Hay muchos centros comerciales en Nueva York, pero el Roosevelt Field Mall es el más grande de la ciudad. El pintoresco lugar ofrece una amplia variedad de tiendas, restaurantes y entretenimiento para los visitantes, y es el lugar perfecto para que las mujeres amantes de las compras.
Kelay era arrastrada por la bonita Beca y sus ojos iban cada tanto al reloj pulsera de oro, que le había regalado Frederick, en su cumpleaños, tenía que asistir a una reunión muy importante y su lindo asistente ya la había llamado un centenar de veces.
-Beca, ¿Qué tan difícil puede ser comprar una braga? - protesto viendo con molestia las personas que pasaban junto a ella.
-No es cualquier braga, “es la braga”, tiene que ser una que me diga que todo va estar bien- respondió tirando del brazo de la abogada, para que ingrese a una tienda de ropa fina.
Beca parecía una niña en la dulcería, miraba todo emocionada y enloquecía a la vendedora eligiendo múltiples conjuntos.
-Debo ir a trabajar y tú también- dijo la rubia tomando un juego de encaje rojo ardiente, entre sus manos.
-Ya se, solo déjame ver un poquito más- la morena se movió entre los exhibidores con gracias, hasta que sus ojitos color avellana se abrieron como huevos- ¡¡ siii es esta!!- chillo emociona encontrando lo que tanto buscaba y Kelay negó con una sonrisa.
La bonita mexicana abrazaba agitada una tanguita verde limón como si su alegraría dependiera de ese pedacito de tela.
-Iré a pagar- dijo toda alborotada y se alejó dejándola sola.
La rubia siguió en lo suyo, sin prestar demasiada atención a la gente que entraba y salía.
- Pero mira nada mas a donde vengo a encontrarte-
Kelay puso los ojos en blanco con molestia, reconocía a la perfección esa voz masculina, pero lo ignoró.
-No piensas saludar a tu ex prometido- la mano grande con venas marcadas se aferró a su brazo, forzándola a girar.
Kelay miro de arriba abajo al hombre con el que sostuvo una relación de más de un año, y este estaba visiblemente molesto.
Luca Ambrosini, un abogado de renombre, futuro dueño de una de las firmas prestigiosas de Nueva york, se destacaba por la crueldad con la que se movía en tribunales y por su belleza innegable.
Cabello negro, tez blanca, ojos azules como el zafiro, una altura imponente y un cuerpo escultural hecho a base de seis horas diarias de gimnasio. Todo un sueño húmedo, pero aun así no lograba mover un pelo en la rubia.
Aun así, Kelay tenía que admitir que sus maratónicas noches de sexo eran divertidas, pero vacías.
-Creo que debería corregirlo, abogado- marcar la distancia era una clara declaración de guerra- usted no era mi ex prometido, sino mi ex novio, nada más- inclino la cabeza y sus labios se curvaron disfrutando de como la vena en medio de la frente de Luca se hinchaba por el enojo.
- Sigues siendo la misma perra desalmada- el cuerpo majestuoso se acercó con la intención de arrinconarla\, pero la rubia lejos de amedrentarse se aproximó y delineó la barbilla cuadrada con sus largos y delegados dedos.
- Esta perra\, como tú la llamas\, te volvía loco ¿o se te olvida la costosa piedra que me ofreciste?
Kelay sintió la presión en su cintura y el aliento mentolado rozando sus labios- Pagaras tu descaro, ninguna mujer me rechaza, no lo olvides. - amenazo sediento por probar eso labios.
-Kelay- la voz de Beca hizo que Luca se alejara unos centímetros. - ¿Qué haces con tu ex? - la vocecita tierna con falsa inocencia, hizo que Luca se dirigiera a la morena que lo vio sin miedo.
-¿Dije algo que no fuera cierto?- interrogo con una enorme sonrisa y la rubia negó divertida al ver el desparpajo de su amiga.
-Vamos Beca, me esperan y sabe que odio perder el tiempo con cosas insignificantes- Kelay tomo de la mano a su amiga y la jalo a la salida.
