la divinidad. Es el mundo dominado por Heitor luego de morir aquí y se supone que solo el Árbol Sagrado tenía la mínima conexión con ese mundo. Dudo mucho que los magos oscuros se arriesgaran a revelarse si no supieran qué hacer con el ciervo.
—Si esa mujer es una maga oscura, supongo que es la responsable de las serpientes y los escorpiones gigantes —comentó Diannel nada contenta—. Pero, ¿Cómo es que logró caminar por días en Venesten sin que nadie sospechara nada?
—Debe ser de alto rango —le respondió Erika—. Soy mestiza, así que entiendo porque no me di cuenta, pero haber engañado a Abraham, a Vitto y hasta los sacerdotes… No es una simple aficionada, debió practicar durante años para conseguir un control y alcance sorprendentes.
—Me pareció sospechoso que una maga oscura se prestara al plan del fallecido príncipe Joharel sobre secuestra a su hijo, duquesa —dijo Henry—. Entonces investigué más y uno de los templarios sobrevivientes recordó que el usurpador encargó un paquete desde Verlur que luego entregó a alguien luego de los ataques de los animales. De seguro pidió un pago y seguro que no fue nada bueno o barato…
—Hojas del Árbol Sagrado —interrumpió Erika—, son puras en poder divino, así que reaccionan a las magias más poderosas.
—Lionert… —susurró Diannel llamando la atención de todos—. Vino aquí por otros motivos, uso al príncipe Joharel para entrar a Venesten, se ocultó a la perfección bajo la fachada de una ebria demente y… tuvo que ser ella la que revivió a Lionert.
—Los magos oscuros reviven guerreros de antaño para que sean sus guerreros, pero no debió funcionar con el tirano de Almatz —comentó Erika.
—Estoy perdida… —dijo Silvein—. ¿Lionert? ¿Almatz? ¿Acaso no hablan del peor de los tiranos como si estuviera vivo?
Diannel no tardó en revelarle todo sobre Lionert y el hada lo más rápido que pudo. Luego, todos comenzaron a hablar sobre armar una defensa en el bosque Velkan bajo la premisa de que los magos oscuros regresarán al no obtener lo que buscaban. Abraham ordenó que Akemi fuera buscada como una peligrosa criminal, mientras que Erika no tardó en repetir el tráfico de animales en Raintras junto a las sospechas de que su madre podría estar relacionada con los magos oscuros. En toda la reunión, Diannel apenas dijo algo, pues la revelación de una vieja maldición resonaba en sus oídos: Se necesita una magia oscura poderosa para despertar la maldición.
“Comienza a tener sentido, no nací por una aventura o una simple ambición de ser duquesa. La perfección que buscabas en mí no era ser una belleza de Arank. Una maga oscura solo persigue una cosa: la liberación de su Diosa”.
Los ojos dementes de su madre comenzaron a pesarle a Diannel, las voces cercanas comenzaban a hacerle extrañamente lejanas y sentía como el aire se iba. La cruel imagen de su madre ahorcándola la invadió, unos horribles hilos de sangre controlaban su cuerpo y el asco de sentirse controlada casi la hacía perder el control de sus emociones. Abraham la llamó al notarla tan perdida, su voz varonil preocupada despertó a su amante del trance y la hizo compartir una peligrosa suposición sobre Akemi:
—Erika dijo que esa mujer debió entrenar durante años para ser tan poderosa… Akemi se quejaba de cómo su sueño se frustró por mi culpa porque no fui lo que esperaba. Creo que no se refería a mi físico en particular, sino a ser otra cosa… Creí que solo era una loca y adicta al alcohol, pero ahora no lo sé… ¿Qué tal si buscaba dar a luz un recipiente para su Diosa?
—Si es así, ¿Por qué decidió ir con los Arank? —preguntó Silvein.
—No, al contrario… los Verlur habrían sido un obstáculo para tal plan —dijo Erika—. Si hay que pensar en una razón de porqué escogió al duque Arank, creo que sería Lionert y la maldición. Un nigromante poderoso que protegiera la vida del recipiente, pero su plan no funcionó. Diannel, no fuiste el recipiente del hada hasta dos años atrás y Lionert no te protege del todo.
—Aun así es favorable para esa mujer, porque casi pierdo el control cuando se robó a mi hijo y ella lo sabía… ¡Sabía que ya era el recipiente cuando me vio! ¡Me atormento solo para volverme loca y yo no podía hacer nada contra ella! ¡Seguro que hizo algo conmigo al tenerme…!
