La pintoresca fiesta para los caballeros se volvió demasiado grande para celebrar el compromiso de un caballero y doncella, así que todos los relacionados se retiraron a un salón privado donde brindaron por ellos (incluidos Silvein, Rosenia, Damián, Daniel, Henry y Abraham). Pasadas las horas cada uno se retiró a su gusto y en silencio y en la mañana siguiente, Maydi despertó a su señora (debido a que Susan se le paso las copas de tanta felicidad). La joven doncella le dio una inesperada noticia a la duquesa que la hizo levantarse y prepararse rápido para bajar hacia los establos. Un cuidador la guió hasta el recién llegado desde Verlur y Diannel no dudó en acariciar al único corcel que montó desde hace dos años.
—Hola, mi querido Karion…
Diannel no quería dejar nada suyo en Verlur, menos el caballo que le dio su victoria contra su hermana en las carreras. Desde entonces ha cabalgado en solitario para despejar la mente hacia campos nevados o pueblos cercanos. Tenerlo de regreso calmaba un ansia insaciable de miedo de lo que Oliver o cualquiera podría hacerle en su ausencia, y no se equivocó.
—Recibió muchos latigazos, lo picaron con una lanza y ni siquiera dejaron que se recuperara de sus viejas heridas —le dijo el cuidador mientras ella calmaba a su caballo—. Estaba muy nervioso cuando llegó, pero la reconoció al instante. Le sugiero visitarlo aunque sea una vez cada día y no montarlo hasta que se recupere.
—Muchas gracias, por favor dígame todo lo que necesite para su tratamiento.
—Sí, duquesa. Volveré mañana de nuevo, hasta luego.
Fueron días difíciles para Karion, pero logró recuperarse en menos de dos semanas, pero algunas cicatrices se quedarían, pero la mayoría ni serían notadas. Pasado el tiempo adecuado de recuperación, Diannel y su caballo volvieron a cabalgar aunque dentro de los límites de Venesten hacia el bosque Lowen. Saludo a guardias, sirvientes, caballeros y nobles recurrentes, algunos respondieron cortésmente a su saludo, otros desviaron la mirada tratando de ocultar la rabia o la burla. Al divisar los árboles, apretó las riendas y el caballo aceleró el ritmo incontrolable junto a los sonidos del bosque y animales hasta el lago Yeiln donde Diannel decidió descansar para que Karion bebiera y pasear sin molestias. Estuvieron así por largos minutos, hasta que unas pisadas detrás los alertaron, y aunque parecía un animal al principio, estas fueron más seguidas y dirigidas hacia ellos. Por instinto, Diannel llevó su mano hacia su daga, pero antes de desenvainar, el dueño de las pisadas se rebeló junto a su caballo: era el emperador.
—¿El emperador dispone de tiempo para seguir a una duquesa?
—Diría más bien que el emperador solo estaba vigilando a la valiosa rehén del imperio.
—Que gracioso.
Abraham se acercó y dejó que su caballo descansara junto al lago, después se acercó a Diannel preguntándole como estaba debido a que su exceso de trabajo impidió que se vieran durante días. Ella le dijo que estaba bien así como lo sucedido con su caballo. Siguieron vanas conversaciones sobre temas normales sin incluir asuntos de tanta importancia como para desanimarlos. A pesar del clima frío, no desperdiciaron el tiempo para cabalgar juntos un rato. Y a medida que el tiempo pasaba, lo que decían comenzaba a hacerse interesante.
—Logre cerrar varios asuntos para hacer tiempo en mi agenda.
—Tendrás más tiempo para descansar.
—Diannel, sabes a qué me refiero.
—Lo sé… ¿Es hora de mi entrenamiento?
—Será bastante complicado y peligroso, pero estoy seguro de que lograrás superar cualquier obstáculo. Confió en tu horrible terquedad como arma victoriosa contra el hada.
—Gracias, eso creo…
—Perdón, no estoy jugando… Confió en tu determinación, pero será difícil porque necesitas entrenar tanto mente como cuerpo para dejar de ser un recipiente. Y el mayor riesgo está en que el hada aprovechará cualquier oportunidad para tratar de apoderarse de tu cuerpo.
“Y si eso pasa, la corona despertara por completo”, pero Diannel no lo dijo aunque sabía de por hecho que Abraham también pensaba igual. Ninguno se atrevió a mencionar tal consecuencia y decidieron continuar con el asunto del entrenamiento, en especial Diannel a quien le gustaba tener un horario para todo al inicio.
—La primera semana será entrenamiento físico y Damian será tu maestro.
—¿No está ocupado siendo el nuevo conde de Archen?
—No tardó en elegir a gente capacitada para que haga su trabajo pesado, él no es alguien que se sienta cómodo en una oficina con muchos papeles a la espera de su lectura y firma.
—¿Y no le molesta entrenarme?
—No, para nada, ¿Por qué lo preguntas?
