Kelay ingreso a la enorme oficina, seguida de Beca, que observo todo, buscando algo que sabía nunca iba a encontrar, colores. El estilo minimalista, reflejaba el carácter de su amiga.
El minimalismo se basa en una premisa clave: prescindir de los elementos innecesarios aportando únicamente aquellos necesarios.
La abogada era simple en cuanto a lo que quería, odiaba los detalles, esos que llaman adornos, creía que solo servían para acumular polvo
Un enorme ventanal permitía el ingreso de luz natural y una planta de hojas grandes se encontraba al costado de este. Era el único toque de color entre el blanco y negro; y eso se debía a un regalo de la mujer que en ese momento se dejaba caer en el cómodo sofá.
Al final del espacio, junto al ventanal, el escritorio blanco se veía pulcro junto al sillón mullido que brindaba la comodidad justa para trabajar.
El blanco era apropiado tanto en las paredes como en el mobiliario de mayor tamaño, combinando con el negro, para pequeños detalles que se podían apreciar en las cajoneras de archivo y en la pequeña mesa de café.
Las lámparas también eran blancas para que la luz proyectada no se vea distorsionada.
Kelay había creado su pequeño imperio en esas cuatro paredes donde se sentía a gusto a pesar de la opinión de los demás.
- ¿No te gustaría darle un toque de color? - los preciosos ojos de Beca recorrieron el lugar- su mano indico la esquina mas llamativa de la oficina- mira la plantita que te regale hace que todo luzca más vivo.
Era propio de ella, jamás se daba por vencida, fue así que consiguió una amistad con quien poco y nada busca relacionarse.
La rubia hizo una mueca en sus labios, y se sentó en el sillón individual negro frente a su invitada- Eso no es una plantita, por poco me regalas un árbol.
-Hey, fue un súper regalo, si me dejaras decorar…- trato de mostrar su entusiasmo, pero le duro poco
-Nunca- interrumpió Kelay- jamás vas a redecorar mi oficina, me gusta así, simple, sin tanto caos.
Beca suspirò resignada, más tarde volvería a insistir-¿Qué vas hacer con ese pobre hombre?- indico a la puerta recordando a Rodríguez.
Kelay la miro fijamente y sonrió, gesto que preocupo a la trigueña
-¡¡Ah no!!- agito su cabeza en negativa muy efusivamente- tu sabes que no doy abasto, no- se negó viendo como su amiga asentía.
- Ok\, dejaras a esa inocente niña rondar estas instalaciones frías y aburridas- dijo tocando el punto sensible de su amiga. - Tan cerca de mí- y esa fue la estocada final. Sus ojos detallaron una falsa inocencia con aura peligrosa
Beca respiro profundo, no podía con la capacidad manipuladora de la abogada y tampoco podia negar que su profesión solo acrecentaba ese corazón de algodón de azúcar que se cargaba.
Beca Martínez era maestra jardinera, adoraba los niños y estaba a cargo de una pequeña guardería unos pisos abajo, en el mismo edificio. Demás esta decir que estaba a nada de superar su capacidad, no solo por la calidad de los profesionales, sino porque permitía que los empleados de la zona pudieran dejar a sus hijos en buenas manos
Así fue como se conoció con Kelay. La maestra quedo asombrada, aquella tarde cuando una belleza abrumadora que parecía no tener sentimientos paso por su lado. Su corazoncito le dijo que hiciera amistad, porque si algo aprendió en esa profesión es que los adultos que no recibieron suficiente amor de niños, suelen ser más cautelosos.
Kelay fue un gran desafió, quería demostrarle que no era una amenaza y luego de varios rechazos gano por cansancio una amistad de mas de cuatro años.
-Bien, le hare un lugarcito, un niño mas no hará nada- dijo viendo la mueca casi como una sonrisa de su amiga.
-Perfecto- la rubia se encogió de hombros y se puso se pie para dirigirse al escritorio
-¿Qué vas hacer?- preguntó Beca siguiéndola con la mirada
Kelay giro el sillón blanco y se ubicó detrás del escritorio.
-Me preparo para los reclamos- los labios rojos se inclinaron sutilmente a un costado y la mirada tenaz fue a la puerta- tres, dos, uno
La puerta se abrió con fuerza y un moreno muy molesto ingreso.
James busco calmar las ganas de expresar todo lo que sentía, así había sido desde que comenzó a trabajar con esa mujer que ahora lo veía desafiante.
