La princesa crece...

-Sir Graham se convirtió en el tutor de Sharon para sus estudios, y también intervino en su preparación de combate, al igual que con su hermano.

Siempre aportaba detalles a la defensa o ataque de los príncipes y sugería innovadoras protecciones para ambos en caso de necesidad. Incorporaba a las rutinas las sugerencias de su pupila, pero jamás divulgaba su procedencia.

Incluso planteaba problemas de estrategia, y veía con satisfacción que ni siquiera Germán era capaz de seguir la pista de los complicados planes que surgían de la cabeza de Sharon. Germán aventajaba a su hermana en fuerza y arrojo, pero la princesa imponía con su inteligencia.

Pero como Sharon seguía siendo una princesa. También recibía clases de protocolo y etiqueta con institutrices y tomaba el té con la reina Virginia y otras damas de la corte. Ella lograba equilibrar cada aspecto de su vida con sorprendente integridad y madurez.

El príncipe y la princesa estaban convirtiéndose en los futuros soberanos más preparados y amados de todos los tiempos. El futuro del Reino Prosalo se veía glorioso y el pueblo trabajaba con entusiasmo y esperanza para ser parte del crecimiento del territorio.

Ya por ese tiempo, el reino de Grana deseaba parte del territorio oeste de nuestro reino, y el Rey Victorio estaba dispuesto a conseguirlo como fuera.

Su primera táctica fue iniciar los tratados diplomáticos para unir al Príncipe Germán con su hija Griselda en matrimonio, pero como el rey Gregorio declinó el pacto, comenzaron sus planes de ataque hacia nuestro reino-

-¿Abuelo, por que le dices reino? Prosal es un país, en la escuela me lo dijeron- corrigió la pequeña Trish

-Lo sé, mi niña. Pero en aquellos tiempos era un reino, mucho más pequeño, por cierto.-

-¿Más pequeño? ¿Cómo puede un país encogerse o agrandarse?- preguntó confundida

-Si escuchas con atención la leyenda, comprenderás cómo.- refutó el abuelo triunfalmente

- De acuerdo, de acuerdo- se resignó la niña.

-Bien... El plan de Victorio consistía en avanzar con sus ejércitos por el noroeste, e ir tomando pueblos y ciudades, desplegándose hasta abarcar el oeste y sus puertos comerciales. El reino de Grana siempre fue conocido por su comercio terrestre, ya que no poseían salida al mar, eso era precisamente lo que querían subsanar invadiendo el territorio Prosalo.

En cuanto el rey Gregorio supo que había ejércitos de Grana avanzando, envió dos comitivas de 300 soldados para encerrarlos, pero el cálculo había sido errado, y ambos grupos fueron aniquilados.

Al parecer, Los soldados de Grana eran muy sanguinarios y venían en gran número. Desesperado, Gregorio envió dos grupos de 500 hombres, utilizando la misma estrategia, pero rodeando ciudades y pueblos para no llevar la desgracia a sus habitantes. No fue suficiente, y después de muchas pérdidas, las comitivas se dispersaron y volvieron al reino para reagruparse y conseguir refuerzos. Más de medio año había pasado, y las batallas seguían sucediendo...

Por primera vez, el pueblo temía el futuro. Prosal no era un reino invasor, ni guerrero, a pesar de contar con abundantes soldados y un ejército fuerte y capaz.

Sir Graham era partidario de enviar un gran ejército desplegado, y hacer retroceder al grueso de los enemigos, pero el Rey Gregorio creía que era una medida extrema, si no se habían agotado las demás alternativas, además, significaría cubrir con batallas un amplio terreno, y en el medio caerían víctimas inocentes, habitantes de la zona.

Mientras Gregorio se debatía con su conciencia, el ejército de Grana avanzaba inexorablemente hacia el Puerto Diamante, el más comercial y prospero del reino de Prosal.

El rey tomó entonces, una decisión muy arriesgada. Envió el grueso del ejército, unos 3000 hombres a contener el avance de las tropas de Grana.