—Tranquila, Diannel…—Abraham intentó calmarla, pero ella se levantó y alejó.
—¡Me daba miedo y no sé porque sentía que no debía ir en su contra! ¡Seguro que hizo algo y se aprovechó de eso para humillarme, atormentarme y…! ¡Me venció con solo aparecer!
—¡Ya calmante! —Abraham la tomó en sus brazos al notarla tan alterada—. Debes calmarte, no permitas que gane al caer de esta forma.
—Ese es el problema… —ella confesó, asustada y enojada—. Fortalecí mi carácter, no me permití perder contra mis enemigos, ni el dolor me hizo suplicar piedad o temblar de miedo… Pero ella, esa mujer que me dio a luz… con solo aparecer me convirtió en la joven débil que fui. ¿Lo entiendes? ¡Y ella lo sabe y seguro que volverá para terminar lo que empezó! ¡Sabe que no me volví loca y seguro que ya planea cómo hacerme perder el control de nuevo! ¡Mi hijo…! —su respiración se aceleró tanto que Abraham intentó sentarla, pero Diannel no cedió—. ¡Dimitri sigue en peligro, ella lo volverá a usar en mi contra y está lejos de mí!
—¡Tu hijo está a salvo! —Abraham tomó su rostro para que ella lo mirara—. Escúchame, tu hijo está bien porque tu esposo, aunque sea un infeliz desgraciado, sigue siendo fuerte y no puede permitirse perder otra vez a su primogénito.
—¡Oliver no puede, esta demente trabando sin descansar y bebiendo por las noches y los caballeros serán menos con la orden de proteger los templos! ¡Ella aprovechará ese momento para llevárselo de nuevo! ¡Bram no puedo…!
—¡Y yo no puedo estar tranquilo con una maga oscura rondando libremente por mi imperio! ¡No eres la única preocupada aquí, pero debes controlarte!
—Si me lo permite, podríamos preparar un plan para su hijo, duquesa… —dijo Henry—. Un señuelo en caso de que ocurra otro secuestro. Su hermano tiene espías dentro, podrán meter la idea en los comandantes y ellos lo harán.
—Diannel, tú debes concentrarte en otra cosa —hablo Silvein cansada de la larga reunión y el exceso de trabajo—. Si tienes razón sobre las intenciones de Akemi, lo mejor que puedes hacer es frustrar sus planes controlando a esa cosa que vive contigo… Ella te quería como recipiente, pero dijiste que no estabas dispuesta a vivir como uno más tiempo. ¿No es por eso que comenzaste todo tu entrenamiento? Si tú eres la que controla, ella no podrá ir en tu contra.
—Es cierto… —continuó Erika—, me parecía peligroso pero ahora es un camino que debes seguir sin distracciones. Si quieres enfrentarla, primero domina el poder que contienes y no tendrás que sentir miedo de ella nunca más.
—Puedo dirigir el entrenamiento mental —Henry se ofreció—, su majestad, usted estará ocupado lidiando con todo esto y las sospechas de la señorita Erika. Y soy quien conoce mejor todo lo que sufrió para controlar a lo que habita dentro de su alma.
Esa noche ninguno de ellos pudo dormir, a la mañana siguiente, Maydi llegó con el desayuno de su señora y casi lanzó un grito al verla tan mal. Su señora quería levantarse e ir al palacio del norte, pero su joven doncella le envió el mensaje del conde Henry:
—El alto general me pidió informarle que el entrenamiento comenzará luego del almuerzo, dijo que primero debía descansar bien o sería demasiado agotador, mi señora.
—Parece que noto que no pude dormir, gracias Maydi. Dime, ¿y los niños?
—En sus clases, están dispuestos a hacerla sentir orgullosa estudiando mucho.
—¿Y la futura pareja de esposos?
—Mi hermana, que no puede esperar a vestir de blanco fue a ver a Celia gracias a su permiso, mi señora. Y Giovanni está en la sede de los leones negros. Le va muy bien, siempre llega contento con varios caballeros que lo tratan amistosamente.
—Me alegro, tú también descansa Maydi, trataré de dormir para tener fuerzas.
—Sí, mi señora. ¡Ah! Casi lo olvido, el informante que contrató llegó temprano en la mañana con lo que solicito. Dijo que halló a una empleada que trabajó en el palacio de la emperatriz durante los años que indico. Según su reporte… —le entregó el papel mientras relataba el contenido—, la fallecida emperatriz Adeleida tenía muchos diarios que guardo en un “espejo arrogante”. No entendí eso último y el informante tampoco.
