CAPÍTULO 13

En el palacio del norte, aislado de cualquier espía o persona curiosa, se llevaba a cabo una inusual reunión entre el emperador, los leones rojos y el resucitado Lionert “Corazón Negro”. Varios caballeros se posicionaron alrededor del campo de entrenamiento interior aguardando la llegada del monstruo que derrotó fácilmente a los magos. Su llegada fue ruidosa, sus alas cambiaron los vientos y su presencia recordaba a los hombres presentes el peligro devorador de los monstruos junto a una extraña intimidación propia de un antiguo tirano.

—¿Pidió verme? —preguntó el ser deformado entre la carne humana y monstruosa, con grandes alas de cuervo, cubierto de armadura y garras filosas amenazantes.

—Estoy en duda sobre si matar al monstruo que pasea libremente por el imperio o escuchar la razón por la que debería dejarlo vivir.

—¿Y por qué cree que debería suplicar por mi vida? Nunca lo hice y nunca lo haré, menos ante un hombre que apenas empieza como gobernante y se hace llamar emperador.

—¡¿Te atreves a insultar al emperador?! —Damián enfureció primero y con la mano en la empuñadura de su espada estaba preparado para eliminar al monstruo a la primera orden.

—Diannel tenía razón: sigues viviendo en el pasado, arrepentido de perderlo todo —pero Abraham aun no quería pelear, tan solo probar hasta qué punto llegaba la paciencia del tirano.

—Ahora yo estoy en duda sobre si matarlo o no —Lionert avanzó hacia el emperador, con pasos ligeros pero con el aura amenazante cada vez más pesada.

—Creí que no tenía interés en ser popular, Lionert de Almatz… —Abraham también avanzó ordenando que nadie interviniera—. En cuanto lance el primer golpe, le aseguro que su regreso será anunciado junto a su segunda muerte.

Sucedió rápidamente, nadie pudo prepararse con antelación para atestiguar un poderoso combate entre el más cruel tirano y el actual emperador. Durante los primeros ataques, ambos hombres se dieron cuenta de la habilidad del otro. Lionert supo que su oponente ya no era el mismo de aquella noche en el bosque, su fuerza y control mejoraron. El recipiente del dragón estaba evolucionando lentamente, pero en cada segundo que respiraba. Por su parte, Abraham se enfrentó a la famosa técnica del tirano que combinaba combate cuerpo a cuerpo y esgrima. Una sola mano levantaba la espada y la otra golpeaba a su enemigo, pero en una nueva forma de monstruo, cada parte de su cuerpo era un arma mortal.

—¡Admirable esgrimista, pero demasiado joven aún! —grito Lionert aumentando la secuencia de ataques y preocupando a los demás caballeros—. ¡Necesitas más años para mejorar!

—Gracias por el consejo… —con la sonrisa del emperador, el tirano comenzó a enfrentarse a la velocidad inhumana en el blandir de la espada.

La magia del dragón era demasiado poderosa para un solo hombre, por eso Abraham usaba poco a poco el poder y lo distribuía entre su espada y su cuerpo. Pudo practicar varias veces sin preocupación en Kiosef con un número infinito de letales enemigos. Sus esfuerzos dieron resultados al igual que su orgullo herido en aquella noche. Nunca perdonaría a quien le diera la espalda por considerarlo inferior como guerrero. Sin embargo, había otra razón por la cual ansiaba pelear contra el monstruo: su estilo de pelea era el mismo que usaba su maestra. Era sabido que la duquesa dorada usaba una sola mano para blandir su espada y con la otra golpeaba o se defendía. Las técnicas en sus golpes, su habilidad para leer al oponente y planificación rápida en estrategia, todo fue inspirado por Lionert, pero pocos han logrado igualarlo, como Jennifer. Y Abraham no quería tal resultado, él deseaba superarlo con su propio estilo y fuerza.

—La velocidad es impresionante, pero apenas puede usar la magia en arma y cuerpo por igual —Lionert movió sus alas golpeando al emperador—. Puedo equivocarme, pero… ¿acaso este duelo es una lección para usted?

—¿Y apenas se dio cuenta? —Abraham se levantó rápido—. Su habilidad con la espada aún sigue sin ser superada, pero es mi maestra quien más se acercó a su técnica.