Luca las siguió con la mirada, la furia y el resentimiento se apodero de todo su ser, nunca había sido tan humillado.
Casarse con la rubia significaba el crecimiento de su cuenta bancaria, la había investigado y aunque no encontró mucho, sabía que era muy querida por la familia Davis.
Tenía la esperanza que la firma a la que consideraba rival pasaría a sus manos una vez que lograra engatusar al viejo Davis como él lo llamaba en la intimidad, pero nunca imagino que lo que esa rubia repetía constantemente seria cierto.
- Odio los compromisos, es solo una pérdida de tiempo
Lo que pensó que era una manera de hacerse la difícil termino por arruinar sus planes.
Quien en su sano juicio se negaría a un matrimonio, con un hombre de tan lindas cualidades, pero la muy condenada Kelay Johansson lo hizo y él se lo haría pagar.
Busco el teléfono en su saco negro de diseñador y marco rápidamente.
📱📱-¿Que sucede Luca?-
-Escucha Jacob, necesito información sobre el caso Santorini- respondió, rebuscando en la ropa interior, señalando a la joven vendedora un par de ligueros.
-El tipo que arruino tu ex novia- respondió con burla Jacob, haciendo que Luca apretara los dientes con molestia.
-Haz lo que te digo, quiero saber que fue del tipo. - ordeno extendiendo el conjunto rojo, que minutos antes Kelay había tocado
-Como digas amigo- respondieron del otro lado de la línea
Luca cerro la comunicación y volteo a ver a la mujer que tomaba todo lo que le había elegido📱📱
-¿Cuánto para que te lo pruebes?- dijo seductor, provocando que la jovencita muerda sus labios con vergüenza- vamos linda prometo que vas a divertirte.- Ahí estaba otra vez el hombre que todo lo que quería lo obtenía como sea.
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Varias de horas después, de que ese par de amigas se despidiera, Kelay salía del recinto donde se había llevado adelante la conciliación que no termino en buenos términos, Theodor termino por confirmar que a su ex esposa no le importaba nada más que ella misma.
Kelay caminaba en dirección a la salida, en compañía de su James que por primera vez estaba de acuerdo con su jefa.
-Esa mujer es una víbora- murmuro indignado, viendo como Theodor abrazaba al pequeño Hernán a pocos metros de ellos.
-Te lo dije, pero tú siempre de terco- respondió Kelay tratando de no darle importancia a esa escena cariñosa a pocos metros.
Su campo de visión fue obstaculizado cuando James se detuvo frente a ella con su radiante sonrisa
- Bien\, lo acepto tenías razón\, es que a veces se me hace imposible entender tus métodos- Él contempló el rostro iluminado de la abogada\, debía aceptar que cada vez le era más complicado manejar sus emociones cuando la tenía cerca\, pero todo estaba a unos segundos de empeorar\, cuando sintió las manos de Kelay rozando su cuello.
-El verde te sienta bien- explicó la rubia acomodando con delicadez la corbata y el cuello de su saco.
James trago saliva, sus ojos fueron de la impactante mirada, pero descendió a los labios que lo incitaban a probarlo.
-Gracias- respondió tratando de recodarse que esa mujer lo sacaba de quicio y sobre todo era su jefa.
-Hamilton, - elevo una de sus cejas- ¿te estoy avergonzando? - el gloss en los labios mostraron un ligero destello cuando la rubia los curvo de lado.
-Iré hablar con Simón, tal vez podemos llegar a un punto miedo, sin que Hernán salga lastimado- se retiró unos pasos, con el pulso acelerado.
Kelay rodo los ojos con fastidio, al parecer su asistente no lograba comprender el panorama
- Ve\, si te hace feliz creer en cuentos de hadas\, ve- dio un paso al costado para darle vía libre al moreno que no espero para correr detrás del asistente del abogado que representaba a Constanza Hardy.
