Mikhail, nunca fue niño “normal”, tal vez lo llevaba en la sangre como solía esbozar orgullosa Fedora, a quien le importaba poco el daño que podría hacer su lindo pequeño.
Poco a poco el niño solitario de mirada perdida se transformó en un adolescente con ganas de más… más control, mas placer, más dolor, ya que sentir era su motivación.
Para Mikhail, nada era importante, no entendía el amor, el dolor, la ira…todo significaba un vacío profundo, hasta que vio esos ojos grises con destellos de cielo alrededor del iris, y se convirtió en su razón de vivir.
Un dulce corderito estaría bajo el mismo techo y nada podía ser más perfecto para un monstruo sediento de inocencia.
Lo que jamás imaginó fue que a pesar de las heridas irreparables esta daría pelea, y alguien a quien pensaba su madre que controlaba, daría la estocada final.
El resultado, una dura condena en la cárcel Central a unos 200 kilómetros de Moscú, donde eran albergados los delincuentes más peligrosos.
El cazador se volvió presa de bestias de mayor rango, un lindo gatito de unos veinte años, estaba rodeado de leones desesperados por destrozarlo.
El ruso jamás se dio por vencido, lo habían destruido de todas las maneras en aquel frio lugar, pero renació… Un demonio con sed de sangre, una bestia decidida a todo por recuperar lo único que lo hacía sentirse vivo.
Ahora solo quedaba, eliminar uno a uno a esos infelices que osaron lastimarlo, y ese día, contra todo pronóstico, tenia a solo unos pasos a Ersa, uno de sus verdugos.
Ersa Kracovia, ya no se veía tan intimidante, aunque quisiera, solo era un viejo pisando los sesenta. Aun así, para Mikhail, ver esa maldita sonrisa burlona, seguía provocado nauseas, como las noches donde se filtraban a su celda para recordarle que él era un pedazo de carne donde podían descargar sus tenciones.
El ex convicto, observo la oficina con fascinación, mientras movía su cabeza de arriba abajo de manera afirmativa.
Mikhail lo detallaba de pies a cabeza, no lo dejaría escapar, Ersa había entrado a su jaula como tantas veces, pero esta vez estaba preparado.
-Quién iba a imaginarse, que nuestra linda mascota, se haría del reinado de Vladimir- la risa ronca, producto de las tres cajas de cigarrillo al día, resonó en el cuarto- Ser la put% de Vladimir te llevo lejos, supiste elegir mi dulce Mikha- la mirada lasciva recorrió el cuerpo del ruso que apretó los puños, curvando sus labios en una mueca, que lejos de parecer una sonrisa era una sentencia.
-Que te puedo decir, Vladimir estaba viejo, y quería que alguien se ocupara de sus negocios, quien soy, para decirle que no, tu mejor que nadie sabes que nunca pude- señalo la silla frente al escritorio y Ersa camino hasta allí para ubicarse- ¿A que debo tu visita? - inquirió moviéndose con sutileza.
Ersa lo siguió con la mirada, entre animales rapases eran conocidas las mañas.
El viejo suspiró y limpio bajo sus uñas sin perder de vista al hombre que se movía a su costado derecho- Tu sabes mejor que cualquiera, que cuando salimos de esa pocilga es muy difícil mantenerse, y pensé- elevo la mirada, relamiendo sus labios- Mi lindo Mikha, me ayudara, así fue que decidí buscar a tu madre para que me dé pase libre en este bello y retorcido club. - movió sus manos señalando todo- Sé que serás bueno, como lo fui contigo en la Central. –
El ruso sintió su sangre hervir, aunque no lo demostró, moría de ganas por clavarle la hoja de la navaja oculta en su cintura.
-Cuidar- pensó con odio.
El hombre sentado a solo unos pasos, no solo lo tomo infinidad de veces, sino que lo sujetaba mientras Vladimir Kovski jugaba con su cuerpo como le diera gana.
Esta vez seria diferente, había vencido a su peor verdugo, nadie pudo anticipar que el viejo libidinoso terminaría por enamorarse de su mascota, cediéndole todos sus negocios una vez fuera de la cárcel.
Su madre tuvo razón, a pesar que la odió aquella tarde en la cárcel, cuando con una risa sínica le dio un tierno consejo.
-Dale lo quiere y no dolerá tanto corazón.
-Ersa, Ersa, Ersa- repitió negando- me crees tan estúpido, jamás ayudaría a un viejo inútil y enfermo como tú-
El hombre borro su sonrisa al instante y la mirada se volvió siniestra en cuestión de segundos
- Mira pedazo de basura\, no soy Vladimir\, tu culo no va a nublar mi juicio\, si no quieres arrastrarte como antes\, será me…- las palabras se ahogaron con la sangre que brotaba de la arteria carótida\, el aire comenzaba a escasear y en los últimos segundos de vida fijo la mirada en el rostro de quien reía emocionado.
-Tú no eres nada en comparación de la mierda asquerosas de Vladimir, ¿Qué te hizo pensar que podías conmigo?, viejo idiota, solo eras la put% que dejo después de tenerme. - la risa tenebrosa se cubrió en las paredes
- Mándale saludos de mi parte, ya que el imbécil no me dejo despedirme, mientras se desasía en el lindo baño de ácido que le prepare.
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Varios días después, a unos veinticuatro minutos de la zona céntrica de Nueva York, alguien buscaba desesperadamente callar sus pensamientos.