—Son pocos los que han vivido para entender mi estilo de pelea y dudo mucho que los historiadores se tomaran el tiempo de averiguar tal detalle. ¿Cómo se acercó su maestra?

—No tengo idea, pero estoy seguro de que si supero su técnica, puedo vencerla.

—Obvio, pero si conoce bien mi historia, sabrá que nadie pudo superarme.

—Es porque intentaron copiarlo cuando importaba más mejorar sus propias habilidades para vencer su técnica ya que solo usted es capaz de combatir con espada y fuerza impulsados por magia. No pude pedir a un mejor maestro para mi mayor problema: enséñeme a controlar la magia e igualarlo en mi fuerza y espada.

—Majestad, es peligroso pedirle algo así a este “hombre” —dijo Henry—. Ahora no dudo de su identidad, menos de esa gran técnica, pero la magia oscura lo resucitó y ahora es un monstruo.

—Tal vez, pero ni el más infame maná alteraría el alma del mayor tirano. Pudo ser horriblemente cruel, pero nunca un guerrero que insultara debido a que jamás atacó por la espalda o subestimó a sus enemigos. Y todo porque es un hombre de palabra, así fue como sembró el terror en su reino: con sus promesas —Abraham no flanqueo en su decisión y continúo insistiendo—. Además, aún no sabe qué hacer con su nueva vida, ¿verdad? Está a la deriva a la espera de una guerra para volver a ser el hombre del pasado, pero ya debe saber que eso no es lo que busca.

—¿Cómo está seguro de algo que me corresponde solo a mí?

—Para saber lo que quieres, primero debes conocer el mundo en el que vives. Y el mundo ha cambiado desde su muerte. A cambio de que me enseñe, yo le prometo enseñarle como es el mundo ahora y facilitar la solución a su mayor interrogante: ¿Qué es lo que quiere hacer?

—Una propuesta extraña, de igual a igual y sin que nadie tenga nada que perder —comentó Daniel notando la disminución de la peligrosa tensión y calmando a Damián—. ¿Quién mejor para mostrarle el mundo de ahora que el hombre que gobierna el más poderoso imperio?

—Bien… siempre y cuando no me interrogue sobre mi pasado y nadie vuelva a intervenir en mis visitas hacia Diannel, no me importa que sea una rehén.

—¿Podría al menos decirnos cuáles son sus intenciones con ella? —preguntó Henry—. Compréndalo, ella es de la familia Arank y usted les guarda un gran resentimiento.

—Mi interés es por el hada que vive en su interior. Fui rey y mago a la vez, mi curiosidad siempre ha sido insaciable. Solo quiero ver de cerca el destino que le espera a la mujer que se atrevió a desafiar los vestigios de Heitor. Así que no la matare, puede tener la sangre de Arank corriendo en sus venas, pero su cabello es negro y sus ojos morados oscuros. Su belleza está lejos de ser una semejanza al verano o la encarnación de la pasión. Diannel es lúgubre, sombría y triste.

—¿Triste? ¿Por qué a tus ojos se ve como alguien triste? —le preguntó Abraham.

—¿Cómo no estaría triste alguien que fue usada toda su vida? Un medio para un deseo, un recipiente para contener el mal y un juguete para descargar oscuros deseos. Yo no veo un buen final para Diannel, pero me da curiosidad saber a dónde llegará cuando se esfuerza tanto por ser feliz.

—La subestimas mucho…

—Es mi opinión. Las clases comenzarán mañana y debo confesarle que yo nunca he enseñado a nadie. Así que no espere comprensión o paciencia de mi parte, emperador.

Lionert alzó vuelo y se fue al bosque para descansar de tanta compañía. Por ahora, seguía protegiendo el secreto de cómo se convirtió en un monstruo y la identidad de quien lo revivió. Y tampoco le parecía mala idea ver de cerca al otro recipiente en el mundo. No mintió sobre su curiosidad, ansiaba ver de cerca tanto al dragón como al hada y llegar al día en que se decida el destino para sus largas vidas. Y en el camino, realmente esperaba saber cómo vivirá su segunda vida, pero de lo que estaba seguro es que su decisión no sería nada buena para la humanidad.