-Hamilton traes lo que pedí- el tono era como a quien le importara un bledo todo.
James entrecerró los ojos y apretó con fuerza las carpetas mientras se acercaba.
- Respira \, es tu jefa
Beca se puso de pie al notar lo tensa de esa situación, pero sus lindos ojitos no perdieron la oportunidad de escanear el trasero perfecto del asistente, ese que se podía admirar en el elegante pantalón pinzado
-¿Qué piensa hacer con Rodríguez?- extendió los documento y ella los tomo sin mirarlo.
-Faltan los de Flennin- dijo hojeando los legajos y fruncía el ceño.
-Me retiro-la vocecita de Beca cerca de la puerta hizo que la rubia por fin elevara la mirada y con un movimiento de mentón se despidió
-Mejor huyo antes de que estos dos se mantén- susurro saliendo de allí despavorida. Conocía esa dinámica jefa – asistente mejor que nadie y no era bueno entrometerse
-Kelay, ¿Qué importa ese documento?, estamos hablando de una persona- respondió James buscando la atención de su jefa.
Ella golpeó los legajos en el escritorio y dejo escapar el aire en señal de molestia.
-Tu trabajo es ser mi asistente, si quieres ser el abogado de Rodríguez, al menos espera que te contrate- elevo una de sus cejas y observo aquel gesto típico de frustración de su lindo asistente.
James mordió la mejilla interna y movió de manera graciosa su nariz.
-Su esposa está enferma, no tenía con quien dejar a la niña, Dios podrías tener un poco de empatía. -
Y ese era él, no podía controlar su boca cuando se trataba de proteger y defender a otros, por eso había elegido ser abogado.
Ella sonrió con desgano, se puso de pie, ambas manos se apoyaron sobre el escritorio e inclino un poco el cuerpo en dirección de Hamilton que no perdió de vista las delicadas facciones.
-No vengo aquí a sentir empatía por nadie, aquí trabajo, cumplo las reglas y espero que el resto haga lo mismo, sino pueden con eso que se larguen.
El moreno estaba a punto de responder, pero unos golpes en la puerta los interrumpió, seguido del rostro pálido de Rodríguez que pedía permiso para entrar.
-Si terminaste, retírate debo hablar con el señor- señalo la puerta y se sentó.
Hamilton camino a la salida no sin antes ver a su compañero con pena, no había hecho nada significativo para ayudarlo.
El hombre se acercó con cautela hasta la abogada y Kelay indico la silla que se encontraba al frente.
-Siéntese- ordeno
Rápidamente el hombre tomo su lugar, sintiendo el sudor deslizarse por la espalda al ver como lo escrutaban con la mirada.
-¿Anna?- interrogó, mientras Rodríguez seca el sudor de su frente con un pañuelo.
-Esta- esta, con Freda- respondió y ella asintió, escribiendo en su agenda unos datos y luego arrancó la hoja para extenderla en su dirección.
-Ve al primer piso, lleva a Anna allí, la estarán esperando, es un buen lugar. - explico rápidamente
Rodríguez abrió los ojos sorprendido sin poder creer, en sus manos estaba a posibilidad de tener a su niña en una guardería a pocos pasos.
-Señorita, esto- esto--. Balbuceo feliz
Kelay movió su mano con desinterés- Ve, la niña debe estar en un lugar cómodo, luego vuelve a tu puesto, vienes a trabajar no lo olvides- dijo casi sin mirarlo.
Él se levantó como un resorte y camino apresurado hacia la `puerta.
-Rodríguez-la voz firme hizo que volteara antes de girar el picaporte.
-No vuelvas a culpar a tu niña por tus decisiones, sé que puedes ser mejor padre, ella te necesita no la decepciones- Una vez dicho eso volvió su vista a los papeles ignorando el rostro desorientado del empleado.
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James Hamilton estaba caminando alrededor de su módulo sumamente preocupado, cada tanto veía a la puerta de madera y leía las inscripciones en ella como si fuera la primera vez.
Kelay Johansson ABOGADA
La puerta se abrió y Rodríguez salió emocionado viendo el pequeño papel, pero rápidamente su mirada se encontró con la de James que camino hasta él.
-Gracias, gracias... no sé qué fue lo que hiciste o dijiste, pero ella…- reía como un desquiciado.