Los brazos delgados se sumergían en el agua cálida, el dolor se extendía, y a pesar de reconocer el cansancio en las extremidades, la rubia se negaba a detenerse.
Su cuerpo se movía de extremo a extremo en la enorme piscina, que se encontraba dentro de la casa, rodeada de un cristal, que permitía una vista de 360 grados de todas las habitaciones y pasillos. Un sistema de iluminación dejaba ver todo desde la perspectiva de Kelay, mientras que quien recorriera la casa del otro lado, solo vería enormes ventanales espejados, si la rubia así lo quisiera.
Kelay necesitaba tener todo bajo control, incluso cuando se repetía que estaba a salvo.
La conversación con Beca, los constantes videos del bonito Daniel, y las reuniones con Theodor, habían activados recuerdos ocultos, que amenazaban esa estabilidad que había construido a fuerza de aislarse de todos.
Nadar era una de las actividades que lograba alejarla de todo, esa sensación de seguridad que el contacto del agua brindaba, permitía que se enfocara, pero esa noche por más que lo intentara, era imposible.
Giraba sobre su espalda, sus pies impactaban en la pared, para darse impulso, mientras movía la cabeza de izquierda a derecha, para tomar bocanadas de aire y así dar inicio a otra vuelta.
- La dulce princesa Kelay, destruyó a los monstruos y salvo a todo el reinado- la mano tibia se deslizaba por la hebras casi blancas.
- -Papi, cuando sea grande quiero se fuerte como la princesa Kelay- la niñas de uno seis años miraba con admiración al hombre que la sostenía en brazos, como si ella fuera un tesoro
- Lo serás amor, serás grande y fuerte.
Kelay se detuvo en seco, en medio de la piscina, sacudió la cabeza y sus manos recorrieron el rostro casando los restos de agua.
Observo todo a su alrededor, como si buscara algo que jamás volvería a encontrar.
-Deben desaparecer, concéntrate, solo olvídalo, olvídalo- repitió furiosa golpeando el agua para comenzar a nadar otra vez,
La luz del sol filtrándose a través de puertas blancas, obligaron a la niña a pestañear varias veces .
-Dasha, princesa, ven- otra vez la figura de un hombre apuesto, de deslumbrantes ojos grises y cabello negro, aparecía a pocos metros.
-Si papi.
-Princesa, recuerdas a Fedora- la niña se aferro a la pierna de su padre y con temor fijo sus ojitos brillantes en la mujer que sonreía con falsa dulzura-
-si – respondió moviendo su cabecita con cuidado, mientras la manos grande la acariciaba.
-Ella vendrá a vivir con nosotros y tendrás a alguien que cuide de ti cuando papá no este, mira el es Mikhail.
La rubia comenzó a toser, el recuerdo de aquellos ojos negros vacíos provocó que el agua ingresara por su nariz ahogándola.
Su corazón empezó a latir a gran velocidad y el miedo que sintió aquella vez, regreso con intensidad convirtiéndola en esa niña temerosa.
-Cariño- la voz dulce de Irina, la sobresaltó y su mirada se volvió letal, lista para dar batalla.
-Kelay- repitió la mujer al notarla rara. –Cariño, ¿estas bien?- interrogo acercándose a la piscina
Kelay logro enfocar su mirada en esa mujer que la contemplaba con amor y preocupación y poco a poco se tranquilizó.
-Sí, ¿Qué pasa?- nado hasta Irina y apoyo sus manos en el frio mármol.
- Quería avisarte que la cena esta lista- se inclino y con extremo cuidado acarició la coronilla de la rubia- Cielo\, ¿ que sucede?.
-No me cuido- murmuro, pero Irina logro escucharla.
-¿Quien amor?- seguiría las instrucciones de los médicos, tenia que hablar con calma, darle el espacio y seguridad que le habían arrebatado.
- Marcus- respondió con frialdad- se supone que un padre ama de manera incondicional\, eso dijo Beca- sus brazos hicieron presión en el piso y su cuerpo se elevó\, haciendo que Irina cediera el lugar para que la rubia saliera de la piscina.
- Kelay\, él te amo con locura\, tal vez se equivocó\, pero…- la mujer la siguió mientras que la abogada tomaba la bata para cubrir su cuerpo.
-No... incluso la última vez solo pensó en ella- volteo a ver el rostro pálido de Irina que cubría con ambas manos la boca; era la primera vez que la rubia hablaba de aquella noche.
-Cariño- dio unos pasos, para intentar abrazarla.
-Iré a cambiarme, espérame en el comedor- ordeno fríamente, como si lo que dijo minutos antes no significara nada.
La mujer no insistió, quería, pero no podía y solo asintió con los ojos vidriosos.
Kelay subió los tres escalones que daban acceso al pasillo que la llevaría a su cuarto. Cuadro los hombros al ver el reflejo de su imagen en el cristal y trago duro fingiendo que todo estaba bien.
-Por favor, no le hagas daño, la amo, la amo- las últimas palabras de un moribundo resonaron en su mente\, incrustándose en su alma como dagas.
Los demonios regresaron y ella estaba lista para enfrentarlos.
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Comments
Yazmin Gómez
Marcus llevo a Fedra y mikahil 😈😈😈a vivir con el y la pequeña key, y ahí sucedió todo 🥺🥺🥺
2024-09-20
1
Ursula
Xd. .Fedora es un Mounstruo....y Mikha es mas
2024-06-14
1
Nomi Ukara
Solo queda enfrentar los malos recuerdos y se irán para siempre 🥺
2024-02-04
3