—¿Espejo arrogante? Es su retrato… debo ir a verlo…
—Ah, pero debe descansar mi señora, si quiere yo puedo ir a verlo.
—Gracias, Maydi… Primero, pide el permiso al barón Jell para ver el salón de retratos. Seguro que hay algo detrás o más oculto para que no sea visto por el servicio de limpieza.
Luego de lograr que su señora durmiera, la joven doncella se retiró con la charola llena de platos y tazas vacías. Contenta por la recuperación del apetito de la duquesa, dejó todo en la cocina más cercana y buscó al secretario del consejo para solicitar el permiso. El barón Jell se mostró excepto al principio por temor a que se arruinara un retrato de la familia imperial, pero al tratarse de la duquesa Verlur decidió ceder supervisando a la joven doncella. De camino al salón de retratos, Maydi escuchó todo lo que pudo de la emperatriz que su señora investigaba y al llegar, se quedó boca abierta por la belleza santa de tal mujer.
—Parece un ángel… —dijo ante el gran retrato de una mujer de cabellera grisácea y ojos miel en un espléndido, elegante y sencillo vestido blanco con detalles imperiales y la corona sobre su cabeza. A diferencia de los otros retratos, ella no estaba sentada en su trono con una expresión seria. Sonreía inocentemente sentada en el césped con un zorzal en su mano y hojas bailando gracias al viento a su alrededor.
—Adeleida Luna Cafder, sin duda era hermosa y fue una emperatriz bondadosa. Nadie comprendió porque el emperador de aquel entonces la odiaba y engañaba, pero siempre contó con el amor de su pueblo para seguir adelante, tanto como gobernante y madre.
—Sin duda… ¿Es posible que ella haya podido esconder algo en su retrato?
—¿Cómo qué?
—Tal vez un diario…
—¿Un diario? Señorita, la limpieza es estricta en todo el palacio y dudo mucho que encuentres una piedra entre el marco o detrás. Pero los retratos a veces guardan muchos secretos, solo hay que mirar con atención.
Maydi siguió el consejo del barón y se concentró únicamente en observar el cuadro. Las clases de Elías le recordaron el estilo de pintura, el nombre del autor, el significado en los colores, formas y gestos. Durante unos minutos no tuvo alguna idea de cómo el cuadro escondería más de un solo diario, hasta que noto los ojos de la emperatriz: no miraban al frente, sino al lado derecho inferior con tanta sutileza que no era notado en las primeras observaciones. Siguió la dirección de la mirada hasta dar con un pequeño pilar grueso. La joven doncella lo tocó esperando encontrar algo y sintió como una parte se hundía con una ligera presión: era un hueco oculto con una llave bastante empolvada y oxidada. El barón la tomó al reconocer el sello en la parte superior: era el símbolo del palacio de las esmeraldas que quedó algo destruido por el ataque de los escorpiones gigantes.
Ninguno lo pensó dos veces para dirigirse a dicho palacio y encontrar el cerrojo de la llave. Afortunadamente no buscaron mucho pues una sirvienta les informó que el ático contenía varios objetos que no fueron desechados por orden de la emperatriz Adeleida. Dentro del viejo almacén encontraron un baúl muy grande con el cerrojo oxidado pero con el mismo patrón de la llave. El barón tuvo la amabilidad de llevarse todo al palacio imperial y llamar a un cerrajero para solucionar el problema de la oxidación. El gran baúl no fue abierto hasta después del almuerzo con la duquesa Verlur presente, en su interior se revelaron varios diarios acomodados y cubiertos para evitar su descomposición. Diannel tomó lo primero que pudo y lo abrió con cuidado para leer el contenido.
—El emperador tenía razones para odiar a su esposa… —dijo sin apartar la vista del cuaderno ante las inquietantes miradas del barón y su doncella. Dejó el diario y tomó otro, pasando páginas a páginas logró descubrir un antiguo secreto olvidado—. Adeleida tenía un amante… y al parecer tuvo hijos que logró ocultar.
Diannel reveló las notas de Adeleida donde escribió lo feliz que estaba de dos embarazos luego de su primer hijo con el emperador. Lo que leyó después la asustó: eran burlas, insultos y crueles pensamientos hacia su propio esposo que contrastaba con su dulce personalidad.
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Comments
milagros estanga
Cada capítulo leído me deja muda de la emoción. Gracias autora por cada capítulo. Te adoro 🥰🥰
2023-10-01
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Naive Romero
excelente a valido la espera
2023-09-27
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Faty
jajajajajaja mejor no lo defiendas Bram!! 😂😂
2023-09-27
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