Moscú

Moscú es conocida por su vida nocturna atiborrada. En la capital hay un número incalculable de los clubs, discotecas y centros de entretenimiento.

Pero solo uno era codiciado por un grupo de hombres y mujeres con gustos exóticos que solo podían acceder  recibiendo una invitación de un miembro exclusivo. Estaban a un código de cumplir sus mas oscuros deseos.

Grandes empresario, ladrones de guantes blancos, narcotraficantes de escala mundial y quien pudiera gozar de una abultada billetera podía gozar de las mieles de “ Dasha”, donde todas las fantasía podían hacerse realidad.

Quien iba a imaginarse que el lugar nació de una obsesión enfermiza de su dueño, Mikhail Pankratov de 39 años, un ruso sin escrúpulos que gozaba de los gritos de jóvenes rogando por piedad, una palabra que no existía en su vocabulario.

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Mikhail, dejó escapar un gruñido cargado de extasis y su mano aflojo el agarre del delicado cuello blanco que yacía bajo su cuerpo.

-Esto fue caliente- esbozo una sonrisa y observo los ojos cerrados de su victima- Al parecer fui muy duro- la risa gutural escapo de sus labios y rápidamente se puso de pie para caminar desnudo por la oficina que le ofrecía una vista panorámica del club.

Contemplo el lugar lleno, mujeres y hombres semi-desnudos que caminaban entre las mesas sirviendo tragos y siendo manoseados a gusto y placer de los clientes.

Jaulas colgando del techo con sus lindas mascotas desnudas en espera de algún cliente con deseos de cumplir sus fantasías mas siniestras,

Era un deleite para sus ojos, ese imperio de perversión le había costado lagrimas de sangre, pero  valió la pena, para su mente retorcida.

Su mano alcanzo el vaso de licor que descansaba junto al escritorio y le dio un profundo trago, sintiendo como la garganta quemaba. - Ahh, sabroso- relamió sus labios y volteo a ver a la jovencita inconsciente sobre el sofá.

La mujercita de no más de veinte años tenia  uno de sus brazos colgando, el rostro cubierto de moretones y el cuerpo con visibles marcas de dientes afilados.

Sonrió orgulloso de su obra, pero no se sentía satisfecho, nunca lo hacía. El sonido de la puerta llamando lo obligo a buscar lo pantalones regados sobre la alfombra.

-¿Qué pasa?- preguntó ofuscado viendo al simio de casi dos metro vestido de negro de pie junto a la puerta

-Señor, su madre quiere verlo- respondió el hombre e instintivamente dirigió su vista a la mujer maltrecha sobre el sillón.

Mikhail resopló con desagrado, una de sus manos fue al cabello castaño enmarañado y lo rastrillo hacia atrás- Sácala, y llama al médico, creo que la próxima seguirá las ordenes- dio un paso al costado y el hombre ingresò para tomar a la jovencita como un costal de papas sobre su hombro.

-Envía al personal de limpieza que vengan rápido, no quiero oír a mi madre  y sus quejas-. Ordeno de mala gana y camino en dirección al baño privado.

Varios minutos pasaron hasta que la puerta se abrió con violencia.

-Bienvenida madre- saludo desde la silla detrás del escritorio, viendo con enfado a la visita.

-Dile a tus simios que la próxima vez que no me dejen entrar cortare sus huevos con un bisturí y se los daré de comer.

Fedora Panfratov ingreso altiva. La mujer de unos 54 años, de tez blanca como la nieve, cabellos rubios con rastros de canas y ojos marrones detallo la oficina de arriba a bajo.

-¿Puedo sentarme aquí?- señalo un sillón individual- o voy a encontrarme con los que hubieran sido mis nietos- dijo con asco.

-¿Qué haces aquí?-  detestaba ser interrumpido cuando se divertía.

-Necesito dinero- respondió dejando el bolso de diseñador sobre la mesa de café y se sentó.

- Tus amantes\, ya no te dan dinero o su vida por ti – respondió divertido y ella lo vio sin rastro de vergüenza o culpa.