—¿Es en serio? Por favor, Abraham… Tus amigos saben de nuestra relación porque no hiciste ni un mínimo esfuerzo en ser discreto y deben pensar con la mente fría respecto a tu reputación. Estás comprometido y soy la esposa del hombre que más te odia en el imperio.
—Y mi aliada, una que logró movilizar a los rebeldes contra la fe corrupta, darnos la solución estratégica para conquistar Venesten a costa de su vida y traicionar a su poderoso e irritante esposo.
—¿Ellos saben que casi lo matas solo por mí?
—¿Eso importa?
—Tal vez porque podrían cambiar de opinión si es que tienen una perspectiva positiva sobre mí. Saber que ibas a matar a Oliver solo por mí no causaría una buena impresión.
—¿Desde cuándo te importa lo que dicen sobre ti?
—Supongo que es porque son cercanos a ti.
—Y por eso los conozco bien, no van a juzgarte y no piensan mal de ti porque ellos me conocen también. Puede que para la capital y el resto del imperio seas una gentil duquesa que entrego a su esposo traidor por lealtad, pero los leones negros saben quién nos dio la victoria. De no haber reunido a todos para ese juicio por combate, hubiéramos seguido atrapados.
—Me tranquiliza.
—Eso es bueno, no eres la clase de mujer que se asusta por lo que piensen de ella. No olvides que tu seguridad te llevo a donde estás, tu propio talento y tus esfuerzos.
—¿Talento? —Diannel bufo para después reír—. Aunque no lo creas, no soy muy buena con la contabilidad, por eso siempre tardo en el papeleo. No tengo tan buena memoria, así que dependía varias veces de mis doncellas y el mayordomo. Pero si soy talentosa para demostrar lo contrario.
—¿Estás diciendo que tu mayor talento es mentir?
—¡Soy buena! —dijo Diannel orgullosa para sorpresa de Abraham—. Antes ni podía atreverme a pensar en una mentira, ahora solo me toma un segundo planificar un buen engaño. Solo me falta la hazaña con el papeleo y podría derrotarte si me lo propongo.
—Puedo castigarte por esos comentarios traicioneros hacia el emperador —Abraham se detuvo para tomar a Diannel de la cintura y reír junto a ella.
—Creo que he cometido muchas faltas contra el emperador como para tener tanta seguridad de que no recibiré ningún castigo —ella subió sus brazos hacia el cuello de Abraham y acercó su rostro tentándolo a besarla.
—Sabes a la clase de castigo que me refiero en realidad —las manos del emperador bajaron a su espalda baja y poco a poco se deslizaban más abajo con caricias lentas.
—¿Eso es en serio un castigo?
—¡Ah! ¿Es un reto? —Abraham mordisqueaba la oreja de Diannel para después comenzar a susurrarle seductoramente—. Bien, esta noche verás que también compartir cama conmigo puede ser un castigo. Te sugiero ahorrar fuerzas, porque en serio las necesitarás.
—¿Qué tanta fuerza? —le pregunto aplicando la misma estrategia del susurro cercano.
—Amanecerás adolorida en cada rincón de tu cuerpo y me suplicaras parar un y otra vez, pero no lo haré. Seguiré encima de ti, tocándote, moviendo tus músculos y deleitándome con tus gemidos y tal vez algo de lágrimas.
Cuando la noche llegó, Diannel (bastante preparada para que su orgullo no sea pisoteado) espero a Abraham en su habitación, y acostada en su enorme cama lo espero con un camisón largo de tirantes y apretado en la parte superior. La puerta se abrió y él al fin llegó, despeinado y vistiendo informal pero peligrosamente sonriente al ver a su amante a su merced.
—¿No te tomaste en serio mi advertencia, Diannel?
—¿Qué dices? Si vine más que preparada para no darte la satisfacción de cumplir tu deseo —se acostó de un lado deslizando uno de sus tirantes—. No tengo porque huir, conozco tus trucos, todos tus gustos y estoy más que acostumbrada a tu gran resistencia.
—Entonces, queda claro que no pienso dejarte escapar —Abraham soporto la carcajada en su interior, aseguro la puerta, se quitó la camisa revelando la musculatura de su cuerpo que Diannel nunca se cansaba de mirar. Camino hasta la cama, acorraló a su amante y le dio la vuelta tan rápidamente que ella soltó un grito y luego una risa.
—Por favor, ¿por detrás? No es sorprendente, Bram…
Abraham no respondió, solo se colocó encima de ella, levantó el camisón solo hasta revelar sus piernas y acariciar sus muslos. Diannel espero a que esas manos varoniles subieran hasta su entrepierna, pero en su lugar bajaron, una a su tobillo y otra hasta detrás de su rodilla. Justo en ese momento, dos sirvientas pasaban en silencio hasta que saltaron al oír el grito de una mujer en la habitación del emperador. Sabiendo lo que pasaba detrás de esas puertas, se rieron en silencio con las mejillas sonrojadas y hablando de la lujuria del emperador. Sin embargo, adentro, el grito estaba lejos de ser un sonido de satisfacción carnal.
