-No me digas que estas borracho-
-Un poco.....
La temperatura había bajado en la ciudad, pero por una extraña razón, al menos eso quería creer el morenazo de ojos verdes, él sudaba como si hubiera corrido una maratón.
-Eso sucede porque eres flojito Hamilton- los profundos ojos grises lo vieron altivez y esa boca roja, que minutos antes le había robado el aliento, se inclinó ligeramente a un costado.
-Sé beber, pero esta noche decidí relajarme- respondió buscando con la mirada, donde había volado la camisa.
-Debo regresar al club, no vine en auto y mi billetera la tiene Beca- dijo acariciando sus delgados brazos. La escasez de tela no cubría lo necesario para evitar el frio.
James siguió los movimientos de las manos y la nuez de adán subió y bajo, pues en ese instante puso toda su atención en Kelay.
Detallo el diminuto vestido que destellaba con las pocas luces de la calle, y se tornaba glorioso al pegarse a los atributos de su jefa.
Sacudió la cabeza buscando concentrarse y se enfocó en el pedazo de tela colgada de los restos de lo que alguna vez fue una escalera de emergencia.
-No deberías volver, esos tipos de seguro fueron al club- camino con cautela en busca de la delgada tela que pondría fin a esas imágenes censuradas que parecían en su cabeza.
Pretendía cubrirla y así calmar sus pulsaciones aceleradas.
-¿Me cuidas Hamilton?- dijo con burla, cruzando los brazos, sin perder de vista las piernas tonificadas dando saltos para alcanzar la prenda.
-No…pienso en ellos, en su salud mental y física – respondió con sarcasmo, tomando la camisa.
-Huy, eres cruel- respondió fingiendo estar ofendida- creía que el déspota, reina de hielo era yo- inclino la cabeza y sonrió al ver como su lindo asistente se congelo en el lugar.
James giro sobre sus pies, lentamente, sus ojos se la observaron perplejos y relamió los labios, buscando las palabras que lo sacaran de esa incómoda situación.
-Vamos, cuanto tiempo creías que podría pasar sin que me enterara, que el bonito apodo con el que todos me llaman, fue tu idea- lo señalo y dio medio giro para alejarse en dirección opuesta.
Él se encandiló por la delgada cintura, la espalda desnuda y esos glúteos redondos marcándose con cada paso.
-¡Espera!- corrió tras ella y antes que Kelay dijera alguna palabra, la cubrió con la camisa.- No es mucho, pero evitara que te enfermes.
-No voy a perdonarte Hamilton- respondió aferrándose a la tela, pero esbozo lo más cercano a una sonrisa.
-He.… estaba enojado- agrego sin mirarla, mientras se dirigían a la avenida donde varios vehículos transitaban
-¿Porque? – indago disfrutando de la varonil colonia que demanda el cuerpo robusto que casi la rozaba.
-Digamos que no fuiste muy adorable, al comienzo- volteó al sentir la mirada penetrante puesta en él.
-No soy adorable, deberías acostumbrarte- esbozo fríamente.
El espacio entre ellos era prácticamente nulo, podían sentir el calor de sus cuerpos, y fue inevitable no perderse en la mirada del otro.
-Puedes dormir en mi apartamento- las palabras salieron sin pensar y James quiso que la tierra se abriera y lo tragara.
Kelay elevo una de sus cejas y se alejó un poco, el pobre le acababa de dar armas para molestarlos- Hamilton, ¿Qué propuesta es esa?, mmm-
-No, no, no lo malinterpretes- explico nervioso- queda cerca, en la mañana puedes pedir al chofer que traiga tu ropa y estamos a pocos minutos de la oficina, solo decía… ya es…-
-Respira- dio dos golpecitos en la suave mejilla con un ligero rastro de barba- Solo decía que…- diviso un taxi a lo lejos- Si ofreces tu cama, quien soy para negarme-
Hamilton se ahogó con la saliva y ella negó entretenida extendiendo la mano para detener el taxi.
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Varios minutos trascurrieron, el taxi se detuvo frente a un lindo edificio y la pareja descendió.
Hamilton la guio por el lugar hasta llegar a su departamento. Después de varios intentos para poner la llave, alegando estar un poquito mareado, y no por los nervios que se cargaba, la invito a ingresar.