-No juegues Mika, me lo debes, cuide de tu trasero desde que me preñaron, y cuando caíste preso por idiota- dijo con todo el veneno que su lengua podía destilar.

-Lo sé madre, me lo recuerdas diario- se puso de pie y fue al mini bar- ¿quieres algo de beber?- interrogo viendo como la mujer que lo trajo al mundo negaba.

-¿Trajiste lo que pedí o solo vienes por dinero?- camino hasta ella con un vaso de Wiskhy y se ubicó en el sofá, que media hora antes tenía el cuerpo casi sin vida de su última víctima.

-Se lo deje a tu lame botas-  se inclinó y arrebato el vaso de la mano de su hijo.

-Creí que no querías-

-No te crie bien, no sabes compartir- dijo con burla y bebió todo de un solo trago.

-Mmm, aprendí de la mejor- respondió con malicia viendo los ojos desafiantes de su madre.

-No abuses con las dosis, ah…- abandono el vaso sobre la mesa- no podrè traer más hasta el próximo mes, comenzaron a sospechar –

Mikhail frunció el entrecejo- ¿Por qué? Siempre has estado a cargo de la drogería en el hospital.

-El empleado nuevo, el muy imbécil quiere ganarse la confianza del jefe del departamento y comenzó a llevar un inventario exhaustivo- arrojo su espalda al sillón- creo que si quieres que siga colaborando para que tengas a tus mascotas dóciles, debes ocuparte- una sonrisa ladeada se dibujó en los labios carnosos.

-Bien, envía sus horarios, uno de mis muchachos hará una visita. - explico cruzando las piernas de manera relajada.

-Toc, toc- llamaron a la puerta

-¿Quién?- grito, desviando la mirada en esa dirección.

-Señor – un hombre abrió tímidamente- ¿Dónde dejamos a la nueva mascota?

-Tráela quiero verla- ordeno y se puso de pie.

Fedora rodo los ojos y volteo para ver la nueva mercancía.

El hombre ingreso con una jovencita que trastrabillo, por la fuerza impuesta sobre su nuca cuando era arrastrada en el interior a la oficina.

Los ojos marrones de Mika se iluminaron al ver la cabellera casi blanca y extendió sus manos para acariciarla- MIRAME- mando desesperado, necesitaba comprobar el parecido; pero la joven se negó a levantar la vista del suelo.

-¡¡Dije que me mires!!- grito fúrico y con fuerza tomo la delgada barbilla para levantar el rostro.

Su corazón palpito desbocado hasta que sus ojos conectaron con unas hermosas esmeraldas cargadas de lágrimas.

-Maldita sea.- rezongo, soltando con violencia a la jovencita, que se quejó por la fuerza ejercida.- Llévatela y que la preparen para mi.-

El hombre asintió y la arrastro fuera de allí.

Mikhail apretó los puños con fuerza y cerro sus ojos- No es como ella- susurro.

-Tu sí que estás loco, cariño- la voz burlona de Fedora lo saco del trance.

Volteo para ver como su madre se ponía de pie y tomaba lu cartera para caminar hasta él.

-Ella se fue- dijo cerca del rostro, y su dedo índice recorrió la cicatriz en la mejilla izquierda que iniciaba bajo el ojo y terminaba en la comisura de los labios. - desapareció, supéralo idiota.

Él tomo la mano con fuerza y la alejo- será mejor que te vayas, debo atender a los clientes- la quijada estaba tensa y voz se oía tenebrosa, pero Fedora sonrió con malicia.

-Envía el dinero, no me hagas esperar cariño, tu sabes que mamá no tiene paciencia- dio dos golpecitos en el rostro de su hijo y camino a la salida.

Mikhail apretó el puño hasta oír la puerta cerrarse y con violencia sus manos alcanzaron el sillón que voló por los aires.

-¡¡¡¿Dónde estás, carajo, donde ?!!!- grito enfurecido rompiendo todo a su paso.

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Mañana mini maratón, como verán estamos conociendo a nuestro personajes.

Abrazos

Gaby

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