La rubia no perdió la oportunidad de escanear por completo a James. La manera varonil al caminar, la sonrisa cálida con la que saludaba a todos y esa mirada que lograba desestabilizarla, era como ver un bello bosque tropical.
-No quiero ir- la vocecita dulce y triste atrajo su atención y buscar el lugar donde se podía oír claramente los sollozos de un niño.
-Escucha amor, prometo que pronto estaré contigo, ahora ve con mamá- Theodor se aferraba al cuerpito de su hijo y lo cubría de besos a pesar de sus palabras- No lo olvides papá te ama, papá te ama- repitió desesperado cuando su hijo era jalado de sus brazos por Constanza.
-No quiero, quiero a mi papi - gritaba el pequeño, extendiendo sus bracitos en dirección del hombre que negaba con el corazón en la mano.
Kelay observo la escena sin expresión alguna, pero en su interior algo crecía, una necesidad que jamás pensó tener. Quería entender ese tipo de vínculo, ese que trato de comprender con los Davis, con James y su familia, incluso ahora en esa escena, donde padre e hijo parecían desmoronarse por la despedida.
-¿Qué sucede?- James se acercó a la rubia. Lo cierto es que no tuvo mucha suerte con el asistente y decidió volver al oír los gritos.
-Nada- respondió y camino en dirección a su coche, ignorando por completo los gritos del pequeño que era tirado por su madre en dirección al estacionamiento.
-Dios esa mujer lo va a lastimar- James sintió la ira crecía, no entendía como una madre podía ser tan cruel.
-¡¡Ya basta!!- grito Constanza sacudiendo a su hijo como un muñeco de trapo.
La gente parecía ignorar lo sucedido, a excepción del moreno que no entendía como nadie intervenía.
Kelay no emitió palabra alguna era como si no le importara.
-Mierda- protesto el moreno y quiso ir en esa dirección, pero Kelay sostuvo su brazo con fuerza
-¿A dónde vas?, tenemos una reunión- dijo jalándolo al lado opuesto- Muévete Hamilton- ordeno fríamente.
-¿Qué te pasa?, es que acaso no ves lo que sucede- señalo enojado, pero la abogada lo miro seria.
-No te metas, la justicia se hará cargo- parecía ajena a lo que acontecía,
-Ser abogada no debería convertirte en un maldito robot- grito James soltándose molesto y corrió en dirección a la madre y el niño.
La rubia suspiro y fue en busca al coche donde la esperaba Oliver, quien abrió la puerta para que ella subiera.
Kelay se acomodó con elegancia, mientras el chofer cerraba la puerta tecleo un par de números y espero.
-Hola preciosa, me extrañas- la voz picara atravesó la línea.
-Ángel, ¿lo tienes? - indago sin darle importancia a las palabras de su particular investigador.
-Lo tengo nena, pero la toma más bonita es la cachetada que se comió el tonto de tu asistente- la risa burlona llego a sus oídos y está sin mediar palabras colgó.
-Vamos, Oliver- ordeno al chofer que la veía por el espejo retrovisor.
-¿No esperaremos al señor Hamilton?- Preguntó el hombre viendo a lo lejos al nombrado.
-No, Hamilton necesita aprender- respondió y sin más el auto abandonó del lugar.
Kelay contemplo el paisaje de la ciudad, pero las imágenes del pequeño siendo jalado por su madre atravesaron su mente, haciendo que clavara las uñas en las palmas de sus manos.
-Sin pruebas, nadie cree Hamilton- murmuro, tratando de encontrar consuelo.
💕💕💕💕💕💕
Abrazos
Gaby
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Comments
Ara
La vida te hace dura muchas vcs, pero te está preparando para lo que viene
2025-03-25
0
LectoraPR
Caramba mujer, no acabas de comprender, Kelay querida, que necesito hallar y comprar no cualquier braga, necesito “la braga parlante”. 😂🤣🤣
2024-05-19
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PATUBELA
Pero tú ya las tienes, porque de tonta no tienes ni un cabello!!
2024-03-17
4