-Este es mi humilde hogar- encendió las luces y cedió el paso para que la rubia.
Kelay recorrió la sala, el lugar era como se lo había imaginado, ordenado, bonito, sencillo y cálido como James.
Él quedo de pie viendo cada movimiento de la abogada, jamás imagino que alguna vez esa mujer inalcanzable pisaría su lugarcito.
Observó como los dedos de la rubia acariciaron los portarretratos sobre el modular, ese que estaba cerca de la puerta que daba al balcón.
-Es mi hermana- agregó y ella asintió.
-Es hermosa, tiene el mismo color de ojos que tu- ¿Cómo es? - tomo la foto y fijo la mirada en él.
James no pudo contener la emoción al hablar de su hermanita- Denisse es muy alegre, ama cocinar al igual que mamá y es una soñadora. Camino hasta ella y tomo otra foto– Estos son mis padres-
Kelay dejo el portarretrato en su lugar y se acercó a ver la imagen, donde una bella mujer afroamericana abrazaba a un hombre caucásico, varios centímetros más alto y de ojos verdes.
-Tú y tu hermana son la perfecta combinación de sus padres- dijo bajito con cierta dolencia en su corazón.
- Sí\, es cierto - respondió acariciando la imagen- ¿Cómo eran tus padres? - interrogo inocente\, sin imaginarse que aquella pregunta desataría un caos en la rubia.
Kelay apretó los dientes y trato de controlar sus emociones.
-Mi madre- trago saliva y se movió incomoda por el lugar, gesto que al moreno, no le paso desapercibido- falleció cuando tenía cuatro años.
-Lo lamento, no …-
-No la recuerdo, - interrumpió, no quería palabras lastimeras- era pequeña, fue hace mucho.
James asintió, y a pesar de saber que debía contenerse, su necesidad por conocer a la mujer, fue mayor.
Kelay siempre fue un enigma, jamás hablaba de su familia, tenían una idea vaga de su relación con el señor Davis, pero nada claro, esa mujer era un misterio.
-¿Tu padre?- la voz salió tímida pero el deseo creció cuando ella volteo a verlo aturdida.
-Es tarde, necesito dormir, ¿me acomodo aquí? - señalo el sofá, evitando seguir con aquella incómoda conversación.
James contuvo las ganas de seguir preguntando, por esa noche estaba bien, había logrado un gran avance después de tantos años junto a ella.
-No, claro que no… dormirás en mi cuarto, me quedare aquí, espera, iré por algo cómodo para que duermas- respondió amable y se perdió por el pasillo en dirección al cuarto.
Kelay soltó todo el aire contenido y se dirigió al balcón, para ver las luces de la hermosa Nueva York.
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Media hora paso y la rubia secaba su larga cabellera en el baño privado del cuarto de James.
Una camisa blanca caía sobre su delgado cuerpo y aunque la tela era suave no dejaba de ser incomoda, estaba acostumbrada a dormir desnuda.
James cambiaba las sabanas de la cama, tratando de ocupar su mente en cualquier cosa, menos en esa fría belleza a pocos pasos.
-Gracias por la camisa- la voz sensual lo sorprendió y el cojín que tenía en sus manos, cayó al suelo.
-De-de nada- respondió como un tonto al verla.
Se inclinó a buscar la almohada, sin perder de vistas las largas piernas que se dirigían en su dirección. - Toma- la extendió nerviosos como si quisiera marcar distancia – iré a dormir – y huyo despavorido.
Kelay sonrió viendo a la puerta y sin darle demasiada importancia, subió a la cama para descansar.
Si bien James había cambiado las sabanas, su colonia impregno la superficie, por lo que disfruto de como esta se colaba a través de su nariz respingada.
-Dulce sueños Hamilton- susurro apretando la almohada y cayo profundamente dormida.
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Comments
Ursula
La atraccion es mutua, solo falta un empujoncito
2024-06-14
2
Zulna BM
Esta ya está más que enamorada y ni por enterada se ha notificado 🙂↕️🤭🤭🤭
2024-05-06
2
Zulna BM
🤔 se supone que su apartamento tiene dos habitaciones, cuando describieron el lugar dijo que tenía otra habitación porque su amigo aveces se quedaba con él o por si su familia llegaba de visita, entonces, porqué dormir en el sofá? 😕
2024-05-06
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