—¡Ya basta! ¡Bram, por favor! ¡Ah…!
—Que lindos gemidos, creo que estos me gustan más.
—¡Espera, por favor! ¡No tan fuerte! ¡Uh! ¡Ah! ¡Bram!
—Te dije que no me detendría y seguiré un largo rato hasta dejarte totalmente adolorida. No lo veas como todo un castigo, porque mañana tu cuerpo me lo agradecerá.
—Pero es que… —Diannel hundía su rostro en la almohada mientras sus manos apretaban las sábanas con excesiva fuerza—. ¡Nunca hice nada de esto en mi vida!
—¡Eso se nota! Tu querido cuerpo nunca se ha estirado antes de hacer ejercicio, todos tus músculos están bastante tensos. Si mañana hubieras ido con Damián sin hacer esto, no habrías resistido tanto. Y aunque él sea un payaso, es muy estricto a la hora de entrenar.
Todo lo que Abraham hacía era estirar y masajear los músculos de Diannel causándole punzadas que nunca sintió. Y es que, a pesar de la equitación, ella nunca había hecho ejercicio demás y comenzaba a preguntarse si su cuerpo no hubiera sufrido tanto con tales tratamientos antes de cabalgar. Odiaba admitirlo, pero agradecía la ayuda de Abraham con su entrenamiento.
—Realmente querías que te tomara ferozmente ¿no?
—¡Cállate! —le grito pero solo ocasiono que se riera.
—Tranquila, no quiero presionarte y toda tu mente debe estar concentrada en las próximas semanas —terminó con las piernas, ahora masajeaba la espalda.
—Lo sé, pero hubiera sido mejor no venir vestida así.
—Es mejor que corra un rumor de que viniste a mi habitación para hacer cosas de adultos en lugar de actividades relacionadas a un extraño entrenamiento físico.
—¿Lo dices por Verlur?
—Claro, me dijiste que Oliver está vinculado a ti. Dudo mucho que le agrade la idea de lo que intentas hacer. Así que debe ser un secreto muy bien guardado.
—Si te preocupan sus espías, puedes relajarte. Leíste los informes de mi hermano, Oliver no sale de su cueva excepto para ir a un bar a beber y pelearse. No falta mucho para que su gente lo descubra y caiga aún más bajo.
—No sucederá así, sabes que sus comandantes no lo permitirán y no sería bueno que tu hijo tuviera un antecesor tan terrible.
—Lo sé, solo me gusta pensar que no todo le sale bien a Oliver, el bendecido por Dios —lo último lo dijo sin ocultar su sarcasmo y furia.
—Yo no diría que fue tan bendecido. Dejo que el poder alimentara su ego, se alejó cada vez de lo que fue hasta convertirse en un estúpido arrogante que creyó tenerlo todo. Ahora lidia con la verdad: nunca tuvo nada, ni el alcance de su sueño o el amor de su esposa.
—A veces no entiendo cómo puede seguir amándome luego de traicionarlo o porque nunca se acercó como una persona normal para conquistarme. Tal vez lo hubiera elegido en el pasado, aunque dudo mucho que llegara a amarlo.
—¿Qué odiabas en el duque de Verlur como para no caer enamorada?
—No odiaba nada de él, solo no quería nada. Soñé con vivir en una cabaña cerca de un lago, salir en la mañana al mercado, cocinar y comer como todos, trabajar de lo que sea para sostener mi vida y recordar que soy afortunada con solo vivir cerca de un lago. El gran duque de Verlur no podía darme nada de eso, solo un castillo lúgubre, personas a mi alrededor observándome y joyas que nunca me harían feliz. Viva como duquesa, pero nunca como yo.
“Yo tampoco puedo darte ese sueño Desde niña soñaste con esa vida y ahora mientes al decir que no te importa, eso duele más”. Abraham detuvo el masaje un breve momento hasta que Diannel dijo lo lejano que estaba aquel sueño. Lo dijo tratando de sonar confiada y pasando a otro tema. Sin embargo, Abraham noto la mentira, ella aun deseaba la sencillez de una vida rural lejos de la política, la muerte y la enorme carga. Ni cumplir su venganza o seguir manteniendo un alto título y poder le permitieron cumplir un sencillo sueño que nunca se esfumó de su corazón. Por cada paso que daba Diannel hacia esa cabaña imaginaria, cientos de obstáculos aparecían en su camino.
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Comments
Tatiana Borja
La tan honorable gente del ducado, lastimando siempre al inocente
2024-11-26
0
Pamela Gonzalez
Tonto Oliver!! Pero muy bien por hacer todo eso o sino no tendríamos historia que leer jaja
Me gusta el drama 😶🌫️🤫
2023-12-31
1
Ophelia Palafox
jajaja cierto jajajaja
mentes cochambrosas
jajajajaj
2023-09-30
0