Esos hombres debían acampar y formar el escudo de Prosal, hasta que él pudiera intentar llegar a un arreglo por vía diplomática. Gregorio no quería casar a su hijo, y otorgar participación del puerto Diamante... tal vez ofreciendo dicha participación, los soldados de Victorio volvieran a su territorio con la ofrenda de paz.

Pero no fue así, Victorio mandó a su General en busca de Gregorio para pedirle una reunión para parlamentar. Nadie en todo el reino quería arriesgar la vida del soberano; sin embargo, Gregorio accedió.

Planeó su viaje a Grana para una semana después, mientras que dejaba todos los pendientes en orden, y su voluntad escrita en caso de que le sucediera algo. Fueron los primeros tiempos difíciles para el reino de Prosal, ya que la sociedad entera se estremecía de temor y la propia familia real se oponía a la decisión del rey.

La reina Virginia, principalmente, no estaba contenta con la decisión del rey, pero al menos logró convencerlo para que Sir Graham y el Príncipe Germán lo acompañaran hasta la zona de conflicto. Una vez atravesado el peligro, continuaría solo con la guardia real, y el Príncipe aguardaría en el campamento Prosalo el regreso de su padre.

Sharon sabía que sería en vano intentar acompañarlos por las buenas, su padre había sido tajante a la hora de ceder respecto a su escolta. No podían arriesgar a ambos príncipes en una sola empresa.

Así que preparó todo para tomar el lugar de un soldado de la guardia y poder llegar a Grana con su padre. Pasó días planeando todo, reuniendo ropa y partes de las armaduras de la guardia sin que la descubrieran. Debía ser cuidadosa para no llamar la atención de la reina, que ya temía una locura de parte de su hija. Su labor fue tan cautelosa y tan silenciosa como la de las hormigas. Continuaba cumpliendo con sus clases, actividades y labores normales, mientras el palacio se revolucionaba con los preparativos.

Su propio hermano se sorprendió por la tranquilidad de Sharon, y la esperó en el límite del bosque, sabiendo que saldría a cabalgar antes de caer el sol.

-¿Qué estás haciendo aquí, holgazán? ¿No deberías estar puliendo tus habilidades, como los demás?- le dijo Sharon de forma burlona al Príncipe al verlo aguardándola.

-¿Acaso no puedo pasar tiempo con mi hermanita? ¿No crees que es buena idea compartir estos momentos, ya que podrían ser los últimos?- respondió Germán, tocándose el pecho con dramatismo

-Deja de decir tonterías, ambos sabemos que eres incapaz de abandonarme. Aunque solo fuera para atormentarme, volverás en una pieza- replicó riendo

-Justamente, me resulta muy extraño que tú estés tan dispuesta a permitir que nuestro padre y yo nos marchemos sin ti. Ambos sabemos que eres tan capaz como yo de defenderlo- la princesa no sabía bien como responder al reconocimiento de su hermano, pero recurrió a desviar la atención por miedo a que su cariño le hiciera confesar.

-Simplemente, estoy respetando la voluntad de nuestro padre. Si él considera que es un riesgo innecesario para el reino, acataré su decisión- dijo muy seria

-¿Y me puedes decir desde cuando acatas la voluntad de alguien?-

-Desde que el reino está en peligro. La madurez se impone cuando hay que tomar precauciones por el bien de todos- dijo Sharon sin pestañear.

El príncipe continuaba desconfiando de su discurso, pero no quiso insistir para no despertar el mal genio de su hermana. Ella, mientras tanto, se retorcía de culpa por mentir así a su hermano, así que cabalgaron el silencio, dejando que sus mentes y sus preocupaciones se diluyeran entre las copas de los árboles y el azote del viento.

Cuando el día llegó, El rey y el Príncipe se despidieron de La Reina Virginia y de la princesa Sharon antes de salir al patio principal, donde se estaban dando los últimos detalles al carruaje del rey, las provisiones y los caballos. Sharon corrió a la despensa, donde tenía todo listo. Su alma pesaba por hacer su voluntad, dejando sola a su madre, pero se rehusaba a quedarse de brazos cruzados mientras el resto de su familia estaba en peligro.

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