El moreno no entendía nada, si fuera por algo que dijo de seguro el también estaría despedido, porque una vez que salió de la oficina se dio cuenta que se había pasado.
-¿Qué paso?- preguntó curioso.
-Mi Anna tiene lugar en la guardería, aquí, aquí- dijo feliz y lo abrazo - debo llevarla, la señorita Johansson dijo que debo volver rápido a mi puesto.
Antes que James pudiera decir algo el hombre palmeo su hombro y se alejó en busca de la pequeña.
-Hamilton- la voz femenina atravesó el intercomunicador que descansaba sobre el escritorio color caoba.
- ¿Si?- pregunto con cuidado\, presionado el botón rojo del aquel aparatito que lo tenía al tanto de todos los deseo de su jefa.
-Ven aquí, ahora- la orden fue directa
Rápidamente acomodó el saco y estiro el nudo de la corbata que parecía asfixiarlo.
- Bien, al mal paso darle prisa- movió su cuello de un lado a otro y este trono demostrando una vez más lo que esa mujer provocaba en él.
Llevaba tres años trabajando para Kelay Johansson, y era como escalar una alta montaña, nunca llegaba a la meta porque siempre exigía mas. Pero no iba a negar que lo hizo un mejor profesional, aunque odiara esa forma distante de tratar a los clientes.
Hamilton otra vez estaba en las fauces del lobo o loba, no importaba, esa mujer era una fiera, mucho más si estaba moleta
-¿Dígame en que puedo ayudarla?- camino hasta el escritorio y la rubia arrojo un legajo en su dirección.
-Porque me traes esto, no lo pedí- estaba bastante irritada con la carpeta verde sobre el escritorio,
-El señor Davis me pidió que se la entregara y dejo claro que si estaba en desacuerdo fueras a su oficina que se lo explicaría- respondió viendo la mirada fría destrozándolo.
-Veo que ahora no me tuteas- dejo salir con ironía, haciendo que la garganta de James se estrangule por la incomodidad.
Se puso de pie, y camino apresurada como alma que lleva el demonio, con una cosa en mente hacer que su jefecito escuche unos cuantos rezos.
-Gracias- la voz masculina freno sus tacones y su larga cabellera se balanceó como la seda cuando giro para verlo. - Gracias por ayudar a Rodríguez- James sonrió y sus ojos verdes se iluminaron generando una extraña sensación en la rubia que frunció el ceño como si quisiera alejar ese sentimiento molesto.
-No te confundas Hamilton, Beca fue quien me pidió por la niña, o acaso lo olvidaste, "No soy empática"- elevo el mentón y lo vio con soberbia remarcando las palabras.
-No quise- intento disculparse, pero ella lo ignoro- ¿Quieres que te acompañe? - la siguió apresurado, no quería estar mal, nunca quería estar mal con su jefa y no era por temor, sino por algo muchos más profundo que no lograba descifrar.
-No, quédate en tu puesto y adelanta el trabajo del caso Hernández- camino en dirección al ascensor como si se llevara el mundo por delante.
Kelay Johansson, era sublime, fuerte, empoderada, pero sobre todo temible y esa era la parte que más amaba de ella.
Hamilton suspiro viendo alejarse a su jefa y no puedo controlar ese lado masculino que lo llevo a recorrer esa sensual figura moviéndose como una de las serpientes más peligrosas, pero hipnóticas, sin dudas.
-Dios, necesito vacaciones, esa mujer no puede, no, no debe llamar mi atención- se dijo para sí, volviendo a su escritorio.
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Hola corazones, volví y estoy feliz de encontrarme otra vez con ustedes.
Esta historia se va a desarrollar de la siguiente manera, dos cap. día de por medio y antes de que me reten esto se debe a que:
1 Es una historia que tendrá una cuantas vueltas por lo que reviso una y otra vez los cap. ya saben soy medio obsesiva con que todo encaje. y... 2- tengo otro trabajo y quiero cumplir con todos.
Pero el finde habrá mini maratón, (sábado o domingo).
Las extrañe
Un super abrazo
Gaby
P/D: ¿Les gusto nuestros nuevos protagonistas?.
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Updated 152 Episodes
Comments
Lala González
me encanta
2025-02-23
0
Norma Vega
Nombre de tus otras novelas,así te sigo.
2024-08-05
2
Myriam Morales
Excelente. me encantan los protagonistas. Gracias autora, sigamos leyendo
2024-08-04
2