En el palacio de la luna (residencia de la prometida del emperador), Rosenia y Diannel usaban los trozos del espejo de Lionert para comunicarse con Silvein desde su ducado. Las tres mujeres hablaban sobre los avances de los espías en Raintras, específicamente: la ubicación de los grandes almacenes de pólvora y los sitios de reunión de los nobles vasallos. Determinar las acciones de la duquesa dorada era difícil, el espía no podía arriesgarse tanto y, para mala suerte de Diannel, Lionert no siempre seguía todas sus órdenes, el tirano solo hacía cosas aburridas y sencillas mientras no tuviera gran participación. Aun así, era útil al momento de proteger a los mensajeros durante sus viajes y al halcón Syrium en sus vuelos nocturnos en Venesten.

—Hay otro alarmante, el espía envió una nota informando que mi madre podría volver a la capital más antes de lo esperado —dijo Rosenia.

—Tal vez se deba a que es consciente de que la vigilamos, la duquesa dorada no puede permitir que el emperador dude de su lealtad —continuo Silvein—. Por eso apoyo la idea de Diannel: debemos atacar sus almacenes de pólvora haciéndolo parecer un accidente.

—Así la duquesa Raintras tendrá que aplazar su regreso a la capital y además, no debe planear nada bueno con tanta pólvora —dijo Diannel—. La ley exige que todo debe ser entregado a la corona, pero ella seguro ya tiene planeado cómo excusarse de su desobediencia.

—Bien, se lo informare al espía mañana temprano, pero luego tendrá que permanecer oculto. Mi madre sospechara y hará todo lo posible para atrapar al responsable.

—No tienes que preocuparte por eso, Rosenia —interrumpió Silvein—. Decidí enviar uno de mis caballeros para tal tarea, pertenece a un regimiento de espionaje, protegerá a tu espía y quemara los almacenes. Y si lo atrapan, puedes estar segura de que no dirá nada.

—Me asusta la gente extremadamente leal que tienes, Silvein… —comentó Rosenia—. Pero es aliviador, mi espía estuvo trabajando demasiado y merece un descanso.

—Ahora hablemos de cómo disfrazamos tu embarazo —dijo Diannel alargando la reunión.

Luego de largas horas la reunión mediante los trozos de espejo concluyó con buenos resultados. Rosenia se encargaría de los sirvientes en su palacio para detectar a los espías de su madre, luego Diannel se encargaría de que guardaran silencio (con ayuda de Erika) y, finalmente, Silvein enviaría una partera en secreto para cuidar de la princesa heredera. Gracias a que las tres trabajaran juntas, le quitaban un enorme peso de angustia al emperador (quien de por sí ya tenía más trabajo acumulado). Hasta entonces, esperarían a que las cosas fluyeran según sus planes: primero frenar a Jennifer y luego obtener la información que la condenaría.

“No hay pruebas de que se alió con magos oscuros, lo mejor será crearlas y ponerla en una posición difícil para buscar auténticas pruebas”, pensó Silvein en su oficina mientras guardaba su trozo de espejo. “Mi padre no se equivocó, en cuanto su alumno subió al trono, comenzó a actuar extraño. Sin duda son acciones que demuestran lo que quiere, pero nadie sabe con exactitud qué es lo que desea la duquesa dorada. ¿Para qué necesita a Abraham y su hija como emperadores?”

—¡Mi señora! —el mayordomo del castillo de Lershe irrumpió en la oficina principal con una alarmante noticia—. ¡Están atacando el bosque Velkan, comenzaron un incendio!

—¡¿Qué?! ¡El bosque Velkan es sagrado para Lershe! ¡¿Quién se atrevería a profanarlo con fuego?! ¡Llama a los comandantes de inmediato, quiero que el o los responsables estén a mis pies hoy mismo! ¡No perdonaré este ataque!

Rápidamente, los caballeros de bronce se reunieron luego de la corta reunión de los comandantes con la duquesa. Partieron al bosque Velkan donde varios pueblerinos, soldados de otras ciudades y hasta señores vasallos ayudaban apagando el fuego e impidiendo su avance. La duquesa Lershe llegó luego de que los caballeros ingresaran en busca del origen del fuego y sus responsables. Cada persona presente sintió la ira y preocupación de su señora, pues ese bosque era un símbolo de unión, respeto y honor en Lershe, los caballos indomables, los árboles sin cortar y el guardián que inspiraba cuentos y leyendas para todos.

