Dasha

Los ojos se movían inquietos debajo de los parpados cerrados, y las manos se aferraban con fuerza al cojín. Se avecinaban un sueño de esos que últimamente se hacían más nítidos.

-Te amo, Das, nunca lo olvides, siempre estaré en tu corazón- la tierna de voz de una mujer de cabellos claros, la sensación de una caricia tibia. La luz, una luz incandescente a través de una ventana, mostraba la suave caída de la nieve.

-Mami, ¿Qué le pasa mami? - un sollozo desgarrador y la oscuridad cubriéndolo todo.

-Tranquila amor, papi esta aquí- el abrazo fuerte y la sensación de plena seguridad- te amo Das, y mamá también te ama, siempre lo hará.

-¡¡No!!- grito Kelay incorporándose en la cama agitada y observó todo a su alrededor.

-Toc, toc- llamaron a la puerta

-Kelay, ¿estás bien? - James llamaba preocupado del otro lado de la puerta, había oído el grito.

-Sí, estoy bien- respondió viendo la hora, era momento de levantarse.

-Ya está el desayuno y Oliver trajo la ropa, ¿puedo? - indagó con cautela.

Ella salió de la cama y rápidamente acomodo su desastroso cabello frente al espejo que estratégicamente estaba ubicado en la puerta del vestidor.

-Sí, pasa-  dijo calma viendo como la puerta se abría.

James ingreso son timidez y fue inevitable no admirar esa belleza recién levantada.

-Puede verse mejor aun recién levantada- pensó emocionado

-Déjala ahí- señaló la cama- iré a dúcheme – se mostró indiferente, pero disfrutó de ver del bonito morenazo de pantalón chándal gris y musculosa negra.

-Interesante despertar – dijo para sí

-Iré a ver las tostadas, te espero-  agrego James, mostrando su perfecta sonrisa y abandono el cuarto.

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No muy lejos de allí, cierta maestra jardinera trato de abrir sus ojitos color miel, pero el fuerte dolor de cabeza, la obligó a cerrarlos con fuerza.

-Rayos, porque tome tanto-gruño bajito y estiro sus brazos sintiendo un ligero fresquito.

Sus manos se colaron bajo las sabanas y enorme fue la sorpresa cuando sintió sus senos saludando y un poco más abajo alguien le recodaba que fue un poco muy traviesa.

Con temor abrió un ojo y moviéndolo graciosamente escaneo el cuarto, bien desconocido para ella.

Las paredes en tonos cálidos, un delicado tocador, una cama King con sabanas de seda roja, luces tenues en cada esquina del cuarto y los restos de envoltorios de bombones esparcidos sobre la mesita noche.

No tenía dudas era un hotel de tránsito, lujoso por los detalles, los cuadros que daban un toque de color, pero de tránsito.

Lo termino de confirmar, cuando levanto la mirada y se encontró con su reflejo. Un amplio espejo sobre la cama solo hizo que se ruborizara.

-¿Qué hiciste Beca Martínez?- se reprendió al notar que estaba sola y su ropa desparramada por todo el lugar

La pregunta solo detono imágenes muy subida de tono, con un hombre por demás apuesto, de cabello color ébano y ojos negros en donde cualquier mujer moría por perderse.

-Tengo que salir de aquí- tomo la sabana para cubrir su desnudez y con rapidez busco la ropa para vestirse.

-¿Donde esta?- busco desesperada su braguita amarilla; porque Beca de discreta no tenía nada, pero fue imposible encontrarla, hasta que sus bonitos ojos fueron a una esquelita.

-¿Qué es eso?- frunció el ceño y trastabillando con las sabana llego hasta el tocador para tomarla.

-Gracias por la noche bonita, me lleve un lindo souvenir. B.

Beca abrió la boca incrédula- Maldito infeliz se llevó mi tanguita de la suerte- lloriqueo pataleando en el lugar.

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Kelay estaba perdida en sus pensamientos, caminado por los pasillos de la firma, James la seguía detrás, explicando la agenda del día, pero ella seguía reproduciendo el sueño.

Esa mujer era su madre, pero lo que más la mortificada era aquel hombre que la abrazaba y aseguraba amarla.

-Kelay, Kelay- la mano sobre su hombro detuvo sus pensamientos

-Si- dijo sintiendo el ardor en la palma de sus manos, donde las uñas se habían incrustado.

-¿Estas bien?- indago el asistente viéndola preocupado.

Ella miro a los lados, el sonido de teléfonos repiqueteando, personal yendo y viendo la altero.

-Kelay- insistió James- ¿estás bien?

-Sí, llévame un café- ordeno indiferentemente y se alejó.

James la siguió hasta que la vio detener sus pasos a pocos metros de la puerta de la oficina.

Un hombre mayor acariciaba las ondas renegridas de un niño que reía mientras tocaba la nariz de este.

Nuevamente los recuerdos se agolparon

-No podrás alcanzarme- las risas resonaron en su mente

- -Te atrape, mi hermosa Dasha, mi dulce princesa-

-Kelay- susurro James viéndola perdida en sus pensamientos y ella se sobresaltó- Estas pálida, te encuentras bien.

-¿Que hace aquí?- señalo con el mentón, sin quitar la vista del hombre que seguía entretenido jugando con el niño.-

-Te lo explique- dijo sin comprender- el señor Ferrer pidió una cita contigo, era hoy ¿lo olvidaste? - No entendía la conducta errática de su jefa, nunca la había visto tan abrumada.

-Ocúpate del niño, llévame dos cafés y déjame a sola con el señor Ferrer- sin más se alejó e ingreso a la oficina

Kelay soltó el maletín sobre el sofá y se dirigió al enorme ventanal buscando calmar sus pensamientos.

-Respira, tú no eres Dasha, tu eres Kelay- sus ojos perdieron el brillo, era como si perdiera el alma- eres fuerte, eres impenetrable, ella murió en ese cuarto, solo respira- dijo apretando su pecho con fuerza y jadeo en busca de oxígeno.

El pasado amenazaba con volver y no estaba dispuesta a dejar que la destrozara, no esta vez.

La notificación de un mensaje la obligó a ir en busca del celular. Sus dedos se movieron agiles y de pronto una simple imagen la saco de aquel inferno donde los recuerdos la sumergieron.

Daniel, el gordito baboso, mostraba sus encías en una enorme sonrisa, y esos ojitos destellantes viendo a la cámara mostraban su alma pura.

📱📱-Aquí está tu admirado número uno- decía el mensaje enviado por Olga.

-Eso no es mi admirador, es una acosador- respondió inmediatamente, pero una sonrisa se dibujó en su rostro.📱📱📱

Tal vez, solo tal vez, algo parecido al amor existía-

💕💕💕💕

Un abrazo

Gaby

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