—¡Mi señora! —un caballero llegó del bosque. Con el fuego apagándose, Silvein esperaba oír buenas noticias, pero fue todo lo contrario—. Los responsables son dos personas: magos oscuros, los estamos enfrentando ahora mismo y parece que buscaban al guardián.

—¿Magos oscuros…? ¿El guardián…? ¿Qué tan grave es la situación?

—Necesitamos más hombres para evitar que huyan.

—Lleva a cuantos sea necesario y memoricen bien los rostros de esos intrusos.

Silvein sabía que el ciervo guardián no era una criatura normal, poseía una magia ancestral y poderosa, por eso se mantuvo alejado entre árboles y ríos. Aunque era traición relacionarse con la magia en el imperio, el ducado Lershe siempre lo protegió, pues se trataba del antiguo rey mago Airen del reino caído Vairan (el reino que pasó a ser el ducado Lershe). Desde niña, Silvein escuchaba las historias de cómo el joven rey se rindió ante el primer duque abriendo las puertas de su castillo y ofreciendo una estrategia en su última batalla.

—El joven rey Airen solo deseaba la libertad. A cambio de la rendición, le pidió a nuestro fundador que lo matara en un ritual para que su alma reencarnara en una criatura. Cuando eso sucedió, nació el bosque Velkan y desde entonces se ha vuelto el hogar del renacido Airen.

—Pero, padre… ¿Por qué el joven rey eligió ser un ciervo?

—Porque era su deseo: vivir en un hermoso bosque, rodeado de caballos salvajes y en una paz que todos respetarían por siempre. Mi querida hija, nunca olvides que por su ayuda y nobleza nuestra familia nació y creó Lershe, una tierra donde cada uno es valioso por sus esfuerzos. No somos fuertes para enfrentar monstruos, no vivimos rodeados de montañas de oro ni en tierras verdes bajo el verano. Nuestro hogar es especial porque resplandece el esfuerzo de nuestra gente para vivir con dignidad y respeto. Y el bosque Velkan es el recuerdo vivo de nuestro estilo de vida.

“Soy la duquesa de Lershe y juré proteger mi tierra de cualquier ambición o destrucción. El ejército de este ducado es fuerte a su manera, los magos oscuros lo averiguaran de inmediato. El bosque es la esencia de Lershe y nunca permitiría la derrota de sus nobles jinetes”.

Solo los comandantes eran llamados jinetes del bosque por una razón: la última prueba que tenían para ascender era conocer al guardián. Generalmente, es el duque quien realiza tal travesía para ser bendecido con buena fortuna, pero Silvein rechazó tal honor debido a que no era una guerrera. Por primera vez, la bendición del ciervo se dividió para tres hombres: los comandantes, quienes solo podían usar esa fuerza para proteger su hogar. De traicionar a su señora, morirían dolorosamente y la bendición regresaría al ciervo. Sin embargo, Silvein supo elegir bien y sabía que sus comandantes no le darían la espalda, eran mayores pero leales a morir a su familia y por eso confiaba en que matarían a los criminales que se atrevieron a quemar su bosque sagrado. En su nerviosismo, la Cierva Indomable recordó otra cosa que mencionó su padre:

—Silvein, hay otra razón por la que Airen decidió ser un ciervo. Su poder mágico era peculiar y peligroso: era capaz de abrir una puerta hacia el cielo, directo al mundo donde habita Heitor. Por eso es nuestro deber protegerlo de aquellos que añoren su magia para fines maliciosos.

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Comments

Pamela Gonzalez

Pamela Gonzalez

Lástima que no puedo comentar con memes porque justo me acordé del tipo que grita QUEEEEEEEEEEEEEE!

2023-12-31

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Yoba OG

Yoba OG

la duquesa dorada, está buscando como desviar la atención hacia algo de Natura importancia

2023-09-27

0

Faty

Faty

Bravo!! 👏👏👏👏 eso se llama DETERMINACIÓN!!

2023-09-27

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